El rizo robado (1851)/Canto V
Ella dice, y en lágrimas deshecha,
Que el gran pesar el corazon le estrecha,
Compasivo auditorio la escuchara:
Mas del Baron cerrara
El oido el gran Jove poderoso:
Thalestris con reproches le acomete,
¿Mas á dó de Belinda el eco hermoso
Resuena victorioso,
Si es que su voz no mueve?
¿Quien alcanzar victoria se promete,
Y á su elocuencia el igualar se atreve?
Ni tan fijo quedara el buen Troyano,
Mientras Ana pedia,
Y Dido, la infeliz, se consumia
En los furores de su amor insano;
Entonces gravedosa la Clarisa
Desplega magestuosa
Con grande autoridad el abanico;
Silencio la siguió, y ella abrió el pico:
« Decidme ¿por qué son idolatradas
De los sabios las bellas ? por qué vanos
Brindan por ellas lindos cortesanos ?
¿Por qué para adornar tanta belleza
Mar y tierra desplegan su riqueza ?
¿Por qué las nombran ángeles, y tales
Las adoran rendidos los mortales ?
¿Por qué rodean los Dandys con guantes
Blancos a nuestros coches elegantes,
Y del fondo de un palco cortesias
Infinitas nos hacen los Usias?
Tantas penas y glorias vanas fueran
Sino guardara el recto y sano juicio
Lo que la hermosa gana en su servicio.
¿ Qué hombres podrán decir, cuando nos vean,
Con la gracia y el tono que recrean,
Del ancho palco en el galano frente:
Ved ahí en belleza la primera,
Y primera en virtud noble y sincera ?
¡O si, para danzar la noche toda
Y de dia vestir última moda,
Pudieran encantarse las viruelas,
O su siglo esconder las vejezuelas!
¿Quien no se burlará de los cuidados,
De la muger casada ponderados,
Y quien querrá usar terrenos, barros,
O sartenes, pucheros y cacharros
Si la ven remendar a no sera santa ?
¿Y libre de pecado, si es que pinta ?
Pero io pobre belleza, qué distinta
La suerte que te espera en gloria tanta!
Rizado, ó no rizado, todo es vano,
Que el cabello á la fin se torna cano;
Píntese ó no se pinte, siempre es triste;
Y si es doncella y en desprecio insiste
De los hombres, será su negra estrella
Morir llevando palma de doncella.
Y ahora ¿ qué nos resta? El poder nuestro
Desplegar con ardid sagaz y diestro;
El tener buen humor es lo primero,
Lo pasado mirar es lo postrero;
Créeme, mi querida, en mí confia,
Tono altivo, regaños y chillidos,
Celos y girimicos son pedidos,
Que el buen lumor es solo el rey del dia;
Buen humor prevalece
Contra el orgullo hinchado que fenece;
Vano es dulce mirar de la belleza;
Pues si la vista admira,
Del mérito real el alma es presa."
Asi hablara la dama, y nadie aplaude;
Ceño puso Belinda; y embustera
La llamó la Thalestris la altanera;
Y enemiga del fraude
Alarma, alarma foribunda grita
La Virago terrible, y mas ligera
Que rayo asolador vuela al combate.
Los dos partidos con feroz debate
Se atacan en confusa griteria
De héroes y heroinas, tiple y bajo,
Cual de agudo clarin y contrabajo
Que los cielos henchia; y en sus manos
No las armas comunes se miraban,
Que cual dioses celestes pelearan
Sin heridas mortales.
El atrevido Homero peleando
Representa á los Dioses inmortales,
En los pechos divinos inflamando
Las humanas pasiones; contra Marte
Palas combate, y Hermes con Latona;
Todo el Olimpo de valor blasona;
Jove dispara el rayo, el cielo gime;
Neptuno, azul tempestad, y del profundo
El mar en torbellino el globo oprime,
Amenazando aniquilar el mundo;
La tierra con sus torres balancea,
Deslizase el cimiento
Y todo lo devora en un momento,
Y los pálidos Manes se asombraron
Cuando los rayos de la luz miraron.
Sobre alta cornucopia Umbriel triunfante
Bate gozoso las alegres alas,
Y sentado el combate está mirando;
En sus lanzas de horquillas se apoyando,
Los Sylphos contemplaban la batalla,
O soplan el aliento con que estalla
El escuadron de las sangrientas balas.
Vuela entre tanto la Thalestris fuerte,
Derramando sus ojos cruda muerte
Sobre la multitud; y un Dandy bello,
Que de agudeza y genio es un destello,
En el tropel perece;
Otro muere en metáfora, y cantaba:
«¡Ninfa cruel! por tí viviendo muero,
Como la rosa que al calor fenece.
