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Tríptico del fuego

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Canto y al cantar respondo
Al impulso todo albura
Que me nace desde el fondo;
Recordad que en lo más hondo
Es el agua tersa y pura.


TRIPTICO DEL FUEGO


I

EL FUEGO DEL HOGAR

El fuego del hogar es armonía;
Su tibia caridad, torna el ambiente
Familiar y apacible; se diría
Que en su alegre y fugaz policromía,
Flota un alma serena y atrayente.


En el amplio salón, donde reinara
El helado silencio de lo augusto,
Parece una ilusión que transformara,
O la amable sonrisa que animara.
El semblante glacial de un hombre adusto.


La llama, al irisar la chimenea,
Se retuerce, se agita y se separa,

Y vuelve a unirse, agrándase, chispea,
y se eleva... Paréceme una idea
Que cambia formas, y aparece clara.


En su trémula lumbre, se adormece
Una suave leyenda milenaria,
Que templa el alma, el alma que padece
El invierno sin fin, que acerba ofrece
La realidad de la existencia diaria...


... Y canto al fuego, a su bondad sencilla
Que hace el bien, ignorando su destino;
Que brilla agreste, sin saber que brilla;
Como canto a la humilde florecilla
Que no sabe que alegra mi camino...


Leños que ardiendo alimentáis la llama,
Cesad vuestro dolor chisporroteante;
Dios que todo lo ve, Dios que nos ama,
Ve la piedad que vuestra luz derrama
Repartiendo el calor reconfortante.


No penséis, como el hombre, en la amargura
De volveros cenizas... Está escrito
Que al morir esa llama que fulgura,
El humo, remontando con premura
Ha de hundirse en la luz del infinito...


... No seáis como el hombre, que en la muerte
Piensa, olvidando el «más allá» bendito...

II


EL FUEGO LUZ

Yo te bendigo, fuego que iluminas,
Yo bendigo la clara inspiración
Del que con fuerza y voluntad divinas,
Logré reunir tus luces purpurinas
En una magistral condensación.


Yo te bendigo, porque al ser destello
Tienes algo del genio de tu autor;
Llevas impreso su glorioso sello;
Yo te bendigo, en nombre de lo bello,
Que por ti cobra vida y esplendor.


Yo te bendjgo, porque vuelves día
La noche más tenaz, con tu fulgor;
Porque apartas su negra alevosía,

Como el feliz destello de alegría
Que ilumina la noche de un dolor...


Yo te bendigo, sí, porque parece
Tu luz una febril constelación
Cuando en los cirios del altar se mece;
Reminiscencia de astros, que enaltece
A los que sueñan con la azul mansión.


Yo te bendigo, porque das belleza
Al espíritu noble y soñador,
Cuando en la noche vierte su tristeza
Allá en los cielos, la lilial princesa,
La princesa del trágico dolor...


Fuego—luz que palpitas en la altura
Y bajas a la tierra desde el Sol;
Que conservas la vida, la hermosura
Y el esplendor supremo de Natura
Bañada por tu mágico arrebol;


Yo te bendigo, sí, porque comprendo
La excelsitud de tu poder creador;
Yo te bendigo por tu rol tremendo!...
... Y por un rayo luminoso asciendo
Hasta el solio divino del Señor.


... Y pienso en el horror de una posible
Sempiterna tiniebla sin calor...

III


EL FUEGO DE ARTIFICIO


Cascadas de magníficos colores,
Estrellas de radiante claridad,
Vívidas luces, que parecen flores;
Alegría, bullicio, resplandores,
Centellas de febril agilidad...

Este fuego que brilla y que se exalta
Parece un fuego-niño; su fulgor
Canta, juega, retoza, ríe y salta
Y un pedazo de cielo alegre esmalta,
Con sus mágicos cambios de color.

Mágicos cambios de fugaz donaire
Que dibujan con firme precisión
Verdaderos castillos en el aire,

O cometas que cruzan al desgaire
En luminoso y rítmico turbión.


¡Oh, fuego convertido en lluvia de oro
Que quieres escalar la inmensidad;
Que pasas cual luciente meteoro,
Y que luego con rápido desdoro
Te deshaces en triste realidad:


¿No sabes que tu fuerza no es bastante
Para querer al cielo desafiar?...
Te asemejas al hombre, que pedante
Pretende con su espíritu oscilante
El misterio de Dios desentrañar!


Me entristeces, oh fuego de artificio,
Que brillando un instante acabarás;
Porque al morir tu resplandor ficticio,
Como a influjo de un negro maleficio
El cielo, arriba, se oscurece más.


Se oscurece lo mismo que la mente
Cuando pasa, inestable, una ilusión,
Una de esas que sirven solamente
Para hacer el dolor más evidente,
Y añadirle amargura al corazón.


...Salta una chispa, y en el cielo forma
Un signo de expectante admiración...