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Chiapas

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¡Salud, patriotas! Permitid que se alinée en vuestras filas un trabajador que desea contribuir con su existencia a la gran obra de engrandecimiento y prosperidad de la Patria.

Soy chiapaneco, y como tal, principio mis trabajos ocupándome de aquel hermoso país.

Lo mismo que toda la República Mexicana, Chiapas fué antes del gobierno del General Díaz, teatro de continua guerra. Conociendo desde entonces los inmensos recursos del Estado, los chiapanecos solían decir: "Unos cuantos años de paz nos harían felices".

¡Vana ilusión!

Se han pasado más de veinte años de una paz octaviana y Chiapas, el riquísimo Estado de Chiapas es tan desgraciado y aún más desgraciado que antes:

¿Por qué?

Porque ha sido mal administrado.

A cualquiera que no conozca Chiapas le parece exagerado lo que se dice de sus riquezas; pero lo cierto es que, todo mexicano o extranjero que después de haber visitado los países mas ricos del mundo, recorre el Estado de Chiapas, exclama ingenuamente: "!Este es un país hermosísimo! !Aquí existen todos los climas y todas las producciones del mundo.! A esta tierra privilegiada le está reservado el más brillante porvenir".

Los terrenos de Chiapas, de una fertilidad prodigiosa, cruzados de ríos y arroyos en todas direcciones, producen todos los frutos conocidos, y gran parte de ellos de calidad suprema. El trigo, el maíz, el arroz, el cacao, el café, la caña de azúcar, las frutas de toda clase, la vainilla, el hule, el algodón, el henequén, el añil, el tabaco, son artículos sobresalientes en Chiapas. Los ganados vacuno, caballar y lanar se multiplican allá de una manera asombrosa.

Los inmensos bosques y montañas vírgenes de Chiapas encierran con incalculable abundancia toda especie de maderas preciosas y, ¿quién sabe cuántas riquezas minerales?

Los ríos que de altas montañas bajan a las llanuras, producen fuerza motriz capaz de hacer funcionar innumerables máquinas. En resumen, cada uno de los ramos enumerados podría por sí sólo hacer la felicidad de un gran país.

Y sin embargo, de poseer tantos elementos de riqueza, Chiapas es uno de los estados mas pobres y mas desgraciados de la República; ¿por qué? Porque en Chiapas no hay caminos, porque no hay escuelas, no hay periódicos, porque los gobernadores en vez de ocuparse del engrandecimiento y prosperidad del país, se dejan cegar por la ambición y sólo se afanan en hacerse ricos a expensas del Estado.

Esa ha sido la triste historia de Chiapas, esa es su historia actual.

De los Gobernadores que se han ido sucediendo en Chiapas desde que el General Díaz subió al poder, casi ninguno ha hecho nada en provecho del país, pero sí todos han sacado de allá mucho dinero. Dije casi, porque hay una excepción y quiero citarla para ser imparcial en todas mis apreciaciones. El Coronel D. Francisco León, construyó hasta terminarlo el gran camino carretero que va de Tuxtla Gutiérrez hasta San Gerónimo, Estado de Oaxaca y principió otros que dejó bastante avanzados, pero que desgraciadamente quedaron sin terminar.

El actual Gobernador de Chiapas, General y Lic. don Rafael Pimentel, hizo concebir al principio de su administración grandes esperanzas a todos los chiapanecos. Recién llegado, visitó casi todas las poblaciones de alguna importancia, en todas se informó de lo que se necesitaba con más urgencia y de las mejoras que podían contribuir más eficazmente al desarrollo y bienestar del país. ¡Muy bueno¡ Prometió hacerlo todo. ¡Excelente¡ ¡Lo malo es que nada ha cumplido¡

En la ciudad de Comitán se hizo saber al señor Gobernador que la instrucción pública estaba en un lamentable estado, que era necesario aumentar el número de escuelas y pagar algo mejor a los maestros, porque estando éstos muy mal retribuidos, ni se afanaban en enseñar a los alumnos, ni les importaba abandonar su empleo.

Dijo: que estando las Escuelas tan mal atendidas era conveniente cerrarlas, porque ya estaban en camino varios profesores normalistas muy competentes, que había llamado de México, y que debían llegar muy pronto a encargarse de las escuelas de Comitán y de las otras principales poblaciones del Estado. Hace tres años de eso y los normalistas todavía no llegan.

Las escuelas quedaron cerradas varios meses y a tanta súplica del Ayuntamiento y de los padres de familia, el General Pimentel, mandó que se volvieran a abrir con los mismos maestros que antes, pero ganando menos que anteriormente. Algunos maestros se conformaron y otros no, y fueron reemplazados por los que pudieron conformarse.

También en Comitán se suplicó al señor Pimentel que mandara terminar el camino carretero que va de Comitán a San Cristóbal Las Casas, y que al abandonar el poder el Coronel León dejó ya por concluir. Se le indicó igualmente que haría la felicidad del Departamento de Comitán y de una gran parte del Estado si mandaba a abrir un camino carretero o por lo menos un buen camino de herradura de Comitán a Salto de Agua. Ofreció mandar terminar sobre la marcha el primero y principiar sin pérdida de tiempo el segundo. No solamente no se ha hecho ningún trabajo en ninguno de esos dos caminos, sino en ningún otro del Departamento.

