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Para leer a Carlos Castaneda/14

De Wikisource, la biblioteca libre.
Para leer a Carlos Castaneda
de Guillermo Marín Ruiz
XII.- La rueda del tiempo

XII. LA RUEDA DEL TIEMPO

Primera edición en inglés, 1998
Primera edición en español, 1999
Título original: The Wheel of Time
Plaza & Janés, S.A.
Impreso en España
342 páginas

Este libro contiene una serie de citas de los primeros ocho libros de la obra, que el propio Castaneda seleccionó a partir de un criterio, toda vez que Castaneda se dio cuenta que las citas “tenían un ímpetu propio”.

En efecto, la obra de Castaneda se puede dividir en tres partes. Lo que dice Don Juan, lo que hace y piensa Castaneda, y la “paja” o relleno literario. Lo más importante es lo que dice Don Juan, pues lo que piensa y hace Castaneda frente al encuentro del Poder, le pertenece al interés del propio autor como experiencia personal.

Es importante recordar que “las historias de poder”, siempre tienen un centro abstracto, que es “la substancia” de la enseñanza. Estas historias deben ser recordadas una y otra vez, para que dejen de ser “simples historias” y pasen a ser “historias de poder”.

De alguna manera, los que en su tiempo leímos una y otra vez los textos de Castaneda, sin darnos cuenta, repasábamos las historias de poder y poco a poco se nos fue revelando los “centros abstractos”. Esta es la razón por la cual, la obra de Castaneda resulta “mágica” . Cada que se lee nuevamente un libro, se van descubriendo o develando nuevos ángulos no vistos en anteriores lecturas.

En los años ochenta, el que escribe, al leer una y otra vez los libros, por cuestión práctica empecé a subrayar “lo que decía Don Juan”. Más adelante trascribí lo subrayado y los uní en un solo texto. Esto me facilitaba “la lectura”, pues me ahorraba releer una y otra vez, “lo que decían Castaneda y las circunstancias de los encuentros con Don Juan.

El resultado fue un estupendo texto de estudio. Pues al conocer las circunstancias que rodeaban a las conversaciones, al solo leer lo que decía Don Juan, tocaba de lleno “las historias de poder y sus centros abstractos, poco a poco se iban abriendo”. De esta manera, en una sentada podía leer todo un libro, solo que, únicamente lo que consideraba más importante, de lo que decía Don Juan.

Más adelante, hice un síntesis de la síntesis y la gravé. Esto me permitió escuchar todas las noches con mi voz, “las enseñanzas de Don Juan”. De esta manera a través del tiempo esta “jalea real” de la sabiduría tolteca de Don Juan, me permitió “entender o penetrar” de manera diferente al fondo de la obra de Castaneda.

Esta síntesis de “lo que decía Don Juan”, estaba estructurada por los primeros ocho libros y una de tantas copias se la regalé a un amigo, quien posteriormente me dijo que reprodujo cientos de copias, que a su vez, él regaló. Esta es la razón por la cual este libro me parece familiar y una herramienta muy efectiva, para poder tocar los centros abstractos de las historias de poder que están en toda la obra de Carlos Castaneda. Por ello recomiendo su lectura y estudio, después de conocer toda la obra.

Por esta razón, seleccionaremos algunas de las citas que Castaneda hace de su propia obra. No hay más que hacer, que leer una y otra vez esta extraordinaria obra que como el propio autor relata en varias ocasiones, no es literatura ni ciencia ficción. Es en cambio, un relato fiel de sus encuentros con la Toltecáyotl, en manos de un hombre de conocimiento que perteneció a uno de los muchos linajes que se mantuvieron a flote, después del colapso del periodo Clásico, lo cual sucedió alrededor del año 850 d.C. en todo el Anáhuac.

Y aquí vale la pena analizar lo que Castaneda dice en la introducción de esta obra en cuanto al conocimiento trasmitido por Don Juan. En efecto, el autor señala que Don Juan lo empujó hacia un sistema cognitivo diferente “que era” de los chamanes del México antiguo.

El punto es que Castaneda dice que “era”, pero Don Juan, Don Genaro y los demás practicantes no vivían en “el pasado”. Lo que implica que la Toltecáyotl nunca desapareció, fue erradicada o murió. Por el contrario, el propio Don Juan afirma que la conquista y la colonia resultaron un gran catalizador para los linajes. Se refinaron las técnicas y estos linajes se han mantenido en la clandestinidad en estos, casi cinco siglos de ocupación, y siguen en activo. Que sean inaccesibles e impecables y no los veamos en nuestro cuadrado mundo, no quiere decir que no existan.

También debemos de recodar que el linaje de Don Juan, es uno de tantos linajes y que ninguno era igual. Unos “trabajaban” el conocimiento a través de la danza, otros a través de la música o las curaciones, algunos más se mantienen en la clandestinidad total, no solamente en México, sino en todo el continente. Además, el linaje de Don Juan fue especialmente diferente por la influencia “del inquilino”, quien cambia en el Siglo XVII diametralmente el destino de este linaje, gracias a su milenarios conocimientos que da a cambio de la energía que recibe del linaje.

En general, en estos cinco siglos la cultura dominante, sea colonial o neocolonial, siempre ha negado, excluido y perseguido, cualquier valor de la civilización invadida. A la cual, siempre presume desaparecida y a los pueblos indígenas contemporáneos, quienes son descendientes culturales de la Toltecáyotl, se les tacha de primitivos e ignorantes. Este ha sido uno de los grandes problemas de la obra de Carlos Castaneda en México. Los intelectuales, en general, a pesar de haber leído a Castaneda y que generalmente se encuentra en sus bibliotecas uno o dos volúmenes, rechazan algún valor filosófico de la obra y la toman como ficción literaria.

Para editar el primer libro de Castaneda en México, lo cual sucedió seis años después, cuando ya era un “best seller” mundial, el Fondo de Cultura Económica le tuvo que pedir al gran poeta y “sumo sacerdote de la intelectualidad criolla”, Octavio Paz, que le hiciera el prólogo, para que “le diera seriedad y valor” a las enseñanzas de un indígena yaqui. Solo con un prólogo así, los intelectuales mexicanos colonizados se atrevieron a acercarse tímidamente y pre juiciosamente a la obra. Actitud que subsiste, por desgracia, hasta la fecha. Lo que ha impedido valor la obra en toda su dimensión, quedando en reducidos grupos de “iniciados aZotéricos”. La dimensión social, cultural e histórica de la Toltecáyotl en el México neo colonial contemporáneo, todavía no se ha dado, pero es cuestión de tiempo, dado que la Toltecáyotl es el Patrimonio Cultural más importante que hemos heredado de una de las seis civilizaciones más antiguas de la humanidad.

