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Relaciones sanas/¿Cómo terminar una relación?

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¿Cómo
terminar
una
relación?

¿Cómo salir
de una relación
violenta?

Primero que todo, no es tan fácil darse cuenta de que se está inserto en una relación violenta. Como hemos intentado mostrarte, se trata de un proceso en el que van desarrollándose una serie de dinámicas: no es habitual que la violencia en una relación comience el primer día (si fuese así, quizás sería mucho más fácil darse cuenta y abandonar la relación inmediatamente). De hecho, los expertos y las expertas de quienes te hablamos han demostrado cómo, sobre todo en las relaciones de pareja joven, la violencia es más sutil al compararla con relaciones establecidas de personas convivientes o casadas, en las que, por factores como el mayor tiempo juntos y las dependencias que se crean más allá de la emocional –por ejemplo, tener responsabilidades económicas y de crianza de hijos o hijas–, aparecen otras dinámicas. Esto no quiere decir que en una pareja joven la violencia que se ejerce sea menos seria, sino que es más difícil de identificar.

A veces cuesta darse cuenta que se está viviendo una relación de violencia o, incluso cuando comienzan a verse signos, resulta difícil asumir que está sucediendo. El negar que se está inserto o inserta en una relación de violencia puede funcionar como un mecanismo de defensa porque la verdad es que darse cuenta es un proceso fuerte. No es tan fácil –como cree la gente que lo ve desde afuera– acabar con una relación en la que se recibe algún tipo de violencia y tratar a la persona como una tonta desde luego no ayuda en nada. De hecho, las personas que ejercen violencia tratan de aislar a la pareja para poder ejercer su control de una forma más eficaz, sin tener la oposición de otros y otras que podrían proteger a la víctima y cuestionarlos o cuestionarlas. Lo peor es que este control se disfraza tan bien de amor y de preocupación que en ocasiones es muy difícil identificarlo. Se preguntarán: «¿Qué me cuesta decirle con quién voy? Es normal que me pregunte si se preocupa por mí. Y, claro, me pide la ubicación porque es más fácil, por si me pasa algo sabe dónde ando. También es normal que me diga que no salga con mis amigos o amigas, esos que son tan malas compañías y que no comprenden nuestro amor…». Y así seguimos y seguimos, y cuando nos damos cuenta, pensamos que ya es tarde. Pero esto no es cierto, nunca es tarde.

El salir de una relación dañina puede verse en distintas etapas de cambio. Las etapas de cambio son los momentos que puede tener una persona frente a un problema. Cuando se tiene una dificultad es posible que en una primera instancia se la niegue. Por ejemplo, cuando, a pesar de presentar diferentes indicadores bien claros, seguimos diciendo que no, que nosotros o nosotras no estamos viviendo violencia. En nuestra experiencia, nos hemos percatado de que muchos y muchas jóvenes que afirman estar sufriendo algunos episodios de distintos tipos de violencia, luego, al preguntarles si se sienten maltratados o maltratadas, indican que no; de hecho, conversando, llegan a decirnos que eso es «de viejas». La negación puede ser un mecanismo de defensa porque, insistimos, es muy fuerte darse cuenta de que uno o una vive violencia. Y acá hay que tener cuidado. Puede ser que la persona que sufre violencia te diga que no es así, no porque no se dé cuenta, sino porque teme las represalias de su pareja. Esa persona no está negando su situación, sino que está esperando el momento oportuno para poder salir de ahí. Si es así, estaría en la etapa de precontemplación; es decir, sabe que algo está mal, pero todavía hay días en los que analiza su situación y no decide dejarla. No todos enfrentamos los problemas de la misma forma y muchas veces cuesta entender cómo una persona vuelve una y otra vez con alguien que claramente le está haciendo daño. Si, por ejemplo, un amigo o amiga que está pasando por una situación así, se decide a hablar del tema y te pide ayuda, pero cuando le animas, le aconsejas y le apoyas para que pueda salir de esa relación te das cuenta de que ha vuelto otra vez, recuerda que no es fácil. Quizás está viviendo la fase de la luna de miel y puede tener la esperanza de que las cosas ahora sí cambiarán.

