Primeros auxilios en los casos de accidentes e indisposiciones repentinas/Vendajes y apósitos

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CAPÍTULO IV
Vendajes y apósitos

Se llaman vendajes los diversos medios con que sostenemos las piezas ó aparatos de curaciones, ó sea los apósitos (algodón, gasa hecho en esponjas, compresas, etc.), y los aparatos (tablillas, etc.). Los vendajes pueden hacerse con telas de diversas formas: cuadrilongos, triángulos, vendas, etc. que constituye un verdadero arte en sí. En la aplicación de los primeros auxilios se eligen las telas que más fácilmente pueden hallarse á mano; como ser: un pañuelo, tela cuadrada (sábana, toalla, servilleta, etcétera) y en la forma que sea más fácil aplicar y que pueda llenar todas las necesidades del momento al prestar primer auxilio, dejando las más difíciles y que requieren arte para la primera cura (venda rectangular). Por eso, describiremos principalmente el pañuelo ó venda triangular de Mayor, cuyas dimensiones han sido indicadas por Esmarch, de un metro sobre el borde más ancho, y de setenta centímetros los otros dos lados; además, ha conseguido hacer imprimir sobre triángulos de liencillo ordinario y suave, las figuras de los vendajes que se pueden hacer con el pañuelo triangular llamado hoy día, de Esmarch (lámina 80).

Los vendajes se ponen con los fines siguientes:

1º Para ejercer presión sobre las superficies heridas, ó tronco de la arteria; para prevenir ó detener las hemorragias, etc., y servir de abrigo á las causas exteriores, como de los insectos, de los rayos solares, del roce, frío, etc.

2º Para sostener y fijar las piezas de curación y tablillas o aparatos en casos de fracturas.

3º Poner en reposo los músculos, etc., y sostener las partes heridas.

Para hacer con arte cualquier vendaje, hay que ejercitarse mucho y continuamente, sino se olvida fácilmente. Hay que aprender los más sencillos para luego hacer los más difíciles.

En todo vendaje puede asegurarse con alfileres, que se ponen á través del género, como una bastilla, escondiendo la punta para que no lastime, ó puede atarse sólidamente con lo que se llama nudo marinero ó en rizos, que no se desata (láminas 81 y 82). Se hace llevando las puntas en la misma dirección y paralelo á la primera vuelta; distinguiéndose por esto del «nudo de vieja» que se desata (lámina 82 b). A veces se usa otra clase de nudos: cirujano, potreador, etc. En todos debe aprenderse á ser muy prolijos y arreglados, porque no sólo debe hacerse los vendajes firmes, sino con verdadero arte: útil y bello.

Las vendas rectangulares necesitan más arte y tiempo para hacerse bien; luego, son peligrosas aplicadas mal, produciendo gangrena (lámina 74), cuando están demasiado apretadas y puestas desigual. Por eso, no son útiles para los primeros auxilios.


Venda triangular

Todas las indicaciones pueden ser llenadas con el pañuelo triangular (lámina 80), especialmente al improvisar primeros auxilios.

Se hace con un pañuelo grande doblado ó cortado al sesgo, y con una tela delgada cualquiera, que tenga 70 ó 75 cm. por los lados ó bordes laterales (catetos), que se reunen en la punta (vértice del ángulo recto), opuesto al borde inferior (hipotenusa del triángulo), que tiene de largo un metro y que termina por los dos extremos del triángulo (lámina 80 a).

Para guardarlo, se dobla prolijamente, reuniendo la punta, con las dos extremidades en medio del borde inferior, para seguir luego doblándolo en cuadrados ó rectángulos.

Lámina 80 (a)—Triángulo de Esmarch.—1. Fractura de la tibia y peroné—2. Fractura del húmero—3 y 7. Vendaje de la mano.—4. Gran cabestrillo—5 y 18 Vendaje del brazo—6. Vendaje del muslo—8. Vendaje de un ojo—9 y 21. Capelina—10. Fractura ó herida de la mandíbula inferior—11. Herida de la rodilla—12. Fractura del radio y cúbito—14. Fractura de la rótula—15 y 23. Vendaje del pie—16. Fractura del fémur—17. Vendaje del lado de la cabeza—19 y 20. Vendaje del pecho—22. Vendaje de la frente—24. Pequeño cabestril—25. Vendaje de la pelvis—26. Vendaje del antebrazo—27. Vendaje del codo—28. Compresión del arco palmar—29. Vendaje del cuello—32. Vendaje del hombro—31. Vendaje de la cadera—33. Clavícula fracturada.
Lámina 80 b).—Vendajes con triángulos.
El pañuelo triangular puede usarse desplegado (para formar el gran cabestrillo, capelina, sobre el hombro, muslo, pie, mano, etc.) ó plegado en corbata; ya sea ancha ó angosta. Para hacer la corbata ancha se toma la punta y se aplica al medio del borde inferior y se dobla luego en dos; la corbata angosta se principia lo mismo y se dobla en tres, y para muy angosta en cuatro. Siempre que se use desplegada, se debe hacer un doblez de 4 á 5 centímetros en el borde inferior para reforzar la tela. Siempre que se ata un triángulo debe hacerse con un nudo de marinero (lámina 81) llevando las puntas en la misma dirección; así, no se desata, y cuando se usa un alfiler, es preferible los de seguridad; sino, hay que ocultar la punta debajo la tela y se pone siempre á través.

Para la frente, lado de la cabeza, ojos, mejilla, oreja ó cualquier parte cilíndrica del cuerpo, como ser: brazo, muslo, pierna, se debe usar la corbata angosta, cuya parte media se aplica sobre la herida, tablilla, curación, etc., y los extremos son llevados para atar del lado opuesto visible y sobre las tablillas y á veces se vuelven á traer para atar sobre la misma herida, cuando hay hemorragia (lámina 80); también se usa para sostener las tablillas en un fracturado, para comprimir las arterias, ya sea ponniendo un simple nudo en el medio ó ajustándola con un torniquete ó garrote.

