Revista del Jardín Zoológico de Buenos Ayres/Tomo I/Aves libres en el Jardín Zoológico de Buenos Ayres
El terreno en que se encuentra el nuevo Jardin Zoológico cambia sensiblemente de aspecto.
Lo he conocido siempre como un campo casi pelado, especie de Pampa ribereña, baja, y con fisonomia de bañado, como que en algunas de sus depresiones asoman todavía muchas de las especies de plantas que caracterizan tales terrenos;—por lo demás, uno que otro árbol aislado.
En él pastaban en otro tiempo las caballadas de Rozas, y cuando éstas cambiaron de dueño, el campo fué invadido, y lo ha sido, hasta hace poco, por todos los animales sueltos de la vecindad.
En la parte mayor de su extension se diseñan ahora lagos y caminos abovedados, y canteros de diversas formas y proporciones. Los edificios del nuevo Jardin, habitados en gran parte por los animales de la rica coleccion, podrían quedar terminados en breve, si no soplaran tan malos vientos sobre la fortuna pública;—pero ello vendrá.
Para no extenderme demasiado, diré, en pocas palabras, que nadie reconocería lo que fué por lo que es.
No es ya la obra un humilde boceto—es algo más que no tiene nombre; pero lo tendrá.
En sus canteros empiezan á dibujarse los macizos de árboles, algunos de los cuales ofrecerán su grata sombra á los paseantes en el próximo Verano, y en sus ramas levantarán á todas horas del día su himno de vida los pájaros libres, alegría perpétua de los jardines. Dentro de pocos años la metamórfosis habrá sido radical. No puede un campo desnudo transformarse en bosque sin que sobrevenga un cambio también en el número y variedad de sus habitantes animales.
Antes que este fenómeno natural se opere, me siento solicitado por la necesidad de conservar en estas páginas una nota del presente, para cuando se cambie en lejano pasado, y quiera algun curioso comparar los elementos de uno y de otro tiempo.
Entónces, pues, cuando las recientes plantaciones se hayan desenvuelto debidamente, numerosas especies de Aves vendrán á anidar ó á cantar en las arboledas; otras se detendrán en ellas en su paso migratorio ó en busca de sustento, y así se operará, sin violencia, un fenómeno que, en sí, no tiene nada de maravilloso.
Entre tanto, paso de lleno á la cuestion. El título de este ligero trabajo no promete mucho, ni ofrezco en él otra cosa que una página arrancada de cierto cuaderno que algún dia se presentará con más tono y arrogancia que su centinela de avanzada.
Las Aves libres en el Jardin Zoológico representan los habitantes indígenas, más ó menos permanentes ó accidentales que, en distintas ocasiones, he podido observar en el terreno, y el título significaría algo más que el de «localidad» si se tratara de publicar una coleccion valiosa, como expresion de una Fauna ornitológica limitada.
Conociendo las costumbres de los animales que aquí señalo, será fácil reconocerlo que de ellos se ha observado y lo que con los representantes de sus especies sucederá mas tarde. Algunos, como los Trupiales ó Pechi-rojos, quizá no vuelvan á verse alli, porque, prefiriendo la llanura herbosa y tranquila, mal podrían hallarse á su gusto entre céspedes ó canteros limitados por caminos que, ya hoy, recorren millares de personas en un dia; las Perdices no lo visitarán mas; en cambio bandadas de Palomitas se verán por todas partes y anidarán en las ramas de los Eucaliptos, de los Pinos y de las Acacias; los Benteveos de la vecindad se reunirán allí en compañía de los Churrinches y Tijeretas, asi como muchos que no figuran todavía en su recinto.
No tiene ésto las proporciones de una Fauna local. Si así fuera, si incluyera todas las especies que un cazador podría haber adquirido bajando á tiros aves de paso, figurarían aqui casi todas las especies de Buenos Ayres. Por esto no se incluyen en la lista ni los Cisnes de cuello negro, ni los diversos Patos que, en bandadas á veces numerosas, lo han cruzado por la altura, ni muchísimas otras especies que han sido observadas en los alrededores.
