Croquis de Barrancabermeja
Apariencia
Rafael Jaramillo Arango ha publicado en borrador los elementos para una posible novela de Barrancabermeja. En apresuradas cuartillas consignó los datos elementales que retienen la turbia fisonomía del puerto invadido por la peste continental del petróleo. Allí el asesinato y el incendio, la huelga y el soborno y el odio de clases y de razas aparecen urgiendo el curso miserable de dos o tres vidas. Pero aparecen apenas como inconexos trazos de referencia dentro de los cuales habría que concluir, quizá con cierta vigorosa minuciosidad, el dibujo de los destinos que enreda el azar de los placeres proletarios, la pintura anatómica de las almas vistas a contraluz sobre una prostibularia estampa de alcoholismo, pillaje y tahurería. Un ángulo en el croquis de la novela se raya crudamente con las hamponas luces de la noche del sábado en Barrancabermeja. La ruidosa iluminación alude a las calles del barrio sin nombre por cuyas aceras sospechosas transita el peligro de la muerte. Rótulos de colores eléctricos localizan los bares y las tabernas, donde los perfumes y los idiomas complican la terminología del amor. Las mujeres pasan con el incapturable contrabando de su pasado. Luego ríen mientras algunas vitrolaenrosca en su cuerpo una música de cualquier parte del mundo. Y hacia la mitad del horario nocturno se registra la mayor velocidad de los dados y de las navajas. Es entonces cuando un hombre interrumpe la crónica de sus andanzas y llena de nuevo su vaso de cerveza para iniciar la historia de José Joaquín Bohórquez, infeliz y maravillosa como la de Juan Augusto Suter. A la medianoche del sábado convergen todas las rutas del relato. Falsos brillos y tinieblas beodas centralizan aquel estrepitoso carrusel de bailes y riñas. Y sin embargo, no llega a percibirse la densidad respiratoria de la muchedumbre. Principal reparo a esta novela es el de no ser una novela de masas. La turbulencia de éstas bajo la sistematizada explotación capitalista debía constituir un primer plano dinámico en vez de funcionar en calidad de inconcluso fondo a la melodía de un idilio, como pintoresco marco a la silueta de un nombre femenino, rubio y quebradizo. Sin duda el esquema de Barrancabermeja contenido en las páginas de Rafael Jaramillo Arango soportaría la ráfaga de una radical actitud revolucionaria. Detrás del monstruoso ballet de las máquinas imperialistas late una humana trabazón de músculos que requiere el hallazgo del acento que concrete su potencia subversiva, la definición de una geometría literaria que movilice el ritmo peligroso de sus flexiones.Texto anterior: Bar hacia el alba