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EL DESORDEN Y EL EXCESO DE ORDEN TN EL HOGAR DOMESTICO

Considerado como sentimiento ó como idea, el orden no es practicable por la infancia, sino cuan- do la educación lo hace hábito que supone previ- sión y cuidado; pues los niños, completamente en- tregados al momento presente, y á la vez inquietos y turbulentos, no sienten la necesidad de arreglar, ordenar y clasificar. Si observamos á un muchacho en medio de sus juguetes, siempre le vemos dispues- to á sacarlos de sus cajas y á esparcirlos por el sue- lo, por las mesas, por las sillas: pronto estará la habitación llena de estorbos; pero cuando hay que colocar cada cosa en su sitio, es una verdadera desesperación. Bien podemos decirle que si los soldados de plomo, las casitas, etc., no se colocan en sus cajas y se guardan en el armario, se rompe- rán óse podrán perder: el niño no hace caso, poco