Rimas (Victor Arreguine)
Quemantes ardores de lívida fragua,
Que dibujas contornos inquietos
De cosas confusas y adustos fantasmas;
Larga onda de luz que un momento
Del cerebro los limbos inflamas,
A manera de eléctrica chispa
Que finge en la noche siluetas de Hadas;
Aletazo de génio que dejas
Tembloroso el espíritu y pasas,
Como tigre veteado que hiere
Y huraño y salvaje se oculta en las zarzas,
Audaz flecha de oro que buscas
En la noche, cruzando borrascas,
Una línea ideal que te lleve
A un blanco que herido te dé la alborada;
Fugitivo relámpago, onda
Con latidos de mar que rebrama,
Torbellino de ideas rojizas
Qué fuerza te impulsa? Qué sol es tu causa?
Intuiciones de cosas augustas
Que partiendo del centro del alma,
Presentís los misterios supremos,
Qué vínculo á mundos sublimes os ata?
Heroismo que buscas la arena
Y desierta la ves y abrasada,
Sin que un héroe se preste al combate
Ansioso de aplausos y mirtos y palmas.
Epilépticas iras de opreso
Prometeo en la parda montaña,
Que se agita sintiendo que hieren
Su mísero cuerpo cien picos de águila.
Conmoción de nerviosa corriente,
Imprevista emoción que restallas,
Como cuerda de arco tendida
Que vibra al soltarse y el dardo dispara;
Impotentes deseos gigantes
De salir de esta lucha menguada,
Donde triunfan innobles cretinos
Y ríe la infame canalla dorada.
Qué hay en mí de tenaz visionario
Que persiste en seguir la Esperanza,
Cuando todo es brutal egoismo
Y un viento de muerte marchita las almas?
Qué hay en mí de diverso que encuentro
Que mi ser al fangal no se adapta?
¿Anacrónico orgullo, atavismo
De antiguos señores? Dolores que aun sangran?
Qué soy? Qué valgo en el inmenso mundo,
En la honda eternidad?
Mi vida es el espacio de un segundo,
Un punto mí ansiedad.
Qué soy? Grano de arena en las orillas
De ilimitado mar,
Una de tantas hojas amarillas
Del bosque secular.
Del fondo de los tiempos he venido,
Ignorando por qué,
Por fuerzas superiores impelido,
A qué punto, no sé....
He venido traído en la corriente
Del gran turbión vital,
Que lleva en sí la vida eternamente
Y la muerte fatal.
Al vuelo de las águilas del cielo
Mi esfuerzo comparé,
Ay! no fué cierto lo que vio mi anhelo,
Desierto el oásis fué.
De dónde vengo? Del Misterio acaso.
Ayer no más nací,
Mi sol mañana bajará al Ocaso,
Que lejano creí....
Y en el Ocaso el horizonte es triste,
Pues se duda si allá,
Tras de morir la tarde, el cielo existe
Que vimos desde acá!
¡Oh, negra Duda, pavorosa Esfinge
Déjame reposar....
Y si tan solo la esperanza finge
No me impidas soñar!
En el Océano, bajo los trópicos
Cuando la tarde cayendo va,
Entre las verdes algas flotantes
Se ve azulada lumbre temblar!
Y por la noche, cuando desciende
Hasta las ondas, luz estelar,
Crece en la fria planicie inmensa
Y más fulgura la claridad.
Fosforecencias más deslumbrantes
Hay en los mares de la pasión,
Con los ensueños, las esperanzas,
Locas visiones, rayos de amor.
Esas estelas maravillosas
Estas mis rimas reflejarán,
Lampos de fuego que tantas veces
En mis tinieblas miré brillar.
Te amo! Tu dulce nombre
En mis cantares resuene,
Entre mis rimas resalte
Cual se ha fijado en mi mente.
Sea en mis versos humildes
Lo que el zafiro de Oriente
De resplandores azules
En aurea sortija breve.
Tu vives en mí. Yo vivo
En tus ensueños de virgen;
Y siempre los dos tan lejos!
Y siempre los dos tan tristes!
Te amo con el amor grande y profundo
De todas las edades que pasaron,
Y de todas las razas que dejaron
La huella de sus pasos en el mundo!
Como un herido tigre en la espesura
Ruje el viento al pasar,
En tanto que tu arrullo de paloma
Se esparce en el hogar.
Los recuerdos sus alas
De rosado matiz,
Hacia nosotros tienden suavemente
Y hacen nuestro panado revivir.
Yo junto á tí no siento
Ni ansiedad ni dolor,
Mis manos en tus manos
Hada gentil de mi primer amor.
