Revista de la semana del No. 4, 1869

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​El Museo Universal​ (1869)
Revista de la semana del No. 4, 1869
 de Nicolás Díaz de Benjumea
REVISTA DE LA SEMANA.

S

e esperaba con grande impaciencia la apertura de las Cámaras francesas; poro el discurso del emperador, aparte de los asuntos domésticos y de presentarse armado caballero, para poder mantener su ideal de paz y concordia entre pueblos y príncipes, no se muestra muy explícito en cuestiones internacionales, ni da fundadas esperanzas con su pacifico y moderado lenguaje de que algún acontecimiento no venga á encender la guerra en Europa. Aquí sientan como llovidos aquellos versos de nuestro poeta García Tassara, en su magnífica composición á Atila:

......«¡Paz a la tierra!
Desde París decía;
Y la voz de los hados... ¡Guerra! ¡guerra!
¡Revolución y guerra! repetía:»

Dificultoso es, en verdad, creer, por mas que lo diga el Emperador, que todos se arman para sentarse en el hogar y disfrutar de goces patriarcales; y menos cuando viene el barón Kuhn armado de la fria argumentación de los números á decirnos, que hay cinco millones y medio de soldados sobre las armas entre las potencias que en Europa se califican de militares.

Este dato es desconsolador de veras. Añadiendo á esta suma los ejércitos de España, Portugal, y la Turquía europea, bien podemos fijar en seis millones el número de seres arrancados al trabajo y á la producción. Pues pensad que cada hombre de estos consuma por lo menos, cinco reales diarios por término medio, y tenemos que diariamente se gastan treinta millones de reales en alimentar á las milicias de Europa. ¿Ubinam gentium sumus? En medio de esta actitud pacífica, la inofensiva Inglaterra habrá hecho á estas horas el ensayo de la nueva bala inventada por Fitzmaurice Palmer, que pretende haber descubierto un proyectil superior á todos los empleados hasta el dia. Para la fiesta han sido convidados además de la plana mayor de la artillería y gran número de militares y marinos, varios representantes de las cortes extranjeras que observarán con esquisita atención estos experimentos.

Como no hay periódico que no hable de los confercitcieros, según se les llama en París, hemos de reasumir las noticias de lo que ha venido á resultar en la Sala del Muelle dOrsay. Parece ser, que no obstante la importancia que en su discurso le ha dado el emperador, el resultado ha sido algo ridículo. Un protocolo, especie, de manifiesto de las potencias arbitradoras, según el cual, Grecia y Turquía pueden devorarse, si gustan, ó hacer las paces si les viene á cuento, será enviado á Atenas, espresando el disyusto con que los gobiernos de Europa lian visto, que el gobierno helénico no se conformó estrictamente á los compromisos internacionales: disgusto que contra la opinión de Metternich quieren los plenipotenciarios que se estienda á la conducta de la Turquía. De suerte, que lo que se saca en limpio de la conferencia, es la suspensión, mas no la solución del conflicto, que volverá á renovarse cuando asi convenga á cualquiera de las partes, con la circunstancia de que, dado este caso, no podrán las naciones seguir en la senda de neutralidad que hoy tal vez hubieran adoptado.

Por fin ha aparecido el ansiado decreto que establece las reglas para la elección de diputados constituyentes en las islas de Cuba y Puerto-Rico. Este es el primer paso en la senda de las reformas en la organización político-administrativa, tan necesarias y urgentes en nuestras provincias de tltramar, que tendrán completo desarrollo después de. oír en el seno de la representación nacional la opinión legítima de aquellos pueblos; pero el Gobierno se reserva el señalamiento de la época en que deben verificarse las elecciones, época que, teniendo en cuenta la formación del censo y demás trabajos preparatorios, se nos antoja que no ha de estar muy cercana.

A pesar de que las noticias de Cuba son ya muy favorables, no puede recordarse sin aplauso la exposición que varios propietarios y comerciantes de Santander habían dirigido al Gobierno provisional, iniciando su deseo de apoyarle con recursos pecuniarios para facilitar la pacificación de aquella isla.