Y Dapperwit gritando se ocultaba
Tras de su silla, que le cubre entero;
Triste mirada al cielo levantando
Sir Foplin exclamaba sollozando;
¡Para matar naceis, ojos hermosos ! »
Y al momento espiró, como en la orilla
Del florido Meandro el cisne brilla
Derramando sus ecos sonorosos;
Y si el momento de su muerte siente
Su cantar resonó mas dulcemente.
Cuando Sir Plume el atrevido embiste,
Y Clarisa postrada no resiste,
Parale Cloe y dale muerte fiera,
Mirandole con ceño muy severa;
Pero ella se sonrie al verle yerto,
Y la sonrisa resucita al muerto.
De oro suspende Jove la balanza
Y del ingenio el peso ha comparado
Con el costoso rizo tan preciado,
Y aun que, al pronto, equilibrio no se alcanza,
Sube, al fin, el cabello venturoso
Y el plato descendió del ingenioso.
Mira á Belinda como fiera salta
Sobre el Baron, la vista echando fuego;
Ni teme al gefe en desigual batalla,
Que á matar solo á su enemigo asalta.
Mas el Lord atrevido, en fuerzas bravo,
El indice y pulgar ella oprimiendo,
Bien pronto lo avasalla,
Que cuando respiró vital aliento
La astuta virgen la nariz rellena
De oloroso rapé con racion plena.
Los genios al instante
Se apoderan del polvo titilante,
Y al celebro lo guian diligentes,
Y sus llorosos ojos son dos fuentes,
Y estornuda, y el domo resonando,
Su nariz vuelve el eco rimbombando.
Tu hora te ha llegado,
Encendida Belinda, asi exclamaba,
Y una borquilla le clava en el costado.
Esta daga es la misma que adornaba
A su tercero abuelo en torno al cuello,
Con anillo que lleva un triple sello,
Y que despues fundida,
En un broche gentil fué convertida,
Que el trage de su viuda sostenia;
De su nieto despues pasó a ser pito,
Que con su cascabel tocar solia;
La madre de Belinda lo hizo horquilla,
Y despues que sirvió tiempo infinito,
De Belinda rizó la maravilla.
No te jactes cruel, fiera homicida,
Insultando orgullosa mi caida,
La replicó Milord; sin gran trabajo
Otro te pondra á tí mucho mas bajo;
No pienses humillar mi altivo pecho,
Solo siento el despecho
De te dejar . . atras . . . Antes que sea !
Y que vivo i Belinda! yo te vea;
Pero ardiendo en las llamas de Cupido:
Pero que yo arda vivo, te lo pido.
" Entrega el rizo" resonar se oyera
Y" entrega el rizo” resonó en la esfera:
Ni Otelo con tal furia rebramara
Por el pañuelo que el dolor causara.
Mas cuantas veces la ambicion se obliga
A perder su trabajo y su fatiga;
Y del gefe se ahuyenta la esperanza
Del premio conseguir y la alabanza!
El rizo, por el crimen aleanzado,
Aun que dó quier se busca no se ha hallado;
Mortal no hubo jamas tal recompensa:
Del cielo es esta voluntad divina.
¿Quien resiste, si el cielo determina ?
Creyose que subiera
De la luna brillante á la alta esfera,
Do todo lo perdido acá en la tierra
Su redondez encierra;
De los héroes el juicio y la agudeza
Vasos los guardan de muy gran riqueza,
Y el Dandy, el lechuguino y currutaco
Son guardados en cajas de tabaco;
Los votos y limosnas del muriente
Alli todos se encuentran igualmente;
Allí estan los amantes corazones,
Con extremos de cintas bien ligados;
Del cortesano prometidos dones;
Risas de las rameras, y las penas
Y llantos de herederos ya nombrados;
Jaulas para mosquitos y cadenas
Para enyugar las moscas y las plantas
De secas mariposas, nunca vistas,
Y las obras de teólogos casuistas.
Mas confiad en la Musa: ella lo viera
Rápido remontarse
Con sus ojos poéticos. Alzarse
El fundador de Roma hasta los cielos,
Y de Próculo solo visto fuera.
Repentina una estrella se aparece
Y en el aire se mece,
Atrás llevando del cabello hermose
Un rizo luminoso:
(Ni tal de Berenice reluciera
La inmensa cabellera),
Que con descabellada luz el cielo henchía,
Emulando su brillo al Dios del dia.
Los Sylphos ven su luminoso vuelo
Y lo seguian por el ancho cielo;
Lo ven los bellos Dandys desde el Mallo
Y lo aplauden con músicas y danzas;
Y si de Rosamonda está en el lago
Algun tierno amador sin esperanza,
La cree de su amor feliz presago,
Y la adora sumiso y fiel vasallo,
Y sus votos dirige á Venus nueva,
Que con mas brillos al Olimpo llega;
Y el buen patricio, el sabio almanaquero,
Si con ojos la vé de Galileo,
Allí verá cumplido su deseo,
Contemplando en el plácido lucero
El destino fatal de Luis el vano
Y la ruina total del Vaticano.