Pero más que cualesquiera explicaciones dirá su objeto la siguiente enumeracion.
He visto algunas veces este animal posado en los Ombúes del Jardin y me consta que ha anidado á poca distancia.
Todavía suele encontrarse, posándose en las construcciones, y revoloteando de un lugar á otro, á la tarde.
Habita los edificios inmediatos, altos, tales como los pabellones de la Sociedad Rural, pero suele hacer incursiones nocturnas al JaTdin. Los guardianes, no hace mucho, lo observaron atacando á un Tatito que se había dejado suelto en el lago.
A mediados de Julio se instaló en el Jardin un ejemplar de esta especie, cazadora diurna, y permaneció allí varios días, persiguiendo ratones y sin duda otros animalejos.
Ultimamente (Agosto 16) ha reaparecido en pareja y se ha cazado la hembra.
Aunque no emigra en totalidad, no la he visto ni sentido durante este Invierno, sinó hasta principios de este mes. Abunda en el terreno, al cual viene á buscar insectos y áun vertebrados pequeños. En el Verano pasado anidó en el Jardin, en un Ombú.
Desde fines de Junio se ha visto un ejemplar posado junto al lago, ó haciendo su presa de renacuajos ó pecesillos. (De éstos, eché en el lago, en Enero de este año, algunos Tetragonópteros ó Mojarras y varios Curimatinos ó Sábalos chicos. En Noviembre del anterior, un ciento de Girardinos que se reprodujeron; se descargó en él también el caudal de una zanja antigua que tenía Anguilas—(Simbrancos)—; en este año, un empleado trajo del Rio algunos Bagres amarillos pequeños, que echó al lago tambien. En el próximo Verano se procurará poblarlo de especies apropiadas.)
El más comun de nuestros Picaflores, con pico rojizo, que suele verse hasta en Invierno en los alrededores de Buenos Ayres. Lo he observado en el Jardin libando en flores de Petunia ó de Nicotiana glauca ó entre bandadas de mosquitos, una de sus víctimas predilectas.
Muy comun durante todo el año. Es probable que en esta Primavera anide en el Jardin. (Véase lo que de él digo al tratar del Gorrion, n° 37.)
Comun en Verano.
Se ha observado varias veces estacionado en el terreno. Se obtuvo un ejemplar vivo para la coleccion, y lo pasó bien en cautividad.
Lo mismo que el anterior. No he podido fijar la especie.
(Es comun entre los muchachos y los pajareros dar el nombre genérico de Benteveo, con algún adjetivo, á todos estos Tiránidos próximos al verdadero, y que se le asemejan por lo azufrado del plumaje inferior ó por algunos otros caracteres.)
No escasea en Verano.
Blanca, con remeras negras. Doy su sinónimo del Norte del país, y el tipo general de su plumaje, porque muchos llaman tambien «Viudita» al Pico de Plata.
La he observado pocas veces. En general, es rara en Buenos Ayres. En ninguna parte la he visto en mayor abundancia que en el Valle de Lerma.
He visto una sola, posada en un Tala. Más tarde, asociada á las Serpófagas y otros Tiránidos pequeños, anidará en los árboles del Jardin.
La he observado en Talas (Celtis). En el mes de Agosto (11) ya he visto los primeros ejemplares en los Pinos recien plantados.
El nombre vulgar se aplica al macho, negro, remeras blancas. La hembra, completamente distinta por sus colores, no es vulgarmente reconocida. En Verano se observan los machos con frecuencia.
Muy comun durante todo el año. En el edificio en construccion para los Gamos europeos, una pareja de Horneros ha establecido su casilla de barro dentro de un trébol gótico.
