Plenitud/XLIV (Via libre)

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Nunca en la vida encontrarás vía libre.
El obstáculo, en todas sus formas, en todas sus magnitudes, ha de salirte al paso.
Como el mecánico que hace girar entre sus manos el volante, sin cesar, tus dedos nerviosos han de mover la rueda con movimientos suaves o bruscos. Mas, en cambio, tu vista irá ganando en perspicacia, tu pulso en firmeza.
Cuando te sientas dueño de la máquina que te lleva, te reputarás dichoso de vencer a cada instante y de encontrar a través de la madeja de los seres y de las cosas tu seguro camino.
La vía libre, la carretera amplia y luciente que brilla al sol, defraudaría ya tu amor a la lucha y tu jubiloso deseo de probar la eficacia de tus músculos y de tu mirada avizora.
Hay un placer activo y viril en sortear la piedra, el hoyo, la bestia, el hombre, que nos cortan el paso ...
A veces se frena del todo la máquina, que palpita como un gran corazón, que resuella como un gran pecho ... y se espera; mas sin impaciencia, con un reposo elástico, presto siempre al impulso.