Soliloquios/Libro II
LIBRO SEGUNDO.
Por la mañana no dejes de hacerte esta cuen ciendo: tropezaré hoy con algún curioso, con algún ingrato, con algún provocativo, con otro doloso, con otro envidioso, con otro intratable; todos estos vicios les vienen á ellos de la ignorancia[1] del bien y del mal. Pero yo, que por una parte tengo bien visto y meditado, que la naturaleza del bien[2] totalmente consiste en lo honesto; la del mal en lo torpe, y que por otra conozco á fondo ser tal la condición del que peca, que no deja de ser mi pariente, no por un di- [1] También es constante entre los teólogos cristianos, que la ignorancia es el origen, ó la ocasión de todo vicio moral: y el que deba ser voluntaria la ignorancia, para ser principio, y seninario del vicio, es igualmente recibido aún de los filósofos morales. Aristot. Etbic., lib. 111, cap. I.
Véase á Santo Tomás, lib. 11., M. SS. D. 22, g. 11 art. III.
[2] Esta es como estoica, ótt uóvov áyabdv td xaldv, que sólo lo honesto es bien, y aún sumo bien: 8ólo lo torpe es mal, y aún mal sumollave maestra de toda la filosofia vínculo común[3] de una misma sangre ó prosapia, sino porque participamos de una misma mente y partícula, ó porción divina; bien sé que ninguno de estos puede perjudicarme (puesto que ningún otro, no queriendo yo, puede complicarme en su infamia)[4]; ni debo enojarme contra quien es mi pariente, ni concebir odio contra su persona. Porquelos hombres hemos nacido para ayudarnos[5] mútuamente como lo hacen los pies, las manos, los párpados, los dos órdenes de dientes, el superior é inferior; por tanto, es cosa contra la naturaleza, que unos á otros nos ofendamos, como sin duda lo hace el que se estomaga con otros y les es contrario.
[3] No sólo los estoicos, pero también la mayor parte de los filósofos, ya griegos, ya orientales, cayeron en un error tan craso, como es el hacer divisible la naturaleza de Dios; y el dar á los hombres por alma una particula de la divinidad: lo que evidenciaron los Santos Padres ser contra laidea, que todos tienen de Dios, cual se debe tener.
[4] Sentencia muy celebrada entre los filósofos, después que Sócrates (Apolog. Platón.) dijo: due d "Avutoc, xal Me- Aeroç ánoxteTvx pèv divavta, pldz di du ni menos lo es entre los cristianos, después que el Crisóstomo escribió la hoinilia toda de oro; 8ti tdy iauróv un ádixoovta naçaßlaya tuseiç dúvata. Es evidente, que si en la culpa está todo el mal, sólo uno mismo, que puede ser el único autor personal de su culpa, se puede hacer mal á sí propio.
[5] Ningún derecho más asentado entre los filósofos, que el de la mutua sociedad apoyada en un socorro reciproco: la naturaleza, que hizo decir al Cómico: Homo sum: humani á me nihil alienum puto, por sí misma dictaba á los filósofos esta ley, sin la cual, no digo ser feliz, pero ni menos puede subsistir la naturaleza sociable, Y luego nos vendrán los epicureos con atrevimiento, é insolencia á decir, que por ley nutural el pescado mayor se come el menor. Véase á Finetti, lib. v, cap. I.
Todo mi ser consiste en una porción de carne, espiritu y mente que es la parte principal. Déjate ya, pues, de libros; no te distraigas por más tiempo. ¿No tienes en tu mano[6] hacer cuanto te digo? Tú, como quien en breve ha de morir, desprecia tu cuerpezuelo, que no es otro que una crasa sangre, unos huesecillos y un tejidillo de nervios, de pequeñas venas y de arterias. Mira qué cosa viene á ser tu espíritu; viento es, ni siempre un mismo viento, antes bien de un instante á otro renovado; entrando y saliendo. Quédate, pues, en tercer lugar la mente, parte principal. Hazte así la cuenta, viejo eres, no permitas más que el alma de suyo señora se esclavice, ni que sea agitada á manera de títere[7] con el im- [6] Nos parece que M. Aurelio tácitamente ocurre á la objeción cuotidiana contra la meteorología ó grandiosas brabatas, y magnificas promesas de los estoicos : á la cual alude también Seneca (Ep. 104.) Aiunt nos loqui maiora, quam quæ natura humana sustimeat; y responde: non quia difficilia sunt, non audemus; sed quia non audemus, difficilia sunt.
