Proverbios y cantares (Nuevas canciones)
Apariencia
I El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas; es ojo porque te ve. II Para dialogar, preguntad, primero; después... escuchad. III Todo narcisismo es un vicio feo, y ya viejo vicio. IV Mas busca en tu espejo al otro, al otro que va contigo. V Entre el vivir y el soñar hay una tercera cosa. Adivínala. VI Ese tu Narciso ya no se ve en el espejo porque es el espejo mismo. VII ¿Siglo nuevo? ¿Todavía llamea la misma fragua? ¿Corre todavía el agua por el cauce que tenía? VIII Hoy es siempre todavía. IX Sol en Aries. Mi ventana está abierta al aire frío --¡Oh rumor de agua lejana!— La tarde despierta al rio. X En el viejo caserío --¡oh anchas torres con cigüeñas!— enmudece el son gregario, y en el campo solitario suena agua entre las peñas. XI Como otra vez, mi atención está del agua cautiva; pero del agua en la viva roca de mi corazón XII ¿Sabes, cuando el agua suena, si es agua de cumbre o calle, de plaza, jardín o huerta? XIII Encuentro lo que no busco: las hojas del toronjil huelen a limón maduro. XIV Nunca traces tu frontera, ni cuides de tu perfil; todo eso es cosa de fuera. XV Busca a tu complementario, que marcha siempre contigo, y suele ser tu contrario. XVI Si vino la primavera, volad a las flores; no chupéis cera. XVII En mi soledad he visto cosas muy claras, que no son verdad. XVIII Buena es el agua y la sed; buena es la sombra y el sol: la miel de flor de romero, la miel de campo sin flor. XIX A la vera del camino hay una fuente de piedra, y un cantarillo de barro -glu-glu- que nadie se lleva XX Adivina adivinanza, que quieren decir la fuente, el cantarillo y el agua. XXI ...Pero yo he visto beber hasta en los charcos del suelo. Caprichos tiene la sed... XXII Sólo quede un símbolo: quod elixum est ne assato. No aséis lo que está cocido. XXIII Canta, canta, canta, junto a su tomate, el grillo en su jaula. XXIV Despacito y buena letra: el hacer las cosas bien importa más que el hacerlas. XXV Sin embargo... ¡Ah!, sin embargo, importa avivar los remos, dijo el caracol al galgo XXVI ¡Ya hay hombres activos! Soñaba la charca con sus mosquitos. XXVII ¡Oh calavera vacía! ¡Y pensar que todo era dentro de ti, calavera!, otro Pandolfo decía. XXVIII Cantores, dejad palmas y jaleo para los demás. XXIX Despertad, cantores: acaben los ecos, empiecen las voces. XXX Mas no busquéis disonancias; porque, al fin, nada disuena, siempre al son que tocan bailan. XXXI Luchador superfluo, ayer lo más noble, mañana lo más plebeyo. XXXII Camorrista, boxeador, zúrratelas con el viento XXXIII Sin embargo... ¡Oh!, sin embargo, queda un fetiche que aguarda ofrenda de puñetazos XXXIV ''O rinnovarsi o perire''... No me suena bien. Navigare é necessario... Mejor: ¡vivir para ver! XXXV Ya maduró un nuevo cero, que tendrá su devoción: un ente de acción tan huero como un ente de razón. XXXVI No es el yo fundamental eso que busca el poeta, sino el tú esencial. XXXVII Viejo como el mundo es -dijo un doctor-, olvidado, por sabido y enterrado cual la momia de Ramsés. XXXVIII Mas el doctor no sabía que hoy es siempre todavía. XXXIX Busca en tu prójimo espejo; pero no para afeitarte, ni para teñirte el pelo. XL Los ojos por que suspiras, sábelo bien, los ojos en que te miras son ojos porque te ven. XLI -Ya se oyen palabras viejas. -Pues aguzad las orejas. XLII En seña el Cristo: a tu prójimo amarás como a ti mismo, mas nunca olvides que es otro. XLIII Dijo otra verdad: busca el tú que nunca es tuyo ni puede serlo jamás XLIV No desdeñéis la palabra; el mundo es ruidoso y mudo, poetas, sólo Dios habla XLV ¿Todo para los demás? Mancebo llena tu jarro que ya te lo beberán. XLVII Autores, la escena acaba con un dogma de teatro: En el principio era la máscara XLVIII Será el peor de los malos bribón que olvide su vocación de diablo. LXIX ¿Dijiste media verdad? Dirán que mientes dos veces si dices la otra mitad L Con el tú de mi canción no te aludo, compañero; ese tú soy yo. LI Demos tiempo al tiempo: para que el vaso rebose hay que llenarlo primero. LII Hora de mi corazón: la hora de una esperanza y una desesperación. LIII Tras el vivir y el soñar, está lo que más importa: despertar. LIV Le tiembla al cantar la voz. Ya