Porque el concepto filosófico del “Guerrero” tolteca, por sí solo, puede cambiar el rostro de una nación. En efecto, cuando afirmamos que “el futuro de México es su pasado”, nos referimos en concreto a los elevados valores humanos que encierra la aspiración de convertirse en un “Guerrero de la Muerte Florecida”. En este libro, Castaneda selecciona partes de su obra, que nos permitimos presentar, porque explican por sí mismos, lo que puede significar que un pueblo forme a sus jóvenes bajo estas premisas:

"Me explicó que el camino del guerrero era un armazón de ideas establecido por los chamanes del México antiguo. Tal construcción derivaba de la capacidad que tenían aquellos chamanes de ver la energía tal como fluye libremente en el universo. Por esa razón, el camino del

guerrero era un soberbio conglomerado de hechos energéticos, de verdades irreductibles determinadas exclusivamente por la dirección del flujo de energía del universo. Don Juan afirmaba categóricamente que no había nada en esa estructura que pudiera objetarse, nada que pudiera ser cambiado. Era una estructura perfecta en sí misma y por sí misma, y cualquiera que seguía ese camino se veía acorralado por hechos energéticos que no admitían discusión ni especulaciones acerca de su función o valía.

Afirmaba, de manera inequívoca, que el camino del guerrero era una construcción esencial sin la cual los chamanes iniciados naufragarían en la inmensidad del universo.

Don Juan decía que el camino del guerrero era la obra maestra de los chamanes del México antiguo. Lo consideraba su aporte más importante, la esencia de su sobriedad...

—¿Es el camino del guerrero tan abrumadoramente importante, don Juan? —le pregunté en una ocasión.

—Decir «abrumadoramente importante» es un eufemismo. El camino del guerrero lo es todo. Es el arquetipo de la salud física y mental. No puedo explicarlo de ningún otro modo…” C.C.

La obra de Castaneda no se ha trabajado desde el aspecto filosófico de la Toltecáyotl. Como una herencia de sabiduría humana, producida por una de las civilizaciones más antiguas del planeta. Sabiduría que produjo mil años de esplendor (200 a.C. - 850 d.C.). Por desgracia solo se ha convertido en un “Best Seller del new age” y ha quedado en reducidos grupos de fanáticos fantasiosos, que alucinan con el mundo del nahual, que solo está reservado para las personas que después de muchos años de draconiana disciplina han logrado decantar su cuerpo y purificar su espíritu.

“La rueda del tiempo”, puede ser simbólicamente, el monolito llamado “Calendario Azteca” y toda la sabiduría energético—espiritual, que está esperando el momento de su revelación exaltante. De esta manera, la obra de Carlos Castaneda, resulta solo una pieza más, en el rompecabezas de la Identidad Cultural de los pueblos del Anáhuac, y de alguna manera, en la Identidad Cultural de todos los pueblos con origen indígena del continente, desde Alaska hasta la Tierra del Fuego.

“La línea de acción de don Juan Matus consistía en un intento deliberado de empujarme hacia lo que, según decía, era un sistema cognitivo diferente. Cuando don Juan hablaba de sistema cognitivo, se refería a la definición usual de cognición, o sea: «los procesos responsables de la conciencia cotidiana, entre los que se cuentan la memoria, la experiencia, la percepción y el empleo experto de cualquier sintaxis dada». Lo que don Juan afirmaba era que los chamanes del México antiguo poseían en verdad un sistema cognitivo diferente al del hombre corriente”... C.C.

LAS ENSEÑANZAS DE DON JUAN

El poder reside en el tipo de conocimiento que uno posee. ¿Qué sentido tiene conocer cosas inútiles? Eso no nos prepara para nuestro inevitable encuentro con lo desconocido.(43)


Enfadarse con la gente significa que uno considera que los actos de los demás son importantes. Es imperativo dejar de sentir de esa manera. Los actos de los hombres no pueden ser lo suficientemente importantes como para contrarrestar nuestra única alternativa viable: nuestro encuentro inmutable con el infinito.(96)
El hombre tiene cuatro enemigos naturales: el miedo, la claridad, el poder y la vejez. El miedo, la claridad y el poder pueden superarse, pero no la vejez. Su efecto puede ser pospuesto, pero nunca vencido. (109, 110, 111, 112)

COMENTARIO

En esta parte Castaneda menciona que Don Juan al principio de la enseñanza, siempre le habló de aliados, de plantas de poder, de Mezcalito, del humito, del viento, de los espíritus del río y un largo etcétera. Le dice a Castaneda que uso esa “palabrería pseudo-india” para atraparlo. Le decía a Castaneda lo que él quería escuchar.

De alguna manera algunos de los lectores de la obra, también caen atrapados en esta trampa y buscan en la lectura, confirmar sus personales percepciones de la realidad, que en general, son bastante descarriladas. A final de los años sesentas, la obra de Castaneda en occidente fue un pasaporte para entrar al mundo de las drogas, con resultados muy tristes. Este problema subsiste de alguna manera en algunos de sus asiduos lectores.

Don Juan le dice a Castaneda que a los hombres y mujeres de conocimiento. Herederos de la Toltecáyotl, no les interesa “enseñar” sus milenarios e intrincados conocimientos. En todo caso el poder les señala a los que deberán ser sus herederos. Jamás se fijaran en gente que está vagamente interesada en esta sabiduría milenaria por razones intelectuales. Además, en general, como dice Don Juan, esta gente “esta rajada como un huaje”, y no es capaz de tener disciplina, responsabilidad, refrenamiento y mantener un intento inflexible.

“Todos los chamanes de mi linaje han sido engañados de ese modo desde tiempo inmemorial. Los chamanes de mi linaje no son maestros o gurús. Les importa un comino enseñar su conocimiento. Quieren herederos para su conocimiento, no gente vagamente interesada en su conocimiento por razones intelectuales…” C.C.