[7] La metáfora veupoonaotnofva, que Horacio (Sermón, lib. 11, sat. 7) explicó: Duceris ut nervis alienis mobile lignum ; .suministrada á los filósofos por Platón (lib. I., Leg.), vivamente pinta los inovimientos involuntarios del apetito desordenado por la concupiscencia : y podría hacer ver muy á las claras lo mecánico y forzado del sistema de los dos amores alternativaniente superiores. Malebranche se aprovechó de la marionete ó títere, para hacerlo un juego de arlequines; si bien antes lo habia hecho ya A. Gelio contra los defensores de la fuerza dominante del hado: lib xiv, cap. I, ut plane homines, non quod dicitur loyıxd (oz sed ludiera, et ridenda quædam veupóonaota esse videantur, si nihil sua sponte, nihil arbitratu suo faciunt.
petu de las pasiones contrarias á la sociedad; no te desazonen las presentes disposiciones del hado, ni las futuras te asusten.
Las obras de los dioses se dejan ver llenas[8] de providencia; las de la fortuna, ó tienen su origen en la misma naturaleza ó no suceden sin concierto y conexión con aquellos efectos, á los cuales rige y preside la providencia, de la cual todo dimana. Demás de que asi la necesidad, como la utilidad del universo del cual tú eres una parte, pide de suyo que las cosas[9] tengan este curso que vemos. Y podemos decir que es bien de cada una de las partes de la naturaleza aquello mismo, que la condición del[8] Nada hay más semejante al dogma cristiano, que el lenguaje estoico en algunas de sus fórmulas: todo está lleno de providencia, todo nos viene de lo alto. Con todo, la sentencia cubierta con tanto oropel no llega á los quilates de la verdad. El sistema estoico hace á Dios alma del mundo: lo hace también principio activo por necesidad de su mismo- Ber, no autor libre de su fábrica ; de aquí el hado, al cual el mismo Júpiter obedece; de aquí aquella anus stoica Pronea,.
que nada tiene de providencia libre; de aquí aquel, la necesidad absoluta, tanto en el artífice, cuanto en la fábrica; de aquí aquel, lo conducente por necesidad á todo el universo; de aquí aquel, lo conservativo de toda la naturaleza; de aquí aquella 6eodixala, que Leibnitz nos fundó en el optimismo necesario. La providencia cristiana pone un autor libre en dar el ser á la naturaleza; lleva consigo un provisor libre en dirigirla por los medios que sean de su agrado; nada halla en los efectos que, ó Dios no intente de positivo, ó que, previsto, no permita, si bien nada permite de mal, que no dirija ya permitido á algún bien. Véase á S. Tom., art. i et 4, super lib. 1, Mag. SS. D. 46.
[9] Añadimos al texto una explicación que enseñan los estoicos palabra por palabra. Véase el § 9 del libro 1v. Otra va al fin del pár rafo que demuestra la conexión con la sentencia.
universo lleva consigo; y aquello también, que de suyo se ordena á la conservación del mismo.
Ahora, pues, ¿quién no ve que igualmente la mutación de los elementos[10] y de los mixtos conservan en su ser al mundo? Esto te baste; éstos sean para ti tus dogmas perpetuos; echa, pues, de ti esa sed insaciable de leer para que no mueras con repugnancia, antes bien con resignación verdadera y agradecido de corazón á los diosos, por más que no hayas podido leer tanto libro como deseabas.
Acuérdate cuánto tiempo hace ya que dilatas la ejecución de estas máximas y cuántas veces habiéndote los dioses concedido aquel plazo que te habias prefijado, con todo no te has aprovechado de él. Es menester, pues, que ahora por fin.conozcas de cuál mundo eres una parte y de cuál gobernador del mundo has salido como un destello[11]; que medites, que tienes predefinido el término de tu vida en un tiempo acotado, del cual si no te aprovechares, serenando tus apetitos y pasiones, él se te pasará y tú pasarás con él y otra vez no volverá.
Cuida á todas horas de obrar valerosamente, como corresponde á un Romano, y á un hombre de gran vigor ejecutando aquello que tuvieres entre manos, con una gravedad perfecta y natural, con mucha huma- [10] Los discipulos de Platón, que después se conocieron con los nombres de académicos y pirapatéticos, también aprobaban la conversión sustancial de unos elementos en otros.
