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Recordación Florida/Tomo II Adiciones y Aclaraciones I

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Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


I.
Reyes ó señores del territorio de Guatemala anteriores á la conquista.

Partiendo de la peregrinación de los tultecas ó toltecas, que desde el Norte del territorio nombrado la Nueva España por Hernán Cortés descendieron á Guatemala, donde desde edad remota existían habitantes procedentes del Oriente, ó sea de las regiones del Africa ó de Europa según las tradiciones guatemaltecas, cuentan éstas (dadas á conocer por ciertos descendientes de los últimos señores indígenas) que aquellos tultecas bajaron del Norte acaudillados, entre otros, por los capitanes, señores ó caciques Tanub, Capichoch, Cochohlam, Mahquinaló, Ahcanail y Belehbcam. Dicen la mismas tradiciones que Tanub, fundador de la la Real familia de Tula y del Quiché, fué primer rey de los tultecas, y le sucedieron: el dicho Capichoch, que fué el segundo, Caleb-Ahus el tercero, Ahpop el cuarto y Nimaquiché el quinto; quien, por empujarle acaso otros invasores de la misma procedencia, ó por la natural propensión de las razas humanas á buscar los climas donde por su natural riqueza se atienden las exigencias de la vida á menos costa, dejó el que fué imperio de los nahoas y mexica y fué á sentar su monarquía en Guatemala, acompañado de tres hermanos.

Ahuyentando á los habitantes más ó menos autóctonos del territorio invadido, y dominando al cabo el país, dividiéronlo entre sí Nimaquiché y sus tres hermanos; de los cuales el uno quedó con el señorío de los Quelenes y Chiapanecos ó de la jurisdicción de Chiapa, el otro con el de Tezulutlán ó de Verapaz, el tercero con el de los Mames y Pocomanes, y por fin el de los Quichés, Cachiqueles y Zutugiles le correspondió ó lo tomó para si Nimaquiché.

Muerto este, antes de acabar de constituir el nuevo señorío, le sucedió su hijo Axopil, que continuando la obra de su predecesor estableció la corte en Utatlán, é impuso entre los suyos y á los indígenas vencidos la legislación y prácticas por que se regían los tultecas. Las leyes y ordenanzas que observaron los señoríos de aquellos territorios, las resume el Bachiller D. Domingo Juarros en estos términos:

«En las leyes de sucesión al trono[1] se ordenaba que el primogénito del Rey fuese el inmediato sucesor á la corona, y al hijo segundo le daban el título de Electo, porque debía suceder al hermano mayor: los hijos de éstos tenían el título, de Capitán mayor el hiio primogénito, y de Capitán menor el hijo del segundo. Muerto el Rey, empuñaba el cetro el inmediato sucesor, y el Electo pasaba á inmediato: el Capitán mayor ascendía al puesto de Electo, el Capitán menor á Capitán mayor y el pariente más cercano á Capitán menor. De esta suerte, subiendo por grados al trono, se conseguía que los Reyes siempre fuesen provectos en edad, cargados de méritos y muy experimentados así en lo político como en lo militar. Pero si alguno de estos cuatro señores se advertía inútil ó falto de condiciones, quedaba en aquel primer puesto hasta su muerte, seguía la sucesión en los términos expresados ó entraba al grado superior el pariente más cercano.

»El Consejo Supremo del Monarca del Quiché se componía de veinticuatro Grandes ó Ahaus, con quienes consultaba el Rey para el acierto de los negocios políticos y militares. Estos Consejeros gozaban de grandes honras y privilegios, y eran los que llevaban en hombros las andas del Rey cuando salía de su palacio; pero también eran severamente castigados cuando cometían algún delito. Estaba á cargo de estos magnates la administración de justicia y la recaudación de los tributos.

