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cap.
darwin: viaje del «beagle»

Llegará tiempo en que el hemisferio meridional produzca su raza de ponies Falkland, como el septentrional la tiene de Shetland.

El ganado vacuno, en lugar de haber degenerado como el caballar, parece, según se ha advertido arriba, haber crecido en tamaño, siendo también más numeroso que el segundo. Me dice el capitán Sulivan que en la forma general y en el tamaño de sus cuernos no varía mucho del ganado vacuno de Inglaterra. En cambio se diferencia mucho en el color, y es notable por la circunstancia de que predominen diversos colores en las diversas partes de esta pequeña isla. Alrededor del monte Usborne, de una altura de 300 a 450 metros sobre el nivel del mar, casi la mitad de las vacadas son de color aplomado, tinte que no es común en otras partes de la isla. Cerca de Fort Pleasant prevalece el pardo obscuro, mientras que al sur del estuario Choiseul (que casi divide la isla en dos partes) las más numerosas son las reses blancas de cabeza y patas negras; en todas partes pueden verse animales negros y algunos manchados. Observa el capitán Sulivan que la diferencia de los colores predominantes se hacía tan visible, que al mirar a larga distancia las vacadas de las cercanías de Fort Fleasant parecían manchas negras, mientras al sur del estuario Choiseul se advierten como manchas blancas en las faldas de las colinas. El capitán cree que los distintos hatos de ganado vacuno permanecen aislados unos de otros, sin cruzarse; y es un hecho curioso que la clase aplomada o gris, a pesar de habitar en terrenos altos, pare un mes antes que las de otros colores de las tierras bajas. No deja de ser interesante que el ganado originariamente doméstico, al multiplicarse en estado salvaje, se haya dividido en tres colores, de los que alguno ha de prevalecer últimamente sobre los demás, según todas las probabilidades, si se le deja abandonado a sí propio durante varias centurias sucesivas.