La corbata ancha, sirve para estos mismos usos y principalmente para sostener las piezas de curación de las partes anchas del cuerpo (tronco). También se usa para hacer un cabestrillo angosto, para sostener el brazo contra el cuerpo: (brazo doblado y pierna estirada). Se hace poniendo la parte media de la corbata delante del pecho, á la altura de la cintura, pasando un extremo sobre el hombro opuesto al brazo herido ó fracturado (sobre el mismo lado cuando es para asegurar una curación sobre el hombro); luego se dobla suavemente y se sostiene el ante-brazo delante de la corbata contra el cuerpo, y enseguida se lleva la otra extremidad sobre el hombro opuesto para atarlo detras del cuello (láminas 80 a y b).

Con el pañuelo triangular desplegado, se puede hacer el gran cabestrillo para sostener mejor el brazo. Se pone como el anterior, desplegando el triángulo delante del pecho, llevando la punta detrás del codo, luego se lleva el extremo detrás del cuello, atándose con el otro; se termina pasando la punta del triángulo por encima del codo y fijándola con un alfiler en la parte anterior (láminas 80 a y b).

Lámina 81.—Nudo marinero con un pañuelo

Para la capelina, se usa el triángulo desplegado, poniendo sobre el reborde inferior un doblez de cinco centímetros, y se aplica la parte media, bien sobre las cejas, dejando la punta del triángulo caer sobre la cabeza y llegar hasta la nuca; enseguida, se lleva el borde inferior alrededor de la cabeza, pasando detrás de las orejas (no encima), y se cruza en la nuca, trayendo los extremos hacia la frente, sobre las cejas, donde se ata bien sobre éstas; luego la punta que ha quedado colgando detrás, se levanta y se prende con un alfiler ó se oculta detrás del punto en que cruza el triángulo (láminas 80 a y b).

Para sostener una curación del hombro se usa el pañuelo desplegado, que se coloca el centro del triángulo sobre la herida, llevando la punta hacia el cuello; el porde inferior y los extremos son asegurados alrededor del brazo donde se atan. Luego, otro pañuelo con que se forma una corbata angosta sobre ese lado del cuello y se anuda debajo del brazo opuesto, ó se aplica un pequeño cabestrillo (aplicando del mismo lado), y por debajo de esta corbata ó cabestrillo se pasa la punta del triángulo, que se asegura con un alfiler para que no pueda resbalarse de ese sitio. En la cadera ó el muslo puede aplicarse del mismo modo, poniendo un cinturón sobre el cual se afirma la punta del triángulo (láminas 80 a y b).

Lámina 82 a).—Nudo marinero bien hecho.
Lámina 82 b).—Nudo marinero mal hecho ó sea nudo de «vieja».

Para hacer un vendaje de la mano se hace con el pañuelo triangular desplegado; se extiende el triángulo y se apoya la mano de manera que la muñeca quede cerca del borde inferior, y los dedos dirigidos hacia la punta del triángulo, que se dobla encima de ellos, formando una especie de abanico, que se ajusta dando alrededor de la muñeca varias vueltas, atando de las extremidades con arte (lámina 80); puede hacerse sobre la palma ó sobre el dorso, según el caso; también puede hacerse con el pañuelo plegado en corbata angosta.

Para el pie se hace lo mismo que la mano, pisando el medio del triángulo, luego ajustando el abanico alrededor del tobillo ó pasando las extremidades del triángulo por la planta del pie, y atando sobre el empeine ó terminando el nudo en la parte anterior del tobillo (lámina 80). También puede hacerse con una corbata angosta.

Para una curación sobre el pecho, se usa el triángulo desplegado y se aplica el centro del triángulo sobre el lado herido, se pone la punta el hombro del mismo lado y se lleva las dos extremidades alrededor de la cintura donde se anuda del mismo lado del pecho vendado, dejando una extremidad más larga para llevarla hacia el hombro y atarla á la punta del triángulo. Para la curación de la espalda se hace lo mismo, colocando el medio del triángulo detrás, sobre el lado afectado (lámina 80 a y b). Para pelvis, asentaderas, periné, etc., se pone en forma de pañal.

Sólo hemos mencionado los vendajes más usuales del pañuelo triangular; porque para prestar primeros auxilios es suficiente saber usar el triángulo (lámina 80 a y b); pero, si se desea ayudar en la primera cura, hay que aprender algo sobre cómo se aplican las vendas rectangulares ó fajas.

Vendas rectangulares

Estas son tiras de tela delgada (linon, liencillo, franela, etc.), de diversos anchos y largos, según la parte del cuerpo á que se aplican (láminas 83 á 94); se prefieren á los triángulos ó corbatas para las curaciones, porque puede hacerse con ellas una compresión más regular y uniforme, que es necesario en determinados casos. Deben ser de tela flexible y blanda y estando humedecidas se amoldan mejor.

Lámina 83.—a) Vendas rectangulares arrollados (globo)
Lámina 83.—b) Vendas rectangulares arrollados (globo)

Al hacerse y usar estas vendas debe tomarse siempre las precauciones de asepsia y saber arrollarlas bien: hacer un globo. Para esto se toma el extremo de la venda y con el índice y pulgar de cada mano se arrolla como si fuera un cigarro (lámina 84), hasta que se tenga un eje grueso firme (láminas 85 a y b); luego se toma entre índice y pulgar de la mano derecha, entre las cuales se hace girar de izquierda á derecha; mientras tanto, la mano izquierda ajusta y sostiene la venda con el pulgar é indice, mientras los demás dedos comprimen y arrollan el globo formado por la venda (lámina 86), así, éste estará apretado y duro, que facilita su aplicación; también las vendas pueden arrollarse en dos globos. Para principiar á aplicarlo se toma el globo con la mano derecha y la izquierda sostiene el extremo de la venda (lámina 87); así, el extremo, de la venda se comprime y queda fija para continuar vendando.

