POLÍTICA DOMÉSTICA 13
protege, y una consecuencia necesaria de la unión conyugal
Por lo tanto, lejos de sublevarse contra la autori- dad que el marido debe ejercer en el gobierno gene- ral de la familia, la mujer juiciosa y reflexiva se acerca sin violencia á su apoyo; comprende muy bien que tiene una verdadera supremacia, respecto de todo lo concerniente á su mision especial, y que si traspasara los límites de la esfera en la cual es reina, perdería todas sus ventajas, sin adquirir nin- guna de las que sus alucinaciones le hicieran ambi- cionar.
Esto último sucede en las casas, felizmente poco numerosas, donde la esposa aspira á tener superio- ridad en la dirección de los negocios, á dominar con iniciativa y mando en todas las cosas de la vida. Pero ¿qué obtiene por resultado de semejante tras- torno del orden natural? Una notable humillación para el esposo, á quien condena al ridículo en que ella misma cae, sin ventaja alguna, sin la menor compensación.
En tan deplorable descarrio doméstico, los asun- tos exteriores están imperfectamente dirigidos;las atenciones que los hijos y la casa requieren, quedan abandonadas; los bienes de fortuna peligran, y el objeto de la institución conyugal no se llena, por- que la familia, abdicando su verdadera misión, ha