[11] La voz ánóepota propiamente chorro, no significa por metáfora un efecto ó criatura hecha de la nada, sino que es aquella partícula de la Loipa. Ciertamente, un estoico juraría que è nihilo nihilumdividida, Ota drónidad, con franqueza, con entereza y justicia; po niendo en calma tu corazón, desembarazado de cualquiera otro cuidado y pensamiento. Y podrás ciertamente ponerlo en calma, si hicieres cada acción en particular, como si ella fuere la última[12] de tu vida, libre de toda temeridad, libre de todo afecto contrario á los dictámenes de la razón, libre de ficción de amor propio y de displicencia en las disposiciones del hado. No ves, cuán pocas máximas son aquellas, que bien practicadas bastan para norte de una[13] feliz navegación en el mundo y entable de una vida casi divina? porque los dioses se darán por satisfechos y bien servidos de aquel que estas cosas observare.
Tú, oh alma mía, te deshonras[14] á tí misma; te lo vuelvo á decir, te deshonras á tí misma; ni te haces cuenta, que no tendrás más tiempo de adquirirte aquel honor que á tí misma te debes, porque nin- [12] Consejo familiar á los estoicos. Séneca, Ep. 114.
Quidquid facies, respice ad mortem. No hay duda, que un tácito presentimiento del juicio divino en la hora de la muerte haría por entonces cautos y recelosos aun á los que que quizá no lo esperaban.
[13] Son muy familiares á los estoicos estas voces &úpous Bioc éúpora toJ Blor utpsiv cuando intentan significar una vida feliz en que todo sucede prósperamente tomando la metáfora de un buen viaje ó de una feliz navegación. Tienen muchisima razón, en que pocas máximas y aun menos letras son necesarias para vivir arregladaniente: Paucis est ad mentem bonam litteri (Senec., ep. 106), pero no se fundan bien en dar tanta fuerza á la razón, que pueda sin el socorro del cielo túp, xal Oea&n Biboa Blov.
[14] El texto se corrige por una especie de reprensión y no de exhortación irónica, que no son del gusto severo de nuestro filósofo las ironias.
guno tiene más que una vida, y ésta se tc pasó casi toda, sin contar con el respeto debido á tu misma[15] dignidad, antes poniendo toda tu felicidad en hacerte honor para con los otros.
Mira[16], no te distraigan los negocios exteriores que te sobrevinieren; antes bien, procura desocuparte para aprender algo más de bueno, y déjate de andar girando de acá para allá como una devanadera[17]. Porque ve aquí otro engaño y error de que conviene guardarte, y es, que muchos en una vida muy ocupada y laboriosa emplean su trabajo en cosas frivolas, sin proponerse[18] blanco alguno, al cual absolutamente dirijan todas sus miradas y afectos.
No es fácil que le vaya mal á alguno por no en- [15] En Platón (lib. v de Leg.) leemos esta especie de queja ó lamentación estoica: Ninguno de nosotros, para decirlo en una paluhra, honra debidamente ú su misma alma, aunque purece que si.
[16] Esta sentencia trillada en la filosofia viene á ser lo que Cicerón decía (Ad Atic., lib. XIII, ep. 20): In omni vita sua quemque á recta conscientia transversum ungüem non oportet discedere. La intrinseca obligación que todos experimentan en si inismos, de contar con los dictámenes de st propia razón, es una demostración experimental de que hay un Numen superior á la misma mente de cada uno, á quie:n intima sus órddenes por medio de la conciencia.
[17] Metáfora tomada del instrumento rhombus, devanadera, y muy usada para declarar una vida vagabunda. Séneca de tranquil., circumcursatio, inconsultus, vanusque cursus, .qualis formicis per arbusta repentibus.
[18] A. Gelio, lib. xIv, cap, 10 no puede hablar inejor de esta clase de gentes, cuando dice: Otio, qui nesti uti, plus habet negotii, Otii minus, quam cum est negotium in negotio.
Imus huc, hinc illuc: cum illuc rentum est, ire illinc lubet.
Incerte errat animus; preter propter vita vivitur.
trometerse en lo que ocurre en el ánimo de otro; pero es imposible, el que deje de ir mal á quien no escudriña lo que pasa en el suyo.
