Viaje del Parnaso/Preliminares

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​Viaje del Parnaso​ de Miguel de Cervantes
Preliminares
I

Salió a luz el Viage del Parnaso (ya escrito en 1613) en Madrid, el año 1614, después de las Novelas. Hay dos series de ejemplares de esta primera edición: los unos, como el que reproducimos; otros, que carecen del soneto del autor a su pluma. «Cotejados -dice Rius1- los ejemplares de las dos impresiones, se nota que ambas tienen iguales reclamos so y el en las páginas antepenúltima y penúltima de dichos preliminares, lo cual prueba que, después de una primera tirada de un cierto número de ejemplares, Cervantes o el impresor, por ajenos respetos (lo cual no se sabe), quitaron el soneto, sin cuidarse de cambiar la hoja, la cual quedó con el reclamo el, y la anterior con el reclamo so.» No son estas las únicas diferencias que pueden notarse entre los varios ejemplares conocidos de la primera edición del Viage. El lector verá apuntadas por nosotros, más adelante, algunas de aquéllas. Reproducimos uno de los ejemplares completos, siguiendo el mismo procedimiento que el adoptado en los demás tomos de la presente colección; es a saber: conservando la ortografía; rectificando la puntuación, así como el uso de las mayúsculas; incluyendo entre corchetes ([ ]) nuestras adiciones; encerrando entre paréntesis ( ) las letras o palabras que consideramos superfluas; y realizando, desde luego, todas las enmiendas recomendadas por el corrector de la primera edición en su Fe de erratas.

***

No fue enteramente original de Cervantes la idea de su Viage. Él mismo cita, en el primer capítulo, a «un quidam Caporal italiano», ya mencionado en el Prólogo de las Novelas exemplares, y que no es otro sino Cesare Caporali, de Perusa, cuyo Viaggio in Parnaso se había publicado en 1582. Pero, como ha hecho notar Benedetto Croce, ambos libros difieren bastante, aparte de ser el de Cervantes seis veces más extenso que el de su modelo italiano. Caporali monta en una mula y se dirige al Parnaso, donde logra internarse, merced a una recomendación del Cardenal Fernando de Médicis. Encuéntrase con ilustres poetas italianos, con quienes habla; pero un deshonesto ataque del caballo Pegaso a la mula del poeta, obliga a éste a correr en seguimiento de su fugitiva cabalgadura, con lo cual se halla fuera del Parnaso. El citado Croce advierte que el argumento del Viage cervantino, más que en el Viaggio de Caporali, se inspira en un apéndice de la obra de este último, titulado Avvisi di Parnaso, donde se cuentan los preparativos que Apolo hace para emprender una lucha con los ignorantes. De todos modos, Cervantes no traduce a Caporali; ni siquiera le imita, sino en muy contados casos (como en la descripción de la galera de Mercurio, semejante a la del palacio del Parnaso; en el itinerario marítimo, algo modificado en Cervantes, y en la pintura de la mula). Pero Cervantes tenía otros predecesores en la misma España: recuérdese el Viage de Sannio (1585) de Juan de la Cueva, donde el poeta Sannio, guiado por la Virtud, asciende al Cielo para ver a Júpiter y pedirle el remedio de sus necesidades, siendo rechazado por los dioses, a quienes insulta, y acabando por ser recibido y examinado por Apolo en cosas de Poesía, después de lo cual Sannio es castigado por el desacato que tuvo a los dioses, y la Virtud, para consolarle, le lleva a presencia de Betis, «adonde ve algunos de sus insignes poetas», y es galardonado su mérito con magníficos dones. A las quejas de Sannio, «viéndose pobre, viejo i afligido», no dejan de asemejarse las que Cervantes expone en su Viage, considerando su personal situación. Dos romances hay también en el Coro febeo, de Juan de la Cueva (1587), que pueden figurar entre los precedentes inmediatos del Viage del Parnaso. En uno de ellos,




«Huyendo va la Poesía,
despavorida y temblando,
de una chusma de poetas
que caça le ivan dando».




Quieren, en efecto, que les otorgue sus favores,


«y con esto, y tu influencia,
subiremos al Parnaso,
y, en medio de sus dos puntas,
nos veremos assentados,
y en la fuente Cabalina
mojar podremos los labios»;




y la Poesía, para librarse de su asedio, les da licencia


«para montar a Pegaso,
y que os coroneis las sienes
de pámpanos y naranjo».