Lámina 84.—Modo de arrollar la venda (primer tiempo)

Las vendas deben tener el ancho y largo en relación con la región sobre la cual se hará el vendaje; así, se calcula para los dedos: 0 m. 02 á 0 m. 03 centímetro de ancho, por 0m. 50 á 1 m. 50 de largo; para la cabeza, pie, pierna y brazo hasta el hombro: 0 m. 05 á 0 m. 07 de ancho y 2 á 5 metros de largo; para el tronco, muslo y pelvis: 0 m. 08 á 0 m. 10 ancho, por 6 á 8 metrós de largo; naturalmente, si es un género que se deshila, debe darse uno á dos centímetros más, pero nunca deben ser muy anchas; que no pasen de 0.10 a 0.12 centímetros (láminas 83 a y b).

Lámina. 85 a).—Modo de arrollar la venda (segundo tiempo)
Lámina. 85 b).—Modo de arrollar la venda (segundo tiempo)
Para poner una venda se coloca uno frente á la persona, á quien se va á aplicar, y se toma el globo dirigido hacia uno mismo, y se aplica
Lámina 86.—Modo de principiar la aplicación de una venda
Lámina 87.—Modo de aplicar en 8 la venda sobra la muñeca
girándolo de izquierda á derecha, sosteniendo en la primera vuelta la punta de la venda (láminas 86 y 88), y cubriendo siempre dos tercios del ancho con la otra vuelta (láminas 87 á 94).

Se principia siempre por la extremidad del miembro (láminas 87 á 94), para no interrumpir la circulación y tener el peligro de la gangrena (lámina 74); debiendo aplicar la venda sin arrugas, ni sacudidas, y darle una presión suave y uniforme que solo se aprende con la práctica.

Al terminar, se fija el extremo del vendaje con un alfiler puesto transversalmente y cuya punta se oculta de manera que no lastime al paciente, ni al cirujano.

Lámina 88—Modo de aplicar venda sobre el tobillo.

Los vendajes toman diversos nombres, según el modo de aplicarlos; las vendas se aplican circularmente ó en espiral en las regiones de igual grosor cuya forma se acerca al cilíndrico, como ser: brazo, cuello, pecho, abdómen, etc. (lámina 89).

En las regiones donde la forma se acerca á un cono, es decir, que se hace cada vez más grueso: tobillo, antebrazo, pierna etc., hay que hacer los vendajes inversos, doblándolos al reves (láminas 90 y 91), para que se amolden al cuerpo.

Al pasar sobre las articulaciones y cabeza, hay que hacer cruzar ó retrovertir las vendas de un lado al otro formando como un 8. En otras regiones, como ser: hombro, ingle, pulgar, cara, etc., hay que
Lámina 89—Modo de aplicar la venda sobre el brazo (espiral)
Lámina 90—Modo de aplicar la venda sobre el antebrazo (espiral invertido)
Lámina 91—Modo de aplicar venda sobre la pierna (espiral invertida).
cruzarlas de una parte á la otra, de manera que parezca una espiga (láminas 92 y 93).
Lámina 92.—Modo de aplicar la venda sobre el codo (en espiga)
Lámina 93.—Modo de aplicar venda sobre la cara (en ocho y circular)
Lámina 94.—Vendajes completos de pierna, entablillada y con presión elástica.

Un caso completo del vendaje de la pierna con venda elástica y entablillada es el de la lámina 94.

Hay multitud de clases de vendajes, que se hacen con las telas dispuestas de diversas maneras; así tenemosos vendas en cruz, de dos ó más cabos, en forma, de bolsas, (de Sculteto), mecánicos, etc., que deben aprenderse en textos especiales [1].

Quemaduras

Las quemaduras se estudian después de las heridas, por que hoy día se tratan de igual manera.

Las quemaduras son alteraciones y desorganizaciones de los tejidos producidas por la acción intensa sobre la piel y las partes subyacentes por fuerte calor; por el fuego, las llamas, los metales fundidos, el agua hirviendo ó el vapor demasiado caliente (escaldado), de las sustancias químicas, cáusticas (ácidos ó álcalis). Estas diversas causas tienen todas, casi los mismos efectos.

Se distinguen tres grados de quemaduras, según la intensidad y la persistencica de la causa.

Primer grado.—Rubicudez dolorosa ó sea inflamación superficial de la piel, muy dolorosa.

Segundo grado.—Formación de ampollas (flictenas), que es la más dolorosa, y más grave por la infección.

Tercer grado.—Mortificación y destrucción de la piel y de los tejidos subyacentes, la más grave de todas, si es extensa.

La gravedad consiste en la extensión y profundidad de la quemadura, de los tejidos y órganos interesados, como del estado general del individuo; así, muchas veces una quemadura de segundo grado extenso, es más peligrosa que una de tercer grado limitado; la experiencia enseña, que si un tercio de la piel es quemada, inevitablemente morirá el enfermo por auto-intoxicación.

Hay que aconsejar á las personas que no descuiden á los niños cerca de la luz y del fuego; ellas mismas, que tengan cuidado cuando manipulen con fuego ó esplosivos; y diariamente, en los quehaceres domésticos, que tengan método: no dejen el arreglo de la lámpara para la noche, ni la limpieza que se hace con bencina, etc. También para evitar catástrofes debe obligarse poner en teatros, iglesias, etc., telas incombustibles, y aun aconsejar éstas para uso diario, que se consigue fácilmente hacerlas incombustibles sumergiendo la tela en una solución al 10 por ciento de sulfato de amoniaco, ó impregnado de alumbre, yeso, etc.

Toda quemadura da lugar á fenómenos generales y fenómenos locales, que ya hemos mencionado al tratar los tres grados de las quemaduras. Los fenómenos generales pueden traducirse por el dolor, que por sí solo puede producir la muerte por shock (sacudida nerviosa), especialmente en los niños que pierden el conocimiento ó pueden ser atacados de delirio ó furor, y otros conservan la inteligencia hasta morir; otras veces pueden producirse inflamaciones del cerebro, médula, pulmones, intestinos; sin contar las complicaciones por infección purulenta, ó tétano, etc.

Lámina 95—Quemaduras en los tres grados.