Es menester que el público ayude un poco á los empleados del Jardin para evitar, entre otras cosas, travesuras estúpidas de los muchachos, que tiran municiones, á los pajaritos libres, con honda de goma. Está absolutamente prohibido, y más tarde se castigará con mayor energía que lo que lo ha sido hasta ahora.
El Hornero en nuestro pais es un ser familiar, que merece toda nuestra proteccion, ya que tan confiadamente nos la pide.
Muy rara en el Jardin.
La he visto algunas veces en matorrales silvestres del Jardin. En este año, la he oido por vez primera el dia 19 de Agosto.
Se le vé en el Jardin durante todo el año, y fabrica en los árboles su nido grande de palitos. En los Plátanos de la Avenida los hace tambien, pero los muchachos los destruyen sin objeto.
No le conozco nombre vulgar. La he visto en Verano en Talas (Celtis).
Es comun en el Jardin.
Viene alguna que otra vez de la vecindad, donde anida.
Lo mismo que el anterior.
Es comun y ha anidado en varios puntos del Jardin, particularmente en los agujeros de las paredes.
No es difícil comprender que un campo lleno de yerbas y de insectos que las visitan, sea cruzado contínuamente por numerosas Golondrinas de todas las que se encuentran en Buenos Ayres. Sin embargo, yo no he podido reconocer sinó las siguientes:
No sé con seguridad qué especie es esta. En mis viajes he cazado varias del grupo, pero nunca he obtenido la de aquí. Quizá la haya conseguido y determinado sin oirle el canto préviamente, y como algunos de estos animales se parecen tanto, prefiero señalarla con su solo nombre vulgar. A veces he visto muchos ejemplares, más de cien, revoloteando en el aire crepuscular, en el rigor del Verano y áun de dia posada en alguna rama. No anida propiamente. Deposita los huevos blanquísimos y un poco más anchos que los de la Palomita torcaz (N° 47) en el suelo desnudo y allí los incuba. (Me refiero á observaciones de la infancia, en la antigua quinta paterna, situada á pocas cuadras del sitio que me ocupa.)
o recuerdo haber oido su canto ni en las Provincias del Interior ó del Norte, ni en las del Litoral (con excepcion, naturalmente, de Buenos Ayres), ni en el Chaco ó Misiones, ni en Patagonia ó en el Sur de la Provincia de Buenos Ayres.
Ese canto fuerte, que podría traducirse por las silabas chi-o-tchú-chú-chú, rápidamente emitidas y unidas, y que el animal deja oir á veces desde la entrada hasta la salida del sol (y áun de dia), parece aflautado-agargarado (discúlpeseme la palabra.)
Lo he vuelto á oir con placer, despues de muchos años, en las noches del último Verano, en el Jardin, y he visto algunas veces el animal revoloteando ó posado en algún palo del mismo.
Es muy posible que sea un Antrostomus, y tiene el tamaño del parvulus;—á no ser que sea el Heleothrephus anomalus (Gould). Dentro de poco, trataré de obtener uno para fijar la especie.
Este lindo pájaro suele verse posado en algún árbol, durante el Verano. En el antiguo jardin han sido cazados algunos que parecían empeñados en entrar á la pajarera donde estaban sus símiles.
Lo mismo que el anterior.
Como los dos anteriores. El Cardenal libre, en Buenos Ayres, es raro, y en general casi todos los que así se encuentran, son escapados. Me aseguran que un caballero soltó unos 200 en Palermo, hace algunos años, y los que no perecieron á manos de los muchachos, fueron entrampados por los vecinos. En el Verano pasado se asentó uno por varios dias en el Jardin nuevo. Probablemente lo ahuyentaron los muchachos.
Alguna que otra vez en los matorrales. El segundo nombre, el más onomatópico de los tres, debe ser rápidamente emitido con tendencia á silbido.
