Página:Voz del desierto (1907).djvu/73

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El otro saltaría directamente de su verde cuna arrulladora al oleaje alegre y empurpurado de la sangre libre.

Así que, de mi última mirada comparativa deduje: Que allá sobre los ventisqueros de las minas, las remotas praderas de azahares, parecían temblar de miedo ante la invasión de ese malsano flujo de la tarde; y atrás, en la ilimitada lejanía de la llanura agrícola, en la región del trigo, los tropeles de la fecundación nocturna, habían dejado suspendido en el aire un velo color lácteo y rosado, icolor carne de infancia!