Peticiones de la Confederación Católica de Padres de Familia al Jefe del Estado en materia de censura cinematográfica (1937)

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I. Conclusiones elevadas al Jefe del Estado por la Confederación Católica de Padres de Familia sobre la modificación del cinematógrafo[editar]

EXCMO. SR.

El problema del cinematógrafo

En el escrito que la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia elevó a ese Gobierno el 27 de octubre del pasado año 1936, índice de las aspiraciones en orden a la Enseñanza, reconocimiento por el Estado de los derechos de la Iglesia y moralización de las costumbres públicas, señalábamos a la atención vigilante de las autoridades en lugar preferente y destacado entre los medios de publicidad, el cinematógrafo al que consideramos elemento de eficacísima influencia en la formación de las actuales y futuras generaciones.

Labor de la Confederación

No es de hoy solamente la preocupación sentida por nuestra Confederación en presencia de este problema. Percatada del daño enorme que a las buenas costumbres, las conciencias individuales y especialmente los niños en su formación moral, recibían como consecuencia del criterio estrictamente comercial y falto de toda norma moral, cuando no intencionadamente corruptor y subversivo, que inspiraba la mayor parte de la producción cinematográfica, la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia procuró por todos los medios a su alcance aminorar tal estrago. Realizó campañas de propaganda oral y escrita, fundó y mantiene desde hace dos años una revista semanal de censura cinematográfica. Estableció relaciones con la oficina abierta en Londres para extender a Europa la obra de la “Legión de la decencia” iniciada por el episcopado católico en los Estados Unidos de Norte América, y con monseñor Brohée, Canónigo de Lovaina (Bélgica) y profesor de su Universidad, encargado de la Santa Sede de aunar el esfuerzo de los católicos para lograr la moralización del “cine”, promovió la creación de sociedades anónimas para la producción y distribución de material cinematográfico, y no obstante el ambiente poco propicio para esta actuación en España durante los últimos años pasados, la falta de leyes que amparasen los sagrados valores espirituales por nosotros defendidos, y la mal disimulada animadversión a nuestra obra sentida, por las autoridades de ciertos gobiernos de la República, la Confederación por medio de sus Asociaciones en las provincias y directamente en Madrid, no ha dejado un solo momento de ejercer sus derechos de censura, súplica o protesta.

Palabras de Pío XI

Le animaba la convicción de que cumpliendo de este modo con su deber, realizaba labor de más alto valor cristiano y patriótico. A continuación transcribimos algunos párrafos de la Encíclica sobre espectáculos cinematográficos, dada por Su Santidad el Papa, en 29 del próximo pasado mes de junio, en los que aparece confirmada con la máxima autoridad aquella convicción nuestra.

Dice así el Santo Padre hablando de la importancia y potencia del cinematógrafo y de la vigilancia que sobre él deben ejercer la Iglesia y los Gobiernos: “No existe hoy un medio más potente que el cinematógrafo para ejercer influencia sobre las multitudes tanto por la naturaleza misma de la imagen proyectada sobre la pantalla cuando por la popularidad del espectáculo cinematográfico y por las circunstancias que le acompañan”. “Por lo tanto, si este nuevo arte teatral es como una lección de cosas que puede determinar a la mayor parte de los hombres a la virtud o al vicio con más fuerza que un puro raciocinio, convendrá que sea un instrumento útil a los fines de una conciencia cristiana y que esté libre de todo aquello que pueda ser causa de corrupción de las buenas costumbres”.

“Todos saben cuánto daño producen en las almas las películas malas como alabando las concupiscencias y los placeres ofrecen ocasión de pecado, inducen a los jóvenes al camino del mal, exponen la vida bajo una falsa luz, ofuscan los ideales, destruyen el puro amor, el respeto al matrimonio y el afecto para la familia. Pueden asimismo crear fácilmente perjuicios entre los individuos y disidencias entre las naciones, entre las clases sociales, y entre las razas enteras”.