UNA REALIDAD APARTE

Sentirse importante lo hace a uno pesado, torpe y banal. Para ser guerrero se necesita ser liviano y fluido. (14)

Sólo un chiflado emprendería por cuenta propia la tarea de hacerse hombre de conocimiento. A un hombre cuerdo hay que engañarlo. Hay montones de gente que acometería con gusto la tarea, pero ésos no cuentan. Casi siempre están rajados. Son como cántaros que por afuera se ven en buen estado, pero que comenzarían a gotear en el momento en que los sometieran a presión y los llenaras de agua. (35)

Un guerrero piensa en su muerte cuando las cosas pierden claridad. La idea de la muerte es lo único que templa nuestro espíritu. (56, 57)

Un guerrero, primero debe saber que sus actos son inútiles y, a pesar de ello, proceder como si no lo supiera. Ése es el desatino controlado del chamán. (91)

COMENTARIO

En este texto se puede observar, como el nahual Castaneda, “a toro pasado”, revisa las enseñanzas de Don Juan con una perspectiva más profunda. Encuentra en su propio texto una ánimo distinto, una especie de tensión. “Se había activado súbitamente adquiriendo un estado de tensión: una tensión que dictaba la dirección de mis esfuerzos”.

Lo que se despoja de tantas confusiones, producto de la falta de energía, es “El camino del Guerrero”. Un guerrero es un ser apto para la guerra y está preparado a través de disciplina, intento inflexible, dominio de sí mismo y toneladas de humildad y sensatez. La guerra es contra la estupidez y soberbia, que nos sofoca y nos aniquila.

VIAJE A IXTLÁN

Casi nunca nos damos cuenta de que podemos suprimir cualquier cosa de nuestras vidas en cualquier momento y en un abrir y cerrar de ojos.

La historia personal debe ser renovada constantemente contando a los padres, parientes y amigos todo cuanto uno hace. Por otro lado, el guerrero que no tiene historia personal, no necesita dar explicaciones; nadie se enoja ni se desilusiona con sus actos. Y sobre todo, nadie le amarra con sus pensamientos y expectativas.

La muerte es nuestra eterna compañera. Se halla siempre a nuestra izquierda, a la distancia de un brazo tras de nosotros. La muerte es la única consejera sabia con la que cuenta un guerrero. Cada vez que el guerrero siente que todo anda mal y que está a punto de ser aniquilado, puede volverse a su muerte y preguntarle si ello es cierto. Su muerte le dirá que se equivoca, que en realidad nada importa salvo su toque. Su muerte le dirá: «Todavía no te he tocado.»

Para un guerrero, ser inaccesible significa tocar frugalmente el mundo que lo rodea. Y, sobre todo, evitar deliberadamente agotarse a sí mismo y a los demás. Un guerrero no utiliza ni exprime a la gente hasta dejarla reducida a nada, en especial a la gente que ama.

Cuando un hombre se preocupa, se aferra a cualquier cosa por desesperación; y una vez que se aferra, forzosamente se agota, o agota a la cosa o a la persona a la que está aferrado. Un guerrero cazador, en cambio, sabe que atraerá la caza a sus trampas una y otra vez, así que no se preocupa. Preocuparse es ponerse al alcance, al alcance sin saberlo.

Un hombre, cualquier hombre, merece cuanto les toca en suerte a los hombres: alegría, dolor, tristeza y lucha. No importa la naturaleza de sus actos, siempre y cuando actúe como guerrero.

Si su espíritu está deformado, simplemente debe arreglarlo, depurándolo y perfeccionándolo, porque no hay en la vida una tarea más digna de emprenderse. No arreglar el espíritu es buscar la muerte, y eso es igual que no buscar nada, porque la muerte va a alcanzarnos de todos modos. Buscar la perfección del espíritu del guerrero es la única tarea digna de nuestra transitoriedad y de nuestra condición humana.

El arte del guerrero consiste en equilibrar el terror de ser un hombre con la maravilla de ser un hombre.

COMENTARIO

Castaneda explica que el “Camino del guerrero” es el producto de muchos siglos, acaso milenios de experimentación, observación y reflexión de los toltecas. Dice que es una estructura energética, Tal estructura deviene de la capacidad de “ver” la energía. Por esta razón, “El camino del Guerrero” es un “soberbio conglomerado” de hechos energéticos, de verdades irreductibles determinadas exclusivamente por la dirección del flujo de energía del universo. Esta “estructura” es perfecta y no hay nada que le sobre o que le falte, es por decirlo de alguna manera, la obra maestra de los toltecas y debió ser la estructura básica, o los cimientos de las sociedades que por milenios se desarrollaron en la civilización del Anáhuac. Porque sin esta sabiduría, sin esta “metodología” los toltecas no hubieran podido enfrentar el misterio aterrador del infinito.

“El camino del Guerrero” es la más importante herencia cultural del Anáhuac a los hijos de sus hijos del siglo XXI. Representa el arquetipo de la salud física y mental, tanto del individuo como de la sociedad. Esta es la razón por la cual, cuando se leen las normas y leyes de los mexicas en el siglo XVI, resultan de un carácter y un espíritu “espartano”, que no concuerdan con los sacrificios humanos y las “Guerras Floridas” mexicas, que son un remedo degenerado y degradado de las “Guerras Floridas” de los toltecas, en el periodo Clásico.


RELATOS DE PODER

La confianza del guerrero no es la confianza del hombre corriente. El hombre corriente

busca la certeza en los ojos del espectador y llama a eso confianza en sí mismo. El guerrero busca la impecabilidad en sus propios ojos y llama a eso humildad. El hombre corriente está enganchado a sus semejantes, mientras que el guerrero sólo está enganchado al infinito.

Es el diálogo interno lo que ata a la gente al mundo cotidiano. El mundo es de tal y cual manera sólo porque nos decimos nosotros mismos que es de tal y cual manera. El pasaje al mundo de los chamanes se abre cuando el guerrero ha aprendido a parar su diálogo interno.

Nuestros semejantes son magos negros. Y quienquiera que esté con ellos es también un mago negro sin más. Piensa un momento. ¿Puedes desviarte de la senda que tus semejantes han trazado para ti? Mientras permaneces con ellos, tus acciones y pensamientos están fijados para siempre en sus términos. Eso es esclavitud. El guerrero, en cambio, está libre de todo eso. La libertad es cara, pero el precio no es imposible de pagar. Así que teme a tus captores, a tus amos. No desperdicies tu tiempo y tu poder en temer a la libertad.

Los seres humanos son perceptores, pero el mundo que perciben es una ilusión: una ilusión creada por la descripción que les contaron desde el momento mismo en que nacieron.

Así pues, el mundo que su razón quiere sostener es, en esencia, un mundo creado por una descripción que tiene reglas dogmáticas e inviolables, reglas que su razón aprende a aceptar y a defender.

Sólo como guerrero se puede soportar el camino del conocimiento. Un guerrero no puede quejarse ni lamentar nada. Su vida es un desafío interminable, y no hay modo de que los desafíos puedan ser buenos o malos. Los desafíos son simplemente desafíos.

