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Actualmente cometemos ridiculos alardes de puericia, cuando en nombre de un orgullo nacional mal entendido, disimulamos nuestra alarmante indigencia de palabras clásicas, con el derroche de un vocabulario foragido y plebeyo, de extracción inconfesable, sin propósito artístico, ni estirpe noble y criolla.

Venga norabuena todo el lenguaje extranjero á nuestro idioma: pero; en igualdad de circunstancias, prefiramos el que aún ostente cruces de Castilla.

En cuanto á la contextura de la frase, seamos crueles con los tendones paralíticos y con las vértebras seniles, hasta que los giros maniobren con todas las flexibilidades armoniosas de la gracia joven, sin olvidar su temple toledano.

Que nuestros temas sean todo lo que diga libertades y esperanzas; raudal, cumbres, potencias; vida, belleza y triunfo.

Que nuestro estilo llegue pronto a tejer y perfumar todas las sedas; porque tiene la misión de restañar muchas heridas, y porque ya no puede demorar mucho en surgir, pidiendo su atavio, la aristocracia mental.