Vida y escritos del Dr. José Rizal/Cuarta época, II

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Vida y escritos del Dr. José Rizal: Edición Ilustrada con Fotograbados (1907)
de Wenceslao Retana
Cuarta época, II
Nota: Se respeta la ortografía original de la época
II


Casi al mismo tiempo que salía á luz El Filibusterismo[1], ocurrían en Calamba sucesos extraordinarios. Los dueños de la hacienda, los frailes dominicos, llevaban ya algunos años sin cobrar el alquiler de los colonos más o menos allegados á Rizal; y como, según la traza, éstos no se la daban de enmendarse, juzgaron los propietarios que se imponía recabar de los Tribunales de justicia el cumplimiento de lo que entre ellos y sus deudores habíase estipulado. Desde el año de 1833, en que la hacienda de San Juan Bautista de Calamba fué adquirida por dicha corporación, hasta el de 1887, en que las predicaciones de Rizal comenzaron á producir efecto, nada había ocurrido de particular entre amos y colonos; pero á partir de 1887 fué tomando cuerpo entre algunos de Calamba la idea de resistirse á satisfacer el canon, y esto movió á los frailes (en 1890) á reformar las cláusulas con que hasta entonces habían venido contratando. Con arreglo á las nuevas estipulaciones, los frailes eran dueños absolutos de la tierra; podían los colonos, si querían, construir edificios más o menos fuertes, de su propiedad; pero el solar, entiéndase bien, era siempre de la propiedad exclusiva de los frailes: por lo tanto, si los amos desahuciaban á un inquilino, tenía el inquilino que llevarse la casa, pues que por el contrato se le obligaba terminantemente á dejar expedito el solar.

El problema de Calamba ofrecía dos puntos de vista contrapuestos: el legal, que daba la razón á los propietarios, y el moral, que se la daba en cierto modo á los colonos. No hace al caso, en un estudio de esta índole, una disertación sobre ambos puntos de vista. Pero sí debe quedar asentado que, en los pleitos sostenidos, á los frailes les dieron la razón en el Supremo. Cansados, pues, los amos de transigir, y teniendo de su parte el fallo de la Justicia, llegó un día (á últimos de Octubre de 1891) en que se cuadraron y resolvieron demandar de las autoridades que los desahucios se ejecutasen en regla, tal como rezaba la sentencia de los Tribunales; á saber: «Que [los deudores] desalojen las fincas rústicas y solares que tienen en arrendamiento, de las que trata este juicio, en los términos y plazos que marca la ley; con apercibimiento que de no efectuarlo se procederá al lanzamiento que la misma prescribe»[2]. La ejecución de la sentencia implicaba destruir algunas casas para dejar expedito el solar. La medida era grave, y, sobre serlo, iba enderezada contra muchos; los ánimos de los perjudicados hallábanse excitadísimos, y cabía en lo posible que al ejecutarse la sentencia se produjese en Calamba un conflicto de orden público. «Las causas que hicieron concebir temores —léese en la carta á que hemos hecho referencia[3]— son: 1.ª, el gran número de desahuciados, pues siendo éstos tantos, y la Guardia civil de aquel puesto muy reducida, era cosa de que se tomaran precauciones, por si algunos adoptaban actitud rebelde y se resistían al Juzgado ó cometían atropellos contra las autoridades ó contra los religiosos; 2.ª, que en otros desahucios de menor escala habían insultado al Juez ejecutor y á sus acompañantes, adoptando una actitud ofensiva, que no llegó á vías de hecho por la presencia de la Guardia civil, llamada de propósito para proteger la administración de justícia; 3.ª, porque en esta ocasión no se pudo disponer de la suficiente fuerza de la Guardia civil destinada en la provincia, porque siendo escaso el personal de los diferentes puestos y secciones, si se hubiera concentrado en Calamba, se habrían quedado abandonados esos mismos puestos y secciones.» Por tales motivos, mandó el general Weyler, entonces en las postrimerías de su gobierno, que pasasen á Calamba, sin otra misión que la de proteger á la Autoridad judicial, en previsión de que pudiera ser atropellada, «unos cincuenta soldados del regimiento Peninsular de artillería, al mando del Coronel del 20.º tercio de la guardia civil, Sr. D. Francisco Olive y García». Y los desahucios se verificaron sin el menor contratiempo. Vieron, por consiguiente, los desahuciados sus viviendas arrasadas. Á disposición de los propietarios de las mismas quedaron los materiales; se les dió un plazo de doce días para que se los llevaran fueran de los límites de la finca, y como ninguno se llevase nada, hubo que prender fuego á lo que era un estorbo: y el solar quedó «desalojado»; el solar quedó expedito: ¡habíase cumplido la sentencia!… Y el humo de los despojos se disipó en el ambiente, y el odio á los frailes se acentuó más y más en el alma del pueblo filipino…

Por lo que toca al general Weyler, ¿qué había de hacer sino amparar la ejecución de un fallo firme de los Tribunales de justicia? En Madrid, sin embargo, pintáronle los periódicos radicales como un protector resuelto de los frailes, desfigurando los hechos, y hasta se celebró un meeting, donde no faltó orador que juzgase al General como un segundo Nerón; cuando la verdad es que con sus medidas previsoras supo evitar que en Calamba hubiera corrido sangre[4]. Precisamente la tropa se condujo en Calamba «con extremada cordura»: «no ha hecho (dice el documento de referencia) extorsión de ningún género á ninguno de los vecinos. El Coronel y los Oficiales han estado hospedados por su cuenta en una casa principal por ofrecimientos del dueño, y la tropa en otra casa desalquilada, vacante á virtud de desahucio; ha pagado religiosamente al pueblo raciones y demás que ha necesitado, y en los diferentes incendios realizados ó frustrados por los rebeldes insidiosa y traidoramente (al Juez de paz le han quemado la casa y un camarín lleno de grano), ha prestado eficacísimo auxilio y trabajado como si fuese un cuerpo de bomberos». Mas no fué lo peor que muchos calambeños, los sentenciados por los Tribunales, se viesen sin albergue: lo peor fué que estudiando sobre el terreno el coronel Olive el problema de Calamba, persuadido de que era político esencialmente, y de que allí no habría sosiego público ínterin ciertos elementos (los más decididos de entre los secuaces de Rizal) continuaran en la finca, instruyó un expediente para proponer, como lo hizo, la deportación de veinticinco sujetos, los cuales, fanatizados por las teorías y promesas de Rizal, se burlaban de la ley y vivían en constante rebeldía. Y la Autoridad suprema del país, ¿qué había de hacer sino atenerse á las prácticas de buen gobierno usuales? Dióse, pues, cumplimiento á lo propuesto, y veinticinco individuos, deudos unos y amigos apasionados los restantes de Rizal, fueron deportados á Joló. La Autoridad cumplía con su deber… y los frailes continuaban concitando para sí el odio del pueblo filipino.