Lo he visto en el Jardin. Es tan exacto lo que de él dice Azara, que no hay posibilidad de confusion con algunas hembras de Jilguerito á las que tanto se parece á primera vista y á cierta distancia. Por lo demás, lo he cazado en Salta y en Buenos Ayres.
Casi ya no se ven Chingolos en Buenos Ayres. Desterrados por el intruso Gorrion, por una parte, y perseguidos á muerte para adornar la polenta, por otra, sus cuerpecillos desplumados se venden á millares en los mercados. En el terreno del Jardin se vé siempre uno que otro y en más de un caso he encontrado sus nidos.
Aunque exótico, pero ya naturalizado, el Gorrion debe figurar en esta lista, Hace algunos años, pasando cerca de la Recoleta, oí cantos de avecillas que no conocía, y noté que en los Eucaliptos en que se posaban las había en abundancia. Causóme sorpresa el hecho, y no fué menor cuando reconocí en la calle, muy familiar, al Gorrion, del que había visto buenos retratos.
Mas tarde me dijeron que el floricultor Peluffo había traido de Europa algunas docenas de ellos y los había soltado.
Los Gorriones fueron ampliando poco á poco el área de su dispersion invasora.
En las calles de Buenos Ayres se ven por todas partes, Metiéndose hasta por debajo de los carruajes, y con un desenfado tal que parecen antiguos señores del campo. Anidan sin temor entre los acantos y volutas de los capiteles corintios que tanto abundan en nuestra arquitectura urbana; en Palermo, los Eucaliptos se llenan de sus nidos; los he visto en Belgrano, en Flores y en San Fernando, y me aseguran que ya se extienden hasta algunas leguas de Buenos Ayres por el lado del Sur.
Por lo pronto, destierran al Chingólo, el pájaro criollo por excelencia.
Vamos ahora á una cuestion importante,, que puede tratarse aquí, aunque no sea estrictamente de la índole de este trabajo.
¿Conviene el Gorrion en Buenos Ayres?
Hace algunos años se dictó en Hungría una ley de exterminio contra el Gorrion, por el daño que hacía, devorando una cantidad enorme de granos, y fue tan eficaz la ley, que al cabo de algun tiempo no quedó uno. Al año siguiente los insectos devoraron la cosecha; al otro lo mismo. Repitiéndose estas pérdidas, fueron consultados algunos naturalistas, y ellos declararon que se debía á la supresion de los gorriones. En efecto, los gorriones, que son granívoros, son muy voraces; pero, en la época de la cría, destruyen una cantidad enorme de insectos. Suprimido el Gorrion, tomó incremento el desarrollo de los insectos destructores de los granos, y ellos dieron cuenta de las cosechas. Se anuló la ley; volvieron los pajarracos protegidos por los premios ofrecidos á los introductores y al año siguiente se obtuvo una buena cosecha.
Ultimamente el señor Alberto de Saint-Hilaire, Director del Jardin Zoológico de Aclimatacion del Bosque de Bolonia en París, ha ordenado el exterminio de los gorriones, porque no dejan grano en las faisaneras y otros departamentos de cría.
Recuerdo siempre una anécdota que leí hace años en un libro escrito por gentes de buen humor.
Un buen cura, cuyo granero estaba repleto de trigo, vió cierto dia con disgusto que los gorriones le mermaban su haber de un modo desastroso, y despues de golpearse la frente con la punta del índice, tuvo una idea: tomó un leviton viejo, lo armó sobre una escoba, coronó la obra con un sombrero, y, despues de fabricado aquel espantajo en medio del granero, se retiró satisfecho, con la seguridad de que los ladrones no volverían. Algunos dias después tornó á visitar su trigo. El desastre era indecible, y los gorriones desvergonzados habían llevado su audacia hasta fabricar sus nidos en los bolsillos del viejo leviton.
Ahora que los conozco, los creo capaces de anidar áun en la tabaquera del buen cura.