El guerrero, como maestro, enseña tres técnicas a su pupilo para ayudarle a borrar su historia personal: perder la propia importancia personal, asumir la responsabilidad de los propios actos y utilizar a la muerte como consejera. Sin el efecto benéfico de estas tres técnicas, el borrar la

historia personal le hace a uno furtivo, evasivo e innecesariamente dudoso de sí mismo y de sus acciones.

COMENTARIO

Don Juan le declara a Castaneda que él, exige a sus aprendices: eficacia perfecta, intento impecable y una disciplina impecable. Porque para captar este maravilloso mundo, lo que se requiere es “desapego”. Pero menciona que más que el desapego, requiere es afecto y abandono.

Para penetrar con eficiencia en este mundo, se necesita ser un guerrero: prudente, refrenado, indiferente, afinado para las batallas con lo desconocido. Y eso, solo se logra a través de la forja del “Camino del Guerrero”.

EL SEGUNDO ANILLO DE PODER

Un guerrero sabe que no puede cambiar y, sin embargo, se dedica a intentar cambiar,

pese a todo. El guerrero jamás se decepciona cuando fracasa en cambiar. Ésa es la única ventaja que tiene un guerrero sobre el hombre corriente.

La única libertad que tienen los guerreros es la de comportarse impecablemente. Pero la impecabilidad no es sólo su única libertad, sino la única manera de enderezar la forma humana.

El núcleo de nuestro ser es el acto de percibir, y la magia de nuestro ser es el acto de ser

conscientes. La percepción y la conciencia constituyen una misma e inseparable unidad funcional.

COMENTARIO

Castaneda recuerda a Florinda Matus como su gran maestra. Menciona que ella tenía el poder y el desapego necesario para afinarlo, en los últimos toques antes de la partida del nagual Don Juan Matus.

En este texto, Castaneda relata que un día fue a ver a un médico por una fistula que tenía por una caída sobre unos nopales tiempo atrás. Le consultó a Florinda el asunto y ella le dice que un nagual ha perdido su poder, sí necesita de un médico para curarse. Esto tiene que ver con su “supuesta muerte de un cáncer”. Por supuesto que el nagual Castaneda no murió en 1998 una cama de hospital a causa de un cáncer de hígado.

También es interesante analizar lo que dice Castaneda de los discípulos de Don Juan, quien según él, se la pasaban peleando por sus arrebatos ego maniáticos y los define como una partida de descarriados. Esto se debe valorar, pues sí ellos, que trabajaron años enteros arduamente con naguales de la talla de Don Juan y Don Genaro, y a pesar de eso, no logran la sobriedad y la sabiduría, qué podemos esperar de nosotros como “lectores”. Por eso es necesario, poner los pies muy bien en el suelo, y darse cuenta que enfrentar “el camino del Guerrero”, es una tarea casi imposible y que está confinada a muy pocas personas. Que una cosa es leer sobre los guerreros y otra cosa muy diferente es la de vivir como guerreros.

EL DON DEL ÁGUILA

Lo recomendable para los guerreros es no tener cosas materiales en las que enfocar su

poder, sino enfocarlo en el espíritu, en el verdadero vuelo a lo desconocido y no en trivialidades.

Todo el que quiera seguir el camino del guerrero ha de librarse de la compulsión de poseer cosas y de aferrarse a ellas.

Cuando un guerrero deja de tener cualquier clase de expectativas, las acciones de la gente ya no le afectan. Una extraña paz se convierte en la fuerza que rige su vida. Ha adoptado uno de los conceptos de la vida del guerrero: el desapego.
Todas las facultades, posibilidades y logros del chamanismo, desde los más simples hasta

los más asombrosos, se encuentran en el propio cuerpo humano.

Un guerrero no está nunca sitiado. Estar sitiado implica que uno tiene posesiones personales que defender. Un guerrero no tiene nada en el mundo salvo su impecabilidad, y la impecabilidad no puede ser amenazada.

El primer principio del arte de acechar es que los guerreros eligen su campo de batalla. Un guerrero jamás entra en batalla sin conocer antes el entorno.

Eliminar todo lo innecesario es el segundo principio del arte de acechar. Un guerrero no complica las cosas. Busca la sencillez. Aplica toda su concentración para decidir si entra o no en batalla, porque en cada batalla se juega la vida. Éste es el tercer principio del arte de acechar. Un guerrero debe estar dispuesto y preparado para realizar su última parada aquí y ahora. Pero no sin orden ni concierto.

Un guerrero se relaja y se suelta; no teme a nada. Sólo entonces los poderes que guían a los seres humanos abren el camino al guerrero y le auxilian. Sólo entonces. Éste es el cuarto principio del arte de acechar.

Cuando se enfrentan a una fuerza superior con la que no pueden lidiar, los guerreros se retiran por un momento. Dejan que sus pensamientos corran libremente. Se ocupan de otras cosas. Cualquier cosa puede servir. Éste es el quinto principio del arte de acechar.

Los guerreros comprimen el tiempo; éste es el sexto principio del arte de acechar. Hasta un solo instante cuenta. En una batalla por tu vida, un segundo es una eternidad, una eternidad que puede decidir la victoria. Los guerreros persiguen el éxito; por tanto, comprimen el tiempo. Los guerreros no desperdician ni un instante.

Para aplicar el séptimo principio del arte de acechar uno tiene que aplicar los otros seis: un acechador no se coloca nunca al frente. Está siempre observando desde detrás de la escena.

Aplicar estos principios produce tres resultados. El primero es que los acechadores aprenden a no tomarse nunca en serio: aprenden a reírse de sí mismos. Si no tienen miedo de hacer el ridículo, pueden ridiculizar a cualquiera. El segundo es que los acechadores aprenden a tener una paciencia inagotable. Los acechadores nunca tienen prisa, nunca se inquietan. Y el tercero es que los

acechadores aprenden a tener una inagotable capacidad de improvisación.

COMENTARIO

En esta recapitulación que hace Castaneda, brota con tremenda fuerza la importancia del “Camino del Guerrero”. Castaneda y muchos de sus lectores, nos perdimos entre “la seudo palabrería india” que Castaneda quería oír, las imprecisiones sobre el área del nagual y la falta de energía. Cuando se repasa la obra una y otra vez, queda claro que las técnicas para “barrer la isla del tonal”, son “la ruta crítica” para empezar a sentir la enseñanza tolteca.

Lo primero que se requiere es “arreglar el pésimo estado del tonal”, que en general tenemos, por nuestra importancia personal, por los patrones sociales de comportamiento y por la propia “inercia de la materia”.

