Página:Voz del desierto (1907).djvu/219

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CRÍMENES AÉREOS

Dió un prolongado suspiro de fatiga al sentarse bajo un ventilador eléctrico de la confitería. Miró á la concurrencia en torno con recelo y desagrado. Mientras en el bar se atendía nuestro pedido de whisky—sour, se comprimió los párpados cerrados, como queriendose hundir los ojos entre el cráneo; y me dijo en tono de repentina revelación: —Eso es lo que sucede. Convénzase usted.

No se ría. No me vaya usted á tomar por loco. Hoy me he dado cuenta exacta de todo eso...

No pudiendo yo establecer ilación entre esas frases nerviosas y las pueriles que veníamos cambiando, por la calle de Florida, lo interrogué con un instintivo movimiento de asombro, y él me dijo: