Tratado de la pintura/LXXXI
§ LXXXI.
[editar]Los reflejos de las carnes que reciben la luz de otras carnes, son mas rojos y de un color mas hermoso que cualesquiera de las otras partes del cuerpo del hombre; por la razón de aquellas proposiciones que dicen: la superficie de todo cuerpo opaco participa del color de su objeto; y respecto á la mayor ó menor proximidad de dicho objeto, es mas ó menos su luz, según la magnitud del cuerpo opaco; porque si este es muy grande impide las especies de los objetos circunstantes, los cuales por lo regular son de varios colores, y estos alteran las primeras especies que están mas próximas, cuando los cuerpos son pequeños; pero también es cierto que un reflejo participa mas de un color próximo, aunque sea pequeño, que de otro remoto, aunque sea grande, según la proposición que dice: podrá haber cosas grandes á tanta distancia, que parezcan menores que las pequeñas miradas de cerca.