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LOS CHENQUES

—Chacay!—le dijo un día un príncipe indio, hoy mi asistente dándole una palmadita en el anca al desmontarse.

En su idioma le quería decir: «muy rico».

Y Chacay se llama desde entonces mi caballo favorito para las excursiones arriesgadas. Y si por el año 1200 y tantos Chacay hubiese sido ya caballo, para su corcel de guerra lo habría elegido S. M. el inca Iupanquí.

Pues bien: Muy peligrosos debían ser esos desfiladeros, cuando Chacay lanzaba un resoplido, á modo de maldiciente interjección, y se detenía convulso á tomar angulaciones en la sombra, con el compás de sus orejas ágiles y oblícuas.