»Tenía el Monarca en los pueblos principales de su Reino Tenientes, que gozaban de grande honor y rentas, y suprema autoridad en todos los casos y negocios, excepto en los que eran contra los Ahaus, que éstos se remitían al Supremo Consejo. Pero si tales Tenientes se deslizaban y cometían algún exceso, eran brevemente depuestos y severamente castigados; y por el contrario, si gobernaban con rectitud y prudencia, no dando motivo de queja á los súbditos, eran perpetuados en sus puestos y engrandecidos con mayores honores, y atendidos sus hijos, que muchas veces sucedían á los padres en los puestos.

»Estos Tenientes del Rey ó corregidores de los partidos tenian sus Consejos en las cabeceras. A éstos, y aun al gran Consejo cuando se ofrecían negocios de mucha gravedad y en asuntos pertenecientes al bien público, se llamaban á los Cabezas de Calpul para tomar sus pareceres: si se trataba de materias de guerra, se consultaban los capitanes más experimentados.

»A estos oficios de Tenientes, Consejeros y aun al de porteros de los Consejos, no entraban sino los indios nobles; no dándose caso de que en oficio público, alto ó bajo, se pusiera persona que no fuese de la primera nobleza: así se celaba con gran cuidado la conservación de los linajes para que permaneciesen en su limpieza. A este fin estaba ordenado por ley, que si algún cacique ó noble recibía mujer que no fuese de la nobleza, quedase el tal cacique reducido á la condición de mazegual ó plebeyo, y tomase el apellido de la mujer y se le sujetase á los tequios ó gravámenes de los plebeyos, y que sus bienes se secuestrasen para el Rey, dejándole solamente lo que necesitase para mantenerse en la esfera de mazegual.

»También tenían sus leyes penales. El Rey á quien se justificaba y probaba el delito de extremada crueldad y tiranía era depuesto por los ahaguaes, que celebraban con gran cautela junta para este efecto, y colocaban en el trono al que le correspondía según las leyes; y el depuesto era castigado confiscándole todos sus bienes: algunos sientan que era decapitado. —La Reina que faltando á la fidelidad á su esposo adulteraba, si el cómplice era persona principal, se les daba garrote á los dos; pero si era plebeyo, eran despeñados de partes muy altas.

»Los ahaguaes que embarazaban la recaudación de los tributos ó promovían algunaconspiración eran condenados á muerte, y todos los de su familia vendidos por esclavos.

»Los que cometían delito contra el Rey ó contra la Patria y los homicidas tenían pena de muerte, de secuestro de sus haberes y esclavitud de sus deudos.

»Los ladrones, á más de pagar lo hurtado, eran multados, y si recaían se doblaba la pena; pero si volvían á reincidir tenían pena de muerte, si no es que su Calpul les comprase: si recaían cuarta vez, eran despeñados.

»El que violentaba á una mujer tenía pena de muerte.

»El joven que pretendía casarse había de servir á los padres de la novia por cierto tiempo y les había de hacer determinado regalo; pero si los futuros suegros se hacían afuera debían devolver el regalo y servir personalmente un número de días igual á los que el novio les había servido. (Algunas de estas prácticas las observan aún en el día los pueblos más retirados y de menos comercio.)

»El incendiario era tenido por enemigo de la Patria, porque decían que no teniendo el fuego término, y al quemar una casa podía abrasar un pueblo, debía tenerse tal delito por traición pública: era por tanto condenado á muerte, y su familia expatriada del Reino.

»El cimarrón ó fugitivo que se sustraía del dominio de su dueño, pagaba, por medio de su Calpul, cierta cantidad de mantas; pero si presentado reincidía tenía pena de horca.

»El hurto de cosas sagradas, la profanación de los adoratorios y el desacato de los ministros ó papaces de los ídolos, tenían pena de muerte, y toda la familia del reo quedaba infame.»

Con estas leyes gobernó Axopil muchos años, y comprendiendo en su vejez las dificultades que ofrece el dominio en territorios muy extensos, por las que había tenido que vencer en la organización de tan dilatado Reino, acordó dividir la monarquía del Quiché en tres partes. Quedóse con la de los Quichés; cedió la de los Cachiqueles á su hijo mayor Jiutemal, y al segundo hijo, nombrado Acxiquat, le hizo señor de los Zutugiles. A la muerte de Axopil añadió Jiutemal la herencia del reino de su padre á los dominios que ya poseía; quedando entonces la primitiva monarquía dividida en dos, la de los Quicheles y Cachiqueles y la de los Zutugiles.