Para un lector sensato e inteligente, lo único que en verdad pudiera levemente estar al alcance de él, es tratar de poner en práctica las técnicas que vienen en el libro de “Viaje a Ixtlán”, de seguro que en toda una vida no alcanzaría para ponerlas en práctica totalmente.

EL FUEGO INTERNO

Uno no está completo sin tristeza ni añoranza, pues sin ellas no hay sobriedad, no hay gentileza. La sabiduría sin gentileza y el conocimiento sin sobriedad son inútiles.

El mayor enemigo del hombre es la importancia personal. Lo que lo debilita es sentirse ofendido por lo que hacen o dejan de hacer sus semejantes. La importancia personal requiere que uno pase la mayor parte de su vida ofendido por algo o alguien.

Nada puede templar mejor el espíritu de un guerrero que el desafío de tratar con personas imposibles que ocupan puestos de poder. Sólo en tales circunstancias pueden los guerreros adquirir la sobriedad y la serenidad necesarias para soportar la presión de lo que no se puede conocer.

Un guerrero maduro debe ser un dechado de disciplina con el fin de superar la casi invencible laxitud de nuestra condición humana. Más importante aún que ver es lo que los guerreros hacen con lo que ven.

La impecabilidad comienza con un solo acto, que tiene que ser premeditado, preciso y sostenido. Si este acto se repite durante el tiempo suficiente, uno adquiere un sentido de intento inflexible que puede aplicarse a cualquier cosa. Si esto se logra, el camino queda despejado. Así, una cosa lleva a la otra hasta que al fin el guerrero desarrolla todo su potencial.

Lo peor que podría ocurrirnos es tener que morir, y puesto que ése es ya nuestro destino

inalterable, somos libres; quienes lo han perdido todo no tienen ya nada que temer.

COMENTARIO

Castaneda reconoce en su comentario, que el libro del Fuego Interno es otro logro de la influencia de Florinda Matus sobre él. De esta manera, se puede ver que después de Don Juan y Don Genaro, Florinda Matus tiene una gran ascendencia en la construcción de su camino de guerrero.

Castaneda toma como punto de reflexión la vida del nagual Julián, quien fue un hombre libertino, vicioso y hasta cobarde. Pero cuando está a punto de morir por sus excesos, el nagual Elías lo salva y lo pone en la disyuntiva de: o decide cambiar dramáticamente su vida de un golpe o morirá. El nagual Elías le advierte que nunca lo podrá curar, que siempre tendrá que caminar al borde del abismo, que un paso en falso, un error o un pequeño abandono o muestra de indisciplina o irresponsabilidad, serán el fin.

El autor dice que se estremeció, al llegar a descubrir la batalla de feroz en la que siempre vivió Julián. Paso a paso, tuvo que ir luchando contra “su inercia licenciosa” y aprendió a andar “el camino del Guerrero”…al borde del precipicio.

Ese es el ánimo que se necesita para “enderezar nuestro contrahecho tonal”. Esa es la clase de espíritus que la Toltecáyotl reclama como únicos y verdaderos. Como esto es “algo extraordinario”, no porque no lo podamos hacer, cualquier ser humano tiene la capacidad, sino porque nuestra debilidad, estupidez y falta de energía es inconmensurable. Las lecturas de Castaneda, a cerca de la sabiduría tolteca nos pueden conducir a dos caminos. El fácil y común, que es caer en la fantasía, los estados alternados de conciencia provocados por enteógenos y la desconexión de la realidad. O por otro lado, nos puede dar una pauta de vida a través de la disciplina, el intento inflexible, la mesura y la humildad en todos nuestros actos cotidianos. Volvernos en verdad seres humanos. No como “lectores—guerreros”, sino como seres humanos conscientes de sus limitaciones y sabedores de que se van a morir, pero con una sutil nostalgia por el infinito.

EL CONOCIMIENTO SILENCIOSO

No es que un guerrero aprenda chamanismo con el paso del tiempo; lo que aprende con el paso del tiempo es, más bien, a ahorrar energía. Esa energía le permitirá manejar algunos de los campos de energía que normalmente le son inaccesibles. El chamanismo es un estado de conciencia, es la facultad de utilizar campos de energía que no se emplean al percibir el mundo cotidiano que conocemos.

El arte del acecho consiste en aprender todas las peculiaridades de tu disfraz, y aprenderlas tan bien que nadie sepa que estás disfrazado. Para conseguirlo, necesitas ser despiadado, astuto, paciente y dulce.

Ser despiadado no significa aspereza, astucia no significa crueldad, ser paciente no significa negligencia y ser dulce no significa estupidez.

Los guerreros actúan con un propósito ulterior que no tiene nada que ver con el provecho personal. El hombre corriente sólo actúa si hay posibilidad de ganancia. Los guerreros no actúan por ganancia, sino por el espíritu.

El problema del hombre es que intuye sus recursos ocultos pero no se atreve a utilizarlos. Por eso dicen los guerreros que el problema del hombre es el contrapunto que crean su estupidez y su ignorancia. El hombre necesita ahora, más que nunca, que le enseñen nuevas ideas que tengan que ver exclusivamente con su mundo interior; ideas de chamanes, no ideas sociales; ideas relativas al enfrentamiento del hombre con lo desconocido, con su muerte personal. Ahora, más que nunca, necesita que le enseñen los secretos del punto de encaje.

COMENTARIO

Existen un sin fin de paralelismos, entre los términos que maneja Don Juan, y que, según él, son la herencia de la Toltequidad o Toltecáyotl, como le llaman los expertos. Pero aquí existe uno que llama poderosamente la atención. En efecto cuando Castaneda dice: “El infinito me tragará y quiero estar preparado para ello. No quiero que el infinito me disuelva en la nada..., los textos que hablan del viaje de cuatro años al Mictlán, que tenían que hacer los difuntos que habían llevado una vida vana e intrascendente. Después de mucho penar llegaban ante el Señor de la Muerte, Mictlantecuhtli y le decían que habían finalizado el viaje. Entonces Mictlantecuhtli les decía, “Pues bien, han terminado tus penas, vete, pues a dormir tú sueño mortal. Después de cuatro años de viaje por el Mictlán, ¡La nada será tú destino final!

Florinda le da una sentencia a Castaneda, le dice que tal vez, cuando llegue a ser un nagual inmaculado, puede que te burles de los toltecas y su sabiduría. O hasta llegues a renegar de Don Juan y Don Genaro.

