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Ramos de violetas 20

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Nota: Se respeta la ortografía original de la época


A la memoria

de mis hermanos los poetas
Evaristo Silió y Angel Mondejar


¡Felices de vosotros! que habeis dejado un mundo
de luto y de miseria, de llanto y corrupción;
¡dichoso del que huye de abismo tan profundo,
dejando su memoria dulcísima impresión!!
 
Los dos erais poetas, los dos en vuestra frente
llevabais santo sello de noble magestad;
los dos el sacro fuego guardabais en la mente,
los dos erais augures del Dios de la verdad.
 
El uno con acento vibrante, apasionado,
al genio del progreso[1] sus cantos dedicó,
y el otro en sentimiento dulcísimo inspirado
de una muger cristiana[2] la vida nos contó.

Bellísimo poema, donde ha dejado impreso
las dotes relevantes, y la austera virtud
de la que sintió el yugo del místico embeleso
y en su éxtasis veia de Dios la excelsitud.

Teresa tenía un alma ardiente, apasionada,
por eso á su recuerdo brotó tu inspiración,
sus sueños y quimeras, su rima delicada
latir hizo un momento tu joven corazón.

Cantor de las montañas, tu voz pura y suave
los ecos repitieron, y yo los escuché;
y con afán bendito busqué la débil nave
en donde se albergaba el genio de tu fé.

Te hallé, y un sentimiento de fraternal ternura
unió nuestra existencia con plácida amistad,
los dos sentíamos algo ante esa gran figura
que dijo há muchos siglos: «avanza, humanidad.»

De místico entusiasmo, tu genio poseído,
al mártir adorastes creyendo que era Dios:
yo aunque tan alto puesto jamás le he concedido,
te dije, de su huella debemos ir en pos.

Jesús es la esperanza, Jesús es el camino,
el astro rutilante que irradia eterna luz;
por él la raza humana fué grande en su destino,
la libertad del hombre nació al pié de la cruz.
 
Reformador gigante, yo admiro su talento,
su clara inteligencia, su firme voluntad;

su amor imponderable, su tierno sentimiento
que nadie ha practicado como él la caridad.

Yo le concedo á Cristo cuanto la mente humana
le puede dar á un hombre de ciencia y de poder,
pero ese ser supremo que eterna vida emana
aun nuestra inteligencia no puede comprender.
 
Yo no personalizo al Dios de las edades,
yo no le presto forma, esencia ni color;
la causa que dá efecto á todas las verdades,
la envuelve el infinito con mágico explendor.
 
Hipótesis y absurdos, utopías y delirios
son las definiciones que el hombre puede dar,
de aquel que dió perfumes á los gentiles lirios,
y cantos á las aves y perlas á la mar.
 
Lamento que tu genio, tu inspiración suprema
del torpe fanatismo también siguiera en pos:
y como tantos otros pensaras que el problema
el hombre había resuelto y había llegado á Dios.

Mas hoy que nuevos mundos contempla tu mirada,
que límites no tiene tu inmenso porvenir,
revélame que el hombre aun no comprende nada,
que la primera palabra aun no llegó á decir.

Porque se necesita que la ignorancia humana
deponga su osadía y humille su altivez,
que á Dios no quiera darle pasado ni mañana,
porque eso es confundirle con nuestra pequeñez.

<poem>::Seis lustros en tu mente habían dejado huella

cuando desaparecistes del globo terrenal, cual raudo meteoro, cual fugitiva estrella, cual nube purpurina de aurora boreal.

Si yo no adivinara, si yo no comprendiera

que este planeta era pequeño para tí, al recordar tu nombre mis lágrimas vertiera: mas no debo llorarte, ¿vivias tu acaso aquí?..

¡Ah! no; tu pensamiento buscaba otras regiones

y en alas de tu ardiente y hermosa inspiración, le distes á las selvas tus mágicas canciones y aun guardan las montañas su dulce vibración.

Adios, un sentimiento de fraternal ternura

unió nuestra existencia con plácida amistad: ¡feliz tu que has dejado el valle de amargura en donde sólo hallamos tristeza y soledad!

¡Adios, seres amigos! ¡Hermanos de mi alma!

decidme si memorias aun conservais de aqui: decidme si en tranquila y en deliciosa calma, guardais en vuestra mente un algo para mi.

1874.


  1. Oda á la civilización, por Mondejar.
  2. Santa Teresa de Jesús, poema de Silió.