No es difícil imaginarse la tensión de nervios que experimentaría el ilustre teorizante al conocer la medida que contra sus deudos é íntimos habían adoptado en Filipinas: el gran soñador, pasado el primer momento, al restituirse á su serenidad habitual, debió de convencerse de que, en la práctica, lo que sacaba en limpio con su apostolado no era sino perturbar la paz de aquellos á quienes más amaba, y arruinarlos. Y rompió la pluma. Á partir de entonces, nada volvió á escribir para la publicidad, siquiera en su epistolario familiar continuara ensayándose en sus sueños de poeta. La lección recibida, ¡tan dura!, indújole á tomar otro camino. Y ávido de aproximarse lo más posible á su familia, se partió para Hong-Kong, adonde llegó á últimos de Noviembre de aquel año de 1891, y con la pretensión, nada menos, de si para ello le autorizaba su familia, trasladarse á Manila. Tan sobria como interesante es la carta que sigue[5]:

«Hong-Kong, 1 de Diciembre 1891. 

»Mis queridos padres y hermanos: Estoy siguiendo paso á paso el doloroso calvario que Vs. recorren. No tengan miedo, que trabajo y trabajo. Si Vs. me pudiesen permitir que me reuna con ustedes allí (ahí), ¡qué feliz sería! ¡Quizás todo se cambie! Denme, pues, este permiso y me iré inmediatamente. Espero, tengo la seguridad de que hemos de salir bien.

»He sabido la marcha de los cuatro compoblanos á Joló, y la vuelta de mi hermano á Manila. También he sabido que Nanay, Pangoy y Tríning han vuelto á ser llamados al Gobierno civil. Paciencia, un poco de paciencia. Valor.

»Como el tiempo apremia, cierro esta carta.

»Ardo en deseos de abrazarles.

»Su hijo, —Rizal

Sin duda la familia reputó una locura el que Pepe se plantase en Manila; y éste, por tanto, puso casa en Hong-Kong, estableciéndose debidamente; organizó su librería, selectísima, compuesta, en su mayor parte, de obras de gran mérito, escritas en diferentes idiomas europeos[6], y, como él mismo dijo, trabajaba, trabajaba, aunque sin ser feliz enteramente, porque los suyos, sus deudos é íntimos, le atraían con fuerza irresistible, sobre todo desde que los vió arruinados y proscritos… ¡por seguir tan al pie de la letra las predicaciones del apóstol!… Había ya pretendido traérselos á Europa, y, atento al consejo del profesor Blumentritt, establecerse en Leida, ó en Delft, ó en Utrecht, para consagrarse de lleno á la lingüística malayo-polinesiana[7]; pero su familia, compuesta casi toda ella de indígenas sencillos, se había negado á satisfacer este deseo; á sus padres principalmente, ya ancianos, no les agradaba la idea de abandonar el sol ardoroso de los trópicos, bajo el cual habían vivido siempre, por las frías brumas holandesas. Ahora, en Hong-Kong, ya que no los veía, los tenía á no muy larga distancia, arruinados y proscritos; pero él, en cambio, era libre, gozaba del trato diario de algún amigo entrañable[8], y, al decir de alguien, no estaba falto de recursos[9].

Pensando en sus parientes y amigos se trasladó á Borneo, región del Norte, la cual había sido de España, y por torpezas de nuestros políticos pertenecía, desde pocos años antes, á Inglaterra[10]. Solicitó y obtuvo la concesión de terrenos para colonizar allí con filipinos, y, con su familia y otros de Calamba, acarició el proyecto de establecerse en la región mencionada. Y —¡siempre soñando!— quería que con él se fuese Blumentritt. Así lo declara el propio profesor: «Cuando pasó á Borneo Norte, me pidió que yo pasase con mi familia á su proyectada Colonia Tagala, fundando allí una Estación Etnográfico-lingüística y de Historia Natural, donde él y yo viviéramos lejos de todo lo que oliese á política; un proyecto no fantástico, porque los Institutos Etnográficos de Europa (de la Europa no española, claro está) lo hubieran subvencionado con esplendidez»[11]. Blumentritt, sintiéndolo mucho, no pudo complacerle.

Pero á todo esto, en Filipinas las cosas habían experimentado un cambio muy notable. Desde el 17 de Noviembre de 1891 era Gobernador superior de la colonia el teniente general D. Eulogio Despujol, el cual, desde los primeros días de su mando, había desarrollado una política de acentuada, de inusitada (no se conocía política semejante desde el mando de D. Carlos María de la Torre, considerado como funestísimo por la crítica española) benevolencia para los elementos avanzados del país, que contrastaba con la austeridad, con la aspereza que solía tener para ciertos elementos españoles, comenzando por los frailes, á los que trató de quitar toda importancia. Este rasgo de Despujol impresionó tanto más, cuanto que se trataba (y se trata, pues que vive) de un fervoroso católico, antiguo y consecuente amigo de los padres jesuítas. En lo que atañe á los funcionarios españoles, Despujol no hizo más que lo que había hecho Weyler[12], sino que Weyler lo ejecutó sin estrépito, mientras que Despujol lo llevó a cabo con una publicidad estruendosa, en cierto modo impolítica, por lo mismo que evidenciaba oficialmente que había en Filipinas podredumbre (como en todas partes), siquiera no la hubiese en tanto grado como el que pretendían, ponderándolo hasta lo infinito, los hijos del país[13]. Esta doble manera de ser de Despujol la celebraron mucho los filipinos avanzados, y, naturalmente, también Rizal la celebró en sus adentros, y hasta en sus afueras, porque existe el dato positivo de que el gran propagandista, lleno de entusiasmo, se dirigió á Despujol, por carta desde Hong-Kong, brindándole su cooperación en la tarea del mejor gobierno del país, carta que fué recibida precisamente «al mismo tiempo que empezaba á circular [en Filipinas] su último libro» [El Filibusterismo][14], que tanto escándalo produjo entre los pocos españoles que lograron leerlo; y el general Despujol, por tal motivo, le dió la callada por respuesta. Transcurridos algunos meses, en Mayo, Rizal volvió á escribir al General, pero en otro sentido: decíale que «reconociendo la política de generosa atracción, moralidad y justicia planteada…, anunciaba su propósito de volver á este su suelo natal, para realizar él y sus amigos los bienes que le quedaban y pasar con sus familias á fundar en Borneo una colonia agrícola filipina, bajo el protectorado inglés»; á lo que el General dispuso que se le respondiera verbalmente, «por el Cónsul español en Hong-Kong, que hallándose tan falto de brazos el suelo filipino, era obra poco patriótica arrancarle algunos para ir á fecundar extrajera tierra, por lo cual no era posible favorecer oficialmente su proyecto, pero añadiéndole que todo filipino podía en cualquier punto del Archipiélago contribuir libremente, dentro del círculo de las patrias leyes, á la prosperidad del país»[15].

