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Buenos Aires desde setenta años atrás/Capítulo XXXVII

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Don Santiago Wilde. -Sistema de contabilidad. -Memoria de Hacienda. -Caja de Ahorros. -El Argos. -Don Ignacio Núñez. -Carta del doctor Gutiérrez.

I

La célebre literata señora de Gorriti, en su obra «Impresiones y Paisajes», dice:

«Córdoba. -Un anhelo me traía hacia esta ciudad.

»Mi padre la llamaba patria de su espíritu; allí adquirió la vasta erudición que lo hizo el oráculo de su tiempo...»

Si tal dice la ilustrada escritora, de su padre, ¿no me será permitido dedicar en este libro algunas palabras consagradas al recuerdo del mío, tanto más, cuanto que su nombre se encuentra vinculado con acontecimientos pertinentes a la época que venimos estudiando? Esperamos que el indulgente lector nos disimulará este acto que reputamos de justicia. No pretendemos escribir su biografía; vamos a dar simplemente algunos apuntes.


II

Don Santiago Wilde fue, desde 1821, Contador de Cálculo, hasta 1834, época en que Rosas suprimió ese empleo en la Contaduría General, quedando, si mal no recordamos, encargado interinamente en ese puesto el señor don Antonio Marcó del Pont, oficial primero en esa repartición.

Don Santiago Wilde dio nueva forma y organizó el sistema de contabilidad, no empleado hasta entonces en el país. Concurrió también a la organización e introdujo el orden y arreglo en los libros de la Policía, siendo Contador de ese Departamento don Damián de Castro, español.

El plan propuesto por él, si bien fue el que recibió la sanción del tiempo y la práctica, no dejó de hallar opositores, o, por lo menos, un opositor, que lo fue don Ventura Arzac.

Esa oposición se desprende de lo siguiente, que dice el Argos del 23 de junio de 1821:

«Siente infinito el Argos no poderse contraer «todavía el examen de la Memoria presentada por uno de los Vocales de la Comisión de Hacienda; bien es que las mismas que se llaman contestaciones al plan que en ella desenvuelve el autor, con el método posible, la están justificando en términos de hacerla incontestable. Pero ¡¡¡hasta cuándo los errores del entendimiento se han de atribuir a la voluntad!!!

»Entretanto, el Argos tendrá el mayor gusto en que se sirvan de las columnas que tiene destinadas al artículo Crédito Público, los partidarios o antagonistas del plan presentado por el señor Wilde, y también tiene el honor de ofrecérselas a él mismo, para sostener o explanar los principios que ha establecido, lo propio que al señor don Sebastián Lezica, para lo que, sobre los puntos del día, quiera y tenga que publicar.»

Hablando de la creación de recursos para la Policía, dice también el Argos: «¡Ojalá que el autor de la Memoria sobre los ramos de Hacienda nos favoreciese con sus ideas sobre este punto, que también recomienda al fin de sus observaciones.»

Daremos una breve relación de algunos de sus trabajos, en sentido de mejoras, en la época en que vivió, dejando, al efecto, que hablen otros.

En 1821, como Miembro de la Comisión de Hacienda, escribió una Memoria, que se mandó publicar en folleto, por la Junta de Representantes.

He aquí la nota con que la Comisión de Hacienda la elevó a dicha Junta:

El Vocal de esta Comisión de Hacienda, don Santiago Wilde, ha presentado a ella la adjunta Memoria sobre los objetos que debe proponerse esta Provincia en el nuevo sistema de hacienda que quiere entablar. -Motivos que hace apetecibles estos objetos. -Medios de conseguirlos.

La Comisión la ha leído con sumo gusto, y se ha propuesto tomar en consideración oportunamente cada uno de los puntos que abraza.

Ella tiene el honor de elevarla a V. H., creída en que merecerá su agrado; y que, si lo tiene a bien podrá mandarla dar a la prensa, para que se estimulen los periodistas y sabios a escribir y a hablar de las materias que envuelve, con lo que es de esperar se generalice en ellas la instrucción pública, se forme y fije la opinión; y que ilustrada con abundantes luces esta Comisión, logre concluir un plan de hacienda, que, si no perfecto, sirva a lo menos de base a la común felicidad.

Dios guarde a V. H. muchos años. Buenos Aires, 28 de mayo de 1821. -Muy Honorable Junta. -Juan de Bernabé y Madero. -Manuel José de la Valle. -Sebastián Lezica. -Antonio de Dorna. -Muy Honorable Junta de Representantes de esta Provincia de Buenos Aires.


III

Esta Memoria, como otros muchos trabajos suyos, no tuvieron más móvil que su deseo de ser útil al país de su predilección.

En 1822, formó parte de la Sociedad Literaria. -A este respecto dice el señor Cabenago, en su Tributo a la memoria de don Bernardino Rivadavia. -«Se formaron algunas sociedades científicas, entre otras, la literaria, en cuyo programa del 8 de julio de 1822, se propuso, como motivo de una memoria, lo siguiente: -¿Cuáles son las causas que detienen los progresos de la agricultura en esta Provincia; y cuáles los medios de removerlas? Entrando en este certamen, el finado señor don Santiago Wilde, uno de sus miembros, escribió un interesante Ensayo sobre la Agricultura de la Provincia de Buenos Aires»; y agrega en una nota: -«Existe en nuestro poder este trabajo inédito, que nos ha facilitado su hijo, don José Antonio Wilde, y que publicaremos en el Labrador Argentino.»

Esta publicación no se hizo, y por el inesperado fallecimiento de este laborioso y patriota amigo, el folleto no volvió a nuestras manos.

