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POLÍTICA DOMÉSTICA 45

delicado pudor, que es el florón de la corona de virtudes que siempre será el mejor adorno de la mujer. Ninguna palabra atrevida ha de salir de su boca, y su esposo debe portarse de igual manera. El insensato que pervirtiera el espíritu de su espo- sa, debería culparse á sí mismo, si ella llegara á conducirse mal, ó sería como el loco que habiendo incendiado su propia casa, se quejara de verla arder.

La mujer debe dar á sus acciones y á sus palabras toda la dulzura posible, y ser obediente, puesto que la ley divina y la ley humana le dicen: «Mu- jer, obedece á tu marido.» Pero esta obediencia nunca debe llegar á la debilidad ni á la bajeza, porque tiene sus límites, y cesa cuando se le exige cualquier cosa injusta contra las buenas costumbres, la virtud y los deberes de la familia.

Por su parte el marido debe comprender que su mujer es moralmente igual á él ante la naturaleza y ante la opinión de los hombres pensadores. Nola trate nunca, pues, con aquellos tonos de superiori- dad y tiranía que sólo prueban una extraordinaria falta de educación; sea siempre bueno, afable, indul- gente y afectuoso, especialmente para ella.

Según las costumbres todavía prevalecientes en la sociedad moderna, las mujeres no suelen manejar ne- gocios de interés material, y á esto es debido que no conozcan, por lo general, el estado pecuniario de su