Revista de España (Tomo I)/Número 3/Boletín bibliográfico
Cosas de Madrid, por Carlos Frontaura. Madrid, 1868. El fecundo autor de este libro alcanza, en nuestro sentir, una popularidad muy merecida. La colección de cuadros de costumbres que lleva por epígrafe el que va al frente de estas breves razones, es obra de amena lectura y de muy sana moral, sin que el autor canse con sermones. La moral nace de los mismos casos, lances y aventuras que se refieren, y como la pildora amarga está envuelta en oro, ella está envuelta en chistes y agudezas y preparada con una envidiable dosis de buen humor, de ingenio y desenfado. El Sr. Frontaura pinta á la sociedad de Madrid, y sobre todo á las clases media y pobre, con un talento superior de observación. Sus costumbres, su lenguaje, sus vicios, pasiones y virtudes están retratados de mano maestra. Cualquiera, aun sin conocer el original, tendrá que reconocer lo parecido del retrato. No sabemos qué artículo recomendar, porque todos se leen con gusto. Los diálogos son naturales y graciosos. No pocos caracteres ó figuras están trazados con una firmeza y una exactitud grandes, en cuatro rasgos solamente. Y sobre todo, se recomienda el libro del Sr. Frontaura y se hace más simpático por la dulzura, bondad y amabilidad que descubre en el autor, á pesar suyo acaso, lo cual es lo contrario de la sensiblería.
El libro de las Montañas, compuesto por D. Antonio de Trueba. Bilbao, 1868. Es el autor de este libro uno de nuestros poetas más fecundos y más populares, hasta donde se puede ser hoy popular en España. Sus obras principales son El libro de los Cantares, Cuentos de color de rosa, Cuentos campesinos, Cuentos populares, Cuentos de vivos y muertos, Cuentos de varios colores, Capítulos de un libro y La paloma y los halcones. En muchas de estas obras propende el autor á describir y ensalzar su país nativo, las Provincias Vascongadas, y á pintarnos la vida rústica, dichosa é inocente de sus habitantes. Sin embargo, creemos que sus obras son más leídas y estimadas por la gente culta de las ciudades que por los campesinos á quienes encomia, y más conocidas fuera de las provincias que elogia que en esas mismas provincias. El que escribe estos renglones buscó dos años há un libro de Trueba, fuese el que fuese, por todo San Sebastian, y no pudo hallarle en ninguna librería. En cambio le ofrecieron, como lo más popular y conocido y castizo, traducciones de La inocente Virginia y El hombre de los tres calzones de Paul de Kock. Citamos aquí este hecho porque explica sin duda la condición literaria del libro de que vamos á hablar. O bien porque en España, y particularmente entre los vascongados, se lee poco, ó bien porque el Sr. Trueba escribe en un idioma que no entienden muy bien sus compatriotas de las Provincias, es lo cierto que sus obras no pueden ser allí realmente populares. Resulta de esto que, á pesar del innegable talento del autor y de su amor á la patria y de su vivo y profundo sentimiento, como no hay verdadera comunión, trato é inteligencia entre él y el pueblo, su sencillez suele pecar de artificiosa y sus melifluas suavidades suelen caer en el amaneramiento y la sensiblería. El Sr. Trueba abusa de algunos recursos con sobrada frecuencia. Apenas hay composición en El libro de las Montañas en que no tengamos repiquetes de campanas, y en que los animalitos y las cosas inanimadas, en las voces, gritos, sonidos y ruidos que producen, no sean interpretados por el Sr. Trueba, poniéndonos en castellano lo que él supone que pretenden decir. Repetidas á menudo estas interpretaciones, estas traducciones de la lengua de los pájaros, de los gatos y de los perros acaban por perder todo su chiste y todo su candor campesino.
A pesar de estas faltas, nadie negará que el Sr. Trueba es un verdadero poeta, y que nada tiene de infundado el legítimo orgullo que de serlo manifiesta en su último libro, cuya lectura apacible recomendamos á nuestros lectores.
El libro de las Montañas encierra cierto perfume agreste que encanta, y no dejan de tener mucha ternura algunos de sus versos. En otros se desliza demasiado el autor por la corriente de la sencillez, y viene á hundirse en el prosaísmo. Entonces, si conociese mejor los recursos y la riqueza de nuestro idioma, nos recordaría El Observatorio rústico de D. Gregorio de Salas, que bien puede pasar por un texto de lengua, por tesoro y modelo del buen decir, dados la prosa, el realismo y la candidez del poeta.
Histoire romaine par Theodore Mommesen, traduite par C. A. Alexandre, Conseiller à la Cour imperial de Paris. Tome VI. Paris, 1868. Librairie de A. Franck. En este volumen termina el libro cuarto de la historia romana, que con exactitud señala Mommesen con el epígrafe de la Revolución, porque en él se narra la que tuvo lugar en la manera de ser de aquel gran pueblo, y en virtud de la cual, destruido el poder de su admirable aristocracia, se preparó el advenimiento de la Monarquía militar, dedicando el autor el libro quinto de su obra á referir la historia de su fundación. La primera parte de este libro se contiene ya en el tomo VI de la traducción, que es el que acaba de publicarse, diciéndose en una advertencia que á él viene adjunta que, para no dividir el relato de la guerra de las Galias, formará esta materia la primera parte del tomo VII que se publicará desde luego en un volumen suelto para satisfacer la curiosidad justa y natural de los lectores franceses. Dadas estas noticias, poco añadiremos respecto al mérito de una obra que de seguro conocen cuantos tienen afición á los estudios históricos, y en la que se presentan sobre todo las primeras épocas de Roma, tales como los últimos descubrimientos, y los adelantos de la crítica los hacen ver á las personas que no estén prevenidas por el espíritu de sistema ó por un excepticismo absoluto, que con sus exageraciones embaraza los progresos de la historia, tanto como la credulidad ignorante que reinó en otros tiempos.