Es menester tener siempre presentes estas pocas ideas : primera, cuál es la naturaleza del[19] universo; segunda, cuál es mi misma naturaleza; tercera, cuál es el orden y respecto que ésta tiene para con aquélla; cuarta, cuál parte viene ésta á ser, y de qué todo viene á ser la tal parte; quinta, que ninguno puede impedir[20] que tú hagas siempre y digas aquello que sea conforme con aquella naturaleza, de quien eres una parte.
Verdaderamente habló como filósofo Theofrasto cuando en aquella comparación que hacia de los pecados entre si (según que uno, vulgarmente[21] hablando, puede comparar cosas entre si iguales), dijo: que los pecados cometidos por deleite son más graves que los que por ira se suelen cometer; porque se ve que un hombre enojado se aparta de la razón con[19] Los estoicos no consentían entre sí, sobre cuál de las dos naturalezas, si la común ó la particular, debía ser la norma de las acciones humanas. M. Aurelio, establecida la dependencia y armonía de la particular con la universal, quiere que se ajuste uno con ambas á dos, No sé cómo, haciendo á nuestra mente una parte de la divinidad, que para los estoicios era la naturaleza común, podían éstos dudar de la buena correspondencia entre las dos.
[20] La libertad estoica pasaba tan allá de los límites de la razón, que llegaba á la blasfemia de decir: Ni Júpiter mismo puede impedir mi libre determinación; por otra parte los Estoicos daban tanta fuerza y eficacia al hado, que en virtud de éste quería que Júpiter fuese autor del bien y del mal de cada uno en particular.
[21] Vulgarmente hablando. De estas palabras se colige que M. Aurelio asentia á la célebre paradoju, que son iguales los pecados, é iguales los acto8 de virtud. Cicer., Parad., 3.
cierta pena interior y angustia de corazón; pero el que por satisfacer su gusto peca, vencido del deleite, muestras da de ser un hombre más destemplado y en cierto modo mole y afeminado en sus pasiones.
· Dijo, pues, bien y conforme á las máximas de la Filosofía[22], que un desorden cometido por gusto era mayor delito que otro hecho con dolor. Lo que no se puede dudar es que el uno se parece más á un hombre que provocado con la injuria recibida se ve forzado[23] á irritarse por la pena que en si siente; pero que el otro de suyo embiste, siendo el primero en hacer una sinrazón, movido á obrar por capricho y antojo.
Es necesario que en todas tus acciones y pensamientos te portes como quien puede en el mismo punto salir de esta vida[24], si bien esto de salir de entre los hombres, si hay dioses, nada quiere decir, puesto que ellos ningún mal[25] podrán hacerte; pero si no los hay, ó si por más que los haya no cuidan ellos de las cosas humanas, ¿para qué quiero yo vivir en un mundo falto de dioses y sin providen- [22] De la Filosofia, que de Aristóteles habia aprendido, cuya es esta doctrina, lib. VII1, cap. VI. Ethic. Nicom. Rhetor., lib. 11, cap. II.
[23]De aqui tuvo el origen aquella fórmula, ó sea disculpa tan usada, en los que provocados hacen su defensa: ủx, wç únápywv, áldá tuupoúuevoç.
[24] El estilo de hablar filosóficamente debe mirarse como un argumento con que la razón confirma tácitamente el que nuestra alma es inmortal, y que en la muerte, que es non finis, sed transitus, no parece sino que migrat potius quam emoritur : abit, non obit. Gatak.
[25] Es peligrosa la equivocación en las palabras Kaxo yip oe wx äv nepißidoev; porque si el mul se toma por la culpa cia? Pero la verdad es[26] que los hay, y que miran por las cosas humanas, dejando en nuestra mano el que no vengamos á incurrir en los que son verdaderamente males. Y la verdad es, por último, que si alguna[27] de las otras cosas que se reputan por males fuese un verdadero mal, también habrían los dioses tomado sus medidas, á fin de que fuese libre á cada uno no caer en él.
Pues en este sistema de cosas cómo podrá lo que no hace peor al hombre en sí mismo empeorar la vida del hombre? Ello es cierto que la naturaleza del universo, ni por ignorancia habría dejado de proveer de remedio para este mal, ni de propósito despreciado (como sin arbitrio para precaverlo ó habría 6 por lo formal del pecado, como parece que lo entiende M. Aurelio, la sentencia es teológica y aun canónica; mas si se toma el mal por la pena ó por una aflicción del alma ó de los sentidos, el error es tan palpable, que hasta aquel que había escrito (Sénec., ep. 95): Errat, si quis putat illos (Deos) nocere velle : non posunt, advirtió bien clare, cæterúm castigant, et cærcent, et paænas irrogunt.