En todo caso, si se trata de tu situación concreta, no la de un amigo o amiga, si no tienes muy claro si debes terminar, pero estás viendo cosas que no te gustan, olvídate por un momento de si la relación es violenta o no, de quién tiene la culpa, pregúntate si quieres estar en una relación en la que constantemente te estés enojando, discutiendo o te pongas triste, y piensa: ¿Es esto lo que quiero en mi vida? ¿Quiero pasarme el resto de mi vida discutiendo, enojado o enojada… que cada decisión sea una pelea? Lo mejor que puedes hacer es terminar la relación y buscar ayuda para no repetir estas situaciones. Ambos son jóvenes, tienen una gran vida por delante y no es su responsabilidad «arreglar» al otro/a –responsabilidad, además, bien complicada si consideramos que no tenemos ni los conocimientos ni las capacidades– y, a veces, ese arreglar implica un cambio en base a lo que a nosotros o nosotras como pareja nos gustaría que el otro/a modificara y no en lo que realmente es mejor para nuestra pareja.

Dejar una relación dañina no es fácil, los tiempos que tienen las personas son distintos. Quizás la persona que se enredó en una relación violenta se siente sola y eso dificulta aún más el lograr salir de ahí.

Si sabes de alguien que está en una relación violenta, te aconsejamos escuchar a esa persona sin juzgarla, con cuidado; ya bastante culpables suelen sentirse quienes están en estas situaciones como para que seamos sus amigos o amigas los y las que le vengamos a decir que cómo puede consentir lo que su pareja le hace. Recuerda, también, que su autoestima puede estar dañada, no ayudemos a destrozarla más. Tampoco temas conversar esto con un familiar o con alguien de confianza, pues el acompañar a alguien en un momento así no es tarea sencilla y el silencio solo fomenta que la violencia se siga replicando. No tengas vergüenza de pedir ayuda, no eres un o una profesional; de hecho, entre los y las colegas psicólogos y psicólogas a veces nos consultamos casos. Como consejo, muéstrale esta guía, tal vez le sirva para reconocer que lo que está viviendo no es normal en una relación sana y se anime a pedir ayuda.

Hasta el momento, en todo este tema de cómo salir de una relación violenta, nos hemos centrado mucho más en el caso de que seas tú quien sufre violencia, aunque, como habrás visto, muchas cosas aplican tanto para la víctima como para el agresor o la agresora. Por eso, ahora nos gustaría comentarte brevemente qué pasa en este caso.

¿Y si soy yo quien
ejerce violencia?

Quizás estés leyendo esta guía y de repente te hayas dado cuenta de que estás ejerciendo (o has ejercido) alguna de estas conductas violentas que comentamos. Primero que todo, te felicitamos porque hay que tener fortaleza para darse cuenta de que es uno mismo o una misma quien no lo está haciendo bien. Es impactante identificarse con las historias desde la vereda de quien está ejerciendo el daño y quizás hasta este momento ni siquiera te habías dado cuenta de que algunas cosas que haces podrían no estar bien. Puede que se dé el caso de que incluso te identifiques en las dos veredas, pero ¿cómo puede ser esto? Pues sí, los expertos y expertas nos muestran que entre los y las jóvenes esto es más habitual de lo que pensamos, en contraposición con las relaciones adultas. En ocasiones son formas de reaccionar a conductas violentas y, obviamente, las consecuencias y pronósticos no son los mismos. De hecho, a veces escuchamos decir «no, yo no estoy siendo maltratado/a, si yo también lo hago». No te engañes: lo mires por donde lo mires, es violencia. Lo importante ahora no es buscar culpables –o quién está ejerciendo más violencia o a quién le duele más–, sino que es el momento para decir basta a la violencia como forma de relacionarse con los demás. La mejor manera de parar, además de darte cuenta, es hacer cosas concretas. Te invitamos a que puedas conversar con un adulto sobre tu situación, para que la violencia no marque las futuras relaciones que puedas tener. Ten presente que, si te estás relacionando con tu pareja de una forma violenta, le estás haciendo daño a la persona que quieres, a quien supuestamente deberías estar apoyando y con quien estás porque has elegido. Esta persona seguirá contigo a pesar de que se produzcan malos tratos, por todo lo que hemos ido mostrándote, no porque exista un amor romántico, aunque a veces lo disfracen así.

Quizás en estos momentos estés pensando que «sí, bueno, puede que tenga algunas reacciones violentas, pero son eso, reacciones, porque es que mi pareja quien me provoca y, claro, es normal que me ponga así». No te engañes, eso no es normal, en una relación sana debe estar presente todo lo que te hemos ido contando sobre el respeto, el apoyo, el cariño, entre otras.