L'Année philosophique, études critiques sur le mouvement des idées générales dans les divers ordres des connaissances, par M. F. Pillon. Paris, librairie Germer-Bailliere, 1868. El autor de este libro y sus colaboradores no se han propuesto sólo extractar las obras de que se ocupan y exponer sus doctrinas, sino que las analizan y juzgan, y como para esto es preciso aceptar un sistema ó al menos ciertos principios generales, declaran desde luego que los suyos son los del racionalismo crítico, cuyo fundador fué Kant, pero despojado de las antinomias de la razón pura y de lo que estos escritores llaman ídolos de la antigua metafísica, á saber: las nociones de infinito, de absoluto y de sustancia. Como se ve, en estos estudios domina la misma tendencia que en la última obra de M. Tissot, que puede considerarse como jefe de la escuela crítica en Francia, pues recordarán nuestros lectores que al dar cuenta de su lógica dijimos que M. Tissot, manifestaba que en su concepción de esta ciencia prescindía de los neumonos: no hay para qué decir que con esta variación se altera fundamentalmente la doctrina Kantiana hasta el punto de que no existe ya verdadera filiación científica entre las modernas doctrinas críticas y las del filósofo de Koenisberg. Prescindiendo de estas consideraciones, que tal vez desenvolvéremos en un estudio especial sobre el estado de la filosofía contemporánea, diremos para terminar estos apuntes que en el libro de que nos ocupamos no se trata más que de las obras últimamente publicadas sobre la moral, la estética, la ciencia del lenguaje y la filosofía de la historia, dejando sus autores para el tomo que ofrecen publicar en el año próximo lo que más propiamente se ha llamado siempre filosofía, es decir, las obras que traten de metafísica, de psicología y de lógica.
Grammaire comparée des langues indo-européennes, comprenant le sanscrit, le zend, l'armenien, le grec, le latin, le lithuanien, l'ancien slave, le gothique
et l'allemand, par M. François Bopp, traduite sur la deuxième edition et precedée d'introductions, por M. Michel Bréal, professeur de Grammaire comparée au Cóllege de France. Tome II. Paris, Imprimerie Impériale, 1868. Esta obra ha de constar de cuatro tomos, y el que acaba de publicarse, hermosamente impreso como el anterior, contiene en primer lugar una introducción del traductor M. Bréal, en que expone el procedimiento ú orden general de que el autor hace uso en la obra; después sigue la parte de esta que trata del nombre, del adjetivo, del pronombre y de sus derivados, considerando estas partes del discurso en todas las modificaciones de que son susceptibles en las lenguas que más inmediatamente proceden del tronco común orgánico. La importancia de esta obra para penetrar en el conocimiento de la ciencia del lenguaje es tan evidente, que no tenemos para qué encarecerla; es verdad que no se trata en ella más que de las lenguas indo-europeas ó ananas. Pero esta familia natural de idiomas es la que para nosotros tiene mayor interés, porque á ella pertenece el nuestro, y porque algunos de los que la forman son los que han servido al par de vehículo y de instrumento á las más altas manifestaciones del espíritu humano, habiendo sido antes y siendo hoy habladas por pueblos á quienes parece encomendada la gloriosa misión de ser los iniciadores y propagadores del progreso en todas las esferas de la actividad humana. Por otra parte sabido es que la ciencia del lenguaje, juntamente con la geología y con la etnografía, ha contribuido á descubrir anchos horizontes antes ignorados en la historia antigua de la humanidad; por eso la filología es desde hace algunos años objeto de perseverante estudio en todas las naciones civilizadas, donde se publican innumerables libros sobre esta materia.
En nuestro primer número dimos cuenta de algunas obras publicadas últimamente por la Bibliotheque de philosophie contemporaine. La actividad que en los editores de ella se nota este año demuestra que en vez de disminuir aumenta, contra lo que algunos creen, el interés que en el vecino Imperio y en toda Europa despiertan las más elevadas especulaciones. A pesar de la acusación de materialismo que con tanta ligereza se quiere aplicar al siglo presente, y no obstante la boga de la escuela positivista que niega, ó mejor dicho, que prescinde de la metafísica, es lo cierto que ahora, como siempre, ocupa el; espíritu de las gentes el examen de los eternos problemas que forman el contenido de lo que no sin razón llaman algunos filosofía primera. A estos asuntos se refieren los siguientes libros publicados hace poco por la Bibliothèque de philosophie contemporaine.
Les problemes de l'ame, par Auguste Langel. París, Germer-Baillière, 1868. Para comprender el interés de este libro bastará indicar la serie de sus capítulos. 1.° El alma de las bestias. 2.° Las cercanías del cerebro. 3.º El cerebro. 4.º El sueño y la locura. 5.° La ciencia y la psicología. 6.° La unidad humana. 7.º El instinto. 8.° El ideal. 9.° Las pasiones. 10º. La libertad. 11.º El destino humano.
Augusto Compte et le positivisme, par S. Stuart Mill, traduit de l'anglais par Clemenceau. París, Germer-Baillière, 1868. Como su título indica este libro es el juicio que forma el célebre economista y filósofo inglés de las doctrinas de Augusto Compte, no muy distintas de las suyas. A las observaciones de Mill contestó en La Revista de Ambos Mundos M. Litré, que es sin duda el más ilustre discípulo de Compte.