Página:Voz del desierto (1907).djvu/59

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La culpa no es de la lámpara, sino de vuestra insensatez. Con vuestro criterio, los hospitales de Buenos Aires y el cementerio de la Chacarita tendrían derecho de motejar al sol de Mayo. ¿Por qué acuden todos á donde nos los llaman? ¿Por qué, en vez de abandonar sus rosas, la frescura de sus prados, la sombra excitante de sus árboles, la música gentil de sus arroyos, el fulgor lunar de sus bujías, la obscuridad sagrada de sus ranchos, sus ombúes, sus trigales, sus idilios; van todos á precipitarse á Buenos Aires, á consumir su sangre en las calderas, á beber amor en labios químicos, á perseguir la música del cobre, á implorar sombra al muro del taller ó de la cárcel, y á mendigar á la negrura del carbón calor y vida?

¡Oh! no; señor mosquito. Los que se van tras falsos brillos, los prófugos del sol... se carbonizan...