Una vez que eres consciente de que debes terminar la relación, es momento de preguntarte cuál será la mejor forma. Es obvio que comenzarán a aflorar recuerdos y momentos de las cosas buenas y malas. En el caso de que tu relación tenga malos tratos, debes saber que estos suelen ir incrementando a medida que pasa el tiempo y es necesario que pidas ayuda a algún o alguna especialista o adulto responsable que pueda guiarte en este difícil proceso de dejar a tu pareja. De todos modos, a continuación, te damos algunos consejos para que puedas hacerlo de la mejor manera. ¿Cómo afrontar
una ruptura?

Generalmente ocurre algo que te hace saber que ya no puedes más con esa relación, por lo tanto, tomas la decisión de terminarla de forma «definitiva». Lo ponemos entre comillas porque no siempre se logra erradicar una relación tan rápidamente.

Una vez que termina una relación (y no nos referimos solo a aquellas en las que ha habido violencia, sino cualquier tipo de la relación) podemos pasarlo mal –a veces muy mal– y lo pueden pasar igual de mal tanto quien toma la decisión como a quien se la comunican. A veces, se hace difícil mantener la decisión tomada. Quizás no has tenido contacto directo con el otro/a, pero sí indirecto como, por ejemplo, a través de preguntarles a amigos o amigas en común, hablarles a familiares para obtener información o revisar sus redes sociales. Quizás en más de una oportunidad estuviste a punto de hablarle o de plano lo hiciste, porque puede que sientas que esta separación se vuelve intolerable.

Incluso puede que vuelvan a estar juntos una vez más, pero es muy probable que después de un tiempo nuevamente terminen, porque uno de los dos o ambos se den cuenta de que nada ha cambiado en realidad. Seguramente pases por algún periodo donde repitas estas etapas de «terminar, recaer y volver», pero, como te hemos mencionado a lo largo de toda esta guía, si ves que todo se torna muy complejo y sientes que no puedes salir, siempre tienes la opción de pedir ayuda.

Cuando llega el momento en que, entre tantas idas y vueltas, te das cuentas de que sin volver realmente te sientes mejor y que es normal extrañar a tu ex –aunque el daño que se causaron es mayor– no es fácil mantenerse firme, pero tampoco es imposible. Una buena red de apoyo podría facilitarte este difícil proceso. Porque, ¡ojo! No se sufre por amor, se sufre por desamor, que es la «falta de amor o amistad». Y, por supuesto, recuerda que siempre puedes pedir ayuda si sientes que algo no anda bien, todos y todas sufrimos y, contrario a lo que nos quieren hacer creer, reconocerlo es una señal de valentía y no de debilidad. Hace falta más valor para admitir que uno o una no está bien y enfrentarse a los sentimientos que duelen, que aparentar fortaleza y esquivar lo que nos hace daño.

Nadie dice que sea fácil terminar una relación, pero es mejor dejar en el pasado a la o las personas que te han hecho daño que seguir manteniéndolas a tu lado. Esto no significa que olvidarás o borrarás por completo los momentos y situaciones vividas, puesto que pasaste y compartiste tiempo de tu vida, se trata de cerrar ciclos y entender que la vida continúa. También es importante aprender a perdonar a los demás y sobre todo a nosotros mismos y a nosotras mismas.

Hemos redactado algunos elementos que consideramos pueden ayudarte a dar cierre de forma sana a una relación amorosa, independientemente del tiempo que hayan estado juntos o juntas, del grado de seriedad que le dabas y de quién haya terminado la relación. Son aspectos importantes para tener en cuenta y creemos que pueden servirte para superar adecuadamente una ruptura.

Recuerda que no todas las relaciones han tenido la misma intensidad, pero es importante considerar que, si decidimos terminar una relación amorosa del tipo que sea con una persona, el respeto hacia ella siempre tiene que estar presente.

