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82 POLÍTICA DOMÉSTICA

todos la pasión de las discordias intestinas es nece- sario que la madre, poseida del espíritu pacificador que la moral cristiana inspira, no olvide que ella debe ser lazo de la familia, que sólo ella misma puede ser el centro en que se arn1onicen las vo- luntades discordantes, y hacer que los corazones y las inteligencias concurran al bien común.

Misión es esta, llena de grandeza, que halaga á las almas generosas, cuyo pensarniento preferente es el deber. Esa laboriosa tarea, lejos de parecer insoportable á la madre verdaderamente digna de este título, le ofrece la inefable satisfacción de ser providencia visible para los seres cuya unión le ha sido confiada por el Cielo.

El espíritu conciliador de la madre debe ejercitar- se, preferentemente, cuando lo requieren las relacio- nes del padre con sus hijos. La autoridad de un padre, aunque sea perfectamente benévola, no evita siempre las apariencias de la severidad. Los hom- bres suelen mostrar, con mas o menos frecuencia, en sus actos de gobierno, cierto rigor, cuyos in- convenientes pueden, fácilmente, llegar á ser conside- rables. Los corazones juveniles sufren en secreto