Señorío del Quiché.

Fueron reyes de Quichés y Cachiqueles:

1.º Axopil, verdadero fundador del reino Quiché.

2.º Jiutemal, Rey de los Cachiqueles antes de la muerte de su padre, que al heredar el Quiché reunió en uno los dos reinos y sostuvo para defenderlos guerra con su hermano Acxiquat.

3.º Hunahpu, que desarrolló la agricultura y enseñó á sus súbditos el beneficio del algodón, ya extendido entre los tultecas, y del cacao, cultivado en los valles cálidos.

4.º Balam-Kiche, continuador de las contiendas con los Zutugiles.

5.º Balam-Acán. Se encresparon en su tiempo los rencores con aquellos adversarios, porque el Rey Zutugil-Ebpop su primo le robó á su hija la Princesa Ixcunsucil para hacerla su esposa. Con este motivo ó el más cierto de extender sus dominios, reunió Balam formidables ejércitos y libró sangrientas batallas con los Zutugiles, en una de las cuales murió á manos de los guerreros de Zutugil-Ebpop.

6.º Maucotah. Era general de las tropas de Balam-Acán y fué proclamado rey en el campo de batalla donde éste perdió la vida. Continuó la guerra con Zutugil-Ebpop, á quien derrotó junto al castillo de Xelahuh, y con su heredero Rumal-Ahaus, al que venció é hirió en combate personal; muriendo poco después de su triunfo en la corte de Utatlán, de edad muy avanzada.

7.º Iqui-Balam. Este Príncipe, sucesor de Maucotah, continuó la guerra con Rumal-Ahaus y murió antes de verla terminada.

8.º Kicab I, que contaba muchos años al subir al trono, se ocupó durante su corto reinado de continuar las luchas empezadas y seguidas por sus predecesores, y que su sucesor prosiguió.

9.º Cabub-Raxechein.

10. D. Kicab II. No sólo mantuvo la antigua guerra con los zutugiles, sino con Lahuhquieh, señor de los mames.

11. Iximche.

12. Kicab III.

13. Kicab IV.

14. Kicac- Tanub. Las victorias y conquistas de sus ascendientes dieron á aquella corona tal esplendor y nombradía á sus monarcas que los más poderosos buscaban sus alianzas. El Emperador de los mexica Moctezuma II, que con Kicac mantenía las mejores relaciones, le envió emisarios, al ser aprisionado por Hernán Cortés en el palacio de Axayacatl, pidiéndole auxilio para alcanzar su libertad. El Rey de los quichés se apresuró á reunir un numeroso ejército destinado á ocupar el Anáhuac y concluir con los invasores españoles, pero le sorprendió la muerte en estos preparativos casi al mismo tiempo que Moctezuma perdía la vida en su corte de Tenuchtitlán-Mexico.

15. Tecum-Umam. Mientras los soldados de Cortés conquistaban la capital del territorio que nombraron la Nueva España, empezó á reinar en el Quiché Tecum-Umam, quien al invadir sus dominios D. Pedro de Alvarado los defendió valientemente con el aguerrido ejército que vivía en continua lucha con el de los zutugiles. Vencido en una batalla por los españoles, murió á manos de éstos, y Alvarado designóle por sucesor á su primogénito.

16. Chignaviucelut. Poco reconocido á la deferencia de los conquistadores, conspiró desde el primer momento contra ellos, y acusado de una deslealtad, que era muy natural, fué ahorcado no mucho después de haber subido al trono.