Tuvo intervención en la instalación de la primera Caja de Ahorros, como se desprende del final del decreto al efecto, del 24 de abril de 1823, que dice:

«Quedan nombrados para componer la Junta Directiva el dignidad de Diácono, actual Gobernador del Obispado, doctor don Mariano Zabaleta, Presidente. -Don Francisco del Sar, Vice-presidente. -Don Guillermo Robertson, Tesorero. -Don Santiago Wilde, Contador. -Don Miguel Riglos, Secretario.»

«Líbrense las órdenes correspondientes, e insértese en el Registro Oficial, para su cumplimiento. -Bernardino Rivadavia.»

Tomó una parte activa en la publicación de algunos de los periódicos de aquella época. Para demostrarlo, sirve a nuestro propósito la siguiente rectificación que hace el doctor don Luis Varela, con motivo de un artículo publicado por el doctor Gutiérrez (don Juan María), en la Revista de Buenos Aires.

«A la fundación del Argos de 1822», dice: «no había periódico ninguno en Buenos Aires, como usted lo afirma, pues el decreto de 11 de setiembre de 1821, con el destierro del doctor Castro, dio muerte a la Gaceta, que había atravesado todas las vicisitudes que siguieron a la Revolución de 1810 que le dio origen.

»Pero el primer Argos ya había nacido el 12 de mayo y muerto el 24 de noviembre de 1821.

»Su fundador fue el señor don Santiago Wilde, hombre notable en muchos conceptos, y a quien dieron en las sociedades literarias el puesto que le correspondía. El señor Núñez, campeón de la reforma que entonces se operaba en la sociedad de Buenos Aires, contribuyó, es verdad, con sus escritos, a dar importancia a ese periódico, pero no fue su fundador, etc., etc.»

IV

Encontramos también otro dato que no conocíamos en los Nuevos Capítulos de la Historia de Belgrano por Bartolomé Mitre, refiriéndose a las impresiones y publicaciones de aquellos tiempos: «La imprenta de los Niños Expósitos, la primera del Río de la Plata que originariamente establecieron los jesuitas en Córdoba, era a la sazón del Estado. Publicábanse por ella tres periódicos. Era el primero de ellos la Gaceta de Buenos Aires, el monitor de la Revolución en sus relaciones con la América independiente y con el país, que, contraída exclusivamente a los intereses generales, prescindía generalmente de la política interna por un discreto patriotismo.

»Era el otro el Redactor del Congreso, órgano de la Asamblea Constituyente, que daba cuenta al país de sus operaciones explicándolas.

»El tercero era el Censor, que, como queda explicado, ejercía una especie de magistratura periodística establecida por la Constitución, que gozaba del privilegio de censurar al Gobierno con sus propios tipos, siendo inviolable su Redactor.

»El cuarto periódico, que por la imprenta de los Expósitos se publicaba, era una revista miscelánica destinada a la ilustración popular, que redactaba con amenidad don Santiago Wilde, inglés aclimatado en el país.»

V

Volviendo al Argos, parece que sus redactores guardaron por mucho tiempo el incógnito, según demuestra lo siguiente que tomamos de dicho periódico.

«Hemos reconocido un grande interés entre nuestros compatriotas los argentinos, por descubrir los autores de ese periódico; pero para que en adelante no pierdan el tiempo y se empleen más bien en considerar lo bueno y lo malo que contengan nuestros trabajos, queremos anticiparles la noticia de que no es fácil acierten con los nombres de los que se los dedican.

»Conocemos el motivo de que nace este interés; pero es menester que nos acostumbremos de una vez a juzgar de las cosas como ellas son en sí, y no por la más o menos prevención o predilección que tengamos respecto de las personas que las promuevan.»



VI

Con gusto transcribo algunas palabras referentes a mi padre, de carta que nos dirigió en 1873 nuestro inolvidable amigo, el doctor Juan María Gutiérrez cuando fundamos en Quilmes, el Progreso, porque estas palabras expresan el juicio de un hombre como Gutiérrez, dice así:


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«Ahora que usted, que, como he recordado y lo pregona su apellido, lleva sangre sajona en sus venas, ha tenido la buena idea de crear un periódico en ese pueblo donde se ha avecindado. En esto continúa usted la obra de su padre a quien imita, cediendo a inclinaciones heredadas, tal vez sin advertirlo. El señor don Santiago Wilde fue del número de los que tienen fe en el poder de la letra de molde, cuando se acerca a la comprensión del pueblo, y a imitación de Franklin, publicó entre otras cosas por varios años, bajo la forma de modestos Almanaques, una serie de opúsculos llenos de noticias curiosas y anécdotas humorísticas de agradable lectura aun para las personas más desaplicadas.

»Conservo todavía en la memoria muchos de esos cuentecillos que saboreaba como caramelos cuando era muchacho. También arregló para el teatro algunas comedias inglesas llenas de buena doctrina moral, y emprendió otros muchos trabajos civilizadores que no es del caso mencionar, sin incurrir en la reprobación de Horacio: non est hic locus.»


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En cuanto a las piezas dramáticas, el mismo doctor Gutiérrez nos dice en carta de fecha anterior:

«Agradezco a usted mucho las interesantes publicaciones con que me ha favorecido. La piecita dramática, a más de ser escasa, tiene el mérito de contener una lista autógrafa de las composiciones que su padre de usted arregló para nuestro teatro. Repito, pues, mis agradecimientos.»

Con lo que antecede creemos haber llenado un deber.