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Ramos de violetas 29

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Nota: Se respeta la ortografía original de la época


Un año menor y un paso más


A mi buen querido hermano en creencias
Jerónimo Melero


I


N

ermano mío: Cuando yo no era espiritista, cuando cruzaba el mundo poniendo en práctica la teoría de Wolney, que se reduce á dudar de todo, el mes de Diciembre me impresionaba tristemente, ó mejor dicho, acababa de hundirme en la más profunda melancolía, desaliento especial que se apoderaba de todo mi ser; cuando las hojas secas del otoño alfombran los bosques; cuando por una transición violenta se suceden las sombras á la luz, y el crepúsculo vespertino es tan breve, como las horas felices de la vida; cuando las noches principian á ser húmedas, y las mañanas desapacibles, yo sentía un dolor sin nombre, y el frío y la aparente destrucción de la naturaleza se comunicaban á mi pensamiento, y daba un adios tristísimo á los lirios del valle, á las frondosas enramadas, á las brisas primaverales, y á las ráfagas ardientes del estío, diciendo con amargura:

¡Quién sabe, si cuando de nuevo florezcan los almendros habré yo dejado de existir!... y nadie irá á dejar en mi tumba ni una lágrima, ni una flor...!


II

¡Cuan triste es la duda! Los duelistas me inspiran más compasión que los ateos y los materialistas; ese ser y no ser, esa incertidumbre, esa vaguedad, esa lucha, en fin, que fatiga y languidece.

La duda la comparo con el purgatorio de los católicos. Felizmente, llegó un día en que me dí razón de mi ser, y acepté como herencia legalmente adquirida mi peregrinación por esta calle de amargura (álias) tierra. Desde este momento, dejó de impresionarme el otoño, y siento en el mes de Diciembre una íntima satisfacción. Cuando las campanas tocan al vuelo diciendo á los fieles «Recordad el nacimiento de Jesús», entro en mí misma, reconcentro en una mis vagas ideas, y murmuro con voz apagada:

«Esas lenguas metálicas anuncian que se ha cumplido un nuevo plazo de la vida, la humanidad ha dado un paso más, tiene un año menos de juventud; pero ha dejado saldada alguna pequeña cuenta que dejó pendiente, uno de los muchos desaciertos que nos trajeron á este planeta.»

Después de la primera edad, cada año que pasa deja algunas hebras de plata en nuestros cabellos, imperceptibles arrugas en nuestra frente y una contracción especial en nuestros labios, en los que se dibuja una triste sonrisa: nuestra parte física se marchita, pero nuestra mente contempla nuevos horizontes, las ideas avanzan por ellos y los pensamientos encuentran ignoradas recompensas, y justas expiaciones.

El Espiritismo, sin duda alguna, ha venido á producir un trastorno de primer órden en todas las creencias, y á cambiar por completo el curso de los sucesos: en mí misma tengo la prueba de ello.

Antes, cuando veía las hojas secas impelidas por el viento, las decía con desconsuelo: «Vosotras sois la imágen de la vida, os vais para no volver», y ahora las miro como pasan arrebatadas por el huracán, y las digo, «volad mensageras, anunciad vuestra llegada en otras regiones, yo os volveré á encontrar: desapareceis de la tierra; pero vuestros átomos germinarán de nuevo: nada se pierde en la nada, todo se reproduce eternamente.»


III

¡Qué porvenir tan distinto se presenta ante mis ojos! Como el pensamiento avanza y con el telescopio de la razón contemplo ilimitados horizontes, millares y millares de mundos, focos de inextinguible luz, fuentes de eternos manantiales, árboles jigantescos, flores de vivos colores y penetrante aroma, veo á la humanidad multiplicándose en generaciones ennoblecidas por el trabajo, avanzando siempre en pos del progreso!

Cuando se tiene ante la vista la eternidad por límite, ¡qué poco nos impresionan los cambios atmosféricos de la tierra que influyen eficazmente en su vegetación y desarrollo!