Las quemaduras por el fuego, metales enrojecidos, etc., se distinguen en el segundo y tercer por el aspecto: negruzco, frágil, escara adherente, como sucede en las quemaduras por ácidos (nítrico, sulfúrico, etc); mientras cuando es por agua hirviendo, vapor ú otro líquido caliente, la escara es blanca, blanda y desmenuza los tejidos, como pasa cuando es una quemadura por álcalis ó alcalinos (potasa, sosa, cal, etc.).

Entre las circunstancias múltiples que ocasionan este género de accidentes, no citaré más que algunas de las que se encuentran con más frecuencia en nuestros días, y que exigen de todo filántropo que aconseje y exhorte se tenga en todas ocasiones suma prudencia.

Además de los incendios de teatros, que ocasionan tan numerosas víctimas, están las explosiones de gas, resultantes, muy á menudo, de la negligencia con que se cierran los medidores ó picos. Los incendios ocasionados por el aceite de petróleo (kerosene), del cual se hace á menudo, imprudente uso para encender y activar el fuego, ó del manejo descuidado de las lámparas de petróleo ó los calentadores de aguardiente.

Esmarch dice: «las mujeres parecen, en general, menos prudentes en este asunto, con sus vestidos que las predisponen al peligro. ¡Cuántas veces los vestidos de las señoras se prenden fuego, porque ellas andan con las bujías (velas) ó las lámparas de alcohol (aguardiente), ó por que manejan imprudentemente la bencina y el petróleo! Los periódicos reseñan casi todos los días, incendios, que han estallado por que dejan jugar á los niños con fósforos.

Los médicos, debemos, ¡ay! hacer constar que muy á menudo, se presentan en las clínicas, cicatrices deformes que tenemos que hacer desaparecer por la vía operatoria: en la cara, en el cuello, en el pecho ó en los brazos de niños pequeños; cicatrices adquiridas por derramarse leche hirviendo, debido al descuido ó indolencia de las madres ó de las niñeras! Y cuántas de estas desgracias podrían ser evitadas, si cada uno cumpliese el deber que tiene de predicar la prudencia, cada vez que sea testigo de semejante incuria. Pero, la mayoría de las gentes se callan y prosiguen su camino, como el sacerdote y el levita de la Biblia, diciendo para excusarse: ¡Esto no me concierne! ¡Cada cual que mire por sí! [2] Sin embargo el que reivindique para sí el nombre de Samaritano (socio de primeros auxilios alemán), toma sobre sí, si comprende bien el espíritu de nuestra obra, la obligación severa de levantar enérgicamente la voz, en todas las circunstancias semejantes, á fin de exhortar á la prudencia; aunque procediendo así, parezca inmiscuirse inoportunamente en los asuntos de otros».

Que nunca permita abrir en su casa la vasija de kerosene (aceite de petróleo) después de la puesta del sol, ó á la proximidad de una luz ó del fuego; que no se permita á los criados encender el fuego de la cocina con petróleo ó limpiar las manchas de los vestidos por la noche, á la luz, por medio de la bencina, trementina, etc.

Que cada uno tenga cuidado de que las cerillas fosfóricas ó las vasijas con líquidos calientes, no se dejen al alcance de los niños, y el que vaya á hacer un regalo á su mujer ó á sus hijas de una tela liviana para vestidos ó para cortinas, procure hacerla desde el principio incombustible.

Esto se hace por un procedimiento sencillo y poco costoso, que no cambia en nada el tinte de la tela. Todo el mundo deberá saber, en efecto, que es suficiente para esto sumergir la tela en una disolución de sulfato de amoniaco, al 10 por ciento de agua, dejarla secar después y hacerla planchar. Si entonces, esta tela se pone en contacto con un cuerpo en ignición no se inflama, sino que se carboniza lentamente, como la yesca.

Salvataje de quemados

Ahora, ¿qué es preciso hacer cuando las ropas de una mujer se han prendido fuego? ¿Qué pasa generalmente en semejante caso? Hay que tener valor para hacer el salvataje.

Las llamas envuelven á la desdichada, le queman los brazos, las manos, el cuello y la cara; sus cabellos se encienden; la víctima se precipita fuera, dando gritos de alarma y la corriente de aire que provoca así, alimenta las llamas y la desgraciada, pareciendo una columna de fuego ambulante, prosigue su carrera desordenada hasta caer exánime.

¿Qué es necesario hacer? Lo mejor que se puede hacer es arrojarse ó arrojar á la persona inmediatamente á tierra y rodar para apagar las llamas por presión, contra el suelo; así, no se quema la cara y no se asfixia y atolondra por los gases. Desgraciadamente, para obrar de esta manera, falta muy á menudo la presencia de espíritu necesaria.

No pierdan tiempo en buscar el agua; tomen la primera manta, chal, frazada, capote, etc., aparten con cuidado sus propios vestidos y envuelvan la víctima del fuego, échenla á tierra y háganla rodar, hasta que las llamas estén apagadas.

Entonces solamente, se busca el agua, mucha agua que se la derrama sobre la persona, de la cabeza á los pies, de manera que sea mojada perfectamente, porque los vestidos calientes y carbonizados continúan quemando las carnes ó el vapor hace estragos.

Se hace lo mismo, echando mucha agua en las quemaduras que resultan de agua caliente ó de vapores (explosiones de calderas).

En seguida, se lleva con precaución la persona quemada á una habitación caliente, se la acuesta sobre una manta extendida sobre el suelo ó sobre una mesa, no en la cama; porqué la cama estorbaría las maniobras y se ensuciaría inútilmente, y se llama inmediatamente al médico.

Si el enfermo se queja de sed, se le presenta una bebida caliente, estimulante (agua caliente, café, etc.); porque después de grandes quemaduras, la temperatura del cuerpo baja rápidamente, porque falta la capa protectora de la piel, y por eso son más graves las quemaduras superficiales de gran extensión, que las profundas de una parte limitada del cuerpo.

