Tratado de la pintura/LIII
§ LIII.
[editar]Muchas veces desesperan los Pintores de su habilidad en la imitación de la naturaleza, viendo que sus pinturas
no tienen aquel relieve y viveza que tienen las cosas que se ven en un espejo, no obstante que hay colores, cuya claridad y oscuridad sobrepujan el grado de sombras y luces que se advierte en los objetos mirados por el espejo. Y en este caso echan la culpa á su ignorancia, y no á la razón fundamental, porque no la conocen. Es imposible que una cosa pintada parezca á la vista con tanto bulto y relieve, que sea lo mismo que si se mirara por un espejo (aunque es una misma la superficie) como ésta no se mire con solo un ojo. La razón es, porque como los dos ojos ven un objeto después de otro, como A B, que ven á M N; el objeto M nunca puede ocupar todo el espacio de N; porque la base de las líneas visuales es tan larga, que ve al cuerpo segundo después del primero. Pero en cerrando un ojo, como en S, el cuerpo F ocupara el espacio de R; porque la visual entonces nace de un solo punto, y hace su base en el primer cuerpo; por lo cual siendo el segundo de igual magnitud, no puede ser visto. Figura II.