En otro romance (fol. 316 v.), habla Cueva de «cómo los poetas conquistaron el Parnaso y lo ganaron, y Apolo y las Musas huyeron del».

Si todavía se pretendiese hallar otros precedentes españoles más antiguos, no sería difícil dar con ellos en las visiones literarias del Marqués de Santillana, como El Infierno de los enamorados o El Triunphete de Amor.

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Pero, si el punto de partida de Cervantes fue bien definido: la lucha de Apolo y su cohorte de buenos poetas, contra los malos cultivadores de la Poesía, el desarrollo y la conclusión distan mucho de corresponder al principio. Él quiso hacer (diríamos, empleando símiles más modernos) una combinación de la Derrota de los pedantes con el Laurel de Apolo; pero ni su genio era hondamente satírico, como el de Quevedo, ni su crítica literaria estaba bastante afinada para trazar las características de los personajes a quienes loa. De ahí la monotonía del relato (muy semejante a la del Canto de Calíope); de ahí la indecisión del plan; de ahí las frases hechas de sus elogios, y la falta de orden de sus enumeraciones, donde los nombres parecen arrastrados muchas veces por la exigencia de la rima y no por el deliberado propósito del autor. Rey de Artieda es «magno», y nada más ni menos; Enciso, «claro honor de Manzanares»; Casanate, «poeta insigne de mayor cuantía»; Cristóbal de Mesa, «trasunto de Apolo»; Juan Antonio de Herrera, «docto»; Don Juan Bateo, «bravo irlandés»; el abad Maluenda, de «grave aspecto»; Góngora, «tiene de escribir la llave»; Juan de Ochoa, «poeta y cristiano verdadero»; Godínez, «florido ingenio»; Miguel Cid, «poeta santo»; Villamediana, «famoso»; Lope de Vega, «poeta insigne» (como Casanate)... y así los demás, con raras excepciones. Grandes y chicos, viejos y jóvenes, eclesiásticos y seglares, historiadores y jurisconsultos, médicos y gramáticos, guerreros y poetas, todos andan mezclados, como en ensalada, sin que alcancemos a comprender, en la mayoría de los casos, en qué consista el peculiar mérito de ninguno. Las excepciones son contadísimas: Góngora, Quevedo, los Argensolas, Vélez de Guevara, figuran, por ciertos conceptos, entre aquéllas; los demás poetas mencionados en el Viage, tienen en los tercetos del poema la misma representación que la que ostentarían en una mera lista de nombres propios. Añádese a esto la poca maña del catalogador, el cual, careciendo de los recursos poéticos de un Lope, para dar variedad y encanto al inventario, recurre a la inaguantable repetición del pronombre demostrativo: en solas tres páginas (28, 29 y 30), figura 21 veces «este», como primera palabra para presentar a un nuevo soldado de la armada poética.

Cervantes mismo debió de percatarse de lo deshilvanado de la traza: el Sueño se apodera de él (como, sin duda, de sus lectores) y le transporta a las fiestas de Nápoles. Desde allí, sin saber cómo, llega a Madrid, y el poema acaba sin que nos hayamos dado cuenta de su verdadera finalidad. Hay en él, no obstante, admirables tercetos, y en especial aquellos en que Cervantes nos descubre su alma, y con sincero y legítimo orgullo habla de sus mejores producciones. La Adjunta al Parnaso es un apéndice encantador, y en algún sentido vale más que el poema. En aquélla, Cervantes se encuentra en su elemento, haciendo gala de su hermoso y discretísimo «romance»; en el poema, no puede ocultar su lucha con las dificultades de la rima.

No faltan reminiscencias clásicas en el Viage del Parnaso: Virgilio (en la traducción de Gregorio Hernández de Velasco), Homero (en la versión de la Vlyxea por el Secretario Gonzalo Pérez) y Horacio (en la de Villén de Biedma), suministran a Cervantes alusiones mitológicas (como las relativas a los montes Acroceraunios, a la morada de Alcinoo y al paso del estrecho) y aun epítetos y frases (como las referentes a Eneas en el cap. III). Y es de notar que, en el terreno literario, se permite Cervantes libertades análogas a las que Velázquez usó en pintura: Venus, con saya y verdugado, parécese al Marte con morrión del gran artista sevillano. En ambos casos hay briznas de ironía, que demuestran la transformación de los valores clásicos.

