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POLÍTICA DOMÉSTICA 289

no hay la más ligera partícula de polvo, ni la som- de una telaraña; los muebles tienen sus fundas y están simétricamente colocados á cierta distancia de la pared, para que los respaldos no la toquen, los candelabros y «las arañas están vestidos de gasa, que los preservan del contacto de las moscas y del polvo; nunca se ve en los floreros un ramillete que suelte una gota de agua ó algunos pétalos, nunca una jaula con pájaro, nunca un perro sobre la alfombra. En la sala principal no se deja que pe- netre el sol, porque altera el color de las telas; ni el aire exterior, que trae insectos y polvo; así es que se conserva una atmósfera desagradable, porque está cargada de cierto olor que participa del moho, del barniz, de las maderas y de la goma de las telas. Los dueños de la casa llevan impreso en su aspecto el carácter de sus costumbres domésticas; sus vestidos, escrupulosamente limpios, aunque rai- dos por el contacto del cepillo, están siempre algu- nos años detrás de la moda, y son de tela fuerte y de color oscuro; el traje de mañana y las zapatillas desaparecen á la señal dada por el reloj. Las comidas nunca se anticipan ni se retardan; los man- jares son poco variados, menus por parsimonia que por temor de salir de regla, y se eligen de ellos los más sencillos y menos capaces de producir man- chas. Donde la vida doméstica es así, los movi-