Elementos de economía política: 06

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Capítulo II : Del valor.[editar]

    • I. Propiedades del valor.
    • II. De la medida del valor.
    • III. Del valor de las cosas en moneda y del precio corriente. -Cómo se regula el precio por la oferta y el pedido. -Cómo se regula el precio por los gastos de producción.
    • IV. Del precio original.


§. I. Propiedades del valor.[editar]

21. Aunque algo árida, la noción del valor debe estudiarse antes de pasar adelante, pues es la noción fundamental de la Economía política. Después de haber manifestado las propiedades del valor diremos de qué manera, a falta de una medida absoluta de él, se llega no obstante a determinarle con la mayor aproximación posible.
22. Todos los valores iguales son igualmente preciosos, y se engañaría mucho quien creyese que el valor que reside en el oro o la plata de las minas es un valor más precioso que el que reside en cualquier otro objeto; uno y otro no equivalen más que a lo que con ellos se puede comprar. En efecto: si ocho pesos en plata o en oro valiesen más que ocho pesos en mercancías, ¿se hallarían por ventura compradores que quisiesen dar ocho pesos en metal para obtener ocho pesos en mercancías? La reflexión destruye, por consiguiente, la preocupación de los que se imaginan que un valor en metales es superior a otro valor, siempre que este valor esté bien reconocido y sea fácilmente cambiable, principio que aparecerá fuera de toda duda cuando lleguemos a hablar de las monedas.
23. El siguiente cálculo, al paso que nos hace comprender la importancia de los valores creados por una sola profesión, comparativamente a la de los valores creados por las minas de América, puede completar las ideas qua acabamos de emitir. De este modo aprecia J. B. Say los valores creados por los zapateros en Francia. Sobre 32 millones de hombres (en el día son más de 34) sólo las tres cuartas partes, o sean 24 millones, usan zapatos y consumen cuatro pares al año; este cálculo da 96 millones de pares de zapatos, que con las exportaciones, las botas y otros calzados de todas clases pueden sin temor elevarse a 100 millones. El zapatero aumenta el valor del cuero que emplea, lo menos en 3 francos (sobre 12 rs.), pues un jornalero necesita dos días para hacer un par, y el más modesto jornalero gana por lo menos un franco 50 céntimos (sobre 6 rs.) al día; resultado: 100 millones de pares a 3 francos, valen 300 millones de francos solamente por el trabajo de los zapateros, sin contar los valores producidos por los curtidores, los fabricantes de telas, cintas, etc., que han suministrado las materias primeras. Ahora bien: sabemos por el barón de Humboldt, el autor mejor informado hasta ahora, que las minas todas del Perú, del Brasil y de México no producen arriba de 234 millones de francos (936 millones de rs., a peseta por franco); de modo que los zapateros de Francia producen ellos solos más valores que las minas del Perú.
24.Pero para que un valor sea una riqueza es preciso que sea un valor reconocido, no solamente por el posesor, sino por cualquier otro individuo. Si por adquirir una casa nadie ofrece arriba de 6,000 piezas de a un peso, es prueba de que no vale realmente más que 6,000 pesos, sea cual fuere el valor que yo quiera darle. No es inútil insistir sobre unas observaciones tan triviales; por no comprender las verdades más sencillas dejamos casi siempre de entendernos, dice J. B. Say.
25. Las necesidades cambian con las costumbres y los usos de las naciones, y también con la edad y los gustos y las pasiones de los individuos. La razón puede reprobarlas, debe contenerlas en justos límites; pero es preciso tomarlas en cuenta en los cálculos económicos, tan luego como los hombres se manifiestan dispuestos a hacer sacrificios por satisfacerlas. A los ojos del moralista, una flor artificial, una sortija, pueden pasar por objetos inútiles; pero a los ojos del economista tienen valor desde el momento en que los hombres sacan de su posesión bastantes goces para dar por ellos un precio cualquiera. La satisfacción de la vanidad, dice J. B. Say, es a veces para el hombre una necesidad tan imperiosa como el hambre.
26. La principal propiedad del valor es ser esencialmente variable. En efecto, la fuente del valor es la utilidad; la utilidad se deriva de nuestras necesidades y de los medios de satisfacerlas; estos medios y aquellas necesidades varían hasta lo infinito, de donde forzosamente se deduce que la relación que hemos denominado valor debe también ser variable hasta lo infinito. El valor es sin duda una cantidad positiva, fija, determinada; pero no lo es más que por un momento dado, y es propio, de su naturaleza ser perpetuamente variable, cambiar notablemente de un lugar a otro, de una época a otra.
27. Esta variabilidad complica las cuestiones de la Economía política, y es causa de que muchas veces sean los fenómenos dificilísimos de observar, y sea igualmente dificilísimo resolver los problemas.