Calma ¡brillante ninfa! enjuga el llanto
Por el robado rizo; que á tu gloria
Ya las doradas trenzas, que ornan tanto
A esas bellezas que ensalzó la historia,
Todas envidian remordiendo el labio
De tu perdido rizo el fiero agravio.
{{brecha{{Cuando veas los rayos apagados
De esos soles que incendian corazones,
Y los muertos se cuenten por millones,
Y al sol de tu belleza en occidente
Cubrir mortales sombras de repente,
Y la trenza encantada
Yazga en el polvo vil casi olvidada;
A tu rizo la Musa con la fama
El astro-rizo de Belinda aclama.
Octubre 21 de 1850.
N. 1. Un verso repetido frecuentemente en Homero despues de una arenga» Así habla y todos los heroes aplauden".
N. 2. Vease la Iliada lib. 20.
N. 3. Minerva, del mismo modo en figura de lechuza posada sobre un tirante ó viga del techo, via en la Odisea el combate de Ulises y los pretendientes de Penélope.
N. 4. Estas absurdas y ridículas expresiones se hallan en una opera italiana intitulada La Camila. La moda protegia la ópera; la satira y el ingenio la desollaban: mas la moda triunfó, y á pesar de los silvos y del apoyo del patrocinio noble, siempre continuo apoyo hasta el tiempo de Pope.
N. 5. Sic ubi fata vocant udis abjectus in hervis, Ad vada Meandri concinit albus olor.
N. 6. Homero, Hiada lib. 7 y Virgilio, Eneida lib. 12.
N. 7. Burla de los combates de las ranas y ratones de Homero, de la escaramuza de los libros de Boilean, de los libros de Swift, de la matanza de los médicos de la comedia de Garth, del boticario (Dispensari) la Gatomaquia de Lope de Vega, la Mosquea de Villaviciosa &.&.& N. 8. Imitacion de Homero, descripcion del cetro de Agamenon, Iliada lib. 2.
N. 9. Los que han leido el Otelo del trajico inglés tendrán muy presentes los furiosos gritos y rabiosa cólera del moro, que no desdeñó Ducis en su reforma ó sea version del original: esta falta de decoro teatral la ridiculiza Pope. Los ingleses, idólatras de Shakespeare, no lo sufren con paciencia y menos si se le compara con Orosman en la Zayda de Voltaire; pero un crítico imparcial consultando el caracter de los originales y naciones á que pertenecen, y su modo de obrar con las mugeres infieles, dira con razon que estas gentes matan y guardan silencio, por que las desprecian por principios de religion. Dirá tambien que Orosman es un turco criado en Francia, y Otelo el moro de la novela italiana que sirvió de tipo al tráfico inglés con las adiciones de su terrible é inimitable poesia. Ni el uno ni el otro guardan rigorosamente el notandi sunt tibi mores del gran maestro Horacio, Arte poética. Cuando nuestro Maiques volvió regenerado por el célebre Talma, su primera representacion fué en el amplio teatro de los caños del Peral del Otelo de Ducis. Yo estaba junto á D. José Morde-fuentes literato aragonés, a quien los jóvenes llamábamos el tirano de la literatura; y al caer herido dió un gran golpe en el palco escénico, cayendo con la rapidez de un toro que recibe el golpe mortal, y el crítico se volvió a los que estaban cercanos y dijo en alta voz:; lindo! y este costalazo se lo enseñó Talma? El Sr. Morde-fuentes parece que queria que el moro cayese como Julio Cesar apuñaleado por Bruto y Casio, que recoje la toga para caer con decoro, como lo hacian hasta los gladiadores del circo, que caian con gracia. Yo no creo que, a pesar del caracter agrio y crítico de Pope, tuviese otro objeto que el ridiculizar los gritos de una muger apasionada, como lo han de costumbre.
N. 10 Esta es una imitacion casi literal del Ariosto hasta en la cruda severidad con que se burla de la donacion de Constantino á las mismas barbas del Papa.Questo era il dono (se peró dir lice)
Che Constantino al buon Silvestre fece.
N. 11 Imita á Ovidio
Flamigerumque trahens spatioso limite crimen
Stella micat.Ovid. Met 15. v. 549.
N. 12 Patricio, el almanaquero de Londres, el Torres inglés y Swift, que habian incurrido en la cólera del Papa, y el segundo mas que el primero por su cuento del tonel, anunciando el juicio del año, el viento y las lluvias; tenia aversion decidida al Papa y á Luis XIV y siempre anunciaba la muerte de éste y la caida del Vaticano. Estas profecias, tan del gusto inglés y protestantes, divertian al pueblo y á los que no lo eran, y facilitaban la venta del almanaque; que nunca se pierde de vista el interés mercantil en una nacion que comercia con todo.