A la verdad, el proyecto de colonización en British Borneo no debió de ser en Rizal muy persistente. Quería, á ratos, desposeerse de toda preocupación política; pero le era imposible: había nacido para político; tenía bien determinada su vocación de propagandista; hacer Patria era la mayor de sus ilusiones. Y en tanto que brindaba su concurso á Despujol para facilitarle la tarea de gobernar con acierto, Rizal trabajaba, trabajaba[16]… y meditaba, redactaba é imprimía (¿subrepticiamente?) en Hong-Kong los estatutos de la «Liga Filipina», y mandaba á Manila, á su íntimo amigo y paisano Domingo Franco[17], ejemplares y más ejemplares de aquel código de una nueva Sociedad, organizada al modo masónico, que debía desenvolverse simultáneamente con la Masonería auténtica, la netamente filipina ó nacionalista, cuyas bases ideó en Madrid Antonio Luna en 1891, y llevó al Archipiélago Pedro Serrano[18], quien las puso en planta con el auxilio de Moisés Salvador, José A. Ramos y otros filipinos distinguidos. La novísima Masonería sólo tenía de masonería la organización y algunos procedimientos; en rigor no era otra cosa que una colectividad antiespañola; y comenzó á desarrollarse en Manila entre individuos de fuste, al mismo tiempo que el confiado Despujol se desvivía por atraerse á los conspicuos del país, los cuales le vitoreaban, le aclamaban y ovacionaban… sin perjuicio de seguir algunos de ellos laborando á la sombra de sus recién fundadas logias. Los peninsulares, reconociendo en Despujol un prototipo de caballeros, le hacían casi todos el vacío; los frailes propalaban que S. E. no estaba en sus cabales[19]… Hablando en plata, el General vivía equivocado; confiaba bastante más de lo justo; tenía una buena fe rayana en la candidez… Y así estaba la Colonia, en un período de profunda crisis, cuando Rizal, que había ya echado por delante los estatutos de la «Liga Filipina», se decidió á volver á su país. Despujol no hacía ningún caso de los frailes; Despujol amaba la tierra, de la que había dicho en uno de sus discursos:— «Aquí, donde parece que brota como por generación espontánea la delicada flor de la gratitud…» —¡Nunca mejor ocasión para hollar de nuevo la bendita patria! — Despujol, decididamente, le inspiraba á Rizal gran confianza; además, estábale Rizal reconocido, porque aquella «protectora» autoridad había tenido «clemencia» para los calambeños desterrados[20]… ¡Nunca mejor ocasión!… Y Rizal arregló sus papeles, y, acompañado de una hermana suya, embarcó en Hong-Kong y se fué á Manila, después de cuatro años corridos de dolorosa ausencia. ¡Bendito Despujol, que le proporcionaba la inmensa felicidad de volver á respirar las auras patrias!…

Se nos figura verle navegando, siempre en la proa del buque, creyendo que así llegaba antes á la tierra adorada… ¿Qué pensaría?… ¿Iba á lo que había ofrecido, á realizar lo poco que le quedaba, y con sus deudos y amigos marcharse cuanto antes á Borneo, ó iba ó proseguir prácticamente sus ansías de laborante pro patria? No carece de valor esta declaración, debida á la pluma de un panegirista suyo: en cierta ocasión (1890?), departiendo Rizal con Ruiz Zorrilla, dijo aquél á éste que «era menester predicar una idea ó una doctrina allí mismo donde se quiere que arraigue y fructifique, alegando á la vez que la razón de no vencer el republicanismo en España era el retraimiento de sus prohombres del terreno de la lucha»[21]. Rizal iba á emprender una campaña activa por nuevos procedimientos, confiando más de lo razonable en la benevolencia del General, que había ya comenzado á abrir el ojo, y percatádose de que el entusiasmo de que tan repetidas muestras le daban los filipinos, no era de todo punto sincero ni verdaderamente desinteresado[22]; Rizal iba á organizar, disciplinándolos, á los intelectuales de su país para que, con la debida cohesión, fuesen un organismo pujante que robusteciese el Ideal que en mayor ó menor grado acariciaban los postergados, los perseguidos, los sedientos de Libertad; los que admiraban al Maestro y no tenían más Biblia que los escritos rizalianos. ¡Ay!, ¡quién le hubiera dicho entonces á Rizal que no le quedaban de libertad más que unos días! ¡Y quién hubiera dicho entonces —sobre todo los que le llamaban «un mesticillo vulgar»— que le bastaría al Gran Tagalo una semana tan sólo para crear un núcleo de entusiastas del que se derivarían miles y miles de fanáticos que se lanzasen á la arena de la lucha!…

Y ahora, demos á conocer los Estatutos de la Liga Filipina, según la copia que nos ha sido remitida por D. E. de los Santos[23]:


L. F.

Fines:
1.º Unir todo el A** en un cuerpo compacto, vigoroso y homogéneo.
2.º Protección mutua en todo apuro y necesidad.
3.º Defensa contra toda violencia é injusticia.
4.º Fomento de la instrucción, agricultura y comercio.
5.º Estudio y aplicación de reformas.

Lema: VIO ***

Contraseña: ***

Forma:
1.º Para poner en práctica estos fines se crean Cp, CP y un CS.
2.º Cada C constará de un G, F, T, S y miembros.
3.º El CS constará de GP, así como el CP sólo se compondrá de Gp.
4.º El CS manda sobre la LF y se entiende directamente con los GP y Gp.
5.º El CP manda sobre los Gp.
6.º El Cp sólo manda sobre los A.
7.º Cada CP y Cp adopta un nombre diferente del de la localidad ó región.

Deberes de los A:
1.º Pagará la cuota mensual de diez céntimos [de peso].
2.º Obedecerá ciega y puntualmente toda disposición que emane de un C ó de un G.
3.º Participará al F de su C cuanto note ú oiga que tenga relación con la LF.
4.º Guardará el secreto más absoluto sobre las decisiones del C.
5.º En todos los actos de la vida concederá la preferencia á los A; no comprará sino en la tienda de un A, ó cuando algo le venda, lo hará con rebaja. Toda infracción de este articulo será severamente castigada. ***
6.º El A que pudiéndolo no socorra á otro en caso de apuro ó peligro, será castigado y se le impondrá cuando menos la misma pena que el otro ha padecido.
7.º Cada A, á su afiliación, adoptará un nombre nuevo, y no podrá cambiarlo mientras no sea GP.
8.º Aportará á cada C un trabajo, una observación, un estudio ó un nuevo aspirante.
9.º No se someterá á ninguna humillación ni tratará á nadie con altaneria.

Del G:
1.º Velará por la vida de su C. Conocerá de memoria los nombres nuevos y verdaderos de todos los CC si es el GS, y si sólo es Gp los de todos sus A.
2.º Estudiará constantemente los medios para unir á sus subordinados y ponerlos en rápida comunicación.
3.º Estudiará y remediará las necesidades de la LF, del CP ó del Cp, según sea GS, SP ó Gp.
4.º Atenderá cuantas observaciones, comunicaciones y peticiones se le hagan, y las pondrá inmediatamente en conocimiento de quien corresponda.
5.º En el peligro será el primero, y es el primer responsable de cuanto acontezca dentro de su C.
6.º Dará ejemplo de su subordinación á los G superiores para que á su vez sea obedecido.
7.º Verá en el último A la personificación de toda la LF.
8.º Las faltas de las autoridades se castigan con más severidad que las de los simples A.