¿Qué importa que violenta
Fuera se oiga rugir la tempestad,
Si el santo hogar nos brinda
Supremos goces y anhelada paz?
Por siempre así nos hallen
Las horas lentas que muriendo van:
A tí, siempre á mi lado enamorada,
A mí, siempre á tu lado en el hogar.
De Delphos el Oráculo consulte
Aquel que lleno de ambicion emprende
La marcha de la vida, el vellocino
de Oro buscando.
Yo nó. Pues sé que los propicios Hados
Me depararon una vida grata,
Junto á una Diosa, que más bella encuentro
Que una cancion de Tíbulo.
Calmo está el mar. Los confines
Resplandecen. Es la aurora.
Arder parecen los pétalos
De las campánulas rojas.
Son la sangre adolescente,
Son el rubor que se asoma
A la tierra, por que el sol,
Ya las lejanías dora.
El mar resplandece. El huerto
Está cubierto de rosas,
Apasionadas amantes
De belleza seductora.
Es el medio día. Cantan
Los pájaros en la sombra
Perfumada de los bosques
Donde susurran las hojas.
El sol va á morir. Intenso
Reflejo los campos dora.
Va el dia languideciendo,
Van avanzando las sombras....
El sol ha muerto! Se acercan
Las melancólicas horas;
Se han extinguido los cantos,
Se han marchitado las rosas....
¡Ay, he sufrido tanto! Tantas veces
La tempestad pasó sobre mi vida!
Que ora se muestra mi alma combatida,
Insensible á la dicha y al dolor....
Y es como un campo estéril que el incendio
Recorrió con sus rojas llamaradas,
Sombra de un viejo Eden, donde las Hadas
Mil historias contábanse de amor!
Campo estéril no más.... Que ni da espinas,
Ni flores da.... Desierto calcinado,
Al que no vienen ya, porque han pasado,
Las bellas ilusiones á soñar!
En otras horas tuvo melodías
Al brillo del crepúsculo luciente,
Hoy es un yermo pálido y doliente
Donde las Horas gimen al pasar!
Aun mi alma tenia su inocencia
Como el capullo de oro su perfume,
Como la virgen tímida el rubor....
Aun era niño.... Por mi sangre jóven
No había circulado ese veneno
Que llamamos dolor!
La mariposa aún no habia dejado
La crisálida casta en que pasara
Estados de inconciencia y de placer;
Los prados florecian. Díó á los vientos
Sus leves alas, viendo en los confines
Un ancho sol arder....
Era el sol la pasión, á cuya lumbre
La flor despierta, y libres en las ramas
Los pájaros entonan su canción....
La mariposa loca abrió las alas
Y girando en la calma de la aurora
Bendijo la pasión....
El sol siguió su marcha magestuosa,
Cada vez más ardiente y fulgurante,
Por el vasto zafir....
Ebria la mariposa de alegría
En el foco de vida quemar quiso
Sus alas y morir....
La muerte quiso hallar y halló la gloria,
Los supremos deliquios inmortales,
La hermosa realidad de la ilusión;
La delicada mano que á una lira
Arranca sus dormidos sentimientos
En forma de canción!
Cuando tu frase con pasión vehemente
Llega á mi oído como dulce ruego,
Las ideas, los soles de mi mente,
Resplandecen en círculos de fuego.
Y te comparo á la beldad gloriosa
A quien amó la griega fantasía,
Y bajo de sus aras á la Diosa
Y en ellas te coloco amada mía.
La egregia Diosa muestra descubiertos
Sus encantos, que el hombre diviniza;
Pero le faltan á sus labios yertos
Las gracias que dibuja una sonrisa.
En ella veo á la mujer arcángel.
Ostentadora de brillantes galas,
En tí la hermosa sencillez del ángel
En actitud de desplegar las alas!
Maldigo la hora
En que vine á esta vida implacable,
De luchas sin triunfo, de nuches sombrías,
De honda miseria y vicios enjambre.
Nací bajo un cielo
Techumbre de hermosos mirajes,
De lírios azules y verdes palmeras,
Y besos de magas y sombra de sauces.
Entré de la vida,
Austero soldado al eterno combate,
Y tras cada intento de noble victoria
Dejé las arenas manchadas de sangre.
¡Oh rudo Destino
Señor de los mundos, Esfinge implacable!
Maldigo tu inmenso poder misterioso,
Del triste y confuso clamor del combate!
Maldigo tu imperio,
No porque fortaleza me falte;
Te insulto del íondo de mi alma rebelde
Por que á la impotencia mezquino me ataste!