[26] Brisonio pretende que la fórmula trillada, Est celeste Numen, ó estotra: Es magne Júpiter! sea un arguniento inspirado á la razón para que no dude de la existencia de un Dios.
[27] La libertad estoica era insolentísima en sus expresiones, tan llenas de soberbia, que se jactaban de no tener necesidad del socorro divino para alcanzar la virtud y felicidad ; pero no era menor la contradicción que en este sistema reinaba : querian componer su libertad con el hado; su suficiencia de fuerzas para la sabiduria ó perfección de la vida con el agradecimiento debido á los dioses, autores de la virtud. La teologia católica no conoce libertad para lo bueno sin algún socorro divino, ni reconoce tal favor del cielo que quite la libertad. Voluntas, dice San Agustin y los Santos Padres, preparatur á Domino; consentire autem, rel dissentire, nostre voluntatis est.
corregirlo, según algunos falsamente[28] opinan), ni, en suma, habría cometido un descuido tan grande, ó por falta de poder, ó por falta de saber, como sería el que con suma confusión[29] los bienes y los males verdaderos fuesen igualmente comunes á buenos y malos. Nosotros ahora sin duda vemos que la muerte y la vida, el honor y la infamia, la molestia y el deleite, la riqueza y la pobreza, no siendo cosas de suyo honestas ni torpes, sin diferencia acontecen á buenos y malos; luego ellas en rigor ni son bienes ni son males.
Es asunto digno de toda la atención de nuestra facultad intelecttiva reflexionar con cuánta velocidad se pasa todo; cuán presto en el mundo desaparecen los cuerpos; cuán en breve, hasta la memoria de ellos, se borra en la posteridad; entender que ésta es[28] Según Merico Casaubono ha observado sobre el presente lugar, no aprueba M. Aurelio el dogma impio de los estoicos, de no poder Dios impedir que el bien y el nal fisico no fuese común á buenos y malos. Quidquid nobis negatum est, dari non potuit.. magna accepimus, maiora non cepimus. Sénec., De Benef., lib. 11, cap. XXIX.
[29] La voz de la naturaleza es la misma que hizo cantar al poeta, Odis., . v. 188.
E-9hotc, idt xaxotav, önwç iléanaiv txiotw.
Y la misma experiencia convenció darse esta economía en los sucesos humanos; de donde era bien fácil concluir que tanto los bienes de naturaleza como los de fortuna eran de suye indiferentes para hacer moralmente bueno ó malo á quien los poseyese. Ni por esto debía sospecharse que faltase á Dios saber, poder ó querer para hacer feliz al hombre; antes bien, se debía inferir que Dios habia querido præparare in posterum bona iustis, quibus non fruentur iniusti ; et mala impiis, quibus non excruciabuntur boni, como dice San Agustín, De Civ. Dei, lib. 1, cap. VIII.
la condición de todos los objetos sensibles, y, con particularidad, de aquéllos que blandaraente nos halagan, vanisimo aparato nos encantan; sacar por consecuencia cuán viles son estas cosas, cuán dignas de desprecio, cuán sórdidas, cuán caducas y perecederas.
Ni conviene meditar menos quiénes son aquéllos de cuyo modo de pensar y hablar depende la gloria y la fama. Pero, sobre todo, es necesario tener. bien entendido qué cosa sea morir; porque, si uno lo considera, como ello es en sí, procurando con una precisión[30] exacta en sus ideas separar de la muerte los horrores y espantos que abulta la imaginación, verá claramente que el morir no viene á ser otra cosa queun efecto propio de la națuraleza[31], y claro está que es cosa pueril, si alguno teme los efectos de la naturaleza. Lo más es que, no sólo el morir es efecto de la naturaleza, pero aun conveniencia de la misma. Por fin, debe un sabio meditar de qué manera se ane un hombre con Dios y por medio de cuál parte, y cómo se hallará esta misma partecita cuando hubiere llegado á esta unión[32].
No puede darse cosa más infeliz que un hombre ó con molestia nos apartan de sí, ó con su[30] tá iuozvtdÇousva equivale á una cierta ostentación pomposa, pero vana, de los horrores y espantos que la imaginación abulta, y es lo que traducimos para expresar su significado.
