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Es grande Lucifer en su caída
algo de apoteosis hay en ella.
En su inmensa catástrofe una huella
de vivísima luz puso el Señor.
Bonaparte cayó! Luces y nieblas
rodean su memoria soberana.
Queda la duda, en la conciencia humana,
sobre el mal que hacen los que grandes son.
Cuando asciende un gigante á las alturas
imitarlo pretende hasta el pigmeo:
no alienta en un enano un Prometeo;
quien nació chico, chico acabará.
Y Dios, para lección de los mortales,
tras la epopeya la parodia trajo,
y así vimos á un triste renacuajo
caer desde una altura colosal.
Era el crimen ese hombre. Era preciso
que, al caer, ostentase su miseria,
histrión infame que, en infame feria,
revistiera la púrpura imperial.
Y al caer entre el lodo, el mismo lodo
se avergonzó de recibir sus manes...
¡César! Asco inspiraste aún á los canes
y náusea al inmundísimo albañal.