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Bug-Jargal (Alcalá Galiano tr.)/Capítulo LV

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LV

Tan espantosa escena, tan desesperada lucha, tan terrible desenlace, me habían postrado, y quedé casi sin fuerza y sin conocimiento. La voz de Bug-Jargal me reanimó.

—Hermano—me dijo—, date prisa a salir de ahí, que dentro de media hora se habrá hundido el sol en el horizonte. Abajo voy a esperarte, y tú deja que Rask te sirva de guía.

Estas amistosas palabras me infundieron a la vez esperanzas, vigor y ánimo. Incorporéme, y siguiendo los ladridos del perro por entre la obscuridad de la bóveda subterránea, empecé luego a ver despuntar la luz del cielo, y llegados en fin a la boca de la cueva, respiré con desembarazo el aire libre. Al salir de aquel paso tenebroso, recordé la profecía del enano en el momento de entrar: Dos somos, y uno solo volverá a salir por esta bóveda y a hollar esta senda. ¡Sus esperanzas habían quedado burladas; su vaticinio solo había salido verdadero!