Relaciones sanas/La violencia en las relaciones

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La
violencia
en las
relaciones

¿Cuándo hablamos
de violencia en una
relación amorosa?

La violencia en el pololeo puede ser definida como «una acción o acto violento que puede darse en una situación en particular o de forma continuada en el tiempo, pudiendo ser ejercida por uno o ambos miembros de la relación, con la intención de controlar, dominar o demostrar más poder que el otro». Todas las parejas tienen diferencias y discrepancias. Sin embargo, el tener un conflicto no se asemeja en nada a la violencia o malos tratos, ya que los conflictos se pueden resolver cuando ambas partes se escuchan y son capaces, mediante una negociación, de llegar a un acuerdo en común.

Existen distintos tipos de violencia dentro de las relaciones. A continuación, señalaremos algunas para que puedas reconocerlas e identificarlas.

VIOLENCIA
FÍSICA

Incluye todas aquellas conductas que implican hacer uso de la fuerza, ya sea dañando a la pareja directamente (por ejemplo, golpeándola o hiriéndola con objetos) o a cosas que son importantes para ella.


Franco y Marta van a tomar un helado después del colegio. Comienzan a discutir porque Marta está todo el rato pendiente del teléfono y enviando mensajes. Franco le quita el celular y la toma del brazo con firmeza. Ella le pide que la suelte y deje de molestar, pero él la aprieta más fuerte para que no se pueda mover.

VIOLENCIA
SEXUAL

Se refiere a todas las conductas que atentan contra la libertad sexual de la pareja, presionándola a tener comportamientos sexuales que no desea. Por ejemplo, forzar a la pareja a desnudarse cuando no quiere.


Carla y José están acostados. Ella le
pide que, por favor, utilice preservati-
vo. José se molesta y pregunta: «¿No
confías en mí?». Carla le dice: «No se
trata de eso, es que yo creo que igual
debemos cuidarnos. Mi hermana que-
dó embarazada tomando pastillas».
José insiste: «Cariño, tranquila, si te
dije que yo controlo. Si confías en
mí, demuéstramelo». Carla responde:
«Está bien, no te lo pongas».

Dado que la VIOLENCIA PSICOLÓGICA
incluye muchos aspectos, a continuación, te
presentamos algunos de sus componentes.


Coerción

Conductas explícitas que son realizadas con el objetivo de forzar la voluntad de la pareja como, por ejemplo, amenazar con el suicidio en caso de abandono por parte del otro/a.


Tamara está discutiendo con
su polola, Elena, porque no
quiere que salga de fiesta ya
que no podrá acompañarla.
Elena le dice que irá igual
porque tiene todo el derecho
de salir. Finalmente, Tamara
le dice que si sale se acaba
la relación.

Humillación

Incluye todos aquellos comportamientos que denigran a la pareja y ocasionan una merma de su autoestima como, por ejemplo, insultarle en presencia de otros/as.


Marcos y su pololo, Juan, co-
mienzan a discutir frente a
todos sus amigos. Marcos le
dice: «Siempre eres tan estúpi-
do, parece que llegaste tarde a
la repartición de cerebros».

Violencia a través
de las nuevas
tecnologías de la
comunicación

No negamos que las nuevas tecnologías de la comunicación han supuesto un avance en muchos aspectos y han dado lugar a repercusiones muy positivas en las relaciones. Poder estar cerca de los seres queridos cuando no podemos hacerlo físicamente –ya sea porque nos separen kilómetros, porque adultos de nuestra familia no nos dejen vernos… o porque nos encontremos en una situación como la originada por el coronavirus este 2020– es algo realmente impresionante. Sin embargo, estas nuevas tecnologías han entrado de lleno en nuestras vidas, generando, en ocasiones, situaciones que antiguamente hubiésemos definido como violentas y que ahora consideramos algo aceptable. Por ejemplo, imagínate tener que perseguir físicamente (escondiéndonos cobardemente por las calles) a nuestra pareja para saber dónde está en cada momento; cualquiera nos diría que somos unos acosadores. Pues bien, ahora podemos hacer lo mismo, de forma constante y sin movernos del sofá, y a nadie le parece mal. Como este, podríamos darte miles de ejemplos, pero hemos pensado que mejor lo veas por ti mismo/a en estas conversaciones de WhatsApp que te mostraremos a continuación. Quizás encuentres un lenguaje algo vulgar, pero la intención es que percibas todo de la forma más realista posible para que las puedas analizar y comparar con situaciones de la vida cotidiana.