Esto es muy interesante, pues rompe totalmente el probable esquema dogmático que pudiera tener “las enseñanzas de Don Juan”. EPÍLOGO

México es un país con una cultura de origen milenario de la cual, a la fecha, poco se ha investigado de su matriz de conocimiento (filosofía) y mucho menos se ha difundido. Así, el México antiguo parece estar tan sólo en zonas arqueológicas, museos y aburridos libros y "carteles turísticos".

México necesita encontrar en su pasado filosófico (Toltecáyotl) un elemento que potencialice ese acervo de conocimientos acerca del hombre, del mundo y de la vida que operó de manera continua durante varios miles de años y que en los últimos 500 ha sido negado y silenciado. Porque será con la esencia de ese conocimiento con el que construiremos el México del siglo XXI.

El Dr. Guillermo Bonfil Batalla, en su obra México profundo, una civilización negada, dice (pág. 31): "Lo que importa subrayar es el hecho de que la milenaria presencia del hombre en el actual territorio mexicano produjo una civilización."

El Dr. Miguel León Portilla, en su obra Toltecáyotl, aspectos de la cultura náhuatl, dentro del marco comparativo "desarrollo de las culturas con orígenes autónomos, señala que fue en el año 8000 A.C. cuando se inició la agricultura en Egipto y Mesopotamia; posteriormente, en el año 7000 A.C. se inició la agricultura en la India, China y en el Anáhuac.

Entonces, ¿cómo es posible suponer que mientras Egipto, Mesopotamia, India y China lograron crear, a lo largo de miles de años, filósofos, maestros y religiones que subsisten hasta nuestros días, México no tenga una filosofía o línea de conocimiento que exprese lo que hemos sido, somos y aspiramos a ser?

Es importante señalar que Las enseñanzas de don Juan son una práctica vivencial antes que un sortilegio de la razón, y que muchos pueblos indígenas y campesinos actualmente mantienen incorporada a su vida cotidiana, a sus tradiciones y a sus costumbres, muchas de las prácticas que Don Juan recomienda.

El "ser" indígena durante estos últimos 500 años ha requerido de una fuerza interior inconmensurable capaz de soportar el genocidio, el despojo sistemático y la explotación. En la actualidad vivir como indígena, marginado en las montañas, es más difícil que sobrevivir como subempleado en las ciudades. La fuerza y sabiduría de los indígenas y campesinos tiene mucho que ver con sus prácticas tradicionales y éstas, a su vez, con los preceptos de la Toltequidad o Toltecáyotl, que son elementos de un pasado milenario que de ninguna manera se ha perdido y si, en cambio, vive a flor de piel en algunos grupos indígenas y campesinos o que también subyace subterráneo en las manifestaciones de las culturas populares y urbanas del México contemporáneo.

En torno a esta matriz filosófica—cultural, Bonfil Batalla nos dice en la obra citada (pág. 32): "No se trata, entonces, de un simple agregado, más o menos abundante, de rasgos culturales aislados, sino de un Plan General de Vida que le da trascendencia y sentido a los actos del hombre, que ubica a éste de una cierta manera en relación con la naturaleza y el universo, que le da coherencia a sus propósitos y a sus valores, que le permite cambiar incesantemente según los autores de la historia, sin desvirtuar el sentido profundo de su civilización, pero sí actualizándola. Es como un marco mayor, más estable, más permanente, aunque de ninguna manera inmutable, en el que se encuadran diversas culturas y diversas historias se hacen comprensibles. Eso nada menos: una civilización es lo que crearon y legaron cientos de generaciones sucesivas que trabajaron, pensaron y soñaron aquí durante milenios."

Y en la página 73 de] mismo libro leemos: "Aunque la ideología colonial dominante restringe la herencia mesoamericana viva al sector de la población que se reconoce como indio, la realidad nacional encierra una verdad diferente.

La presencia y la vigencia de lo indio se encuentra en casi todo el espectro social y cultural del país a través de rasgos culturales de muy diversa naturaleza que, indiscutiblemente, tienen su origen en la civilización mesoamericana y que se distribuyen con distinta magnitud en los diferentes grupos y capas de la sociedad mexicana. La presencia de la cultura india es, en algunos aspectos, tan cotidiana y omnipotente que rara vez se repara en su significado profundo y en el largo proceso histórico que hizo posible su persistencia en sectores sociales que asumen hoy una identidad no india."

La presencia de la matriz filosófica—cultural del México antiguo es irrefutable en el México contemporáneo. La obra de Castaneda, desde esta perspectiva, viene a proporcionar un ángulo más para entender y apreciar esta herencia cultural. No queremos decir que es lo "único" y lo "auténtico". Dentro del mismo conocimiento, Don Juan dice que existen "otros linajes".

En un México pluricultural, pluriétnico y plurilingüístico, esta vieja herencia de conocimiento se expresa en múltiples formas. El mismo Don Juan reconoce que en los últimos siglos los hombres de conocimiento han buscado nuevos caminos y que a partir de la conquista se han tenido que refugiar en el mundo del nagual para lograr la supervivencia de este intrincado conocimiento.

Así pues, una de las formas de este ancestral conocimiento, por algún designio inexplicable sale a la luz a través de la "brujería". De manera impecable la cultural oral se convierte en cultura escrita. Tiene que llegar, del exterior a este país colonizado, con el sello de "best seller" y tiene que ser prologado por uno de los intelectuales más reconocidos, Octavio Paz, para que pueda ser leído por un público que mantiene una permanente desvalorización de lo propio.

De esta forma, Castaneda no es un antropólogo o un escritor; Castaneda es un nagual que de manera impecable está cumpliendo con la misión que le designó el poder, después de haber saltado al vacío en aquella montaña de la Sierra Juárez de Oaxaca.

El conocimiento quedará entonces expuesto a la luz pública, sin maestros, sin "gurús", sin ritos ni templos. Una de las vertientes de la Toltequidad quedará al alcance de quien tenga suficiente poder personal para extraer de la obra el conocimiento.

De la Toltequidad existen dos áreas básicas: la del tonal y la del nagual. La primera corresponde al mundo conocido, el de la razón, el de las técnicas para "barrer la isla del tonal" con disciplina y, con un intento inflexible, sacar toda la basura que hemos acumulado a lo largo de la vida, fortaleciendo el cuerpo, decantando el espíritu y haciendo flexible nuestra razón; en síntesis, una tecnología para ser "ser humano" en nuestra realidad inmediata.

