192 POLÍTICA DOMÉSTICA
garitos y de los peores lugares para llegar á una penitenciaria.
Observemos á un hombre de regular inteligen- cia, que ejerce una profesión lucrativa y que, con su “actividad y buena conducta, ha hecho, como se suele decir, buenos negocios, pero que, por desgra- cia, encuentra en el círculo de sus relaciones algu- nos amigos ociosos que pasan su vida en las casas de juego, en los frontones, en las carreras de ca- ballos, en los cafés, €. Estos hábitos le seducen, induciéndole progresivamente á desatender su casa y las obligaciones de su profesión; así es que sus in- gresos disminuyen proporcionadamente al aumen- to que sus desarreglados gastos van teniendo. Du- rante su vida activa y ejemplar, dedicaba lo srperfino á la previsión del a%orro; pero en su vida ociosa y disoluta, lo zecesario de su mujer y de sus hijos se halla vergonzosamente sacrificado á lo superfluo. Tan deplorable estado de cosas no puede prolon- garse, porque las necesidades ficticias continúan y los recursos se han agotado. Ese hombre venderá los muebles, hará dinero, probará fortuna por últi- ma vez; pero la ruina se consuma, sila suerte no responde...... Entonces pasa de la carrera del vicio á la del crímen....,entonces juega con ventaja, roba, y el crímen produce lo que el vicio no había dado; mas el crimen llega á descubrirse y recibe su