Los gorriones son pájaros de mucha resistencia. Véase dónde buscan su alimento, en las calles. Menos escrupulosos que el profeta Ezequiel, hacen su banquete con lo que el profeta no quería; las plumas negras de su garganta les dan un aire de fuertes y barbudos; pero, en realidad, su verdadera fuerza está en su astucia y viveza. He visto en el Jardin al encargado de las aves, el más hábil cazador que conozco, desesperarse con los gorriones.—« Los mistos y chingolos caen en la red por cientos—me decía:—«los gorriones necquaquam.»
Nuestro clima les conviene admirablemente, y el alimento lo encuentran en abundancia.
Prolíficos en extremo, hacen, á lo menos, dos crías al año, y he visto á un Gorrion, en menos de media hora, cubrir á la hembra catorce veces. Por eso será que los alemanes dicen: «Er ist verliebt wie ein Sperling»—(enamorado como un gorrion).
Hoy los tenemos por millones; ¿qué sería si en tal número hubiesen sido importados?
El Gorrion no es animal de campo abierto; así como los atorrantes buscan las ciudades, busca él las arboledas, y éstas, en la formación fitogeográfica de la Pampa, sólo existen cerca de las habitaciones humanas.
Total: el Gorrion se aclimata fácilmente, y se ha naturalizado ya aquí; encuentra su alimento en cualquier parte; no emigra; es muy resistente y prolífico, y en Hungría se le deben cosechas por él salvadas; es animal de arboledas ó de ciudad y nos sirve ó no nos sirve.
Veamos algo más.
Un ave granívora es siempre dañina. Pero un ave que, á lo menos en cierta época del año, es insectívora, es útil á medias, y digo á medias, porque la mitad, por lo menos, de los insectos que consume, son útiles, y la otra mitad se compone de especies dañinas, muchas de las cuales sólo dañan á las plantas incómodas, á los yuyos. De este modo, su utilidad disminuye mucho. Pero es que existen diversos tipos de insectos muy dañinos, que quizá destruye el Gorrion.
En Buenos Ayres, los que lo son en mayor grado, son:
Los Taladros (Cerambícidos) porque forman galerías en los troncos de los árboles. El Gorrion no los ataca.
Los Bichos de cesto (Oiketicus), jamás los toca. En cambio el Benteveo los consume por centenares.
Las Hormigas, como si no existieran para él.
La Langosta!—jamás he visto un Gorrión atacar á una sola—y eso que en el último Verano, cuando la invasion, algunos miles de ellas visitaron el Jardin.
Hace unos tres años, la cosecha de Lino fué perdida á causa de un desarrollo inaudito de orugas de cierta mariposa de alas anaranjadas (Colias Lesbia).
Hé ahí el problema! Pero tales plantaciones, en grande escala, son de campo abierto, y el Gorrion no ama sino las arboledas y las ciudades.
¿Qué insectos puede atacar? Las Vaquitas de San José (Coccinella) que destruyen los Pulgones (Aphis) de las plantas?
Los Crisomélidos, que jamás han hecho daño de importancia en nuestros cultivos?
En cambio consumen muchas Arañas tejedoras (Epeiras, Teridios, etc.) en cuyas redes caen los Mosquitos y Moscas, incómodos, fastidiosos, á veces desesperantes.
Por este lado, por cualquier perspectiva que busque su utilidad en tal sentido, no la encuentro.
Si su canto fuera agradable, si tuviesen una sola nota que permitiera, por amor al arte, perdonarles los daños que hacen, estaría bien; pero no vale un centavo; lo único que hacen es alborotar en muchedumbre, y son entónces tan incómodos como las campanas cuando uno tiene jaqueca ó necesita reposo y silencio para el trabajo—y en otros casos. ¡Cuánto más vale el Chingolo con su flautita de la tierruca cuando despide al Sol poniente!
Nos amenaza la perspectiva de un ladron de los graneros, una vez que haya tomado toda su confianza con nosotros.