La segunda es la del mundo misterioso, desconocido y aterrador del nagual, al que no se puede llegar hasta no haber trabajado eficientemente el mundo del tonal. No existe ningún avance en el mundo del nagual que no esté sustentado en el tonal. Tomar, la obra de Castaneda por el lado de lo mágico, misterioso y desconocido es, desde nuestro punto de vista, tomar la puerta falsa, el camino cómodo y el "desastre". Don Juan plantea que el ser humano moderno intuye sus recursos ocultos, pero que no se atreve a usarlos y que transita entre su estupidez y su ignorancia. El tonal de los tiempos está cambiando. Nuestra "realidad" y nuestro "mundo" son un puñado de "ideas". Los cambios que se han operado en el mundo en los últimos cinco años resultarían imposibles de concebir tan sólo hace diez años; y los cambios que sufriremos en lo que resta del presente siglo, hoy nos resultan inimaginables.

Sin embargo, nada en verdad ha cambiado; cambia la forma de apreciar las cosas, cambian las ideas y tan sólo las ideas que tenemos acerca del mundo.

Don Juan dice que es precisamente ahora cuando el ser humano necesita renovar sus ideas, pero no ideas sobre el hombre común, ideas sociales con conceptos y objetos. El hombre necesita nuevas ideas frente a lo desconocido, frente a su muerte personal, acerca de la impecabilidad y los secretos del punto de encaje. Los nuevos tiempos que se avecinan requieren de ese incomprensible conocimiento (que siempre ha estado ahí, a través de miles de años y en varias partes del mundo) para hacerlo comprensible y funcional a niveles de la conciencia cotidiana.

El ser humano requiere de la habilidad para percibir y actuar en el mundo que conocemos. El hombre requiere percibir el mundo no sólo como un cúmulo de conceptos y objetos "materiales", sino también, como un mundo de cargas energéticas y requiere ser percibido no sólo como un conglomerado de energía, sino como un creador de energía.

Los mexicanos somos hijos de una de las culturas madres de la Tierra y, por tanto, somos un pueblo con identidad; lo que nos ha sucedido en estos últimos 500 años es que hemos sufrido de "amnesia cultural" provocada por los colonizadores de ayer y de hoy, por lo que hemos transitado por un laberinto de soledades, cargando nuestro riquísimo patrimonio cultural.

El presente trabajo pretende una búsqueda y un encuentro a través de esta nueva interpretación de lo que fue y es, el conocimiento de los antiguos mexicanos, sin miedo y sin ambición, como dice Don Juan.

Sin miedo a ser atacados y censurados por los intolerantes poseedores de la verdad "científica"; sin la ambición de encontrar una luz que nos ciegue en el camino y nos conduzca a actitudes mesiánicas.

Muchos conocimientos de la Toltequidad están depositados —de una manera inconsciente— en el quehacer cotidiano de los pueblos de México, y en general de todos los pueblos indígenas y mestizos del continente; sin embargo, pretender que todos nos convirtamos en "hombres o mujeres de conocimiento" sería una verdadera insensatez, pues, aun en los mejores días de la TOLTECÁYOTL, sólo unos cuantos tenían los elementos necesarios para intentar tan impresionante y descomunal desafío; pero si consideramos importante que los mexicanos busquemos en nuestro pasado, en nuestra propia sabiduría y experiencia, elementos que nos permitan sentimos emocionados y orgullosos de lo que hemos sido y, seguros de lo que somos, imaginar y crear nuestro propio futuro con base en nuestros propios sueños y aspiraciones.

Don Juan es muy claro y dice que: “El Camino del Guerrero lo es todo. Es el arquetipo de la salud física y mental. No puedo explicarlo de ningún otro modo.” En efecto, un pueblo disciplinado, responsable, con fuerza interna y conciencia histórica, es lo que se requiere para romper las cadenas coloniales de explotación e injusticia en las que hemos vivido estos cinco siglos. La propuesta es que el pasado de México y de todos los pueblos antiguos de la humanidad, ES EL FUTURO. No se trata de volver a habitar las pirámides, ni mucho menos que se trate de que toda la población intentara convertirse en un ser de conocimiento. Eso sería una aberración. Pero lo que sí debemos hacer, es recuperar los VALORES Y PRINCIPIOS que los toltecas le dieron a los "macehuales" o seres humanos comunes, para desarrollar una sociedad armónica y estable, que como la historia nos enseña, llegó a lograr mil años de esplendor.

Si los mexicanos dejáramos de importar ideas para resolver nuestros problemas e intentáramos buscar en los preceptos filosóficos de la TOLTECÁYOTL, que es nuestro patrimonio cultural, tendríamos una nueva actitud para enfrentar "el mundo de aquí y de ahora" que nos ha tocado vivir de cara al siglo XXI.

La Toltecáyotl, Toltequidad o las llamadas "Enseñanzas de Don Juan" son tan sólo una rama de ese frondoso y majestuoso árbol del conocimiento humano, no sólo de México, sino del mundo.

LA MUERTE DE NAGUAL CASTANEDA
o el polvo en el camino.

Recientemente se ha publicado en todo el mundo que el 27 de abril (1998) pasado murió en California E.U., el antropólogo Carlos Castaneda de un cáncer de hígado. Como al antropólogo y escritor fue muy discreto en su vida y jamás se dejó fotografiar o gravar a pesar de que se han tirado más de 30 millones de ejemplares de sus 10 libros en varios idiomas, manteniendo su vida en el misterio más absoluto, por lo cual se entiende que de esta manera también murió. "La libertad ilimitada de ser un desconocido".

Quienes conocemos la obra de Castaneda creemos que esta "versión oficial" de su muerte, es uno más de los ardides que ha sabido usar el Nagual para pasar inadvertido en medio de una multitud. Lo cierto probablemente, es que Castaneda ha dejado de existir como "Best Seller" y punto.

El Nagual Castaneda murió para el mundo profano aquella tarde en la que saltó desde un inmenso acantilado en la Sierra Norte de Oaxaca. Castaneda lo describe al final de sus Relatos de Poder (1974).

" Cruzamos el estrecho valle y trepamos a las montañas del lado este. Al pardear la tarde nos detuvimos por fin en una meseta plana y yerma que miraba un valle alto hacia el sur. La vegetación había cambiado drásticamente. En todo el derredor había montañas redondas y erosionadas. La tierra del valle y las laderas estaba parcelada y cultivada, pero aun así toda la escena me sugería esterilidad.

El sol ya delineaba sobre el horizonte del suroeste. Don Juan y don Genaro nos llamaron al borde norte de la meseta. Desde este punto, el panorama era sublime. Había interminables valles y montañas hacia el norte, y una cordillera de altas sierras hacia el oeste. El sol reflejado en las distantes montañas hacia el norte las hacia parecer anaranjadas, del color de los bancos de nubes hacia occidente. Pese a su belleza, el paisaje era triste y solitario".