Ni sus días de fuego, ni sus noches de nieve, ni sus mañanas risueñas, ni sus tardes sombrías, todo lo vemos pasar como la visión óptica de un cosmorama: la tierra es para los espiritistas, lo que una estación de tercer órden para los que viajan en ferro-carril. Es como un puerto donde los navegantes se detienen para tomar carbón y agua y seguir después su derrotero. Las guerras, sus disturbios sociales, su engrandecimiento y su ruina, no nos son indiferentes; pero inclinamos la cabeza, y preguntamos á los siglos que pasaron por la historia de las naciones; y cuántas veces tenemos que repetir el vulgar adagio: que aquel que á hierro mata á hierro muere!

No crean por esto los detractores del Espiritismo que los espiritistas á semejanza de los orientales decimos: «Estaba escrito» y ante la fatalidad nos cruzamos de brazos, no; el verdadero espiritista trabaja constantemente para mejorar en parte la condición de la humanidad, mejorándose á sí propio.

El espiritista se convierte en juez de sí mismo, y no hay juez más implacable que nuestra conciencia.

Nos cuesta trabajo, mucho trabajo, conocernos á nosotros mismos y convencernos que somos los autores de nuestro infortunio; pero cuando llegamos á vencer en algo las insuperables dificultades de nuestro amor propio, y refinado egoísmo, entonces somos mucho menos desgraciados.


IV

Adiós, hermano mío, un año de luchas fratricidas y de amargas decepciones, nos deja sus tristes recuerdos; en ese período, dime qué has sentido, dime si los hombres te han parecido menos ingratos, si has creído posible la regeneración de la humanidad, si llegará ese día en que la ley de Dios se practique en toda su pureza.

Llegará ese día? sí; lo que Dios ha creado tiene que vivir eternamente, y las sociedades se han ido civilizando día por día; por que á no ser así, la especie humana hubiera desaparecido de la superficie de la tierra devorada por su antropomorfismo.

Hoy, en medio del adelanto intelectual que ha modificado las condiciones de habitabilidad de este planeta; hoy que las naciones se aproximan unas á otras por medio del vapor, y del telégrafo; hoy que los pueblos se unen por el comercio y la industria, se nota de individuo á individuo una marcada repulsión, las sectas religiosas se disputan un Dios, las escuelas filosóficas se arrebatan una causa y un efecto y hasta el Espiritismo es anatematizado, excomulgado y puesto en ridículo de una manera inusitada, y sus adeptos son llamados locos, hipócritas, falsarios, y hasta criminales... ¡Pobre humanidad!.. me inspira compasión, y quisiera tener la elocuencia de Esopo, el talento de Sócrates, y la paciencia de Jesús, para cruzar la tierra difundiendo la buena nueva del Espiritismo.

Ninguna de estas condiciones ennoblecen mi ser, solo tengo el deseo de hacer partícipes á otros de mi melancólica tranquilidad; pero no basta poder, es necesario querer.


V

Oh! espíritus!.. iluminad mi entendimiento, dadme elocuencia, constancia y fé, para que mi acento resuene de un polo á otro polo diciendo que el Espiritismo es síntesis de la creación, es el símbolo de la esperanza, es la tierra prometida de los profetas, es la solución del gran problema, es la razón demostrada, es la historia de Dios, es la tradición de la humanidad, es, en fin, el gran libro donde el hombre aprende á conocerse y que el día en que la raza humana tenga conciencia de lo que vale, habrá encontrado la cuadratura del círculo.

¿Cuándo llegará ese día?..

Oh! mes de Diciembre! pasa con tus fiestas tradicionales, con tus infantiles y poéticos nacimientos y tus significativos árboles de navidad, con tus alegres días de campo y tus ruidosas noches, desaparece en el caos del tiempo para que tengamos un año menos de juventud, y avancemos un paso más en la senda del progreso!

Hermano mío; caminemos apoyados en nuestras ideas, que sólo tienden al adelanto universal.


1874.