Del F:
1.º El F vela por que todos cumplan con su deber.
2.º Acusará ante el C toda infracción ó incumplimiento observado en cualquier miembro del C.
3.º Pone en conocimiento del C todo peligro ó persecución.
4.º Examinará el estado de los fondos del C.

Del T:
1.º Llevará un registro de los nombres nuevos de los A que forman su C.
2.º Rendirá estricta cuenta, cada mes, de las cuotas recibidas, anotadas por los mismos A, con sus contraseñas particulares.
3.º Dará un recibo, y hará que lo anote en el registro con el mismo puño y letra del donante todo donativo que exceda de un peso y no pase de cincuenta pesos.
4.º El Tp conservará en la caja del Cp la tercera parte de las cuotas recogidas para las necesidades del mismo. El resto, cuando ascienda á diez pesos, lo entregará al TP, enseñándole su registro y escribiendo él mismo en el registro del TP la cantidad entregada. EI TP dará entonces un recibo; y si está conforme con las cuentas, pondrá en el registro del otro su visto bueno. Iguales procedimientos se seguirán cuando el TP entregue fondos al TS, que pasen de diez pesos.
5.º El TP retendrá de las cantinades á él entregadas por los Tp una décima parte para los gastos del CP.
6.º Cuando algún A quiera dar á la LF una suma que exceda de cincuenta pesos, los depositará en Banco seguro, bajo su nombre vulgar, y entregará después el recibo al T que mejor le parezca.

Del S:
1.º Dará cuenta en cada reunión de lo que se ha dispuesto y anunciará lo que se haya de hacer.
2.º Redactará la correspondencia del C. En caso de ausencia ó imposibilidad, toda autoridad nombrará un sustituto, hasta que el C ponga [otro] en su lugar.

Derechos de los A:
1.º Todo A tiene derecho al socorro moral y pecuniario de su C y de la LF.
2.º Podrá exigir que todos los A le favorezcan en su comercio ó profesión siempre que ofrezca tantas garantías como los otros. Para esta protección transmitirá á su Gp su nombre verdadero y sus condiciones, para que éste lo pase al GS, quien por los medios idóneos lo hará saber á todos los á de la LF.
3.º En cualquier apuro, agravio ó injusticia, el A puede invocar todo el socorro de la LF.
4.º Podrá pedir capital para una empresa cualquiera, siempre que en la Caja haya fondos.
5.º De todos los establecimientos ó miembros sostenidos directamente por la LF podrá exigir rebaja en los artículos ó servicios que se le hiciesen.
6.º Ningún A será juzgado sin que antes se le permita la defensa.

Del S (sic):
1.º Es indiscutible mientras no preceda acusación de F.
2.º A falta de tiempo y ocasión puede obrar por si y ante si, quedando en responder a los cargos que se le puedan hacer.
3.º Dentro del C es el juez de toda cuestión ó litigio.
4.º Es el único que está facultado para conocer los verdaderos nombres de sus A ó subordinados.
5.º Tiene amplias facultades para organizar los detalles de las reuniones, comunicaciones y empresas para su eficacia, seguridad y rapidez.
6.º Cuando un Cp sea bastante numeroso, puede el Gp crear otro sub C nombrando él primero á las autoridades. Una vez constituídos, les dejará elegirlos según reglamento.
7.º Todo G está facultado para fundar un C en un pueblo donde aun no lo hubiese, participándolo después al CS ó CP.
8.º El G nombra al S.

Del F:
1.º Hace salir ó comparecer á todo acusado, mientras se expone el caso en el C.
2.º Puede en cualquiera ocasión examinar los registros.

Del T: — Dispone de los fondos en una necesidad urgente é imperiosa de algún A ó del C, con la obligación de dar cuenta y responder ante el Tribunal de la LF.

Del S: — Puede convocar juntas ó reuniones extraordinarias, además de las mensuales.

Inversión de los fondos:
1.º Se sostendrá al afiliado ó a su hijo que, no teniendo medios, demuestre aplicacion y grandes aptitudes.
2.º Se sostendrá al pobre A en su derecho contra algún poderoso.
3.º Se socorrerá al A que haya venido á menos.
4.º Se prestará capital al A que lo necesite para una industria ó agricultura.
5.º Se favorecerá la introducción de máquinas é industrias nuevas ó necesarias en el país.
6.º Se abrirán tiendas, almacenes, establecimientos en donde los A puedan surtirse más económicamente que en otra parte.

El GS tiene amplia facultad para disponer de los fondos en casos apurados, siempre que después de cuenta ante el CS.

Disposiciones generales.
1.º Ninguno podrá ser admitido sin previa y unánime votación del C de su pueblo, y sin satisfacer á las pruebas á que se le haya de someter.
2.º Los cargos caducan cada dos años, salvo cuando haya acusación del F.
3.º Para obtener los cargos se necesitan las tres cuartas partes de los votos de los presentes.
4.º Los A eligen al Gp, Fp y Tp; las autoridades p eligen las P, y las P eligen los S.
5.º Cada vez que se admite á un A el Gp se lo comunica al GS, con su nombre nuevo y el antiguo: lo mismo cuando se funda un nuevo C.
6.º Las comunicaciones, en tiempo ordinario, sólo deben llevar los nombres simbólicos, tanto del que firma como del destinatario, y el curso que sigue es: del A al Gp, de éste al GP ó GS, y vice-versa. Sólo en casos extraordinarios pueden salvarse estas formalidades. No obstante, en todo tiempo y lugar, el GS puede dirigirse directamente à cualquiera.
7.º No es menester que todos los miembros de un C estén presentes para que las decisiones tengan validez. Basta que se halle presente la mitad y una de las autoridades.
8.º En los momentos críticos, cada C se considerará como la salvaguardia de la LF, y si por una causa ú otra se disolviesen los demás ó desapareciesen, cada C, cada G, cada A tomará sobre sí la misión de reorganizarlo y constituirlo.


Y añade el Sr. Santos: «Hé aquí el texto impreso del extracto de los Estatutos y Reglamento de la Liga Filipina»:


Número .......

Al ........................... de .........................

Yo, ........................................... de .... años años de edad, de estado ....................; profesión, .......................; como hijo predilecto de Filipinas, declaro bajo formal juramento que conozco y estoy enteramente enterado de los fines que persigue la Liga Filipina, cuyo texto está consignado en el dorso de la presente; por cuanto me someto y solicito espontáneamente al G. * .................................. de esta provincia, se me admita como A. * y cooperador de la misma, y para el efecto, dispuesto incondicionalmente á prestar las necesarias pruebas que se me exijan, en testimonio de mi sincera. adhesión.

.................... de ...................... de 18.....