[31] La filosofia estoica no l1legó á saber que la muerte se nos habia entrado en casa per peccatum, et per unum hominem. La luz de la razón descubría solamente que de su cosecha es mortal la naturaleza humana, y que con la muerte volvia á renacer. Mortibus vivimus, dijo Séneca, Prafcont., lib. v.
[32] Quiere Marco Aurelio que un sabio esté bien ejercique, girando de acá para allá, y corriéndolo todo; averiguando hasta lo que está bajo tierra, como dijo el otro[33], é indagando por conjeturas los pensamientos y secretos de su prójimo, no acaba de entender que le basta el saber conversar con sola aquella mente[34] que dentro de sí tiene, haciendo con ella los oficios que la son debidos. Y los oficios[35] que se deben hacer con ésta consisten en conservarla libre de pasiones, de temeridad, de disgusto y repugnancia en aquellas cosas que, de parte de los dioses y de los hombres, acontecieron. Porque las cosas de los dioses son dignas de toda veneración, por ser obras virtuosas, y las de los hombres, siendo éstos nuestros prójimos, deben sernos gratas y bien aceptadas, si bien alguna vez las mismas, en cierto modo[36], nos deben ser objeto de compasión, atendida la ignorancia del bien y del mal, de la cual proceden, siendo así que no es menor defecto este tado en el conocimiento de su alma, sobre la cual eran infinitas las cuestiones que tenian los filósofos, y puede verse en Séneca, epist. 88. No consta si Marco Aurelio habla de la unión que el alma unida puede tener con Dios por la contemplación filosófica, ó de la unión que el alma separada tendrá con la naturaleza común, volviendo á unirse con ella, como parte, con su todo, según es su sistenia.
(i) Alude á Pindaro, cuyas palabras trae Platón in Theat.
[34] En frase filosófica, ó Evdov dátuov significa la mente 6 alma humana, á la que llama también Osóç.
[35] De la obligación y respeto que cada cual debe tener para con su alma, escribe Séneca en la epíst. 41: Sacer intra nos spiritus sedet, malorum, bonorúmque nostrorum observator, et custos: hic prout á nobis tractatus est, ita ipse nos tractat.
[36] La expresión tpómov trva iluvá declara bastante que Marco Aurelio no se apartaba de la paradoja ó del error género de ceguedad en el ánimo que aquélla que nos priva de poder discernir lo blanco de lo negro.
Por más que tú hubieses de vivir tres mil años, y, si quieres, aun treinta mil, con todo, haz por acordarte que ninguno pierde otra vida, al morir, que ésta con que vive, ni vive con otra que con ésta que pierde; así que, lo más largo y lo más breve de la vida, viene, al cabo, á reducirse á lo mismo; porque, para todos es igual aquel momento presente en que se vive: será, pues, igual á todos lo que se pierde de vida, y de este modo, lo que se pierde, viene á ser un indivisible. Y la razón de todo es porque ninguno puede perder, ni aquel tiempo, que ya se le pasó, ni tampoco el que aún está por venir; porque, ¿cómo se puede quitar á uno lo que uno no tiene? Conviene, pues, tener siempre en la mente estas dos máximas: la una es que, puesto que todas las cosas, desde una eternidad[37], se presentaron Inanifiesto de los estoicos, en lo que mira á la compasión que tenian por vicio indigno de un sabio. En toda la antigüedad erudita no se hallará opinión nás impugnada que ésta, y por lo mismo Gatakero cita los teólogos que la rebaten como uu manifiesto error contra la religión. Con todo, peligra que no sea ésta una pura logomachia ó cuestión sobre las dos voces, sabio y compasivo; porque, si un estoico sabio es un beato ó feliz, cual no lo hubo, ni jamás habrá en esta vida, como indica Cicerón, Acad., etc., lib. 1v, y si su compusión es una perturbación molesta y llena de dolor, es más que evidente que no cabe en el tal sabio un afecto que le compunja y angustie el corazón. Pero si el sabio es cual lo lleva la condición humana, los mismos estoicos, que le niegan la compasión, no dejan de darle una, como compasión, en el efccto de la misericordia, socorriendo al necesitado. Véase á Séneca, De Clem., lib. II, caps. v y vII.
[37] Desde una eterni lud. En doctriua estoica cerca del origen del nundo, y su fin en la ips., lib. 11, podrá verse la con el mismo semblante, y siguieron el mismo curso y giro, el contemplarlas ciento, doscientos años, ó un tiempo ilimitado, enrealidad, no se diferencia en nada. La otra es que, el que hubiere de vivir una vida muy larga, y el que hubiere de morir muy pronto, igual momento de vida pierden; porque, únicamente podían ser privados del tiempo presente que sólo gozaban, visto que nadie pierde lo que no posee.