“En cambio las buenas representaciones pueden ejercer una influencia profundamente moralizadora sobre aquellos que las ven. Además de recrear, pueden suscitar nobles ideales de vida, difundir preciosas nociones, aumentar los conocimientos de la historia y de las bellezas del país propio o del ajeno, presentar la verdad y la virtud bajo una forma atrayente, crear o por lo menos favorecer una comprensión entre las naciones, las clases sociales y las razas, promover la causa de la justicia, excitar a la virtud y contribuir como ayuda positiva al mejoramiento social y material del mundo”.

“Estas consideraciones adquieren mayor gravedad teniendo en cuenta que el cinematógrafo habla no a los individuos sino a las multitudes y en circunstancias de tiempo, lugar y ambiente extraordinariamente propicios para suscitar un entusiasmo no común, tanto para el bien como para el mal, y aquella exaltación colectiva puede degenerar, como la experiencia nos enseña, en una perturbación morbosa”.

“Es por tanto una de las necesidades supremas de nuestro tiempo vigilar y trabajar con todo esfuerzo para que el cinematógrafo no siga siendo escuela de corrupción, sino que se transforme en un precioso instrumento de educación y de elevación de la humanidad”.

“Recordemos aquí con complacencia que algún Gobierno preocupado por la influencia del cinematógrafo en el campo moral, ha creado mediante personas probas y honestas, y especialmente “padres y madres de familia”, especiales comisiones de censura, a quienes corresponde inspeccionar, revisar y dirigir todas las producciones que se editan. Del mismo modo se han constituido organismos que dirijan la producción cinematográfica con la intención de inspirarla en obras nacionales de grandes poetas y escritores”.

La censura en España, sin criterio moral

Por el contrario, en España la censura oficial de las películas se ha ejercido con un criterio estrictamente político, sin que a los gobiernos ni sus autoridades delegadas les preocupase el valor o sentido moral de las proyecciones censuradas, siendo lógico que así haya ocurrido, puesto que nunca se han cuidado de que las personas designadas para el cargo de censores, estuviesen especialmente capacitadas y fuesen las más aptas para el ejercicio de tan delicada e importante función.

Este ha sido otro flanco desguarnecido que la inerme sociedad española ha presentado a la activa propaganda comunista. Favorecida por la masonería, la internacional comunista emplea como táctica el fomento de la inmoralidad y la propagación de la pornografía, al doble efecto de producir con la relajación de las costumbres públicas y la pérdida del sentido moral y religioso, la destrucción de los cimientos más sólidos en que se asienta nuestra civilización cristiana, al propio tiempo que gana adeptos halagando y excitando las más bajas pasiones del individuo al que ofrece con su doctrina materialista, alucinante y desenfrenada satisfacción.

El carácter de bestialidad infrahumana reveladora de una lujuria enfermiza, dominante en los excesos de la horda revolucionaria registrados actualmente en algunas regiones de España, demuestra con la elocuencia indiscutible de los hechos la veracidad absoluta de nuestra anterior afirmación.

Felicitamos al Gobierno por sus acertadas disposiciones encaminadas a impedir la producción y difusión de literatura pornográfica y disolvente.

Propuesta de la Confederación

En cuanto a la censura cinematográfica, proponemos su reorganización con arreglo a las siguientes bases:

Primera. -Prohibir la asistencia de los niños menores de dieciséis años a sesiones públicas en las que se proyecten películas que no hayan sido autorizadas previamente para “cine” infantil.

Segunda. -Crear con carácter oficial, en aquellas ciudades que sirven de centro a cada uno de los varios circuitos o sectores en que la industria de distribución de películas cinematográficas tiene dividido el mercado nacional, una Comisión de censura Cinematográfica integrada por, a) un representante o delegado de la autoridad; b) una persona de especial competencia en cuestiones de moral, designada por el Prelado de la Diócesis respectiva; c) un representante de los empresarios de teatros y sala de espectáculos cinematográficos: d) un representante de los Padres de Familia designado por la respectiva Asociación, y e) una señora designada por las Mujeres de Acción Católica.

Las películas autorizadas por la Comisión de Censura correspondiente al lugar de su estreno, podrán proyectarse en todas las salas de espectáculos del territorio nacional, debiendo ir acompañadas del Certificado de autorización del que formará parte integrante un guión de censura en el que se detallarán las escenas que deben ser suprimidas o cortadas.