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Tres eruditos realizaron, años hace, la ímproba tarea de anotar el Viage: Cayetano Alberto de la Barrera, en el tomo XII (Madrid, 1864) de la edición de las Obras completas cervantinas, impresa por Rivadeneyra; J. M. Guardia, en su versión francesa del poema, publicada en París, en la misma fecha de 1864; y James Y. Gibson, que en 1883 (London), publicó una deliciosa versión inglesa del Viage, con muy discretas notas. El que se haga cargo del número e importancia de los trabajos bibliográficos publicados en los últimos años y de que no pudieron disfrutar aquellos beneméritos investigadores, comprenderá el extraordinario valor de sus esfuerzos, y se sentirá inclinado a disculpar deficiencias, de las que ningún humano se exceptúa. Nosotros nos hemos aprovechado de sus trabajos, rectificándolos cuando hemos podido, y guardándonos bien de puntualizar los errores en que incurrieron (tarea tan fácil como innecesaria). Al lector le importa la exactitud; pero le enfada malgastar el tiempo en leer listas de equivocaciones. Sin ellas, no hubiésemos dado, en hartos casos, con la verdad; y es vanidad ridícula, y aun irritante injusticia, deleitarse en señalar los descarríos de «honrados varones», cuando, gracias a ellos, nos hemos ahorrado pasos inútiles en el áspero camino de la investigación literaria.

Madrid, abril de 1922.

Licencia

Por comission y mandado de los señores del Consejo, he hecho ver el libro contenido en este memorial. No tiene cosa contra la Fê ni buenas costumbres; es libro curioso, y se puede imprimir. Fecho en Madrid, a 16 de setiembre de 1614.

El Doctor Gutierre de Cetina.


Licencia

Por mandado y comission de los señores del Consejo, he visto El viage del Parnaso, de Miguel de Ceruantes Saauedra, y despues de no tener cosa contra lo que tiene y enseña nuestra santa Fê catolica ni buenas costumbres, tiene muchas, muy apazibles y entretenidas, y muy conformes a las que del mismo autor honran la nacion y celebra el mundo. Este es mi parecer, saluo, &c. En Madrid a 20 de setiembre, 1614.

El Maestro Ioseph de Valdiuielso


Privilegio

Por quanto por parte de vos, Miguel de Ceruantes Saauedra, nos fue fecha relacion que auiades compuesto un libro intitulado Viage del Parnaso, de que haziades presentacion, y porque os auia costado algun trabajo, y ser curioso y deleytable, nos suplicasteys vos mandassemos dar licencia para le imprimir y Privilegio por veynte años, o como la nuestra merced fuesse: lo qual, visto por los del nuestro Consejo, por quanto en el dicho libro se hizo la diligencia que la prematica por nos sobre ello fecha dispone, fue acordado, que deviamos de mandar dar esta nuestra cedula en la dicha razon, y nos tuuimoslo por bien. Por la qual vos damos licencia y facultad para que por tiempo y espacio de seys años cumplidos primeros siguientes, que corran y se quenten desde el dia de la fecha desta nuestra cedula en adelante, vos, o la persona que para ello vuestro poder huviere, y no otra alguna, podays imprimir y vender el dicho libro, que de suso se haze mencion. Y por la presente damos licencia y facultad a qualquier impressor de nuestros Reynos que nombraredes, para que durante el dicho tiempo le pueda imprimir por el original que en el nuestro Consejo se vio, que va rubricado, y firmado al fin de Hernando de Vallejo, nuestro escrivano de Camara y uno de los que en el residen: con que antes y primero que se venda lo traygays ante ellos, juntamente con el dicho original, para que se vea si la dicha impression está conforme a el, o traygays fee en publica forma, cómo por corretor por nos nombrado se vio y corrigio la dicha impression por el dicho original. Y mandamos al dicho impressor que ansi imprimiere el dicho libro, no imprima el principio y primer pliego del, ni entregue mas de un solo libro con el original al autor y persona a cuya costa lo imprimiere, ni a otro alguno, para efeto de la dicha correcion y tassa, hasta que antes y primero el dicho libro estè corregido y tassado por los del nuestro Consejo: y estando echo, y no de otra manera, pueda imprimir el dicho principio y primer pliego, en lo qual inmediatamente ponga esta nuestra licencia, y la aprouacion, tassa, y erratas; ni lo podays vender, ni vendays, vos ni otra persona alguna, hasta que esté el dicho libro en la forma suso dicha, so pena de caer e incurrir en las penas contenidas en la dicha prematica, y leyes de nuestros Reynos, que sobre ello disponen: y mandamos que, durante el dicho tiempo, persona alguna sin vuestra licencia no le pueda imprimir, ni vender, so pena que el que lo imprimiere y vendiere aya perdido y pierda qualesquiera libros, moldes y aparejos que del tuuiere, y mas incurra en pena de cinquenta mil marauedis por cada vez que lo contrario hiziere, de la qual dicha pena sea la tercera parte para nuestra Camara, y la otra tercia parte para el juez que lo sentenciare, y la otra tercia parte para el que lo denunciare. Y mandamos a los del nuestro Consejo, Presidente y Oydores de las nuestras Audiencias, Alcaldes, Alguaziles de la nuestra Casa y Corte, y Chancillerias, y otras qualesquiera justicias de todas las ciudades, villas y lugares de los nuestros Reynos y señorios, y a cada uno en su jurisdicion, ansi a los que agora son como a los que seran de aqui adelante, que vos guarden y cumplan esta nuestra cedula y merced que assi vos hazemos, y contra ella no vayan ni passen, ni consientan yr ni passar en manera alguna, so pena de la nuestra merced y de diez mil marauedis para la nuestra Camara. Fecha en Ventosilla, a diez y ocho dias del mes de Otubre, de mil y seyscientos y catorze años.

