Un buen remedio á falta de azotes
Dieron los muchachos de un pueblo en la manía de correr é insultar á un pobre hombre llamándole borracho y... etc. Debia ser astuto y de energía, porque pensando en aquella situación ridicula y penosa, formó el propósito de salir de ella á toda costa, y lo consiguió.
Al efecto recogió abundantes monedas de á cuarto, salió á la calle, se fué derecho á buscar los muchachos, y les dijo:
— Mirad, hermosos; lo que me estáis diciendo me dá un gusto que ya, ya; y así, á todos los que queráis repetírmelo muchas veces gritando tras de mí, les daré un cuarto; y diciendo y haciendo se llenó las manos, y los principió á repartir.
Los muchachos aquel dia creyeron volverse locos, y la mitad se quedaron roncos. Al dia siguiente la misma distribución y los mismos gritos; al tercero igual.
Al dia cuarto salió á la calle á buscar los muchachos y les dijo:
— Vamos, hoy no tengo cuartos, pero sois tan buenos que me fiareis y seguiréis gritando lo mismo.
— ¡Ah! eso no, contestaron los muchachos.
— ¿Piensa V. que somos tan bobos? dijo uno; si no hay cuartos no hay gritos.