Después de aquello, es preciso quitar los vestidos, procurando hacerlo con las mayores precauciones. Tomen para esto, si es posible, dos personas para ayudarse: la una se pondrá al lado del enfermo, opuesto al que va á hacer la cura y otra tendrá á mano los objetos necesarios.

Todos los espectadores deberán irse. Se toma en seguida, unas buenas y grandes tijeras, ó un cuchillo bien filoso y puntiagudo, y quiten todos los vestidos con precaución, de manera que se separen por sí solos; se evita extrictamente el desgarrar ó tirar la ropa para no romper las flictenas; porque sino, el dolor será intenso y habrá peligro de infección de las heridas.

¡No procure jamás, por economía mal entendida conservar parte de la ropa! No arranque tampoco las partes de los vestidos pegados á la piel; sino corte alrededor con las tijeras ó un cuchillo bien afilado, hasta se haga la primera cura, cuando se desprenderán suavemente. El trabajar con instrumentos que no cortan, puede ocasionar horribles dolores, que hay que evitar.

Pongan atención en no romper ó arrancar las ampollas, porque la epidermis de que están formadas, es la mejor cubierta protectriz del dermis sub-yacente; que sin él, estaría desnudo y las infecciones penetrarían; los nervios estarían descubiertos, sufriendo mucho, y el enfriamiento sería mayor. Cuando más, trate de abrir las ampollas por medio de un pinchazo de aguja (pasada al fuego ó á la llama), cuando están fuertemente distendidas y por la parte de declive, á fin de que el líquido que las llena, se derrame.

Si no ha llegado el médico, la primera indicación que tiene que llenar ahora, es preservar los sitios de la piel quemados de la influencia del aire. La aplicación continuada de agua fría hervida, á veces alivia el dolor. No sigan la costumbre popular de querer calentar la quemadura, porque no tiene objeto y causa mayor dolor; en cambio, el envolver la parte quemada con algodón absorvente, alivia mucho.

Si la piel está intacta (quemadura de primer grado—rubicundez), no hay inconveniente de aliviar el dolor, aislando la piel con aceite, grasa limpia ó substancias secas como ser: harina, talco, etc., ó linimento, óleo-calcáreo desinfectado; que se hace poniendo aceite recién hervido con igual parte de agua de cal, recién preparada.

Se aplica hoy día en el tratamiento de las quemaduras, el método aséptico ó antiséptico descrito á propósito de las heridas. Porque, por las heridas de la piel penetra la infección y el pus, que se forma en gran cantidad en las heridas procedentes de quemaduras, no tardaban en difundir un olor infecto; el cual no solamente incomoda enormemente á los enfermos, sino que los exponía á todos los peligros de la infección; debiendo seguirse siempre al pie de la letra, el método aséptico ó antiséptico.

Si la superficie de la quemadura es muy extensa ó se trata de niños, mucho cuidado debe tenerse y poner muy poca cantidad de desinfectante; porque se absorbe rápidamente y envenena fácilmente (pomada iodoformada, boricado, etc.).

Es, pues, necesario usar el método aséptico como en las heridas ó mezclar una sustancia antiséptica cualquiera, al remedio que se emplea; así, usarán para aliviar el dolor, aplicación de agua limpia hervida ó aceite aséptico en abundancia (hervido), mezclarán, por ejemplo, el ácido pícrico, bórico, timol, formol, iodol, al agua ó al aceite, ó añadirán estas sustancias después, si no las tuvieren desde el principio á la mano.

Los remedios antisépticos, especialmente timol, iodoformo; no solamente previenen la infección, sino que alivian los sufrimientos de una manera muy notable. Es pues, de desear, que los farmacéuticos estén siempre provistos del linimento óleo-calcáreo mezclado con el timol (en la proporción de 1 %).

A consecuencia de quemaduras muy extensas los enfermos, y sobre todo los niños, están ordinariamente muy abatidos ó se aquejan de gran sufrimiento; á veces dan profundos suspiros y piden con instancia que beber agua, que debe dársele como á todo enfermo; pero desgraciadamente, estos signos indican que su fin está próximo. En estos casos, á veces es posible hacerles volver á la vida por medio de los baños calientes y la transfusión de sangre humana en las venas ó inyecciones de suero, etcétera. El auxilio del médico debe ser entonces solicitado, lo más urgentemente posible.

Si alguno se cae en un horno de cal ó en una lejía; es preciso sacarlo tan pronto como se pueda, derramarle abundante agua, ó echarlo en un depósito de agua, si hay en las inmediaciones, á fin de que la cal pueda ser separada. Si es quemadura pequeña de cal; mejor aún, es agregar un ácido suave al agua (vinagre, limón, etc.) para neutralizar el efecto del alcalino. La acción de la cal (álcali ó alcalino), parecido á la escaldadura de agua caliente, es perfectamente neutralizada por los ácidos; por el lavado de los sitios cauterizados, con el vinagre y agua, el ácido sulfúrico diluído, jugo de limón, etc.; después se hace, como para las quemaduras de fuego ó agua caliente, una curación aséptica ó antiséptica. Se trata de la misma manera, si la cal ha entrado en los ojos ó ha sido tragado. La quemadura es blanca y blanda, como del agua hirviendo.

Si alguno ha sido quemado por los ácidos (ácido sulfúrico, nítrico, clorhídrico, aceite de vitriolo), son perfectamente neutralizados por los álcalis ó alcalina; así, es preciso, lavar abundantemente con agua, mezclado con un alcalino; el que esté más á la mano, por ejemplo, el carbonato de sosa (soda del comercio); el agua de cal (obtenida diluyendo en el agua un pedazo de cal viva, de argamasa ó blanqueo de la pared); el jabón negro, magnesia, etc. La quemadura profunda producida por los ácidos se parecerá á la producida por el fuego; es dura y obscura. No deben olvidar tomar las precauciones asépticas y antisépticas y al vendar tengan cuidado siempre de separar bien las partes que pueden adherirse especialmente en las articulaciones.