L. F.[24].

Fines:
1.º Unir todo A. *** en un cuerpo compacto, vigoroso y homogéneo.
2.º Protección mutua en todo apuro y necesidad.
3.º Defensa contra toda violencia é injusticia.
4.º Fomento de la instrucción, agricultura y comercio.
5.º Estudio y aplicación de reformas.

Lema: V. I. O.

Signo: ***

Deberes de los A: *
1.º Pagará dos pesos de una sola vez, como cuota de entrada, y cincuenta céntimos de peso, como cuota mensual, desde el mes de su ingreso.
2.º Con la conciencia del que debe á su patria, para cuya prosperidad y por el bienestar que debe ambicionar para sus padres, hermanos y seres queridos que le rodean, debe sacrificar todo interés personal, y obedecerá ciega y puntualmente todo mandato, toda disposición de palabra ó por escrito que emane de su C. * ó del G. P. *
3.º Participará inmediatamente y sin perder momento a las autoridades de su C. * todo cuanto vea, note ú oiga que constituye peligro para la tranquilidad de la L. F. *, ó algo que de ella se refiera; procurando con empeño ser sincero, veraz y minucioso en todo aquello que trate de comunicar.
4.º Guardará el secreto más absoluto á los profanos, aunque éstos fuesen sus padres, hermanos, hijos, etc., á costa de su propia vida, los hechos, actos y decisiones de su C. * y de la L. F. en general, siendo el medio para conseguir lo que el A. * más ama en la vida.
5,º En todos los actos de la vida concederá la preferencia á los otros A. *; no comprará sino en la tienda de un A. *, o cuando algo le venda, lo hará con rebaja. En igualdad de circunstancias, siempre favorecerá al A. * Toda infracción de este articulo será severamente castigada. ***
6.º El A. * que pudiéndolo no socorra á otro en caso de apuro ó peligro, será castigado, y se le impondrá, cuando menos, la misma pena que el otro ha padecido.
7.º Cada A.* à su afiliación adoptará un nombre nuevo á su elección, y no podrá cambiarlo mientras no sea Gp. *
8.º Aportará á cada C. * un trabajo, una observación, un estudio ó un nuevo aspirante.
9.º No se someterá á ninguna humillación, ni tratará á nadie con altanería y desprecio.

Disposiciones generales.
Para que fuese admitido un A. *, el aspirante á la L. F. *, es preciso que poseyese moralidad, buenas costumbres; no haber sido procesado justificadamente como ladrón; no ser jugador, borracho ni libertino. El aspirante deberá pretender y solicitar de un A. * su ingreso, y éste lo comunicará á su F. * para las averiguaciones necesarias respecto de su conducta.

LONDON PRINTING PRESS. N.º 25, Khulng Street, LONDON[25].


Y, finalmente, véanse los tres documentos que siguen; son dignos de que el lector fije en ellos su atención. En el mismo buque en que Rizal iba á Manila, iba una carta que decía así[26]:

«Excmo. Sr. [D. Eulogio Despujol]: El objeto de la presente es participarle á V. E. que por este mismo correo voy á mi país para ponerme á su disposición primero, y después para arreglar algunos asuntos míos particulares. Amigos y extraños han tratado de disuadirme de dar este paso, haciéndome presente los peligros ocultos á que me expongo; pero tengo confianza en la justicia de V. E. que proteje á todos los súbditos españoles en Filipinas, en mi justa causa y en la tranquilidad de mi conciencia, y Dios y las leyes sabrán guardarme de todas las asechanzas.

»Hace tiempo que mis ancianos padres, mis parientes, amigos y aun individuos para mí desconocidos son cruelmente perseguidos, á causa mía, dicen. Yo me presento ahora á recoger sobre mí tantas persecuciones, á responder á los cargos que se me quieran hacer, para terminar esa cuestión amarga para los inocentes y triste para el gobierno de V. E., que tiene interés en que se conozca por su justicia.

»En vista del silencio que guarda V. E. con respecto á mis cartas, silencio que sólo puedo atribuir á la gran distancia que hay entre su elevadísima posición y la humildad de mi persona, pues conocida es su fina atención, no sé si V. E. tendrá á bien el que me presente sin ser llamado. En consecuencia, pues, esperaré en uno de los hoteles de Manila, acaso en el de Oriente, por si V. E. quiere disponer de mí ó comunicarme sus órdenes, y pasados tres días, si V. E. no lo impide, dispondré de mi libertad para arreglar nuestros pocos intereses, en la convicción de que he cumplido con mi deber para con el Gobierno y con mis paisanos.

»Deseando sinceramente que Dios guarde muchos años á V. E., soy, señor, con todo respeto, su más atento seguro servidor, —José Rizal. —Hong-Kong, 21 de Junio de 1892.»

El segundo documento no fué conocido hasta después de su muerte; hé aquí una copia textual:

«A mis queridos padres, hermanos y amigos:

»El amor que siempre os he profesado fué quien me ha dictado dar este paso, que sólo el porvenir podrá decir si es ó no sensato. El éxito juzga las cosas según las consecuencias; pero sea favorable ó desfavorable, siempre se dirá que me ha dictado mi deber, y perezca yo por cumplir con él, no importa.

»Sé que os he hecho sufrir mucho; pero no me arrepiento de lo que he hecho; y si tuviera ahora que comenzar, volvería á hacer lo mismo que hice, porque ello es mi deber. Parto gustoso á exponerme al peligro, no como expiación de mis faltas (que en este punto no creo haber cometido ninguna), sino para coronar mi obra y atestiguar con mi ejemplo lo que siempre he predicado.

»El hombre debe morir por su deber y sus convicciones. Sostengo todas las ideas que he vertido respecto al estado y al porvenir de mi patria, y moriré gustoso por ella y más aun por procuraros á vosotros justicia y tranquilidad.

»Yo arriesgo con placer la vida para salvar á tantos inocentes, á tantos sobrinos, á tantos niños de amigos y no amigos que sufren por mí. ¿Qué soy? Un hombre solo, sin familia casi, bastante desengañado de la vida. Muchas decepciones he tenido, y el porvenir que se me ofrece es oscuro, y será muy oscuro, si no lo ilumina la luz, la aurora de mi patria. Mientras que hay tantos seres que, llenos de esperanzas y ensueños, acaso sean todos felices con mi muerte, pues espero que mis enemigos se darán por satisfechos y no perseguirán ya más á tantos inocentes. Su odio hasta cierto punto es justo respecto á mí, con respecto á mis padres y parientes.

»Si la suerte me es adversa, sepan todos que me moriré feliz, pensando en que con mi muerte les he de procurar el cese de todas sus amarguras. Vuelvan á nuestra patria y que sean felices en ella.

»Hasta el último instante de mi vida pensaré en vosotros y os desearé toda suerte de felicidades. —José Rizal. —Hong-Kong, 20 de Junio de 1892.»

