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Recuerdos de provincia/Libros

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Civilización y Barbarie. — Escribí este libro que debía ser trabajo meditado y enriquecido de datos y documentos históricos, con el fin de hacer conocer en Chile la política de Rosas. Cada página revela la precipitación con que está escrito, dándose originales a medida que se imprimía, y habiéndose perdido manuscritos que no pude reemplazar. Este libro, sin embargo, me ha valido un nombre honroso en Europa, a consecuencia del compte rendu de la Revista de Ambos Mundos. Publicólo El Nacional de Montevideo, ha sido traducido al alemán, ilustrado por Rugendas, y ha dado a los publicistas de Europa la explicación de la lucha de la República Argentina. Rosas y la Cuestión del Plata , y muchas otras publicaciones europeas están basadas en los datos y manera de ver de Civilización y Barbarie. Este libro contiene en germen muchos otros escritos, y está destinado a perder a Rosas en el concepto del mundo ilustrado. El mismo ha sentido que era un golpe mortal a su política, y en cinco años de injurias dirigidas contra mí, La Gaceta Mercantil no ha nombrado jamás este libro, no obstante que no hay en Buenos Aires un federal de importancia que no lo tenga o no lo haya leído, y que circulen en la República más de quinientos ejemplares, no habiendo libro alguno quizás que haya sido más buscado y leído allí. Rosas sólo afecta no saber que tal libro exista por miedo de despertar la atención sobre él.


La Revista de Ambos Mundos, en un artículo Del Americanismo y de las Repúblicas del Sud, Sociedad Argentina, etc., dijo con respecto al libro y al autor: "Durante su mansión en Santiago, que ha precedido a sus viajes por Europa, el señor Sarmiento ha publicado esta obra llena de atractivo y novedad, instructiva como la historia, interesante como un romance, brillante de imágenes y de colorido. Civilización y Barbarie no es solamente uno de aquellos escasos testimonios que nos llegan de la vida intelectual de la América meridional: es un documento precioso... Sin duda, la pasión ha dictado más de una de aquellas páginas vigorosas; pero hay en él talento, aun cuando se muestra exaltado por la pasión, yo no sé qué fondo de imparcialidad de que no puede deshacerse, y con cuyo auxilio deja a los personajes su verdadero carácter, a las cosas su color natural..."


"No habría menos interés en someter la América del Sud al mismo análisis que la América del Norte. Sería ésta la obra del filósofo y del viajero, del poeta y del historiador, del pintor de costumbres y del publicista. El señor Sarmiento ha intentado realizarlo en un libro publicado en Chile, que prueba que si la civilización tiene enemigos en aquellas regiones, puede contar también con elocuentes órganos."


Viajes por Europa, África y América. — La prensa de Chile ha juzgado favorablemente esta obra que revela el pensamiento íntimo del autor, y las impresiones que le ha dejado el espectáculo de los pueblos que ha recorrido. Cúpome la buena fortuna de tocar de cerca todos los hilos de la política europea sobre la cuestión del Río de la Plata y maravillarme de la mezquindad de las miras, de la ignorancia de los antecedentes y de la incapacidad de los hombres que más alto papel han hecho en aquel asunto. Los viajes son el complemento de la educación de los hombres, y si el contacto con personajes eminentes eleva el espíritu y perfecciona las ideas, puedo vanagloriarme de haber sido muy feliz en mi excursión, pues que he podido acercarme, no sin haber sido favorablemente introducido, a los hombres más eminentes de la época. A M. Guizot fui presentado por recomendación del gobierno de Chile, siendo intermediario el señor Rosales a M. Thiers, por el agente de Montevideo; al célebre Cobden y al mariscal Rugeaud, en áfrica, por M. Lesseps, que ha sido embajador en España y después representante del pueblo en Roma; a Alejandro Dumas, por M. Blanchart y Girardet, pintores célebres; a Gil de Zárate, por el coronel Sesé; a Bretón de los Herreros, Ventura de la Vega, Aribau y otros literatos españoles, por recomendaciones que llevaba de literatos franceses, y por Rivadeneira. Al célebre Barón de Humboldt y a los ministros del rey de Prusia, que me prodigaron mil atenciones en honor al gobierno de Chile, por el Dr. Wappaüs y el jefe de la oficina de estadística, Mr. Dieterice; a Pío IX, por la recomendación de ser sobrino de los obispos de Cuyo, Oro y Sarmiento, habiendo conocido en América al primero; a M. Mérimée, por el pintor Rugendas; a Mme. Hastu, por M. Laserre, a San Martín, por los argentinos que me habían recomendado con encarecimiento a él, a Mr. Mann, en los Estados Unidos, por un senador del Congreso, a quien Mr. Ward, de Valparaíso, dio los más favorables informes, y a cien personas más que sería prolijo enumerar, con quienes he pasado horas enteras tratando de los asuntos más graves, habiendo merecido de todos las más lisonjeras distinciones, y con muchos de ellos gozando de la mayor intimidad. Dos gobernadores de provincia, un tal Tamayo, un ministro Laspiur y otros nombres que no puedo retener en la memoria, pueden explayarse en horabuena en decirme vil , protervo , inmundo , y todas esas porquerías dignas de sus autores, con toda seguridad de que si nos vemos alguna vez les guarde rencor alguno. Tengo, por el contrario, certeza de más de ocho de entre ellos de que me estiman mucho, y Rosas puede reconocerlos en la virulencia de su lenguaje. Cuanto más me aprecian, más subidos son los epítetos, para que el amo no sospeche sus efectos.


Educación Popular. — Este libro es aquel que más estimo. Cada página es el fruto de mi diligencia, recorriendo ciudades, hablando con hombres profesionales, reuniendo datos, consultando libros, estados y folletos, mirando y escuchando. Es el fruto sazonado de aquella semilla que en mi niñez asomó en la escuela de San Francisco del Monte, en la campaña semibárbara de San Luis. Desde allá venía caminando en la enseñanza de escuela en escuela, hasta llegar a la norma de Versalles y a los seminarios de Prusia, que son el pináculo de la humilde profesión del maestro. La ciencia y la carrera de la enseñanza primaria me la he inventado yo, y en la indiferencia general he traído a la América del Sur el programa entero de la educación popular. No sé qué crítico deploraba que no hubiese indicado los medios de hacer efectivas las observaciones y doctrinas en esta obra acumuladas. Una sola palabra bastaría a completarla y satisfacer este deseo. Denme patria donde me sea dado obrar, y les prometo convertir en hechos cada sílaba, y eso en poquísimos años. A aquel libro con preferencia a cualquier otro de los míos, apenas legible para el común de las gentes, confiara la guardia de mi nombre. El mejor elogio que me ha valido es la aplicación de las palabras dirigidas al autor de una obra francesa en favor de la civilización: "Su libro no atestigua laboriosas investigaciones y estudios hechos con conciencia, sino que revela también el alma de un pensador honrado y el corazón de un buen ciudadano". Si el amigo que me dirigió estas palabras quería complacerme, muestra en su lección que conoce lo íntimo de mi corazón. En la desmoralización de ideas y de sentimientos obrada por nuestro tirano, es la más difícil, pero la más necesaria de las reputaciones, la de honrado , y la única que puede oponerse a la astucia del verdugo y al disimulo de las víctimas.