Pues que tu reyna del(cielo)
Apariencia
- VILLANCICO
Pues que tú, Reyna del cielo, tanto vales, ¡da remedio a nuestros males! Tú que reynas con el Rey de aquel reyno celestial; tú, lumbre de nuestra ley, luz de linage humanal, pues para quitar el mal tanto vales, ¡da remedio a nuestros males! Tú, Virgen, que mereciste ser madre de tal Señor; tú, que, quando le pariste, le pariste sin dolor; pues con nuestro Salvador tanto vales, ¡da remedio a nuestros males! Tú, que del parto quedaste tan virgen como primero; tú, Virgen, que te empreñaste siendo virgen por entero; pues que con Dios verdadero tanto vales, ¡da remedio a nuestros males! Tú, que lo que perdió Eva cobraste por quien tú eres; tú, que nos diste la nueva de perdurables plazeres; tú, bendita en las mugeres, si nos vales darás fin a nuestros males. Tú, que te dizen bendita todas las generaciones; tú, que estás por tal escrita entre todas las naciones; pues en las tribulaciones tanto vales, ¡da remedio a nuestros males! Tú, que tienes por oficio consolar desconsolados; tú, que gastas tu exercicio en librarnos de pecados; tú, que guías los errados y los vales, ¡da remedio a nuestros males! Tú, que tenemos por fe ser de tanta perfeción que nunca será ni fue otra de tu condición; pues para la salvación tanto vales, ¡da remedio a nuestros males! ¿Quién podrá tanto alabarte según es tu merecer? ¿Quién sabrá tan bien loarte que no le falte saber?; pues que para nos valer tanto vales, ¡da remedio a nuestros males! ¡O, Madre de Dios y Hombre! ¡O concierto de concordia! Tú, que tienes por renombre Madre de misericordia, pues para quitar discordia tanto vales, ¡da remedio a nuestros males! Tú, que por gran humildad fueste tan alto ensalçada que a par de la Trinidad tú sola estás assentada. Y pues tú, Reyna Sagrada, tanto vales, ¡da remedio a nuestros males! Tú, que estavas ya criada quando el mundo se crio; tú, que estavas muy guardada para quien de ti nació, pues por ti nos conoció, si nos vales fenecerán nuestros males. Fin Tú, que eres flor de las flores; tú, que del cielo eres puerta; tú, que eres olor de olores; tú, que das gloria muy cierta, si de la muerte muy muerta no nos vales, no ay remedio en nuestros males.
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