¿Qué te pareció
lo que acabas
de leer?

Probablemente pienses que es algo normal, ya que hoy en día muchos y muchas jóvenes tienen estos tratos con su pareja. Sin embargo, el que muchas personas –incluidos tus amigos y amigas, cercanos o familiares– lo hagan no significa que estemos haciendo lo correcto. Es necesario que te detengas, mires a tu alrededor y saques tus propias conclusiones. Es fundamental saber que todos tenemos el derecho a decir «no puedo» o «no quiero» por los temores o miedos que nos surgen a la hora de tomar ciertas decisiones. Una vez que las tomas, te das cuenta de que el mundo no se detiene, sino todo lo contrario, continúa y siempre se abren nuevos caminos y oportunidades para seguir adelante.

Lo que acabas de leer
son distintos tipos de
malos tratos o represen-
taciones de la violencia
que tienden a ser recu-
rrentes en las parejas.
El que algo sea recu-
rrente no es sinónimo
de sano o saludable.

¿Por qué a veces
no logramos salir
de una relación
violenta?

Quizás no entiendas cómo una persona puede regresar con su expareja después de haber recibido maltrato, o bien continuar en una relación en la que claramente está sufriendo. No es sencillo comprender las dificultades existentes a la hora de decidir dejar a la persona que consideras «el amor de tu vida». Como ya vimos al hablar de los mitos de amor, a veces aguantamos situaciones que nos hacen daño debido a ideas culturalmente aprendidas sobre lo que es el amor.

Cuando estamos en una relación que nos hace daño, o vemos a algún cercano que está en ella, es difícil entender la dinámica de su funcionamiento. Quizás tienes algún amigo o amiga al que su pareja le trata mal y cada cierto tiempo te pide ayuda porque han terminado y no sabe qué hacer. No es sencillo terminar o dejar de forma definitiva a esa persona que «quieres». A continuación, te mostramos una historia que creemos puede ejemplificar lo que queremos contarte.

Tamara lleva nueve meses pololeando con Esteban. Al principio de la relación todo era extraordinario, Esteban estaba siempre pendiente de ella y Tamara se sentía afortunada de estar junto a él. Con el paso de los meses, las cosas entre ambos comenzaron a cambiar. Esteban empezó a querer que solo saliera con él, aunque él no dejó de salir con sus amigos y amigas. De a poco, las cosas se fueron tornando cada vez más difíciles. Había días en los que Esteban estaba insoportable, ella no le podía decir nada porque se enojaba y terminaban peleando. Un día quedaron de juntarse para ir a la plaza del barrio con unos amigos. Allí pasaron un par de horas todos juntos y cuando llegó la hora de irse, Tamara le preguntó a su pololo qué le sucedía, ya que una vez más parecía molesto o enojado. Él se acercó hasta ella y comenzó a decirle que siempre andaba diciendo puras tonterías a sus amigos, que parecía tonta, que solo abría la boca para decir estupideces. La conversación comenzó a subir de tono, acabaron gritándose y mandándose a la mierda. Pasaron días en los que no se hablaron ni dirigieron la palabra, hasta que, tras dos semanas, Esteban le pidió que conversaran para aclarar la situación. «Sé que se me pasó la mano, lo siento, no quería ofenderte ni tratarte mal; es que me molesta que mis amigos piensen que solo te quiero por el físico, cuando tú eres mucho más. Por eso me enojo a veces cuando dices tonteras, pero en verdad es todo lo contrario. Perdóname, amor». Finalmente, ella lo perdonó y volvieron a estar juntos como antes. No, en realidad, mejor que antes, pero esto duró solo un par de semanas ya que siempre pasaba algo que les hacía volver a lo mismo e iban tejiendo una «telaraña».