Te ví en la primavera florecida
Bajo el rayo del Sol,
Y abrí á los huracanes de la vida
Las alas de mi amor.
Ave de clima ardiente en las polares
Densas brumas viví,
Y en la nieve proscrito mis cantares
Entoné para ti!
Hoy siento acariciante el rumor tierno
Del aura tropical,
Y la esperanza de un amor eterno
Me habla del ideal.
¿Sabes cual es ese ideal bendito
Que me envuelve en su luz?
Darte la vida, el alma, el infinito,
En cambio del amor que me das tú!
En lo alto de mi ser y en lo más puro
De mi ardoroso corazón tú moras,
Y de mi alma las pálidas auroras
Enciendes al pasar!....
Y si el ala febril de los Deseos
Con su plumaje gris mi frente toca,
La ardiente sed de mi esperanza loca
Tú vienes á calmar!
Reinas tranquila, reposada, triste,
En el altar de la existencia mia,
Y me señalas cariñosa y pía
La senda del deber.
A tí la fuerza que me alienta debo,
A tí los bríos y el valor templado,
La redención á tí. Lo más sagrado
Y firme de mi ser!
Ven á mi lado, vuélveme la calma
Que en el mundo perdí,
Antes que tienda en el espacio el alma
Sus alas de purísimo matiz.
Quiero que aquel pasado recordemos
En que al verte, mi amor, te comprendí;
Y á la luz del recuerdo nos amemos
Con apasionamiento y frenesí.
Que se borren del mundo, en nuestra mente,
Las dudas y el dolor,
Y disipen las nubes de mi frente
Tus ósculos de amor.
Ven. Yo te adoro! Espléndido homenaje
A tu esbeltéz de Diosa rendirán,
Brindándote sus flores el ramaje
y las aves su cántico nupcial!
Lírios, gardénias y margaritas
El campo adornan con sus colores;
Es una fiesta donde mil citas
Se dan al borde de los alcores
Lírios, gardénias y margaritas.
Apasionada, roja, llamea
La flor ardiente de la amapola;
Cual jóven loca que amor desea
Y en danza alegre se queda sola
Apasionada, roja, llamea.
La campanilla languideciente
Junto á la casta blanca camelia
Acaso gime por un ausente?
Y es tan bonita la triste Ofelia,
La campanilla languideciente!
Guarda la rosa sus castidades,
Y ¡ay! del que intente besar sus flores
Por que desvío verá y crueldades;
Virgen huraña, con sus amores
Guarda la rosa sus castidades!
Desde la cuna nube de infortunio
Viene nublando el cielo de mi vida,
De esta existencia mísera. Perdida
Entre el rumor del mundo, en la ansiedad.
Desde la cuna traigo un ángel malo,
Que me lleva por sendas dolorosas,
Desde la cuna siento las odiosas
Furias de la implacable adversidad.
Mágicos ideales han pasado
Por mi horizonte, espléndidos meteoros;
De los colestes y sublimes coros
Un ángel de alas blancas vino á mí;
Como un rayo de sol en niebla opaca
Aclaró mi insondable triste abismo,
Amor! dijo al pasar, y el cielo mismo
Como promesa de la suerte ví!
Amor es redención para el que sufre,
Amor es viva lumbre de los astros,
Que va dejando enardecidos rastros
En las almas caídas al pasar!....
Amor es á los tristes esperanza,
A los mártires santa verde palma,
Amor es armonia que en el alma,
Se oye perpetuamente resonar!
Sol de eternal fulgencia,
Caro ideal que tanto
Infatigable en mi anhelar busqué!
Norte de mi existencia,
Estrofa de mi canto,
Angel del cielo azul, dame tu fé!
Negra como el delito,
Como la mar sin calma,
Es mi noche de fúnebres negrores;
Dame, que necesito
Para la paz de mi alma,
La bienhechora luz de tus amores!
Yo soy en la furente
Batalla de la vida,
Miserable soldado sin valor;
Ya no busco vehemente
La palma apetecida,
No me dejes caer, dame tu amor!
Tu amor, que tú bien sabes
Que para mí sería
Orla de gloria, rama de laurel;
Tu amor que yo á las suaves
Brisas compararía
Que por la mar impulsan al bajel!
¡Ah! no basta esta vida limitada
Que en el lodo del mundo se desliza
Para tan grande amor, mi bien amada.
Que donde cae el cuerpo, la ceniza
Del cadáver, no marca de la vida
El límite postrer.
La pasión que llevamos encendida,
Los más santos y férvidos anhelos,
No mueren con la carne adolorida.
Morír es despertar bajo otros cielos,
Tras larga noche de infinitos duelos
Radioso amanecer!