El acontecimiento notable de la semana ha sido la terminación de las elecciones para diputados, actos que en toda España se han verificado con una tranquilidad verdaderamente inesperada. Inglaterra que tantos años lleva de práctica en elecciones, ofreció en las últimas generales escenas de violencia escandalosas, que ora sean producto de mayor interés y entusiasmo por los negocios públicos, ora del sistema de votación que pretenden reformar, no hacen mucho favor á los ingleses. Los españoles, por el contrario, en medio de una calorosa lucha de opiniones, se han mostrado tan sensatos y pacíficos, que bien pueden presentarse las recientes elecciones como modelo á los pueblos republicanos más libres y familiarizados con la emisión del voto. El triunfo lo han obtenido los monárquicos, aunque no es por cierto insignificante el número de elegidos pertenecientes á la bandera republicana que arrojan los colegios electorales de provincia. Este era un resultado inevitable del período de interinidad, que de continuar mas largo tiempo, tal vez habría arrojado una mayoría facticia opuesta al sentimiento incarnado en el pueblo español.

El pasado domingo, aniversario del nacimiento del ilustre Calderón de la Barca, publicó Las Novedades un excelente artículo panegírico de este inmortal poeta, lamentándose de que en España no se hagan manifestaciones públicas que digan á la generación presente las virtudes de aquellos varones famosos, cuyos nombres invocamos siempre que el legítimo orgullo nacional nos alienta, y concluía extrañando, con razón sobrada, no ver siquiera anunciada para aquella noche en los carteles de nuestros teatros una de las inmortales obras de aquel hombre extraordinario. Nosotros creemos que no es olvido ni falta de deseos, sino falta de costumore y de un discreto términomedíoen la elección del procedimiento commemoratnrio, y nos fundamos para decir esto en la experiencia de hechos pasados. O un entusiasmo que traspasa los límites y por tanto no puede ser duradero, ó una frialdad inconcebible. Es que no liemos dado con la fórmula.

Y á propósito de teatros. Ya tenemos el ansiado decreto, tan conciso como expresivo, que establece la libertad de teatros. Ya se acabó aquella protección dispensada á lo que se llamaba un arte extranjero, con perjuicio del arte nacional. ¿Tendremos en lo sucesivo opera italiana? Asunto curioso es sin duda alguna el de adivinar cómo puede concillarse que los habitantes de Madrid paguen por una luneta en el teatro de Oriente una suma insignificante en comparación á la que se paga en las demás capitales de Europa, y sin embargo tengan derecho á oir a la Nilsson, Patti, ilma de Murska, Paulina Lucca y otras cantatrices de primer orden, con artistas á igual altura del sexo feo. Y ello el problema ha de resolverse antes de mucho. Nosotros comprendemos que donde se paga ocho rublos por una luneta como en San Petersburgo, con el item de una decente subvención por parte del gobierno, haya siempre artistas de primo cartello. Comprendemos también que donde se paga libra y media esterlinas por igual localidad, como sucede en Lóndres, con la subvención nacional de 3.000,000 de habitantes, haya empresarios que contraten á las primeras celebridades de la época; Íiero vemos el problema algo insoluble en España si os filarmónicos no cejan en una de sus dos pretensiones. De todos modos, preferible es la libertada la odiosidad de los privilegios, y cuando el español pueda escuchar á los famosos ruiseñores de la época, dirá como Sancho: «si buena ópera me dan, buenos azotes me cuesta.»

Casi todos los periódicos de Madrid han hablado estos dias de los nuevos datos hallados en nuestros archivos por Mr. Beugeuroth, respecto al cautiverio y locura de doña Juana, de los que resulta, que la viuda de Felipe el Hermoso no era loca, sino que su demencia fue la enfermedad que entonces se llamaba heregia, y que para motivar la prisión á que se la condenó, se hizo divulgar la noticia de que estaba demente. Nosotros no negamos que haya razones de dudar de la versión hasta nosotros transmitida tocante al destino de esta infeliz princesa; pero no estamos por dar todo crédito á la versión nueva, creyendo que en este asunto existe todavía la misma oscuridad y confusión que hace años existia sobre el del malhadado príncipe don Carlos. La sociedad que trata de establecerse con el título de Liga de la enseñanza, celebró ya su sesión preparatoria para elegir la junta directiva, en cuyo acto pronunció un notable y luminoso discurso el rector de la Universidad Central, encareciendo la importancia de estas asociaciones. No dudamos de que existiendo en las demás capitales y pueblos de provincia la misma falta de instrucción en las clases trabajadoras y menesterosas, se instituyan idénticas asociaciones, no olvidando la conveniencia de establecer bibliotecas para los obreros donde se reúnan manuales y tratados propios para que se ilustren en sus respectivos oficios y profesiones.

Nicolás Díaz Benjumea.