no le silban sus coplas, que silba su corazón. LV Ya hubo quien pensó: Cogito ergo non sum, ¡Que exageración! LVI Conversación de gitanos: —¿Cómo vamos, compadrito? —Dando vueltas al atajo. LVII Algunos desesperados sólo se curan con soga; otros con siete palabras: la fe se ha puesto de moda LVIII Creí mi hogar apagado y revolví la ceniza... Me quemé la mano. LIX ¡Reventó de risa! ¡Un hombre tan serio! ...Nadie lo diría LX Que se divida el trabajo: los malos unten la flecha; los buenos tiendan el arco. LXI Como don San Tob, se tiñe las canas y con más razón. LXII Por dar al viento trabajo, cosía con hilo doble las hojas secas del árbol LXIII Sentía los cuatro vientos, en la encrucijada de su pensamiento. LXIV ¿Conoces los invisibles hiladores de los sueños? Son dos: la verde esperanza y el torvo miedo. Apuesta tienen de quien hile más y más ligero, ella, su copo dorado; el, su copo negro. Con el hilo que nos dan tejemos, cuando tejemos LXV Siembra la malva: pro no la comas, dijo Pitágoras. Responde al hachazo -ha dicho el Buda ¡y el Cristo!- con tu aroma, como el sándalo. Bueno es recordar las palabras viejas que han de volver a sonar LXVI Poned atención: un corazón solitario no es un corazón. LXVII Abejas, cantores, no a la miel, sino a las flores. LXVIII Todo necio confunde valor y precio. LXIX Lo ha visto pasar en sueños... Buen cazador de sí mismo, siempre en acecho. LXX Cazó a su hombre malo, el de los días azules, siempre cabizbajo. LXXI Da doble luz a tu verso, para leído de frente y al sesgo. LXXII Mas no te importe si rueda y pasa de mano en mano: del oro se hace moneda. LXXIII De un arte de bien comer, primera lección: No has de coger la cuchara con el tenedor LXXVI El tono lo da la lengua, ni más alto ni más bajo; sólo acompáñate de ella. LXXVII ¡Tartarín en Koenigsberg! Con el puño en la mejilla, todo lo llegó a saber. LXXVIII Crisolad oro en copela, y burilad lira y arco no en joya, sino en moneda. LXXIX Del romance castellano no busques la sal castiza; mejor que romance viejo poeta, cantar de niñas. Déjale lo que no puedes quitarle: su melodía de cantar que canta y cuenta un ayer que es todavía. LXXX Concepto mondo y lirondo suele ser cáscara hueca; puede ser caldera al rojo. LXXXI Si vivir es bueno, es mejor soñar, y mejor que todo, madre, despertar LXXXII No el sol, sino la campana, cuando te despierta, es lo mejor de la mañana. LXXXIII ¡Que gracia! En la Hesperia triste, promontorio occidental, en este cansino rabo de Europa por desollar, y en una ciudad antigua, chiquita como un dedal, ¡el hombrecillo que fuma y piensa, y ríe al pensar: cayeron las altas torres; en un basurero están la corona de Guillermo, la testa de Nicolás! Baeza 1919 LXXXIV Entre las brevas soy blando; entre las rocas, de piedra. ¡Malo! LXXXV ¿Tu verdad? No, la Verdad, y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela. LXXXVI Tengo a mis amigos en mi soledad; cuando estoy con ellos ¡que lejos están! LXXXVII ¡Oh Guadalquivir! Te vi en Cazorla nacer; Hoy, en Sanlucar morir. Un borbollón de agua clara, debajo de un pino verde eras tú, ¡qué bien sonabas! Como yo cerca del mar, río de barro salobre, ¡sueñas con tu manantial? LXXXVIII El pensamiento barroco pinta virutas de fuego, hincha y complica el decoro. LXXXIX Sin embargo... ¡Oh!, sin embargo, hay siempre un ascua de veras en su incendio de teatro XC ¿Ya de su olor se avergüenzan las hojas de la albahaca, salvias y alhucemas? XCI Siempre en alto, siempre en alto. ¿Renovación? Desde arriba. Dijo la cucaña al árbol. XCII Dijo el árbol: teme al hacha, palo clavado en el suelo: contigo la poda es tala. XCIII Cuál es la verdad? El río que fluye y pasa donde el barco y el barquero son también ondas del agua? O este soñar del marino siempre con ribera y ancla? XCIV Doy consejo a fuer de viejo: nunca sigas mi consejo XCV Pero tampoco es razón desdeñar consejo que es confesión. XCVI ¿Ya sientes la savia nueva? Cuida, arbolillo, que nadie lo sepa. XCVII Cuida que no se entere la cucaña seca de tus ojos verdes XCVIII Tu profecía, poeta. -Mañana hablaran los mudos: el corazón y la piedra. XCIX -¿Mas el arte?... -Es puro juego, que es igual a pura vida, que es igual a puro fuego. Veréis el ascua encendida