Los empresarios vendrán obligados a exhibir dicho Certificado y guión de censura al Delegado de la autoridad y al representante de los Padres de Familia que los requiriese al efecto, para comprobar si en la proyección de la película se cumplen las prescripciones de la Comisión de Censura. La falta de cumplimiento de estas disposiciones deberá ser sancionada con multa gubernativa, recargo en caso de reincidencia y cierra del local si ésta fuese reiterada.

Tercera. -Entre tanto se organiza la Censura Cinematográfica en la forma que hemos tenido el orden de proponer a V. E., la Confederación confía en que el Gobierno no dificultará a nuestra revista semanal F.I.L.M.O.R. y a la prensa diaria, la libre emisión de su criterio respecto al valor moral de las películas, como hasta hoy se ha venido haciendo en todo tiempo y exactamente con la misma libertad con que se juzga el valor artístico, técnico, histórico o documental, en este género de la producción.

Animada del mejor espíritu, la Confederación desea realizar obra positiva de eficaz y leal asistencia al Gobierno, ofreciéndole con la prestación personal de sus asociados, una fórmula concreta para la ordenación de la censura cinematográfica.

Dios guarde a V. E. muchos años.

Pamplona, 26 de enero de 1937.

Confederación Católica Nacional de Padres de Familia.- El presidente, José María Mayans, Conde de Trigona.


II. Observaciones al texto legal aprobado y modificaciones sugeridas[editar]

EXCMO SEÑOR

Los graves problemas del Cinematógrafo

La Confederación Católica Nacional de Padres de Familia, que en 26 de enero último tuvo el honor de dirigirse a V. E. para llamar la atención del Gobierno sobre los graves problemas que el Cinematógrafo entraña, ha examinado con solicita atención la orden de 21 del pasado Marzo, aparecida en el «Boletín Oficial del Estado» del 27, que organiza con carácter nacional la censura cinematográfica. Producto de tal estudio son la reflexiones que elevamos de nuevo, con todo respeto, a los altos Poderes de España.

La composición de las Juntas de Censura

1º La Confederación Católica de Nacional de Padres de Familia –tal es la denominación de nuestra Obra, que aparece tergiversada en la ORDEN- entiende que la composición de las Juntas de Censura no es adecuada a la plausible finalidad de «regenerar las costumbres» y «velar por normas públicas de moralidad», que pregona la exposición de motivos. El fundamento de la Moral está en la Religión, y si de veras quiere respetarse la integridad de sus preceptos, nadie mejor indicado para definirlos que la Autoridad eclesiástica, a cuyos representantes, sin embargo, la ORDEN comentada deja incomprensiblemente al margen. Ni se pretenda cohonestar semejante ausencia con el requerimiento que se hace a los Padres de Familia, ya que nosotros, a quienes incumbe una ineludible participación en la tarea educadora, no somos moralistas de profesión y carecemos de la preparación suficiente para discriminar hasta dónde puede llegar lo tolerable en materia de Moral cristiana. Aquí viene bien el decir que «Doctores tiene la Iglesia». Es tan indispensable la presencia del sacerdote en las Juntas de Censura que la Confederación no vacila en declarar por medio de estas líneas que, de no modificarse o ampliarse el texto de la ORDEN que las crea, prefiere sea aquél quien ocupe su lugar.

Indispensable participación de la mujer

2º Proponía a V. E. la Confederación Católica de Padres de Familia en su anterior escrito que en las Juntas de Censura tuviera participación una señora, designada por la Confederación de Mujeres Católicas, admirablemente organizada en toda España. Al hacer esa sugerencia queríamos aprovechar la enorme labor de estudio y crítica que las «Mujeres Católicas» han desarrollado en esta materia, lo cual añade a la preparación innata que proviene de su buen gusto y su finura de espíritu, un arsenal de datos y un caudal de experiencia difícilmente superables.