Que todo sea una[38] vanidad, fundada en sola opinión, lo declara Monimo el Cínico en sus escritos[39], cuya utilidad claramente verá aquel que supiese valerse del chiste que en ellos reina, sin pasar más allá de lo que permite la verdad.
El alma del hombre se infama á sí misma, con particularidad cuando viene á hacerse, por lo que á si toca, como uu divieso[40] ó como un tumor excélebre Ecpyrosis, ó Conflagración estoica. Lo que parece que Marco Aurelio quiere decir, quizá no es que los individuos persistan en el mismo aspecto, sino las especies y géneros do las cosas.
[38] La fórmula es familiar á nuestro filósofo, es lo mismo que dice Séneca : Omnia ex opinione suspensa sunt., epíst. 78. Pero no por eso nuestro Emperador, dejados sus reales, se pasa á los escépticos, enemigos declarados del criterio de la verdad, tan sostenido de los estoicos. Monimo tenía más de pirrónico que de cinico. Marco Aurelio desea que de los escritos de Monimo se tome lo dulce mezclado con lo útil, guardándose de lo nocivo.
[39] El Gatakero pretende que Marco Aurelio hable de aquellos escritos de los cuales fuese autor Monimo.
[40] La metáfora vivísimamente pone á la vista el desorden y perversidad de aquel que, pecando, deja su puesto, pero podrá parecer que favorece un poco al Panteismo, con tal que de todo lo existente pretenda hacer un grande cuerpoen quien se vean estos tumores,.
traordinario em el cuerpo politico del mundo, porqueel no conformarse con alguno de los acontècimientos que ocurren, viene á ser cierto abceso de la naturaleza universal en que todas las demás cosas, cada una por su parte, ocupan su lugar respectivo. Y açaso no la sucede esto mismo siempre que se muestra adversa ó hace oposición á alguno de los otros hombres con el fin de hacerle mal, como suelen practicarlo las almas que se hallan poseídas de ira! Lo tercero, á sí misma se deshonra el alma racional cuando cede y se da por vencida del deleite ó de la pena: lo cuarto, cuando á manera de hipócrita haceó dice algo fingida y falsamente: lo quinto, cuando no proponiendose blanco alguno en sus acciones ni en sus apetitos, obra temerariamente y sin saber lo que se pretende, siendo así que aun las más mínimas acciones[41] deben hacerse con el debido orden y respeto á su fin, el cual fin en las racionales no es otro que el obedecer á la razón, y sujetarse al derecho de la naturaleza, que es, por decirlo así, la más noble y más antigua[42] ciudad y gobierno.
[41] Lo importante del asunto hizo diligentisimos á los estoicos, en inculcar el aviso, de referirlo todo á su fin. El punto es digno de toda atención. Quien no se contentase para que una acción deje de ser mala, con que se refiera directamente al fin inmediato de alguna virtud, y virtualmente al fin último del hombre, sino que pretendiese que expresamente se dirija á Dios que la ordena, poco ha meditado sobre las decisiones de la Iglesia cerca de las virtudes morales de los filósofos y de los actos de temor y esperanza.
[42] La metáfora de una policía, ó estado era familiar á los filósofos, para significar la sociedad que entre si tienen las naturalezas racionales á quienes dirige y obliga, no sólo la ley natural, sino también la disposición veluntaria de su autor que á todas ellas preside. Lips. Phisiol. lib. 2. Dis. 7.
El tiempo de la vida humana no es más que un punto[43]; la materia de que se compone[44] el hombre, padece sin cesar una continua disipación, sus sentidos torpes y obscurecidos, toda la constitución del cuerpo se inclina fácilmente á la corrupción; el alma inconstante y en continua agitación, la fortuna incierta y difícil de atinar, la fama muy dudosa é indefinible; para decirlo en breve, todas las cosas propias del cuerpo son á manera de un río, que siempre corre; las del alma vienen[45] á ser un sueño y un poco de humo; la vida, una guerra perpetua y la corta detención de un peregrino; la fama de la posteridad, un olvido. Qué cosa, pues, hay que nos pueda llevar á salvamento?[46]. Una sola y ésta es la filosofía; digo, aquella filosofía que se empeña en eonservar sin ignominia ni lesión el espíritu ó mente interior, en mantenerlo superior al deleite y al do- [43] Séneca confirma esto mismo en la Ep. 49., punctum est, quod vivimus, et adbuc puncto minus: y el Chrys. in Ep. ad Philip. Orat 2.
