Ir al contenido

Ramos de violetas 26

De Wikisource, la biblioteca libre.
Nota: Se respeta la ortografía original de la época


A Martín Martín


Sordo-mudo y ciego


El hombre es un problema indescifrable,
que las ciencias exactas no han podido
darle una solución inapelable.
Mañana, ¿qué será? y ayer, ¿qué ha sido?

Religiones ardientes, visionarias,
y escuelas filosóficas sombrías...
que al progreso dan formas embrionarias,
murmurando incoherentes profecías.

El César en su trono soberano
y el ciervo que ante el látigo obedece,
todos quieren saber el hondo arcano
de algo que en el misterio se engrandece.

La causa del efecto que dá vida,
el porqué del porqué grave y profundo:
lo que nos marca un punto de partida,
llegando á ser la brújula del mundo.

Esa alma universal que al orbe llena
de perfumes, de luz y de colores,
que á todo lo existente lo encadena,
uniendo á los abrojos con las flores.

Esa balanza justa, indeclinable,
ese equilibrio eterno de la vida,
esa fuerza suprema é invariable,
que por ninguno ha sido comprendida.

En las hojas sagradas de los Vedas
los inspirados Yoguis consignaron,
que en los torrentes y en las auras ledas
un algo superior adivinaron.

En los Naskas de Persia, en esa historia
que á Zoroastro atribuyen las edades,
y en el Talmud, resúmen ó memoria
que guarda parabólicas verdades.

En la gran Biblia y el Corán bendito,
en esas legendarias tradiciones,
se vé al hombre buscando al infinito,
luchando entre sofismas y razones.

Sócrates, Platón y Xenofonte,
y todos los filósofos del mundo,
hallaron limitado este horizonte,
perdiéndose en un dédalo profundo.

¿Y cómo no perderse, cuando vemos
lo pobre que es la humana inteligencia,

que por no comprender, ni comprendemos
el misterio que envuelve la existencia?

Exclaman unos: la materia sola
los átomos uniendo tiene vida;
y otros dicen: la flor en su corola
guarda un alma en sus hojas escondida.

Es lo cierto que el hombre es un conjunto
de espíritu y materia, y es un necio
quien llegue á separarlos, hasta el punto
de mirar uno ú otro con desprecio.

¿Pueden aisladas existir? ninguna,
y es hasta indisoluble su lazada;
porque no hay en la tierra cosa alguna
que con otra no esté relacionada.

La creación es un libro, y son los seres
las letras que componen su alfabeto,
y son nuestros distintos caracteres
la fábula que encierra el gran secreto.

¡Y hay tipos en verdad tan especiales,
que por mucho que en ellos estudiemos,
no podemos decir si son fatales
las circunstancias que en su vida vemos!

¡Un hombre ciego, y mudo, que en su mente
guarda un foco de luz tan sobrehumano,
que al estudio se entrega asíduamente,
y busca de la ciencia el hondo arcano!..

¡Y tiene percepción tan delicada!
¡y guarda tan recóndita ternura!
¿cómo esta inteligencia fué educada
en medio de tan grande desventura?

¿Cómo este ser perdido entre los seres
le dá nombre á las aves y á las flores?
¿y une de Guttemberg los caracteres
y conoce perfumes y colores?

Compadecer debemos su impotencia,
y sin embargo ¡tiene poderío!
¿á qué fin obedece esta existencia
si hay en su esclavitud libre albedrio?

¡Filósofos profundos! de la vida
venidme á descifrar este problema;
venidme á demostrar porqué escondida,
se encuentra en este ser la luz suprema!

¿Porqué la luz negáronle á sus ojos
si su mirada busca el infinito?
¿porqué las frases á sus labios rojos
cuando él nos dá su pensamiento escrito?

« Casualidad» (dirá el indiferente),
«que no debe tomarse tan en serio:»
«anatema de Dios» (dirá el creyente)
y osado es quien profana tal misterio.»

Estas definiciones no son nada;
no descifran el hecho por sí mismo;

no nos dan una prueba razonada
como nos dá el profundo Espiritismo.
 
Solo el Espiritismo es el que puede
decirnos como un hombre mudo y ciego,
á su impotencia material no cede
apagando en su mente el sacro fuego.

Como un hombre que cruza el ancho mundo
sin ver, sin escuchar ningún sonido,
puede buscar en su anhelar profundo
la causa de lo que él no ha conocido.

La ciencia fuera nula, si estos seres
no guardaran recuerdos de otra vida;
la instrucción al cambiar sus caracteres
les dá una aspiración desconocida.
 
¡Martín Martín! ¿Qué espíritu gigante
á tu informe materia está sujeto?
fué tu pecho de roca ó de diamante?
¡debe guardar tu ayer fatal secreto!

Debes, como Luzbel, haber soñado
en llegar hasta Dios en tu locura;
debes como Caín, haber pecado,
para sufrir después tal desventura.

¡Ser sordo, mudo y ciego, y en tu mente
encerrarse un talento tan profundo!...
¡tener un corazón que tanto siente!...
¡qué estrecho debes encontrar el mundo!

<poem>::En esa triste noche de tu vida

como juzgas á Dios, saber quisiera; tal vez en tu dolor serás deicida: y encuentro razonable que así fuera.

Sin el Espiritismo, es imposible

el comprender de Dios la Omnipotencia: un Dios que al infortunio es insensible, es un Dios que rechaza la conciencia.

En cambio, cuando el hombre considera

que su dolor es obra de sí mismo, prosigue resignado su carrera y trata de salvarse del abismo.

Por eso yo quisiera que en tu mente

pudiera germinar tan dulce idea, que pudieras decir ardientemente: ¡bendita expiación! ¡bendita sea!

Tú debistes pecar; pero las pruebas

que para tu adelanto has elegido, con tanto amor y mansedumbre llevas, que estarás de tu culpa redimido.

Y al dejar esta tierra de dolores

en donde no has hallado más que espinas, verás mundos de luz, ríos de flores, y horizontes de nubes purpurinas.

¡Martín Martín! Tú vives desterrado,

tu espíritu gigante está proscrito; mas si en la tierra estás desheredado, será tuyo mañana el infinito!

1874.