Y en cuanto al tercero, el más interesante de todos, por el cual se ve cómo Rizal presentía que el volver á su país le costaría la vida, véase á renglón seguido:

«A los Filipinos:

»El paso que he dado ó que voy á dar es muy arriesgado, sin duda, y no necesito decir que lo he meditado mucho. Sé que casi todos están opuestos; pero sé también que casi ninguno sabe lo que pasa en mi corazón. Yo no puedo vivir sabiendo que muchos sufren injustas persecuciones por mi causa; yo no puedo vivir viendo á mis hermanos y á sus numerosas familias perseguidos como criminales; prefiero arrostrar la muerte, y doy gustoso la vida por librar á tantos inocentes de tan injusta persecución. Yo sé que, por ahora, el porvenir de mi patria gravita en parte sobre mí; que, muerto yo, muchos triunfarían, y que, por consiguiente, muchos anhelarán mi perdición. Pero ¿qué hacer? Tengo mis deberes de conciencia ante todo, tengo mis obligaciones con las familias que sufren, con mis ancianos padres, cuyos suspiros me llegan al corazón; sé que yo solo, aun con mi muerte, puedo hacerles felices, devolviéndoles á su patria y á la tranquilidad de su hogar. Yo no tengo más que á mis padres; pero mi patria tiene muchos hijos aún que [me] pueden sustituir y me sustituyen ya con ventaja.

»Quiero, además, hacer ver á los que nos niegan el patriotismo, que nosotros sabemos morir por nuestro deber y por nuestras convicciones. ¿Qué importa la muerte, si se muere por lo que se ama, por la patria y por los seres que se adoran?

»Si yo supiera que era el único punto de apoyo de la política de Filipinas, y si estuviese convencido de que mis paisanos iban á utilizar mis servicios, acaso dudara de dar este paso; pero hay otros aún que me pueden sustituir, que me sustituyen con ventaja; más todavía: hay quienes acaso me hallan de sobra, y mis servicios no se han de utilizar, puesto que me reducen á la inacción.

»He amado siempre á mi pobre patria y estoy seguro de que la amaré hasta el último momento, si acaso los hombres me son injustos; y mi porvenir, mi vida, mis alegrías, todo lo he sacrificado por amor á ella. Sea cualquiera mi suerte, moriré bendiciéndola y deseándole la aurora de su redención.

»Publíquense estas cartas después de mi muerte. —José Rizal.

»Hong-Kong, 20 de Junio de 1892.»