Se crean entidades artificiosas

3º Es fácil pronosticar que las Juntas de Censura, en la forma que se proyectan, serán muy pronto una entidad artificiosa, pese a la buena voluntad que pongan a contribución los elementos a quienes se requiere. El Excmo. Sr. Gobernador Civil, señalado para presidirlas, el representante de la Autoridad Militar, y el funcionario de mayor categoría de los centros culturales del Estado (en Sevilla, por ejemplo, el propio Rector de la Universidad) ¿van a realizar por sí mismos el cometido abrumador de la Censura, que exigirá mañanas y tardes enteras? Pensar que un elemento oficial de esa categoría, solicitado por mil atenciones preferentes, vaya a echar sobre sus hombros tan pesado fardo, es desconocer la realidad de las cosas. El visado de todas las películas que entran en España, verificado a conciencia, basta para ocupar de lleno la jornada de los censores, y es lógico prever que, quienes sientan ese menester como algo extraño a sus actividades peculiares, poco a poco aflojen su celo. Ponemos al tiempo por testigo de que, muy pronto, los únicos que permanecerán al pie del cañón, en vigilancia tensa e incansable, serán los auténticos representantes de los intereses morales y materiales, es a saber, de un lado los Padres de Familia, y de otro los Empresarios y los Autores. Por cierto que no hemos descubierto el motivo de que se lleve a participar de las Juntas de Censura a una entidad, como a la Sociedad de Autores, muy respetable sin duda, pero cuya finalidad es puramente fiscal, limitada a hacer efectivos los derechos de propiedad intelectual en los espectáculos de toda índole, así dignos como depravados.

Grave problema de conciencia

4º En la forma que la ORDEN crea las Juntas de Censura, los Padres de Familia, a quienes se discierne una representación que tanto les enaltece, adquieren ante España una responsabilidad que está en desproporción con los medios con que cuentan para el desempeño de su cargo, pues si por una parte se ven privados de la indispensable cooperación de la Autoridad eclesiástica, definidora autorizada de la Moral, por otra están constreñidos a ser siempre minoría frente a los intereses de empresa, dobles en número, que mirando la obtención del lucro tenderán a sacar adelante todas las producciones, por indecorosas que sean. En tales circunstancias ofrécese a nuestro ánimo preocupado esta disyuntiva: no aceptar la honrosa designación que se nos hace, con riesgo de aparentar que rehuimos el deber por el que clamamos a toda hora; o aceptarla y ligar el prestigio de la Obra confederal a críticas cinematográficas no satisfactorias, incompletas y hasta erróneas, con el peligro de que las gentes de bien acudan a ver películas sin decoro, por el señuelo de que las han censurado los Padres de Familia. Este grave problema de conciencia sólo podrá ser solventado autorizando a los Padres de Familia a estampar en la Hoja de Censura su discrepancia y a darla en su momento a la publicidad.

Las películas antiguas

6º Aunque la ORDEN no lo especifica, considera indudable la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia que las películas no censuradas que constituyen el stock activo de los importadores españoles, así como las introducidas libremente en el plazo provisional de 15 días concedido «para no interrumpir la proyección cinematográfica», deberán someterse al visado de las Juntas de Censura en cuanto estas queden definitivamente constituidas.

Dualidad peligrosa

7º Finalmente, el artículo 6º de la ORDEN autoriza a la Junta de Censura de Sevilla para seguir funcionando con carácter transitorio, aunque sin señalar plazo a la interinidad. Nos permitimos llamar la atención de V. E. sobre las complicaciones a que se presta la dualidad de constitución y de criterios de las Juntas de Censura. Puesto que sus certificados serán igualmente válidos para todo el territorio nacional, los introductores de «mercancía averiada» cuidarán de hacerla examinar por aquella de las dos Juntas que manifieste mayor laxitud en los juicios, dejándose los importadores guiar por el mismo instinto infalible que hace a los malos estudiantes dar con el paradero del catedrático más facilitón, por lejano que esté el centro en que profese. Por otra parte, no creemos que la jurisprudencia sentada por la Junta de Censura de Sevilla merezca los honores de que «no se desaproveche la labor realizada por la misma», como pondera la ORDEN. Al contrario, los criterios -llamémoslo así, para abreviar- que han imperado en sus decisiones son poco adecuados a la «regeneración de costumbres en el nuevo Estado», a que alude el preámbulo de la disposición que comentamos. En efecto, según resulta de los datos parciales que van llegando a nuestra Secretaría Técnica, de ciento sesenta y una películas aprobadas sin reserva por aquélla, pertenecen veintiuno al género que hace más estragos en la juventud, el lascivo, y treinta son absolutamente reprobables para todo el mundo.

