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Plenitud/XXXI (Bueno ¡Y qué!)

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Me dices que a pesar de toda tu filosofía y de tu resolución de permanecer serena, muchas cosas te conturban y entristecen; estás inquieta y tienes aprensiones continuas. Voy a darte una pequeña receta, vulgar e ingenua, para que te tranquilices de todo temor, de toda inquietud: En cuanto un recelo, un miedo, una aprensión quieran turbar los cristales de tu alma, repite dentro de ti estas palabras: "BUENO, ¡Y QUÉ!"
-"Vas a agravarte de tus dolencias”.
-"BUENO, ¡Y QUÉ!"
-"Vas a morirte..."
-"BUENO, ¡Y QUÉ!"
-"Tu fortuna está minada, y si viene un posible pánico de bolsa, te arruinará".
-"BUENO, ¡Y QUÉ!"
--"Tu amiga Fulana no te quiere: es una solapada enemiga que te causará grandes males".
-"BUENO, ¡Y QUÉ!"
Si incrustas esta frase en tu alma, te inundará una gran paz. Si penetras en el fondo de ese "Y QUÉ", verás que es infinitamente tranquilizador.
En lo más hondo de todas las catástrofes, por espantosas que las supongas, quedará siempre tu yo, inmortal, inaccesible, al cual nada ni nadie puede hacer mal.