El importantísimo camino de San Gerónimo a Tuxtla Gutiérrez fué un hermoso camino carretero, pero actualmente está en un estado lamentable por el abandono en que ha permanecido. Sin embargo, debo decir para no apartarse de la verdad, que hacen pocos meses estuvo trabajando en ese camino el señor Don Pomposo Castellanos, hombre muy inteligente y trabajador infatigable; pero sus trabajos según supe, dilataron pocos días y enseguida fué llamado a encargarse de no sé que jefatura, de suerte que por mucho que haya hecho en ese corto espacio de tiempo todo lo más del camino sigue en muy mal estado.

Hace algunos meses se dijo en Comitán que el Gobierno Federal concedió al Estado de Chiapas cuarenta mil pesos para la construcción de caminos en el Departamento de Comitán y se afirmó que el General Pimentel, en vez de mandar construir caminos de Comitán a Salto de Agua, iba a mandar construir camino de Comitán a la frontera de Guatemala. Midiendo dicha vía ochenta kilómetros y siendo el terreno casi todo plano y por excepción en Chiapas, desprovisto de vegetación, corrió sin embargo la voz en Comitán de que ya el presupuesto estaba hecho en Tuxtla y que costaría la construcción del camino a razón de quinientos pesos, por kilómetro. Al ser cierto, la operación financiera consistiera simplemente en pasar al Gobierno Federal una cuenta de gastos de cuarenta mil pesos donde no se habrán invertido arriba de mil o quinientos pesos.

Cuando el General Pimentel visitó el hospital de Comitán, el inteligente y filántropo Dr. Dn. Antonio Alfaro, encargado de dicho establecimiento, le hizo notar las muchas deficiencias del edificio y lo urgente que era para la población construir otro en mejores condiciones y en mejor lugar. Encontró todas las razones muy justas el Sr. Pimentel; dijo que se eligiera el terreno para el nuevo hospital, que él lo compraría por cuenta del Gobierno y además, que ayudaría en todo lo posible para la construcción de la obra. Nada cumplió. No por eso desmayó en su empresa humanitaria el Doctor Alfaro; se formó una junta de la cual él fué electo Presidente; se invitó al pueblo para que cooperara en la obra y, salvo muy pocas excepciones, todos los comitecos contribuyeron con el mayor entusiasmo, siendo digno de mencionarse ante todos el distinguido filántropo D. Crisóforo Albores, que había sido el primero en emitir la idea del nuevo hospital y se suscribió con quinientos pesos.

Constante en su propósito siguió el Doctor Alfaro dirigiendo con muy buen éxito los trabajos de la Junta y, entre otros medios para arbitrarse fondos se pensó que ya que el Gobernador no había querido contribuir directamente, podía hacerlo de un momento indirecto concendiendo permiso para que se dieran unas corridas de toros a beneficio del hospital. Se pidió el permiso y el Gobernador se negó, diciendo que no debían darse esa clase de espectáculos en una ciudad culta como Comitán. Pocos días después un amigo del Gobernador le pidió permiso para explotar por su cuenta unas corridas de igual clase y el permiso le fué concedido. Puede considerarse eso como una chicana de muy mal género; pero lo que sí es muy grave es lo siguiente:

Hemos sabido últimamente que, por orden del Sr. Pimentel, la Junta de Caridad que administraba los fondos del hospital de Comitán entregó dichos fondos a no sé que Oficinas del Gobierno, y eso ha sido un verdadero duelo para la población. ¿Por qué? Porque el hospital de Comitán fué rico en otros tiempos y cada vez que los gobiernos han intervenido en el manejo de sus fondos, estos han disminuido considerablemente.

Quería también el señor Pimentel recoger bajo su paternal administración, los fondos que la Junta de Beneficiencia, fundada por el Doctor Alfaro, había conseguido reunir; pero como todos los donantes hicieron su ofrenda bajo la precisa condición de que el día que el gobierno quisiera intervenir en el manejo de estos fondos, cada uno volvería a recoger su dinero; no solamente no se entregó ese capital al Gobierno, sino que se disolvió la Junta y se abandonó la hermosa idea de construir un nuevo hospital.

Sr. Gobernador don Rafael Pimentel, cuando usted llegó al Estado de Chiapas, todas las poblaciones, todas las clases sociales recibieron a usted con manifestaciones de regocijo y simpatía. El programa de usted estaba muy bien definido y perfectamente adecuado a las condiciones del país: difundir la instrucción, establecer buenas vías de comunicación, favorecer a la agricultura y a la industria. Con un poco de buena voluntad hubiera usted podido hacer mucho bien al Estado, porque todos los chiapanecos tenían confianza en usted, y estaban dispuestos a cooperar en su obra, cada cual conforme sus circunstancias. Es muy triste que haya usted desperdiciado tan buenas disposiciones y perdido un tiempo tan precioso. Pero mucho más triste es todavía que no habiendo usted proporcionado ninguna mejora al país, se oponga usted a que sus administradores realicen alguna por su propia cuenta; a ese extremo ha llegado usted con sus órdenes que abandonara su empresa la Junta de Beneficiencia que con tan loable afán estaba trabajando en bien de los que sufren sino que ha usted paralizado, aun entre los más entusiastas todo deseo de emprender algunas mejoras; esa es la ruina del país.

Fuente: https://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/6/2714/4.pdf

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