Otros accidentes

Cuando algo, ha penetrado en el oído (mosca, juguete, etc.); guárdense de estar escarbando, con alfileres, agujas, horquillas, etc., limítense á poner unas gotas de agua, aceite ú otro líquido y si tiene á mano un irrigador de poca presión (medio metro de altura), laven con una corriente de agua haciendo que el paciente incline hacia un lado la oreja y llamen al médico en seguida.

Si algo penetra en el ojo (tierra, arena, paja, etc.) puede sacarse si está visible, con la punta de un pañuelo llevándolo hacia un rincón del ojo. También es eficaz la costumbre popular de tomar con los dedos las pestañas del párpado superior y cerrar el ojo, tirándolo suavemente hacia abajo, y simultáneamente sonándose la nariz con la otra mano.

Si á una persona le sale sangre de la nariz se aconseja levantar la cabeza, aplicar algo frio á la espalda y compresa de agua fría á la frente y nariz; también el tomar por la nariz agua muy fría, en sorbos y en último caso, si sangra por una parte anterior de la nariz, puede hacer un pequeño tapón de algodón é introducirlo bien dentro con un lápiz, etc.

Si fuese hemorragia bucal se procedería lo mismo ó sino haciendo buches de agua muy caliente ó tapando el hoyo del diente, si fuera ese el sitio lesionado ó compresión directa, si fuera debajo la lengua ó en la mejilla.

Pérdida del conocimiento

Se llama así, la pérdida de las sensaciones y de los movimientos voluntarios. Las circunstancias más diversas, además de los accidentes ya descritos, pueden producirla y las causas generales son:

1º Las lesiones del cerebro (con ó sin fractura del cráneo), como hemos visto en fracturas y heridas.

Los estados enfermizos del cerebro, desfallecimientos ó desmayos: parálisis del corazón á consecuencia de una emoción; del miedo, del dolor, de extenuación, de pérdida sanguínea, por debilidad (anemia cerebral), apoplegía, epilepsia, histeria, etc.

3º Los envenenamientos por las sustancias narcóticas (opio, morfina); por el alcohol (borrachera); por el éter y el cloroformo; por las enfermedades de los riñones (úrea acumulada); por infecciones, etc.

Como á veces, es muy difícil al médico más experimentado, distinguir en el momento, la naturaleza de la pérdida de conocimiento; sólo se dará algunas reglas esenciales de conducta que podrán ser útiles, antes de la llegada del médico.

1º Se buscará obtener el mayor número de referencias posible, sobre las circunstancias que han dado lugar al accidente; se procurará saber, por ejemplo, si el sujeto ha caído ó ha sido precipitado desde una altura, ó ha sido maltratado, herido, ó ha tomado bebidas, etc. En el caso de que pueda dar lugar á una instrucción judicial, se anotará cuidadosamente la posición del cuerpo y de lo que se encuentra alrededor, (por ser al mismo tiempo necesario facilitar detalles á la justicia).

2º Si está en un sitio peligroso, se saca inmediatamente, y si tiene convulsiones, se evita que se haga daño.

3º Se quitarán todas las piezas de ropa que aprieten el cuello (corbata, cuello, botones de camisa), porque impiden el reflujo de la sangre de la cabeza al corazón, y se le pondrá en una posición cómoda.

4º Se observará, si el aliento de la persona sin conocimiento, tiene olor á las bebidas alcohólicas. Si tal es el caso, esto prueba verdaderamente que la persona en cuestión ha bebido; pero, la embriaguez (borrachera), puede ir acompañada de accidentes muy graves (apoplegía cerebral, lesiones del cerebro, etc.) y se debe estar en guardia en cuanto á las conclusiones que se den de este examen.

5º Se facilitará alrededor del enfermo, el acceso de aire puro, y se despedirá á todos los espectadores inútiles.

Se hará solicitar, tan pronto como sea posible, el socorro médico, ó se transportará al enfermo á un hospital. Se distingue que esta pérdida del conocimiento es un síncope, congestión cerebral, etc., por los caracteres que describiremos.
Síncope
(Desmayo, desfallecimiento)

Al iniciarse el desmayo el enfermo tiene vértigos, ruido en los oídos, está aturdido y tambalea; si está sentado, se siente angustiado é inquieto unos instantes, obscurecimiento de la vista, un sudor frío cubre la frente y las mejillas; á veces, vómitos; la respiración se hace superficial y luego imperceptible; pierde el conocimiento; el pulso se hace débil y á veces no se siente; las pupilas dilatadas; las facciones adelgazadas y los labios descoloridos, pálidos y fríos. Hay pérdida de la sensibilidad, voluntad y á veces, de la inteligencia.

Se produce, en personas débiles, más frecuentemente en las mujeres que en los hombres: en los casos de inanición, asfixia, calor ó fatiga excesiva; vestidos ajustados, posición inmóvil parado (soldados altos); por la pérdida de sangre, emociones; diversas enfermedades que producen una falta de sangre á la cabeza (anemia cerebral), por ser el órgano que dirige todo el cuerpo.

Cuando uno siente que se va a desmayar, debe inmediatamente acostarse, y si está en un sitio en que hay gran aglomeración de gente: iglesia, teatro, etc., debe con disimulo bajar la cabeza en actitud de buscar algo en el suelo y permanecer así, unos minutos y casi siempre se evitará el síncope.

Si ya se ha desmayado, se acuesta al enfermo de espalda, con la cabeza baja, si es posible, más baja que el cuerpo (caído) y un niño se puede alzar y poner cabeza abajo. Se busca rápidamente, si el síncope depende de una hemorragia, para atender á esto primero; luego se desprende la ropa y especialmente del cuello para facilitar la circulación hacia la cabeza; se hará aspergaciones sobre el rostro con agua fría, fricciones en el tórax, manos y brazos; buen aire y poca gente debe rodear al desmayado. Si no respira (cosa de que puede cerciorarse, poniendo delante de la boca y nariz un fósforo encendido que oscilará; un espejo ó metal bruñido que se empañará si respira el enfermo), se procede, sin retardo á hacer la respiración artificial, que ayudará á atraer la sangre á la cabeza.