"—El crepúsculo es la raja entre los dos mundos —dijo don Juan—. Es la puerta a lo desconocido.

—Esta es la planicie frente a la puerta.

—Señaló entonces el filo norte de la meseta.

—Allí está la puerta. Más allá hay un abismo, y más allá de ese abismo está lo desconocido.

—Ahora nosotros seremos otra vez polvo en el camino —dijo don Genaro—. Tal vez algún día otra vez vuelva a entrar en tus ojos.

—Don Juan y don Genaro retrocedieron y parecieron perderse en la oscuridad. Pablito me tomó del antebrazo y nos dijimos adiós. Entonces un extraño impulso, una fuerza, me hizo correr con él hacia el filo norte de la meseta. Sentí que su brazo me sostenía cuando saltamos, y luego quedé solo". C.C.

De esta manera, al arrojarse desde un acantilado, se despidió Castaneda de este mundo para iniciar su Viaje a Ixtlán, su viaje sin retorno al conocimiento para fundirse en el infinito. Ha sido un viaje muy largo, en el que ha estado casi solo, rodeado únicamente de un reducido grupo y frente a una inmensa responsabilidad. En efecto, el poder ha encomendado la tarea de divulgar los conocimientos del México Antiguo y tal vez, crea un nuevo linaje de conocimientos.

Después de ese extraordinario e ilógico acto, nada es igual en la vida, pues “nadie” se arroja a un abismo con la certeza de que se desintegrará y se convertirá en energía, que subirá y bajará como una bola de fuego en la montaña. Después de este increíble hecho, Castaneda aparecerá en Los Ángeles, California y regresará tiempo después a la Sierra Norte de Oaxaca a preguntarle a Pablito, qué fue lo que sucedió aquella noche en el Cerro de las Cenizas. A partir de ahí, Castaneda inicia su largo y solitario Viaje a Ixtlán, su viaje a lo inconmensurable.

“Lo que Genaro te dijo es su historia es precisamente eso. Genaro dejó su pasión por Ixtlán: su casa, su gente, todas las cosas que le importaban. Y ahora vaga al acaso por aquí y por allá cargando de sus sentimientos; y a veces, como dice, está a punto de llegar a Ixtlán. Todos nosotros tenemos eso en común”. (Viaje a Ixtlán. 1972).

Castaneda fue el discípulo de un “Hombre de Conocimiento”, un tolteca heredero de la sabiduría, conocimientos y Filosofía (Toltecáyotl) con lo que se forjó el milagro deslumbrante de la civilización del Anáhuac o México antiguo, a lo largo de más de 7 mil 500, aunque Don Juan Matus sostiene que su conocimiento tiene más de 10 mil años en el Anáhuac. El conocimiento que engendró toda esta maravillosa evolución humana, tan importante como la de China o la de la India, ha sido tercamente negado por los invasores, desde 1521 hasta nuestros días. Los Antiguos Mexicanos para los "especialistas” y público en general, sólo alcanzaron a tener una sanguinaria religión politeísta y a hacer monumentales "centros ceremoniales" para adorar “al sol, al agua y al viento" y no para desarrollar un decantado y sofisticado conjunto de saberes misteriosos acerca de la esencia luminosa del ser humano, conocimientos tal vez más avanzados que los que hoy posee la cultura Occidental.

Los toltecas de ayer y de hoy, buscan la trascendencia de la existencia a partir de un cuerpo energético, buscan en síntesis, lo que han buscado todos los pueblos sabios del mundo... la luz del infinito.

Las enseñanzas de Don Juan fueron un ardid o un medio, para llegar a la esencia del conocimiento. En efecto, todos los 9 libros que Castaneda escribió sobre las enseñanzas de su maestro don Juan Matus son ¡un engaño! En tanto no enseñan lo esencial. Parece cómico pero así es. Los que "estudiamos" cada uno de sus libros durante muchos años, jamás supimos que los constantes “estirones" que se daba Don Juan, eran los famosos "Pases mágicos", y como Castaneda no tenía el poder personal suficiente para entenderlos, menos lo tendríamos sus lectores. De modo que hasta que aparece la "Tensegridad", comprendemos que el ser humano es un huevo luminoso y que posee dentro de ese huevo toda nuestra energía y que requiere "removerla' de espacios donde se han ido acumulando y neutralizando, para poderla utilizar en intentar el logro supremo de la Toltecáyotl.

Castaneda fue un Nagual de tres puntas y no de cuatro, lo que obligó a don Juan a cambiar de último momento el "arreglo" con su grupo y el propio destino de Castaneda. Efectivamente, Castaneda termina un ciclo e inicia otro nuevo, en la milenaria sabiduría.

La Toltecáyotl deja el mundo subterráneo y clandestino en el que se movió y evolucionó por siglos y aparecen a través de libros al alcance de cualquier persona que tenga un poquito de poder personal. Muchos nos perdimos y hasta nos hicimos viejos en "la onda de don Juan", muy pocos entendieron con su cuerpo que el "conocimiento" no está en las drogas, ni en los libros y en la razón, ni en las técnicas, sino en la energía que está dentro de uno mismo. Pocos entendieron que la razón y el cuerpo físico y su entorno, son tan sólo un medio (muy valioso) para desarrollar el cuerpo energético y llegar a la luz.

Es difícil hablar de esto, sobre todo cuando no se puede pronunciar lo innombrable y como en mi caso, que no se cuenta con la energía suficiente. En torno a Castaneda están los "aZotéricos" (los que se azotan) y los "drogos", pero el desafío está en puerta. Pronto viviremos cambios dramáticos que requerirán guerreros del espíritu para trascender tamaños desafíos.

Castaneda ha cumplido su tiempo humano entre nosotros. A "muerto el escritor"... ¡Viva el escritor! Ahora su nombre cabalga en la épica de este final de siglo y los conocimientos que transmitió y el nuevo ciclo que inició están en el aire. Qué harán sus discípulos con la Tensegridad, aparecerán otras formas del antiguo conocimiento del México Antiguo, regresará la Serpiente Emplumada o todo habrá sido una soberbia tomada de pelo de un impecable impostor?. Si esto es así, estaremos frente a uno de los escritores más creativos de este siglo que termina, pues no sólo inventar al "personaje" de Don Juan, sino entretejer una muy cuidadosa y casi perfecta forma de inventar la vida y el mundo del México antiguo.

Don Juan le enseñó a Castaneda a "tener que creer" y a vivir como guerrero. Lo cierto es que Castaneda como Don Juan y Don Genaro, ahora se han vuelto polvo en el camino.

GUILLERMO MARÍN