El himno de la vida

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​El himno de la vida​ de Henry Wadsworth Longfellow
Nota: Traducción de Miguel Antonio Caro incluída en el libro Traducciones poéticas (1889).

Plañidero no me cantes:
"Sueño es vano la existencia;
Las imágenes engañan,
"Como muerto está el que sueña."

Vida cierta aquí vivimos,
No es la tumba nuestra meta;
¡Polvo vil, al polvo torna!
Contra el alma no es sentencia,

No es misión ni fin del hombre
El placer ni la tristeza;

Sí el trabajo, y que otro día
Que otro paso dimos, vea.

Largo el Arte, el Tiempo breve.
¿Corazón que fuerte alienta,
Tambor sordo, marcha fúnebre
Redoblando irá á la huesa?

En el campo de batalla
Del vivir, no el hombre sea
Muda res bajo el cayado,
Sino el héroe de la oruerra.

No el Futuro te fascine,
El Pasado muerto deja;
Trabajando en el Presente
Ten valor, y en Dios espera.

De hombres grandes las historias
A ser grandes nos enseñan,
Y á dejar también del tiempo
Nuestros pasos en la arena.

Y ese rastro en el desierto,
Quien perdido ya se crea,
Mirará, y á la obra santa
Volverá con fuerzas nuevas.

¡Ea! ¡Todos al trabajo
Sin desánimo ni tregua!
¡Veteranos de la vida,
Arma al brazo, y á la brecha!