  1. El Filibusterismo debió de salir á luz por Septiembre de 1891, y nos fundamos para así creerlo, en que la dedicatoria autógrafa del ejemplar que mandó Rizal á D. Antonio M. Regidor, la fechó en «Gante, 22 Septiembre 1891», y es de suponer, dada la gran amistad que con Regidor le unía, que este ejemplar fuese uno de los primeros que distribuyera. — V. Filipinas ante Europa, núm. 9: Madrid, 28 Febrero 1900.
  2. Carta anónima fechada en Manila, 17 de Noviembre de 1891, publicada en La Epoca, de Madrid, del 27 de Diciembre siguiente.
  3. La de La Epoca, citada en la nota precedente.
  4. La carta de La Epoca produjo un efecto tan contundente, que á partir de su publicación enmudecieron los periódicos que hasta entonces habían atacado al General, con excepción de El País. No fué Weyler, ni fueron las tropas, las que destruyeron y quemaron: fueron los agentes del Juzgado, en cumplimiento de la sentencia transcrita. — Véase mi revista La Política de España en Filipinas, número del 5 Enero 1893.
  5. Debo una copia á la bondad del Sr. Epifanio de los Santos, á quien la familia le cedió el original.
  6. «La biblioteca de Rizal llegó á contar unos mil títulos, pero que hoy se reduce á unos quinientos, sin uno solo que trate de Filipinas. La mayoria de las obras son trabajos de Etnología y Antropología generales; obras de Goethe, Schiller, Balzac, Zola, Jovellanos, Prevost, etc., y de Medicina. Parece que la familia ha sido explotada, y en Hong-Kong han desaparecido ó ha sido destruído lo más selecto de la Biblioteca.» —Epifanio de los Santos, en sus Notas inéditas á mí dedicadas.
  7. Carta de Blumentritt á mí dirigida: Leitmeritz, 25 Febrero 1897.
  8. Alúdese á D. José Maria Basa, uno de los complicados en los sucesos de Cavite de 1872. De las relaciones de Rizal con Basa, ha escrito Regidor:— «Durante su permanencia en Hong-Kong, [Rizal] visitó y trató con intimidad fraternal á D. José Maria Basa, por quien sentia gran afecto. De Basa decía:— «Es un sér especial: de natural bondadoso y de apariencia superficial por su dulzura de carácter y sus maneras sociales; es, sin embargo un hombre de mérito excepcional por su energia y su actividad política. Todo, hasta lo más insignificante, lo convierte en sustancia para combatir á los frailes é inspirar en los filipinos sentimientos de odio y venganza contra los que él considera enemigos del país. No hay que esperar de él transigencias de ninguna clase en este orden. Su energia es de un temple de acero. Por eso quiero y admiro á Pepe Basa, á quien respeto ciertamente; y no concibo cómo hay gentes que intentan reducir su verdadero mérito.» —Filipinas ante Europa, número citado del 28 de Febrero de 1900.
  9. Los recursos de Rizal constituyen un misterio. Era muy ordenado en sus gastos; pero con la vida que llevaba, de continuos viajes, necesitaba gastar bastante. A mí me informó persona que tenía motivos para saberlo, que los admiradores de Rizal en Lipa (Batangas), en 1891, habían llegado á reunir hasta 18.000 pesos para él; pero aparte que me parece demasiado dinero para reunido en un solo guante, falta saber si lo que para Rizal colectaban sus amigos llegaba íntegramente á sus manos. Tengo por indudable que Rizal recibía auxilios pecuniarios de sus apasionados; pero no debió nunca recibirlos en fuertes sumas. Que algo había de esto, pruébalo la siguiente nota que me dedica el señor Santos:— «Otra de las causas de la venida á Filipinas (según la familia) era la de investigar las suscripciones que se hacían en su nombre, pero que no llegaban á sus manos. La familia le giraba mensualmente 100 pesos de pensión, y cuando tenía que hacer viajes, le mandaba extraordinarios de 300 á 800 pesos. No es cierto, por tanto, que Rizal viviese en el extranjero á costa solamente de las suscripciones: la familia lo niega rotundamente. Cuando Rizal salió de Filipinas en 1888, llevaba consigo cinco mil pesos, ganados como médico; un solitario y algunas alhajas. Se asegura que estas alhajas fueron empeñadas por dos de sus amigos, y debido á esto Rizal pasó grandes apuros, hasta el grado de no haber tomado alimento alguno, por dos días, más que una taza de te.» —Epifanio de los Santos: sus Notas inéditas á mí dedicadas, fechadas en San Isidro (Nueva Ecija), 24 Diciembre 1905.
  10. Nuestra historia en la región Norte de Borneo arranca de los últimos años del siglo XVI, en que el Dr. Sande, gobernador general de Filipinas, dirigió una expedición que tuvo por resultado anexionar la isla á la Corona de Castilla. No se insistió en lo de Burney (como entonces se decía), porque había en Oriente otros muchos territorios á que prestar socorro y atención con preferencia. Lo que hoy se llama North British Borneo quedó de la propiedad de la Sultania de Joló, la cual, como es sabido, estaba sometida á la soberanía de España. Pero un buen Sultán de Joló, ante si y por si, prescindiendo en absoluto de los numerosos Tratados concertados con los Reyes españoles, cedió lo de Borneo á una Compañía inglesa, y España perdió, de la manera más incomprensible, aquella gran región, que de derecho le pertenecía. No hubo entonces más que un solo español que protestase solemnemente: el diputado don Francisco Cañamaque, que trató el asunto en el Congreso. Su discurso, inspirado en el más sano patriotismo, no produjo el menor efecto en nuestro país; pero lo produjo en Francia, según puede verse en el folleto L'Espagne et la question de Borneo et de Jolo. Interpellation de M. Francisco Cañamaqué, par Eugène Gibert. Preface de M. le Marquis de Croizier. Paris, 1882. — Publicación de la Société Académique Indo-Chinoise. Antes se había publicado en Bulletin de dicha Sociedad, una de las más respetables de la Francia intelectual.
  11. Carta de Blumentritt á mí dirigida: Leitmeritz, 24 Enero 1897.
  12. Léase este juicio de quien no puede ser sospechoso en la materia, del Prof. Blumentritt, íntimo de Rizal: «Y yo mismo creo, que la enérgica campaña emprendida en Filipinas contra la corrupción por el general Weyler, es una consecuencia del Noli me tángere.» (El Noli me tángere de Rizal juzgado por el Prof. Blumentritt: Barcelona, 1889, página 26.) Fué Weyler, en efecto, no sólo un perseverante perseguidor de la corrupción administrativa, sino un celoso mantenedor de la equidad. Durante su mando, los miles de expedientes que estaban rezagados pusiéronse al día; obligó á todos los funcionarios, sin excepción, á que cumpliesen estrictamente con su deber, etc. En este respecto, Weyler no ha tenido quien le llevara ventaja; él mismo, trabajando de seis á nueve horas diarias, daba el ejemplo. Pruebas concluyentes de su rectitud, de su laboriosidad, de su celo, hállanse por docenas en mi modesta obra Mando del general Weyler en Filipinas: Madrid, 1896.
  13. Se ha exagerado mucho la inmoralidad de los funcionarios públicos de Filipinas. Una sola razón echa por tierra tales exageraciones. Centenares, miles de españoles ha habido en aquel país: digasenos si pasan de media docena los que han vuelto adinerados. Era más el ruido que las nueces, como suele decirse. Y en este caso se halla el caso á que se contrae el siguiente decreto, publicado en la Gaceta de Manila:
    «Manila, 8 de Enero de 1892. — En atención á los hechos de índole diversa, á cual más indecorosos, realizados por D. Francisco Narváez, conde de Yúmury, Jefe de negociado de la Dirección de Administración civil; resultantes unos de información reservada practicada por este Gobierno general, y tan justa como enérgicamente censurados otros por la opinión unánime de las gentes honradas;
    »Considerando que, en su virtud, ha quedado dicho funcionario moralmente inhabilitado para continuar ejerciendo las funciones de su cargo;
    »Considerando que su permanencia en este Archipiélago redundaría en grave daño del buen nombre de España y del decoro de la Administración pública, por cuyos prestigios tengo el sagrado deber y la firme resolución de velar sin descanso; y
    »Considerando que así como los buenos funcionarios pueden contar con la solicita protección de la Autoridad superior, han menester los otros de duro y saludable escarmiento,
    »En uso de las facultades que me competen y oída la Junta de Autoridades, he venido en disponer lo siguiente:
    »1.º Queda suspenso de empleo y sueldo el Jefe de negociado de la Dirección general de Administración civil D. Francisco Narváez, conde de Yúmury, que deberá embarcarse para la Península en el primer vapor directo que salga de este puerto.
    »2.º Por las oficinas correspondientes se dictarán las órdenes oportunas para poner en conocimiento del interesado esta resolución, facilitándole el bono de pasaje y pasaporte correspondiente.
    »Dése cuenta al Excmo. Sr. Ministro de Ultramar de esta determinación con expresión de los motivos en que se funda, y — Comuníquese. —Despujol.» —Gaceta de Manila, número del 11 de Enero de 1892.
  14. Consta así en el decreto, que más adelante reproducimos íntegramente, por el cual Despujol dispone la deportación de Rizal.
  15. Palabras de Despujol, en su decreto citado.
  16. La llegada de Rizal á Hong-Kong se notó en seguida. No hizo más que llegar, y ya influyó en la prensa de aquella colonia inglesa. Véase el texto integro de una hoja, que á manera de proclama circuló por Filipinas. Lleva por titulo Rizal, y dice así, exactamente:
    «Copiado de Hongkong Telegraph de 3 de Diciembre de 1891.