Reservar
los recuerdos íntimos
de la relación

Cuando estás en una relación se abren secretos personales y familiares, así como se comparten recuerdos que se dan en la intimidad, que pueden referir a cuestiones muy personales que han sido reveladas en un contexto de confianza. Una vez que se termina la relación, esa información no debe ser utilizada para hacer daño a alguien que confió en ti ciegamente y por eso te la reveló. Si quieres puedes dejarlos en tu cabeza, en un lugar especial por lo lindo que fueron esos momentos, pero nunca deberás utilizarlos porque son parte del pasado, parte de un pacto en la relación que hubo y, aunque ya no estés con esa persona, no es correcto usarlos. De hecho, entendemos lo difícil que puede ser para ti –si estás en estos momentos enamorado o enamorada– pensar en las consecuencias que tendría que tu pareja revelase determinadas cosas que han hecho en la intimidad. Porque, claro, es el amor de tu vida y piensas que siempre van a estar juntos. Pues quizás no lo es y eso no significa que no se quieran, para nada, seguro que se aman más que muchas personas que conocen, pero la vida da muchas vueltas, así que, como consejo, no reveles a nadie –y no solo a tu pareja– algo de lo que te «morirías» de la vergüenza. Por ejemplo, imagina que tu pareja te pide una foto desnudo o desnuda. Si en ese momento piensas que morirías de vergüenza si la viera alguien más, mejor no la envíes. Ya no solo por el uso que tu pareja pueda darle (en la que confías y no cuestionas) sino por el que puedan darle otros. Ponte en el caso de que a tu pareja le revisan el celular o lo pierde.

Aceptar
el término

Si se termina, ya se terminó, aunque tú todavía sigas enamorado o enamorada, debes aceptar la decisión de esa persona. Cuando la persona dice que ya no más, y aunque eso puede doler mucho, hay que dejarla ir. Llevar a cabo conductas como seguirla a donde vaya, continuar llamándola constantemente o revisar todas sus publicaciones en las redes sociales, significa que estás acosándola, que no eres capaz de seguir con tu vida, y eso no es sano para ninguno o ninguna de los o las dos. Las amenazas tampoco son sanas. Por ejemplo, señalar que si no siguen juntos no seguirás viviendo es una forma de violencia tanto para ti como para la otra persona (¿realmente quieres compartir tu vida con alguien que está contigo porque teme que te dañes? ¿No preferirías estar con alguien que te valore y quiera estar contigo?). Y no estamos menospreciando el dolor que puedas sentir; al contrario, si la tristeza es muy grande debes pedir ayuda a tu cercanos e incluso acudir a un o una especialista.

Del mismo modo, si eres tú quien decidió poner término a la relación debes ser consecuente y permitir a esa otra persona cerrar esta etapa de su vida adecuadamente. Esto implica, entre otras cosas, no seguir contactándolo o contactándola por un tiempo, así le permitirás vivir su proceso de duelo, en el que asimile que ya no están juntos porque, en el fondo, esa persona puede que todavía tenga fuertes sentimientos hacia ti, por lo que es mejor distanciarse para no enredarla.

Terminar
sin violencia

Si durante la relación no fuiste una persona violenta contra tu pareja, no es el momento de serlo una vez que se termina. Ser capaz de terminar sanamente habla bien de ti, te ayuda a terminar de forma pacífica, a cerrar un vínculo importante que tuviste y a respetar los momentos vividos. Desearle lo mejor a esa persona significa que también te respetas a ti misma o mismo, y te ayudará a que, una vez que pases el dolor de la pérdida, puedas encontrar aprendizajes sobre lo que no funcionó y así mejorar en la próxima oportunidad. Si el terminar una relación te pone triste, siempre es mejor comunicarlo a tus amigos, a tus amigas y a tu familia. Recuerda que tienes muchas personas alrededor que se preocupan por ti y que, seguramente, en algún momento de su vida sintieron algo similar a lo que estás sintiendo.

Si en la relación que terminaste sufriste violencia, siempre es mejor contarlo en un espacio de cuidado, no es tu culpa que la otra persona haya sido violenta. Recuerda que si esa persona fue violenta contigo lo más seguro es que lo será con la siguiente persona con la que tenga una relación de pareja. Terminar ese tipo de relación es lo más sano para ti y es el momento de pedir apoyo porque haber vivido violencia deja un daño que hay que reparar en tu autoestima y tu autoconfianza.

Y si te das cuenta de que estás ejerciendo violencia, tanto en la relación como en la forma de terminar, es el momento de pedir ayuda en un espacio terapéutico. La mejor forma de pedir perdón es no continuar con la violencia ni en tu relación presente ni en las futuras: la forma de cortar la violencia es que la termines tú. En un espacio terapéutico podrás trabajar la ira que vuelcas tanto hacia los otros o las otras como hacia ti mismo o misma. Las personas sí pueden cambiar, pero no es un camino fácil, deberás estar acompañado o acompañada.