YO EL REY.

Por mandado del Rey nuestro Señor.

Jorge de Tovar.

Yo, Hernando de Vallejo, escrivano de Camara del Rey nuestro señor, de los que residen en su Consejo, doy Fe, que aviendose visto por los señores dél un libro que compuso Miguel de Cervantes Saauedra, intitulado Viage del Parnaso, que con su licencia fue impresso, le tassaron a quatro maravedis el pliego: el qual tiene onze pliegos, que al dicho respeto suma y monta quarenta y quatro marauedís cada volumen en papel: y mandaron que a este precio se aya de vender y venda, y no a mas, y que esta tassa se ponga al principio de cada volumen del dicho libro, para que por el se sepa y entienda lo que se ha de pedir y llevar, sin que se aya de exceder, ni exceda della en manera alguna. Y para que dello conste, de pedimiento del dicho Miguel de Cervantes, y mandamiento de los dichos señores del Consejo, di la presente en la villa de Madrid, a diez y siete dias del mes de noviembre, de mil y seyscientos y catorze años.

Hernando de Vallejo.


Este libro, intitulado Viage del Parnaso, compuesto por Miguel de Cervantes Saavedra, con estas erratas corresponde con su original. Dada en Madrid, a diez dias del mes de noviembre de 1614.

El Licenciado Murcia de la Llana.


Dedicatoria

Dirijo a V. m. este viaje que hize al Parnaso, que no desdize a su edad florida, ni a sus loables y estudiosos exercicios. Si V. m. le hace el acogimiento que yo espero de su condicion ilustre, él quedarà famoso en el mundo, y mis desseos premiados. Nuestro Señor, &c.

Miguel de Cervantes Saauedra.

Si por ventura, lector curioso, eres poeta, y llegare a tus manos (aunque pecadoras) este Viage, si te hallares en él escrito, y notado entre los buenos poetas, da gracias a Apolo por la merced que te hizo, y, si no te hallares, tambien se las puedes dar. Y Dios te guarde.


D. Augustini de Casanate Rojas


EPIGRAMMA

Excute caeruleum, proles Saturnia, tergum,
verbera quadrigae sentiat alma Tetis.
Agmen Apollineum, noua sacri iniuria ponti,
carmineis ratibus, per freta tendit iter.
Proteus aequoreas pecudes, modulamina Triton, 5
monstra cauos latices obstupefacta sinunt.
At caueas tantae torquent quae mollis habenas,
carmina si excipias nulla tridentis opes.
Hesperijs Michael claros conduxit ab oris,
in pelagus vates. Delphica castra petit. 10
Imô age, pone metus, medijs subsiste carinis,
Parnasi in littus vela secunda gere.

   


El autor a su pluma

SONETO


Pues veys que no me han dado algun soneto,
que ilustre deste libro la portada,
venid vos, pluma mia mal cortada,
y hazedle, aunque carezca de discreto.



Hareys que escuse el temerarío aprieto 5
de andar de una en otra encruzijada,
mendigando alabanças, escusada
fatiga e impertinente, yo os prometo.



Todo soneto y rima alla se auenga,
y adorne los vmbrales de los buenos, 10
aunque la adulacion es de ruyn casta.



Y dadme vos que este Viage tenga
de sal un panezillo por lo menos,
que yo os le marco por vendible, y basta.