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El opio de los civilizados

De Wikisource, la biblioteca libre.
El Museo Universal (1869)
El opio de los civilizados
de José Bustillo Pérez


EL OPIO DE LOS CIVILIZADOS.

Existen muchas personas que califican á los chinos de estúpidos é incapaces porque no saben vivir sin hartarse de opio.

Y sin embargo... ¿quién es el que en esta vida no toma su dosis de opio?...

El opio se toma de varias maneras,


EL OPIO EN HOJAS.

Yo tengo un amigo comerciante, conocido por El hombre jovial á causa de su constante y habitual alegría.

En los dias mas aciagos de su vida, en medio de las grandes crisis políticas que tanto afectan al comercio, se le ha visto siempre conservar su buen humor.

Hay dias, sin embargo, en que está triste, muy triste; dias, en que, él mismo lo confiesa, no hay nada que pueda hacerle vencer su melancolía. Esos dias son los estivos.

En tales dias su periódico no sale; ha perdido el estimulante que le es tan necesario, le falta alguna cosa, y esa cosa es todo.

Tú mismo, querido lector, ¿no estás suscrito á algún periódico? De fijo que sí. Pues bien decia yo: tomador de opio en hojas.


EL OPIO Á DOS MANOS.


Yo he oido hablar de una célebre actriz que durante muchos años necesitaba todas las noches, para dormirse, cierta dosis de opio, que tomaba en el teatro en aplausos, y tanto era asi, que el dia que tuvo que privarse de ella, murió.

Cómicos, cantantes, bailarines, oradores, gimnastas... No concluiría nunca si tratara de enumerar los que toman el opio á dos manos, y que necesitan de los aplausos para vivir.

EL OPIO EN CHICO ACTOS.


Ahí tenéis, queridos lectores, á mi amigo Juan.

Juan es poeta, y uno de los mas decididos fumadores de opio que yo conozco.

Este toma el opio en tragedia.

Pasa todo el dia encerrado en su gabinete corrigiendo y aumentando el precioso manuscrito sin el cual no podria vivir.

Los perfumados vapores de su obra se le suben al cerebro; tiene visiones agradables, y sueña que se halla sentado en un sillón de la Academia.

Dejemos dormir á ese mortal afortunado, que demasiado pronto despertará.

¡Duerme, Juan; duerme en paz, querido amigo!

EL OPIO EN MARTINGALAS.


La escena pasa en Badén, ó si lo preferís en Madrid, en la Carrera de San Gerónimo, ó en la calle del Príncipe, ó en la de Alcalá.

El sitio puede cambiar, pero el tomador de opio es siempre el mismo.

Desde el momento en que ha entrado en la sala de juego, se ha sentado delante del tapete verde.

Los jugadores entran y salen: se ríe, se habla á su alrededor; él no se apercibe de nada y se entretiene en peinar una baraja.

El marqués de B... le dirige la palabra: en vez de contestar sigue barajando.

Su amigo Ruiz trata de entablar conversación con él: continua en la misma operación.

El banquero le habla; á este sin duda le va á contestar. Tampoco... continua peinando las cartas.

Esta completamente entregado á su martingala, la prueba, la saborea, y la martingala le lleva á un mundo encantado de quiméricos fantasmas. Sueña que un inglés le ofrece un millón por su descubrimiento y que al fin le cede por tres millones á la sociedad de los baños de Wiesbaden.

Al despertar os pedirá prestados dos napoleones, y hablará de levantarse la tapa de los sesos, pero pronto el opio hará su efecto y volverá á entregarse al éxtasis y á la martingala.

Los tomadores de esta clase de opio ni le fuman ni le absorben: le llevan consigo y con él y por él mueren.

EL OPIO EN GALANTERIAS.


La marquesa viuda del Rosal recibe todos los jueves; brillante y concurrida está la reunión.

Los espaciosos salones de su casa en la calle del Barquillo están llenos de gente: por todas partes se ven circular hermosas damas y apuestos caballeros.

Carolina, la hija única de la marquesa, hace los honores de la fiesta.

Carolina pasa de los treinta años y es fea, pero tiene catorce millones de dote, y pollos y gallos acuden solícitos á su lado como las moscas á la miel, murmuran a su oido frases de amor y la dicen que es hermosa.

Carolina se sonríe, el opio ha producido su efecto, y aquella noche se duerme soñando que es efectivamente hermosa, y que su belleza es la envidia de las mujeres y la admiración de los hombres.

Dejadla dormir que bien pronto el espejo la despertará; pero llegará el jueves siguiente, y volverá á tomar el opio de la adulación.

La sociedad actual hace un gran consumo de esta clase de opio.

EL OPIO EN CIRCULARES.


¿Y el opio de la política?...

Van á verificarse unas elecciones, y el candidato escribe la siguiente carta-circular:

«Electores: hijo del pais, he vivido siempre a vuestro lado, y conozco vuestras necesidades y vuestras aspiraciones.

«Nada tenéis, y por consiguiente lodo lo necesitáis.

»Yo me comprometo á que veáis cumplidos todos vuestros deseos, si me hacéis el señalado honor de elegirme vuestro representante.

«Vuestro afectísimo, etc.»

Apenas terminada, esta circular produce su efecto. El candidato se vé ya sentado en los escaños del Congreso.

El diputado B... le estrecha la mano y le hace mil cumplidos con el objeto evidente de atraerle á su partido.

Un periódico, en un arranque de entusiasmo, le compromete á aceptar una cartera en la combinación ministerial que está próxima á formarse.

Después de algunas dudas y vacilaciones, acepta la cartera.

Dejad que el opio produzca su efecto; pronto el infeliz se verá derribado por su contrario, pero lejos de desmayar, se entregará otra vez al opio de una nueva candidatura.

Los chinos no conocen mas que una clase de opio: el opio de adormidera.

Las naciones occidentales, mucho mas civilizadas, conocen:

El opio del amor,
El opio de la ambición,
El opio del vicio,
El opio de la adulación,
El opio de la gloria,
El opio de la vanidad...

Pero no creo necesario continuar enumerando las distintas clases de opio que se conocen en los países cultos: lo dicho hasta para demostrar qué lugar ocupa el sueño en nuestra vida.

En su consecuencia, respetemos las costumbres > preocupaciones de cada pais, no nos burlemos de los chinos, y... ¡viva el opio!