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se transforman en jayanes ufanos de pujanza.

En la mejilla mustia y estrujada por el vicio, el aire riega sus semillas metálicas de aurora, y las venas florecen en carnación de bronce, reveladora del carácter firme.

Por la costumbre de mirar al sol sin pestañear, la pupila no se desmaya en la cobardía del disimulo. Mira de frente á las cúspides, á los abismos, á la soledad y al prójimo..

Empleados inservibles que de la ciudad se envían, con los deterioros y lacraduras de muebles viejos, no tardan en tirar el mísero sueldo que les ha servido de muletas, á fin de recuperar su condición de hombres libres y conquistar fortuna independiente, apacentando rebaños.

Los heridos que el ejército argentino abandonó por muertos á orillas de los arroyos, todos son hoy patriarcas amañados á la abundancia de sus hatos, y muchos sombrean sus canas bajo vides generosas, mientras su prole discurre por el valle entre gavillas y vellones.

Son de ver las caravanas de pastores chi-