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El «Copahue» y demás capitanes argentinos de la legendaria guardia fronteriza dejaron ya de mano el ejercicio y arte de la guerra, para ceñirse el cordial mandil blanco de enfermeros y alquimistas.

La Humanidad está exangüe. La Humanidad está pálida.

Esos grandes tumores de pólvoras y de hierros militares la están aniquilando. Si vosotros sois en verdad soportes de la fuerza, haced lo que yo hice: bajad á tierra para ser fecundidad en los barbechos, ó resorte de salud entre las carnes. Ya veis mi obra.

Si porfiais por seguir de trasatlánticos, haced de modo que derramėis sobre la volcanicidad de nuestros pueblos, siquiera quincenalmente, cascaditas de sangres europeas.

Vuestro hierro es el que no ha mucho corría por la sangre de las gentes: Devolvedlo!... ¡Devolvedlo!...