17. Sequechul, último de los descendientes de la casa de Jiutemal, reinó dos años con la presencia de los españoles, y no pudiendo sufrir por más tiempo que le mermasen diariamente sus facultades soberanas, se sublevó en 1526 para recobrarlas. Vencido en la lucha, cayó prisionero, y vivió encerrado como el rey Sinacam hasta 1540, que los llevó Alvarado consigo al disponer una armada de descubrimientos en la mar del Sur, para que su presencia en Guatemala no fuese bandera de rebeliones. Desde entonces no quedó memoria de estos reyes, ni de muchos de los caciques que acompañaron al Adelantado, quienes se supone perecieron en la mar ó a manos de sus émulos.

Señorío de los Zutugiles.

1.º Axiquat, hijo de Axopil, ocupó el trono de los zutugiles erigido por su padre, que comprendía los territorios de Atitlán y Suchittepeques. A poco de ocuparle pretendió extender los dominios á costa de los de su hermano Jiutemal, rey de los Cachiqueles: juntó formidable ejército y salió á campaña desde su corte de Atitlán ó Atziquinahay; riñéronse sangrientas batallas, y concertáronse al cabo las paces por mediación del viejo Axopil; pero á la muerte de éste se recrudecieron y duraron todo el reinado de Jiutemal y de Axiquat, y aun los reinados de muchos de sus sucesores. De Axiquat lo fué:

2.º Zutugil-Ebpop. Enamorado este Rey de la Princesa Ixcunsucil, hija de su primo Balam-Acán, señor de los quichés y cachiqueles, la robó del palacio de Utatlán, algún tiempo después de subir al trono, para compartirlo la hermosa doncella. Indignado el padre, aprestó ejércitos para vengar tal osadía y el Zutugil los suyos para defenderse: ambos contendientes buscaron auxiliares en las naciones vecinas; unos y otros riñeron batallas con varia suerte, hasta que en una, adversa el Rey quiché, perdió éste la vida á manos de los guerreros zutugiles. Muerto Balam-Acán, continuó la lucha con Zutugil-Ebpop el general Maucotah, elevado al trono en el mismo campo de batalla, quien ganoso de vengar la muerte de su predecesor, atacó al contrario, con tanto brío que le derrotó frente del castillo de Xelahuh y le hizo retirar á su capital de Atitlán, donde murió Zutugil-Ebpop de melancolía, después de nombrar heredero á

3.º Rumal-Ahaus. Joven de diez y nueve años y de natural guerrero, quiso dar á conocer sus dotes desde el momento en que obtuvo el cetro. Reunió inmediatamente grandes ejércitos para oponerlos á los victoriosos del vencedor de Zutugil-Ebpop; envió mensajeros al anciano Maucotah, invitándole á decidir las contiendas con un lance personal que evitase la efusión de sangre, y aceptado el reto verificóse en presencia de los dos campos; siendo herido el ardoroso é inexperto Rumal por el decrépito Rey quiché, que además con su ejército derrotó al contrario. Durante la obligada tregua que el Rey zutugil tuvo necesidad de usar para reponerse de la herida y del descalabro, murió Maucotah, al que sucedió Iqui-Balam; con quien siguió luego la lucha de conquista de territorios que acabó con la vida de ambos antes de concluirse.

4.º Chichiahtulu, teniente general de Rumal-Ahaus y su heredero en el trono zutugil continuó la tradicional guerra con los quiches en el reinado de Kicab I; y vencido en la mayor parte de las funciones de guerra, enfermó después de una acelerada marcha para preparar la defensa de los puntos más comprometidos, y murió en la campaña. Encargóse del mando el general Mani-Lahuh, que fué luego derrotado y muerto en batalla por los quiches; y desde entonces nada más añade el bachiller Juarros sobre la dinastía de los zutugiles, que tras tantos desastres la absorbieron los los reinos coligados en su contra.

  1. Los datos se fundan en los manuscritos de D. Juan Torres, hijo, y de D. Juan Macario, nieto del Rey Chignaviucelut, y de D. Francisco Gómez, primer Ahxib Quiché; manuscritos que tuvo en su poder Fuentes y Guzmán y los utilizó en la Recordación Florida.