Plenitud/XLV (Este es mi destino)
No digas nunca con tristeza ante tus males: "éste es mi destino". Di "éste es mi destino" con alegría.
Piensa que entre los millones de millones de hombres que han existido, existen y existirán, entre los millones de millones de seres que pueblan todo el Universo, NO HAY UN SOLO DESTINO IGUAL AL TUYO.
Esto que sufres, esto que no puedes evitar, fue escogido para ti de entre las infinitas posibilidades.
Tus males y tus bienes traen el marchamo de Dios. Puso en ellos su gran sello invisible aquel que quiso manifestarse en los fenómenos por los siglos de los siglos.
Si las cosas todas sucediesen conforme a tu voluntad, como tu voluntad de mañana sería quizás opuesta a la de hoy, correrías el riesgo de encontrarte con fatalidades ineluctables creadas por ti mismo.
Los monstruos de ti nacidos te devorarían.
Lo ajeno a tu deseo, lo extraño a tus ansias, lo frío y fatal que parece haber en tu destino, es lo mejor de este destino, y hay, en suma, nobleza mayor en decir cuando algo nos acaece: "lo quisieron los dioses", y no: "lo ha querido mi triste veleidad de un minuto ..."