La CONFEDERACIÓN CATÓLICA NACIONAL DE PADRES DE FAMILIA se permite llamar de nuevo y solemnemente la atención del Gobierno acerca de la necesidad de poner coto a la perniciosa influencia que tantas veces ejerce el Cinematógrafo sobre las multitudes congregadas a diario y en número inmenso ante la pantalla. Para nadie es un secreto que las fuerzas tenebrosas del Judaísmo y de la Masonería internacionales se valen de este poderoso instrumento con la mira puesta en destrozar el hogar y relajar la moralidad pública, sobre la cual descansa únicamente la virilidad de la raza. Nuestra España, estragada en buena proporción por el tóxico que destilaron las películas sucias, ateas y extranjerizantes, ofrece el presente un ejemplo en carne viva de las fatales consecuencias que acarrea la criminal lenidad con que la Sociedad y el Estado asistieron a las sagaces embestidas del Comunismo, «camuflado» arteramente en cantidad insospechada de películas.

No nos ilusionemos con la satisfacción de haber limpiado la Escuela de toda lacra marxista si, con estudiosos pretextos de tolerancia o pueriles temores al «que dirán» se consiente que la en su que la insuperable escuela de costumbre que es el Cinematógrafo -en la que millones de españoles reciben quizá las únicas lecciones de moral- permanezca bajo la influencia de las sectas que tan ahincada como perversamente persiguen la ruina de la Patria.

Propuesta de la Confederación

Por las razones expresadas, la Confederación Católica Nacional de Padres de Familia reitera el contenido íntegro del escrito que elevó a V.E. con fecha 26 de enero último y termina solicitando que la ORDEN organizadora de la Censura cinematográfica sea modificada en los siguientes extremos:

1º Prohibir la asistencia de los niños menores de 16 años a sesiones públicas en las que se proyectan películas que no hayan sido previamente autorizadas para el «cine infantil.

2º Que las Juntas de Censura estén integradas, a) por un representante o delegado de la Autoridad, b) una persona de especial competencia en cuestiones de Moral, designada por el Prelado de la Diócesis respectiva; c) un representante de los empresarios de teatros y salas de espectáculos cinematográficos; d) un representante de los Padres de Familia, designado por la respectiva Asociación; y e) una señora designada por la Confederación de Mujeres Católicas.

3º Caso de que no se acceda a modificar la composición de las Juntas de Censura, autorizar a los Padres de Familia a patentizar su discrepancia con el dictamen aprobado, si esta se produce; y no estorbar después el ejercicio del santo deber de poner en guardia a los católicos contra las proyecciones inmorales, libertad ésta de crítica de que la Confederación disfrutó aun en los periodos de máxima persecución religiosa de la República.

4º Que todas las películas no censuradas que constituyen el stock activo de los importadores españoles, así como las introducidas durante el periodo de 15 días que la ORDEN prevé para organizar el nuevo régimen de la Censura, queden obligadas a someterse después al visado de la misma.

5º Que las Juntas de Censura de Sevilla y La Coruña se integren desde luego con elementos idénticos, evitando los subterfugios que acarrearía la distinta composición y subsiguiente criterio de las mismas.

Dios guarde a V. E. muchos años.

Pamplona, 10 de Abril de 1937.

Confederación católica Nacional de Padres de Familia

El Presidente

JOSÉ MARÍA MAYANS, CONDE DE TRIGONA

Excmo. Sr. Gobernador General del Estado Español. VALLADOLID

Véase también[editar]

Fuentes[editar]

Diario “El Progreso” de Lugo (6 de Marzo, 1937) ( https://prensahistorica.mcu.es/es/catalogo_imagenes/grupo.do?path=1003584960&posicion=1 )

Boletin Oficial Eclesiástico del Obispado de Córdoba, Año LXXX, núm VII, de 20 de mayo de 1937