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A fuerza de arrastrarse: 36

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Escena II

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TOMÁS y Tío LESMES.


LESMES.-(Mirando a todas partes, con asombro.) A la paz de Dios.

TOMÁS.-¿Quién es usted y qué quiere usted?

LESMES.-¡Ah! Perdone usted. No había reparado, porque usted tiene poco que ver... (Volviendo a mirar el salón) ¡Todo esto sí que tiene que ver!

TOMÁS.-(Aparte.) Vaya un zángano desahogado. (Alto) ¿Que a quién busca usted?

LESMES.-Busco a Plácido. Lléveme usted a donde está.

TOMÁS.-No puede ser. Y entienda que no se llama Plácido.

LESMES.-(Riendo.) ¡Anda, anda, si lo sabré yo! Plácido se llama como no lo haya confirmado el señor obispo.

TOMÁS.-Se llamaba Plácido cuando vino a Madrid. Y así le llamaba yo y ya lo estoy pagando.

LESMES.-¿Que lo paga usted?

TOMÁS.-Desde hace cuatro años, desde que se casó con la hija del señor marqués, con la señorita Josefina, se llama el señor vizconde.

LESMES.-¡Ya..., ya!... Toma con Plácido...

TOMÁS.-¿Y para qué quiere usted ver al señor vizconde?

LESMES.-(Entre simpleza y vanidad.) Para muchas cosas nuestras.

TOMÁS.-¿De usted y del señor vizconde?

LESMES.-Cabalito. Y de don Rufino, a quien le vendió Plácido...

TOMÁS.-¿Qué le vendió?

LESMES.-Un cuadro. Vamos al decir, un retrato.

TOMÁS.-¿Qué retrato?

LESMES.-E1 de su madre.

TOMÁS.-¿El de la madre de don Rufino?

LESMES.-¡Otra que tal! El de su madre..., su madre..., la madre de Plácido.

TOMÁS.-¡Ya!... ¡Plácido vendió el retrato de su madre!...

LESMES.-Plácido me mandó a decir: «Lesmes, pídele a don Rufino el retrato de mi madre; y le das lo que te pida, poco o mucho, que siempre será mucho..., y me lo mandas.» Conque don Rufino me contestó: «Pues no lo tengo, que se lo vendí, perdiendo, a uno que vino a pasar el verano a Retamosa, que entendía de pinturas y que era de Retamosa. Y se fue a Madrid, y tengo entendido que se lo vendió, ganando, a otro, que también es de Retamosa del Valle.» Y en este papel viene todo muy bien explicado... (Sacando un papel.)

TOMÁS.-Bueno; pues démelo usted y yo se lo entregaré al señor vizconde.

LESMES.-¿Qué más da? ¿Yo para qué lo quiero? En no viendo a Plácido, ¿qué más da?

TOMÁS.-Verle no es posible.

LESMES.-Allá él. (Le da un papel a TOMÁS.) Dígale que yo me marcho esta noche. Conque... con Dios. (Al salir mira a todas partes.) ¡Ah! Dígale que mi chico volvió de servir al rey, y que se casó con Pacorra, y que se murió la tía. Y que tengo dos nietos. ¿Plácido tiene nietos?

TOMÁS.-No, señor.

LESMES.-¡Qué ha de haber nietos en Madrid! (Con desprecio.) Vaya..., a más ver, si Dios quiere... Ya sabe..., el tío Lesmes..., Retamosa del Valle..., a mandar. (Ofreciéndose.) ¡Buena casa..., buena, buena! (Sale, mirando a todas partes.)

TOMÁS.-Adiós, bestia. ¿Conque Plácido vendió el retrato de su madre?... Bueno es saberlo. Ya está ahí el Judas. (Toma aspecto respetuoso.)