El síncope es una manera natural de cohibir una hemorragia arterial; porque, debilitándose las impulsiones del corazón, la sangre tiene tiempo de coagularse y obstruir el extremo de la arteria herida y salvar así, la vida, y por esto, debemos estar seguros que no se reproducirá. Se dará, cuando recupere el conocimiento, alimento ó estimulantes en pequeñas cantidades y siempre líquidos (leche caliente, café, vino, alcohol, etc.).

Congestión y hemorragia cerebral
(Apoplegía, ataque á la cabeza, golpe de sangre)

Son causados por agolpamientos de sangre á la cabeza, especialmente cuando los vasos son dilatados y débiles.

Cuando sólo hay una acumulación de sangre en los vasos que aprietan el cerebro, es una congestión cerebral, que podrá pasar totalmente, si se presta los auxilios necesarios; pero, si á más de esto, los vasos son frágiles y se han roto, hay otras manifestaciones por la hemorragia cerebral.

Son más propensas las personas gruesas, rojas, de cuello corto; los hombres más que las mujeres.

Expuestos están, los que han sufrido una insolación (golpe de sol), y á veces, los que han sufrido un frío intenso (congelación); los viejos y las personas que tienen la circulación deficiente; los que han sido enfermos ó han abusado de bebidas alcohólicas ó narcóticos y los que han recibido una contusión cerebral.

A veces, se anuncia, por una sensación de pesantez, sueño, dificultad para hablar, mareos, atontamiento y otras veces, sensación de frío, calambres; pudiendo, á veces, evitar la agravación de la congestión, aplicando inmediatamente agua fría á la cabeza, quietud, fricciones y calor á las extremidades inferiores y laxantes intestinales enérgicos (purgantes ó enemas) y dieta.

En la mayor parte de los casos el accidente es repentino; hay bruscamente pérdida del conocimiento, la cara se pone un rojo violáceo, abotagado, á veces, los ojos inyectados; hay insensibilidad y parálisis, generalmente de un lado del cuerpo ó en los extremos (si se levanta un brazo, cae como el de un muerto); á veces, pérdida de orina y materias fecales; la respiración es dificultosa, soplante (moviendo las mejillas como si fuera un velo) y hay un ronquido especial (soplar en pipa); las facciones y la lengua desviadas; el pulso fuerte, duro, lento; las pupilas están desiguales ó contraídas; á veces, hay delirio.

En el primer momento, ni el médico puede distinguir, si es una congestión ó una hemorragia y por eso, se procede del mismo modo en ambos casos.

Se coloca al paciente en un sitio fresco, con la cabeza un poco levantada, se desabrocha la ropa ajustada, principalmente del cuello y la cintura; se aplica compresas de agua fría ó hielo á la cabeza; se friccionan las extremidades y se aplica botellas de agua calientes, franelas, etc. calientes á los pies. ¡Nada debe darse á respirar ni á tomar! Se llama, en seguida al médico, porque es grave el caso.

Convulsiones
(Ataque, acceso, mal)

En los niños, las convulsiones dependen muchas veces de una impresión brusca (miedo, cólera, etc.), de la dentición, indigestión, lombrices intestinales ó es el principio de una fiebre infecciosa.

La cara se pone pálida ó violácea, la mirada fija, contractura de los músculos de los ojos, á veces, se ponen viscos; rechinan los dientes, sale espuma de la boca, hay contractura de los brazos, están crispados los dedos y el cuerpo está rígido; el pulso pequeño y acelerado.

Desvestirlo pronto, aplicación de agua fría á la cabeza y á la cara; ponerlo en un baño tibio (35ºc) un cuarto de hora y tenerlo á media luz. ¡Nada de sinapismos, ni de exitantes! Llamen pronto al médico.

Las convulsiones de los adultos depende generalmente de trastornos funcionales de los nervios ó centros nerviosos (epilepsia, histeria, tétano, rabia, eclampsia); enfermedades de los riñones de las mujeres en cinta; delirium tremens de los alcohólicos; uremia de las enfermedades de los riñones, etc.

Se manifiesta por contracciones violentas, involuntarias y desordenadas, repitiéndose en intervalos, más ó menos largos. Puede manifestarse por temblores, sacudidas rápidas, calambres; los puños cerrados, los ojos fijos, dados vuelta para arriba; la cara roja ó intensamente pálida. Poco á poco, cesa el acceso, dejando una postración general y un abatimiento profundo.

En presencia de este ataque, no se tratará el detener los movimientos convulsivos, ó abrir los puños cerrados espasmódicamente, porque esto, no hará más que aumentar el acceso; ni ejercer presión sobre el pecho ó vientre.

Todo lo que podrá hacerse, será el procurar cuidar que el enfermo no se lastime: por consiguiente, se le alejará de todo objeto que pueda lastimarlo y se le pondrá debajo de la cabeza una almohada, ó lo que pueda reemplazarla, cuidando que no llegue á asfixiarse colocándose boca abajo, contra la almohada; se le pondrá entre los dientes cualquiera objeto blando (un tapón, corcho, un pañuelo de bolsillo, palito, etc.), para que el enfermo no se muerda la lengua; esto se hará introduciendo el objeto por detrás de las últimas muelas; sino, podrían romperse las mandíbulas haciendo fuerza.

Si los movimientos son muy violentos, se sostendrá al enfermo tomándolo por las muñecas que se afirmarán contra la cama ó suelo á cada lado del accidentado. ¡Nunca sobre el pecho, ni vientre! Porque podría lastimarlo ó impedir la respiración. Las rodillas podrán ser sostenidas por otra persona, ó uno mismo, apoyando la pierna á travez de las dos rodillas. Se debe desprender la ropa y mojar con agua fresca la cabeza y las sienes y esperar la llegada del médico.