[44] Alude á la opinión platónica, generalmente recibida de los filósofos, que todo cuerpo fluye, y se muda á manera de un Euripo, ndv aoua pet, xai qipeta dfing,Eupizw Stxny, ävw, zzi xátw. Maximo Tyrio, Dis. 28. Por lo cual Platón no quería contar las cosas sensibles entre los entes propiamente tales, sino solamente las cosas inteligibles, que eran aquellas sus ideas, Cicer. lib. 1. Acad. etc., cap. 8.
[45] Era frase bien común que los conociniientos del alma unida á la materia eran como unos sueños que se desvanecían á manera de humo. Creo que, sin soñar, todos decimos hoy día lo mismo, que nuestras ideas ó especies no son por la mayor parte propias sino adaptables y facticias.
[46] Algunos pretenden que la traslación sea tomada de la poinpa solemne con que en las exequias se llevaban los antiguos al sepulero. La sentencia se reduce á que sola la fisolofia puede ser la nave que nos libre de naufragar en una vida tan llena de escollos.
lor, lejos de obrar sin reflexión, lejos de toda falsedad y ficción, contento consigo mismo y sin necesitar de que otro haga ó no haga la tal ó tal cosa, conforme con todo lo que viniere, y satisfecho además de esto con la parte que le tocare en los varios sucesos, ya que todos vienen de la misma mano de donde él salió, y sobre todo capaz de ver venir lamuerte con un ánimo plácido y sosegado, persuadiéndose que ella no es otra cosa que la separación de aquellas partes de que todo viviente animadose compone. Y en efecto, si á los mismos elementos no les viene mal alguno de que los unos de continuo se muden y conviertan en otros, ¿por qué temerá uno y mirará con horror la mutación y resolución de todas las otras cosas? ¿no es ella conforme á la naturaleza? ¿puede acaso una cosa, conforme[47] á la naturaleza, ser mala? Esto se escribió en Carnuto[48].
[47] Una acción, conforme con la naturaleza racional, nopuede ser moralmente mala, pero si puede ser inútil á la salud espiritual si se hizo sin el socorro de la divina gracia.
[48] Carnuto, pueblo de la antigua Pannonia ó Peönia, de cuya ribera dista cien mil pasos. Véase Plinio, lib. último.
Orosio Hist. lib. vII, c. xv, le llama Carnunto : Cum apud Curnuntum (M. Aurelius) jugi triennio perseverasset, bellum Marcomannicum confecit.
- ↑ 1,0 1,1
- ↑ 2,0 2,1
- ↑ 3,0 3,1
- ↑ 4,0 4,1
- ↑ 5,0 5,1
- ↑ 6,0 6,1
- ↑ 7,0 7,1
- ↑ 8,0 8,1
- ↑ 9,0 9,1
- ↑ 10,0 10,1
- ↑ 11,0 11,1
- ↑ 12,0 12,1
- ↑ 13,0 13,1
- ↑ 14,0 14,1
- ↑ 15,0 15,1
- ↑ 16,0 16,1
- ↑ 17,0 17,1
- ↑ 18,0 18,1
- ↑ 19,0 19,1
- ↑ 20,0 20,1
- ↑ 21,0 21,1
- ↑ 22,0 22,1
- ↑ 23,0 23,1
- ↑ 24,0 24,1
- ↑ 25,0 25,1
- ↑ 26,0 26,1
- ↑ 27,0 27,1
- ↑ 28,0 28,1
- ↑ 29,0 29,1
- ↑ 30,0 30,1
- ↑ 31,0 31,1
- ↑ 32,0 32,1
- ↑
- ↑ 34,0 34,1
- ↑ 35,0 35,1
- ↑ 36,0 36,1
- ↑ 37,0 37,1
- ↑ 38,0 38,1
- ↑ 39,0 39,1
- ↑ 40,0 40,1
- ↑ 41,0 41,1
- ↑ 42,0 42,1
- ↑ 43,0 43,1
- ↑ 44,0 44,1
- ↑ 45,0 45,1
- ↑ 46,0 46,1
- ↑ 47,0 47,1
- ↑ 48,0 48,1