Lo que acabas de leer es lo que en psicología llamamos el «ciclo de la violencia». Como vimos, los mitos hacen su parte dentro de estas dinámicas. La gente cree que el amor lo perdona todo, que superarán este tipo de situaciones demostrándose a sí mismos y al mundo que el amor lo puede todo, sin importar el dolor que les cause. Es como estar atrapados en una telaraña.

Usamos este término porque cuando una pareja se encuentra en este ciclo es como si su relación estuviera construida como una telaraña de la que no encuentran salida. Sin embargo, pese a que puede ser difícil llegar hasta ella, siempre la hay. Este tipo de situaciones no necesariamente se rige por un orden sistemático o cronológico, muchas veces las parejas se tratan mal o tienen algún episodio de violencia donde terminan peleando, gritándose, incluso golpeándose, para después dejarse de hablar, hasta que alguno de los dos regresa, pide perdón y todo vuelve a la normalidad. En ocasiones, incluso se crean la ilusión de que están mejor que antes, dado que tras una etapa de alta tensión de repente todo es maravilloso (algunos expertos y expertas la denominan «fase luna de miel», haciendo alusión a lo bonito que todo parece).

Cuando decimos que no necesariamente las cosas pasan de forma sistemática, lo que queremos decir es que a medida que va pasando el tiempo, el orden de los sucesos no siempre es el mismo. Puede ser que a veces esté todo bien, pero de pronto se encuentran gritando o peleando, sin saber por qué o cómo comenzó todo, y luego vuelvan a hablar como si nada hubiera pasado, sin siquiera alcanzar a pasar por la etapa donde se piden perdón y todo vuelve a ser o estar mejor que antes. De esta manera, en determinadas ocasiones, el maltrato puede darse en forma de episodios aislados o puede suceder constantemente en «baja intensidad» sin ser percibido como tal por quien lo recibe.

El o la que ejerce los malos tratos o violencia no necesariamente es una persona agresiva o desagradable para el resto; por el contrario, muchas veces pueden tener conductas afectivas en la intimidad o frente a otros u otras como, por ejemplo, decir palabras bonitas, dar un beso afectuoso o un abrazo cariñoso, todas acciones que pueden hacer creer o sentir a la pareja que lo malo fue solo una situación en particular o un episodio aislado.

Esto es parte de lo difícil que supone salir de una relación con malos tratos. Si estos fueran constantes y no hubiera momentos buenos, la decisión sería un poco más fácil. Cuando la persona que emite los malos tratos dice frases como «eres la persona más bonita del mundo», «no sé qué haría sin ti» o «eres a quien yo más amo en el mundo» es probable que quien recibe la violencia se sienta en las nubes y piense que en realidad esa persona es la indicada o la correcta para él o ella.

Y así, poco a poco, sin darnos cuenta, vamos permitiendo más y más, justificando lo injustificable, porque es el amor de nuestra vida, al tiempo que nuestra autoestima va menguando.

Si este es tu caso, ten presente que cuando nos sumergimos en estas situaciones tendemos a culpabilizarnos, normalizamos situaciones que, un tiempo atrás, jamás habríamos pensado que podrían sucedernos y nos alejamos de las personas que nos dicen que lo nuestro no está bien.

¡Qué van a saber ellos o ellas! No entienden lo que es el amor verdadero, que lo puede todo y que así es el amor que yo tengo con mi pareja… y nos apartamos, nos quedamos solos. Y quizás pensemos que no podemos salir de ahí, pero no es cierto, siempre se puede.