En un ataque de epilepsia (gran mal): cae dando un grito, pierde completamente el conocimiento; sus miembros y todo su cuerpo son atacados de contracciones espasmódicas; la cara está roja y contraída, los labios se cubren de espuma; á veces, sanguinolenta y á menudo la lengua es mordida por los dientes; hay incontinencia de orina; la respiración es, á veces, imperceptible, otras soplante; los puños cerrados, con los pulgares apretados dentro la palma de la mano. Poco á poco, cesa el ataque, y el enfermo se levanta y prosigue su marcha; otras veces, cae en un sueño profundo que debe respetarse; pero, bajo vigilancia, por si acaso, se repite el acceso. Antes y después del ataque, es un irresponsable que puede cometer actos impropios ó delituosos.

Un acceso de histeria (mal de corazón, ataque de nervios), sobreviene bruscamente, más frecuente en la mujer por alguna emoción; en personas débiles y nerviosas; á menudo es hereditario.

Siente que se sofoca, que se ahoga, con sensación de una constricción á la garganta (bolo histérico que sube y aprieta la garganta); tiene palpitaciones, erutaciones, la cara á veces, congestionada y otras veces muy pálida; cae generalmente en una postura cómoda ó elegante, los ojos tristes y á veces dirigidos hacia arriba; rechinan los dientes, grita ó solloza, alternando la risa con el llanto; á menudo, tiene convulsiones más ó menos violentas, los puños apretados.

Se manifiesta delirio; otras veces oyen todo y se distingue de un desmayo, porque el pulso se conserva bien y si simula éste, no debe dárseles el gusto de ocuparse de ella. Hay que ser enérgica, no asustarse, ni alarmarse; sólo quedarse dos á cuidarla ó mirarla; desprenderle la ropa; tenerla al aire fresco; echarle agua fría sobre la cara y retarla; si se duerme, dejarla tranquila un rato.

Si las convulsiones fueran por uremia ó eclampsia (envenenamiento por los productos de la orina que no se eliminan, en las enfermedades de riñón), hay pérdida completa del conocimiento, movimiento rítmico de todos los músculos; delirio, se muerden la lengua; hay un olor amoniacal en el aliento y signos de hidropesía (principalmente en las embarazadas).

Si fuera en una embarazada y el parto sobreviniera, sería favorable en este caso, y se procede á asistir, como en cualquier caso normal; hay que tomar todas las precauciones de asepsia y antisepsia, como con un herido.

Cuando el niño ha nacido, limpiarle los ojos, boca y garganta, y no apresurarse á cortar el cordón umbilical (con tijeras pasadas al fuego, es decir, asépticas) mientras éste late, y usar un hilo torcido que se ha hecho hervir, y luego cubrirlo con algodón aséptico ó género hervido. Se pone una ligadura de hilo á dos dedos de la región umbilical y se corta á los cuatro dedos del ombligo; si el niño no respira, se hace la respiración artificial. Luego, tratar á ambos como heridos; así, se evitarán las infecciones (fiebre puerperal, abcesos, tétano de los niños, ó mal de los siete días, etc.).

Ejercicios prácticos y cuestionario

Los vendajes deben practicarse en cada lección y repetirse en ésta.

1-Aplicación del pañuelo triangular: modos de usarse y doblarlo para guardarse.

a) Plegado en corbata, ancha, angosta y muy angosta: para el vendaje del cuello, del ojo, de la frente, de la mejilla, de la barba, del maxilar inferior. Para mantener sobre una herida las planchuelas de algodón ó las compresas. Para fijar las tablillas de fractura. Para sostener el brazo (pequeño cabestrillo).

b) Desplegado en triángulo: para suspender el brazo (gran cabestrillo, bajo la forma de pañuelo ó de manga de vestido); para vendar la cabeza, el pecho, el dorso, los hombros, las caderas, los muslos, la mano y el pie.

2- Aplicación de vendas rectangulares: arrollarlas y aplicarlas: de abajo arriba, de plano (sin pliegues), con presión uniforme (sin sesgo).

a) Aplicación de vendas (circulares, espirales, etcétera), cubriéndose cada vuelta hasta la mitad ó dos tercios para vendar un miembro de dimensiones por todas partes iguales.

b) Inversas (adaptándose á un miembro de dimensiones crecientes).

c) Retroversas ó cruzadas (en las articulaciones).

3- Aplicación ó fijación de las tablillas en las fracturas (de cartón, madera, etc.); improvisar tablillas. Hacer con arte toda clase de vendajes.

Saber contestar á las siguientes preguntas: ¿Cuáles son las vendas más fáciles de conseguir? ¿Cuál es el nudo más firme y cómo se hace? ¿Porqué es necesario prolijidad y orden en el uso de vendas? ¿Manera de vendar cabeza, cara, cuello, brazo y antebrazo? ¿Cómo se venda en casos de contusiones, hemorragia, fracturas, etc.? Variaciones en los vendajes de fracturas expuestas. ¿Dónde se coloca el nudo? Ventajas de la venda rectangular. Arte de los vendajes.

Exigir exactitud en todo; desde la manera de hacer el nudo de un pañuelo, hasta la manera de colocarse delante el paciente para proceder con corrección y rapidez.

Debe hacerse simulacros de cada uno de los casos y distinguir bien los diferentes casos de accidentes. Simulacros de salvataje en incendios, desvestir quemado, etc.

¿Cómo haría el salvataje de una persona que estuviera ardiendo? ¿Cómo sacarlo de un incendio? ¿Cómo desviste un quemado y que haría con la ropa adherida? ¿Qué cuidados especiales tendría con un quemado? ¿Qué se hace cuando se quema con ácido y cuando es con un alcalino? ¿Explique, por qué? ¿Qué se hace cuando un insecto ha entrado al oído; algo á un ojo, etc.? ¿Cómo distingue si uno está desmayado, con congestión ó ebrio? ¿Cómo procede en cada caso? Cómo trata á uno con convulsión: niño y adulto.

  1. Arte del enfermero, Cirugía menor, Arte de apósitos, vendajes, etc.—«Vendajes, Golpes, Apósitos», de Alvaro, «Manual del enfermo», Calliano, etc.
  2. Evangelio de San Lucas, X, 31 y 32.