Dentro de poco vendrá la época de la cría. Prometo para entónces inventarios del contenido del estómago de los pichones.
Los pichones, he dicho? Me aseguró cierto dia un francés meridional que en su tierra eran considerados como gran golosina. No los he probado. Otros me han asegurado que el Gorrion adulto tiene en la carne un sabor sui generis, y que puede pasar como bocado superior.
Guerra, pues, al gorrion!—á la sarten los pichones! Abajo los intrusos inútiles é hipócritas, que, hacen sus nidos hasta en los faldones del viejo leviton del buen cura!
Se vé alguno que otro ejemplar en Verano; durante el último, anidó en el Jardin.
En Verano, cuando maduran las semillas de las Gramíneas, particularmente del Lolium perenne (y áun en Otoño) vienen al Jardin en grandes bandadas de cientos y áun de miles.
Frecuente en el Jardin, donde anida.
De vez en cuando un ejemplar aislado. Esta especie puede considerarse ya desterrada de los alrededores de Buenos Ayres.
Especie rara en el Jardin; la he observado, sin embargo, en varias ocasiones.
Durante el Verano he observado siempre esta especie, de hábitos solitarios, posada en alguna ramita aislada, y traicionando su presencia, á la vista, por el vivo encarnado de su pecho, y, al oido, por su alegre canto.
Es raro aquí. A principios del último Otoño fueron vistos dos ejemplares, uno de los cuales se obtuvo vivo para la pajarera de su tipo.
A veces, á fines de Invierno, en pequeñas bandadas, y áun durante la Primavera y el Verano.
Muy comun, aislado ó en bandadas, durante todo el año. En las ramas de los árboles, en los alambrados, ó dentro de los corrales, ó revoloteando en torno de la pajarera de los Magnirostros, donde están sus semejantes. Hallé á fines del año pasado un nido de Chingolo con un huevo de esta especie.
Por todas partes anda este interesante animalito. A veces llega hasta el pié de las jaulas movibles á comer los granos que dejan caer las aves de la coleccion, sin aparentar temor á la gente próxima.
Aunque exótica también, como el Gorrion, la incluyo aquí porque abunda libre, en el nuevo Jardin, donde aún no existen palomares, los que permanecen todavía en el viejo.
Algunas veces he observado la Perdiz en el Jardin, antes de dar comienzo á las construcciones desparramadas. No es probable que vuelva.
Aunque alejada ya de Buenos Ayres, por la persecucion de que es objeto, suele verse de tarde en tarde uno que otro ejemplar en sus alrededores, en terrenos privados de árboles.
Pasa casi siempre. Alguna vez se posan los ejemplares en los charcos que quedan despues de una lluvia en la parte no trabajada.
Un ejemplar se obtuvo, últimamente en la playa de un lago.
Durante la época de su inmigracion es frecuente ver esta especie en el Jardin.
No es raro algun ejemplar que se detiene en los lagos.
Lo mismo que la anterior.
Casi todas las tardes pasan por el Jardin, y alguna que otra vez bajan á los lagos.
Frecuente en los charcos.
En el último Verano se obtuvo un ejemplar en uno de los lagos.
En Enero de este año vi un ejemplar de esta especie que vino en distintas ocasiones al Jardin.
Se posa alguna vez en los charcos ó en los lagos.
Como la anterior.
La lista que precede podría ser un poco más extensa si se hubieran incluído algunos patos observados á hora no propicia para el exámen ó reconocimiento de las especies.
Mas, como las observaciones se consignan, cada vez que haya alguna novedad se señalará en forma.
Entretanto, puede darse esta obra por terminada.
Buenos Ayres, Setiembre 22 de 1891.
- ↑ Este trabajo fué publicado en la Entrega IV, Tomo XXXII, correspondiente á Octubre de 1891—de los Anales de la Sociedad Científica Argentina.