    »Hace unos tres años, fundándonos en testimonios de víctimas y testigos presenciales, nos ocupamos de los abusos de la teocracia en Filipinas. Nuestra censura le valió al Telegraph el ser expelido de todo el territorio gobernado por los frailes cuya conducta nos habia servido de tema, y por algun tiempo se le consideró como contrabando en todos los puertos filipinos. Las autoridades encontraron, sin embargo, que «prohibicion» equivalia sencillamente á un reclamo gratuito y á un aumento de circulacion, tan es asi que, por ultimo se toleró al molesto periódico. Desgraciadamente los que rechazaban la critica, solo habian recurrido al peor remedio para aniquilarla, usando de la fuerza; pero no se les ocurrió estenuarla con remediar todo abuso y prevenir todo motivo de queja. Ahora les decimos que seria muchísimo mejor adoptar este último medio, tanto para los súbditos de España como para el Gobierno, para las corporaciones religiosas que rigen al mismo, y lo que es mejor aun, para la causa espiritual que abrazan, ó debían abrazar o pretenden haber abrazado. Nos alegraríamos de verles inspirándose en sus fundadores, renunciando á todo plan mundano y temporal, que ahora parece ser su única preocupacion y consagrandose con todo su poder, riqueza y energía al cumplimiento de su divina mision, por medios más pacíficos y menos arrogantes. Con este espiritu de conciliacion, llamamos su atencion ahora á la grave y reciente trasgresion de los principios cristianos de justicia que si no se remedia pronto, clamará contra ellos más severamente que nunca. Y la hacemos saber y conocer confiando en que nuestros colegas de Filipinas, sin miedo á la censura de los dominicos, tome cartas en el asunto, y en interés de la justicia, de sus compatriotas, en interés de su propia raza, combatan la injusticia y la tiranía hasta acabar con ellas. — Las causas de este disturbio son las siguientes.
    »Una cuestion había tenido lugar entre los habitantes de Kalamba (Laguna de Bay) y los dominicos, por pretender éstos ser los únicos propietarios de todo el pueblo. El asunto se llevaba al Tribunal Supremo de Madrid. Los frailes, aunque muy poderosos en Manila, por miedo acaso de la opinion pública y del espíritu de independencia que se desarrolla en la Madre Patria, ó sea lo que fuere, indujeron al Gobernador Weyler para que obligára á los Kalambeños á someterse á su pretension. Los naturales alegaron que el asunto estaba aun sub judice. Y como los dominicos no habian probado su derecho, ellos esperaban la última decision. A pesar de esta razonable respuesta, el Gobernador Weyler envió artillería y caballería al pueblo para imponerse, aunque éste se mostraba pacífico y sumiso. Quizás pretendiera asustarles ú obligarles á que resistieran para tener motivos de obrar con rigor, pero los habitantes, para evitar tal contingencia, abandonaron el pueblo antes de la llegada de las tropas. El Gobernador Weyler entonces les ordenó que echáran abajo y quemáran todas las casas, almacenes y edificios, pertenecientes á los fugitivos, y coger despues á todos los que pudieran, para mandarlos á Joló, el peor sitio de deportacion de Filipinas. Más de trescientas familias perdieron sus propiedades y fueron lanzadas de sus casas; mujeres, niños y gente enferma fueron perseguidos, no respetando la proscripcion sexo ni edad. Treinta de las mejores familias fueron deportadas á Joló.
    »Este atropello digno de los dias de la sanguinaria Maria, no era sólo contra los pobres sino que varias de las mejores familias filipinas fueron tambien víctimas. El horror que provocaron las persecuciones anticristianas en China, palidece por completo al lado de la indignacion que produce un caso de esta especie, donde los ministros de paz y amor son reos de atrocidades cometidas á sangre fria, peores aun que las que pueden cometer los pueblos más salvages.
    »Nada han dicho los periódicos de Filipinas respecto á este suceso. Probablemente porque los perpetradores guardan silencio, pues el último bicho de la prensa más esclavizada habria dejado trasparentar inmediatamente a los ojos del público tan vergonzosa injusticia. En la esperanza de que se unan á la defensa de sus hermanos y sigan el ejemplo del partido que regenera á España, damos completa publicidad al caso y nos cuidaremos de que lo atiendan lo más pronto posible.»
    Damos este documento á titulo de información. Contiene evidentes exageraciones y alguna inexactitud. — Hemos poseido un ejemplar, hoy existente en la Biblioteca de la Compañía de Tabacos de Filipinas.
  17. Consta así en varias declaraciones depuestas por los procesados cuando estalló el Katipunan, y señaladamente en la de José Dizón, el 23 de Septiembre de 1896. Esta, y otras muchas de gran importancia, pueden consultarse en los Documentos políticos de actualidad, publicados por W. E. Retana en su Archivo, tomos III y IV: Madrid, 1897 y 1898.
  18. Declaración del propio Luna, Archivo citado, tomo III, pág. 281.
  19. Muchas fueron las frases, y muchos también los hechos que se atribuyeron á Despujol sin visos de certeza. La tendencia de los que desde Filipinas informaban á los que en España escribíamos de cosas de aquel país, era presentarnos á Despujol como un hombre caballeroso, justiciero, etc., pero chiflado, terco, pedantón, con la manía de que no necesitaba inspiraciones de nadie, y mucho menos de frailes, á los que había dicho jocosamente:— «Yo me lo sé todo; yo soy un diablillo suelto.» — Aquí en España, de todos estos infundios sacóse gran partido, y se ridiculizó á Despujol horriblemente. Baste decir que en Madrid se fundó un semanario satírico, exclusivamente para zaherirle, que llevó por título, durante su efímera existencia, El Diablillo suelto. La crítica después ha rectificado, como lo ha hecho en otras mil cosas relativas á Filipinas: Despujol, que personifica como nadie la dignidad personal, fue un equivocado, pero no un chiflado. Y de su nada vulgar talento, antes y después de su mando en Filipinas, existen abundantes pruebas. Faltóle sagacidad; sobróle buena fe, acaso por su excesivo fondo caballeresco.
  20. Por su decreto de 11 de Marzo de 1892, publicado en la Gaceta de Manila, que comenzaba con estas palabras: «Deseando solemnizar mi cumpleaños…», el general Despujol indultó á algunos de los desterrados de Calamba, entre los cuales figuraban deudos y amigos de Rizal.
  21. La Independencia, número citado del 25 Septiembre 1898.
  22. «Un mes antes de que Rizal llegase á Filipinas, el Gobernador general había pasado una circular reservada á algunos Gobernadores para que vigilasen á ciertos pájaros. — Muchos de los papeles cogidos al verificarse los registros domiciliarios [á los pocos días de la llegada de Rizal], tienen signos masónicos. Son masones casi todos los sospechosos de Filipinas. En estos últimos meses han ingresado en la Masonería bastantes indios y mestizos. En la Pampanga se han cogido muchos mandiles… — Los domicilios registrados en Manila son los de Doroteo Cortés, Albert, Abreu, Lucban, Salvador (gobernadorcillo de Quiapo), Poblete y otros. Y se nos ocurre: si estos dos últimos fueron poco menos que los organizadores de aquella manifestación de simpatía [á Despujol], ¿cómo se les registra la casa?» —W. E. Retana: La Política de España en Filipinas, año 2.º (1892), páginas 231-232.
  23. Con sus Notas fechadas en San Isidro (Nueva Ecija), 24 de Di- clembre de 1905. Las abreviaturas tienen el significado siguiente, *tal como aparece en el original, hecho de puño y letra de RIZAL»:
      LF ........................................................................................................................................................................................................
    Liga Filipina.
      A** ........................................................................................................................................................................................................
    Archipiélago.
      VIO ........................................................................................................................................................................................................
    VNVS INSTAR OMNIUM.
      Cp ........................................................................................................................................................................................................
    Consejo popular.
      CP ........................................................................................................................................................................................................
    Consejo Provincial.
      CS ........................................................................................................................................................................................................
    Consejo Supremo.
      C ........................................................................................................................................................................................................
    Consejo
      G ........................................................................................................................................................................................................
    Gefe.
      F ........................................................................................................................................................................................................
    Fiscal.
      T ........................................................................................................................................................................................................
    Tesorero.
      S ........................................................................................................................................................................................................
    Secretario.
      A ........................................................................................................................................................................................................
    Afiliados

    P mayúscula significa Provincial y p minúscula significa popular.

  24. El texto que sigue va á dos columnas: la de la izquierda, en castellano; la de la derecha, en tagalo.
  25. ¿Pie de imprenta simulado? Creemos que sí.
  26. Según copia remitida al que esto escribe por su amigo el señor Epifanio de los Santos. El mismo señor nos mandó las de los dos documentos que siguen al que motiva la presente nota. — De estos tres documentos Rizal dejó, del primero, copia, y de los dos restantes el original, bajo sobre lacrado «que Rizal depositó en manos del Dr. Lorenzo Pereyra Marques, de Macao, antes de embarcarse en Hong-Kong para Manila, 1892, con encargo de entregarlo á su familia después de su muerte».